No hubo desfiles, ni música, ni recibimiento oficial alguno cuando por fin pusiste un pie en el suelo. Perfecto. Adecuado. Necesario. La sorpresa, la invisibilidad, era un mal necesario en muchas misiones y, si ibas a colaborar con Marines Espaciales, se hacía imprescindible. No dudabas que toda la pompa y circunstancia que te había faltado lo habrían recibido ellos, y que su llegada ocultaría la tuya como mirar directamente al sol te impide ver más tarde cualquier otra cosa. Frente a ese resplandor anunciado serías una sombra silenciosa.
Con tu posición y tu natural capacidad para presionar, aflojar y, en definitiva, esos tejemanejes necesarios para conseguir información, no te fue difícil saber dónde se encontraba la inquisidora y, con ella, tus futuros compañeros. O guardaespaldas. O bestias pardas. Te dirigiste al complejo conocido como la Ciudadera, el centro neurálgico de las operaciones bélicas y burocráticas de Citadel Primaris y te adentraste con paso decidido cada vez más en aquella maraña de edificios gris y anodina, hasta llegar a las instalaciones médicas, que destacaban por su pulcro color blanco. Unas preguntas, unas zancadas más y allí estabas. Qué pasaría ahora sólo el Emperador podía saberlo.
Avance muy rápido para ponernos al día. Te encuentras ahora mismo fuera de la habitación dónde supuestamente se encuentra la inquisidora y los Marines. Evidentemente has pasado toda clase de controles de seguridad de tropecientos tipos y todo lo que quieras añadir.
Te dejo la escena abierta por si quieres poner algo al respecto del trayecto. Tan pronto como te consideres listo, pasamos a una escena nueva.
Yo creo que ya hemos roleado bastante, además tengo ganas de encontrarme con los Marines a ver que pasa xD