Las agujas de las torres de Citadel Primaris apuntaban al cielo desafiándolo, clamando la gloria del Emperador, pero estar allí no os hacía estar más tranquilos, más bien al contrario. Habíais regresado porque sabíais que las pruebas encontradas necesitaban un examen más detallado, algo de reflexión, y el uso de una tecnología algunos milenios más avanzada que la que habíais encontrado en Kar'Thir. Sin embargo, no podía decirse que en ese ambiente denso y cargado los Marines se encontraran a sus anchas, sino encerrados como un gato en una caja.
Pero había sido provechoso. Era necesario alejarse de la concreción del lugar de los hechos para ver el gran esquema, Ernest lo sabía muy bien. Necesitaba repasar las cartas, necesitaba repasar la biografía y las investigaciones de Vincent, y sobre todo necesitaba tiempo para encajar las piezas sin que nadie intentase volarle la cabeza mientras tanto, o peor, apresurarle a que moviese el culo porque estaba haciendo algo poco útil a ojos de los Astartes.
Repasando los archivos de su maestro a los que tenía acceso y en especial el volumen "Bajo el Cenotafio", había descubierto que ésta no era la primera vez que se tenía noticia de esta extraña raza Xenos. Yacimientos xenoarqueológicos similares habían sido hallados en varios otros mundos de la Expansión Jericho y, aun en siendo los hallazgos de diversa índole, varias características comunes se habían constatado: se trataba de una raza consciente y racional, como demostraba la creación de una serie de dispositivos tecnológicos similares a los que habíais encontrado. Se trataba, en cualquier caso, de una tecnología diferente a la humana en cuanto a diseño y uso. Además, era particularmente interesante su obsesión por la muerte y la resurrección, y abundaban motivos mortuorios y promesas de una vida futura. Algunas teorías aventuraban incluso que los restos de construcciones que se habían encontrado no eran ciudades, sino inmensos túmulos funerarios, necrópolis colosales que albergaban los restos de... toda esa civilización, como si hubieran sido inhumados todos a un tiempo de manera forzosa. Era un disparate, sí, pero sonaba aterrador.
Existía, sin embargo, un punto en común con el asunto que os traíais entre manos. El Renacido. La promesa de resurrección. Era sencillo montar una secta alrededor de eso. Por un lado, incidía en uno de los miedos básicos del ser humano. Por otro, era condenadamente fácil de instalar entre los nativos, poco avanzados y muy supersticiosos. Y en tercer lugar, el continuo descubrimiento de restos lo dotaba de una innegable credibilidad. Puede que los nativos fueran poco espabilados, pero el tal Subryte o quienquiera que organizase esto era bastante espabilado. Lo suficiente, de hecho, para darse cuenta que un puñado, o muchos, de cavernícolas tecnológicos, fanáticos o no, no suponían una fuerza que pudiera amenazar el poder del Imperio, y mucho menos en un mundo tan militarizado como Karlack. Luego ellos no podían ser el fin. Tenían que ser el medio.
Analizando las cartas desde esta perspectiva era más sencillo sacar conclusiones. Alguien o algo, con Subryte como cabeza visible, estaba... no, había organizado una o varias sectas y se había servido de ellas para algún plan. Habían revuelto en las ruinas, habían encontrado artefactos xénicos. Y sin embargo, las ruinas bajo Kar'Thir parecían demasiado pobres (salvando aquellas dos armas a las que os habíais enfrentado) para merecer tal esfuerzo. Luego cumplían otro objetivo. Y entonces recordásteis aquellos engarces e inscripciones en los muros inhumanamente trabajados de donde procedían, al menos, algunas de las piedras que se vendían como amuletos. Quizá no era meramente decorativo. Quizá aquello representaba algo que los Xenos reverenciaban o conocían. Ahora que se trataba de territorio conocido y no había intrusos, no había sido tan difícil comprenderlo. Mapas estelares. Resultaba confuso porque no aparecían todos los planetas del subsector, solo algunos. Y mapas de Karlack, de otra era y con sutiles diferencias, donde aparecía señalado Kar'Thir con un humilde engarce rojo, y varios otros lugares, mayoritariamente en el hemisferio sur, con piedras verdosas más grandes.
El segundo examen de las armas xénicas había sido más interesante si cabe. Eran, sin duda alguna, de la misma manufactura que los artefactos que describía Vincent en "Recopilación de Artefactos", pues compartían los materiales (esa especie de metal-roca ultralisa), y el uso de microcircuitos geométricos de exquisito tallado. El análisis de los restos de los cristales (ahora hechos añicos por las granadas perforantes) que actuaban como canalizadores de energía reveló que estaban constituidos por un raro mineral, zirconita hiperdensa, uno de los amplificadores psíquicos más potentes conocidos.
Cuando el mando en Erioch, en respuesta a vuestros informes, os comunicó que Avalos, el único mundo productor de zirconita hiperdensa, había sido invadido por un apéndice de la flota Tiránida conocida como Dagón, no os sorprendió en absoluto.
Tirada oculta
Motivo: Criptología
Tirada: 1d100
Dificultad: 67-
Resultado: 37 (Exito)
Sí, esto es un poco Deus ex Machina
Pasad por el Off-Topic y me decís que opináis antes de seguir, creo yo
Las comunicaciones astropáticas no era algo que se utilizase a la ligera, pero a la vista de los acontecimientos el Lord Gobernador había puesto a sus astrópatas a vuestro servicio. Utilizando una línea codificada, os habíais puesto en contacto con Erioch, concretamente con el Capitán Stayr, en este momento vuestro superior en la misión actual y el que os había informado de las nuevas de Avalos.
— Tal y como yo lo veo, teneís varias opciones. Podéis seguir con el asunto de las sectas a ver si llegáis a la cabeza, o al menos a algo un poco más interesante que unos incultos incivilizados. Probablemente algo hay, porque si esos neandertales han aprendido a usar esas armas solos me hago sororita. Por otro lado, podéis seguir buscando al inquisidor, pero me parece el rastro más débil, aunque entiendo que si yo fuese el interrogador es lo que haría...
Unos segundos de silencio interrumpieron el discurso transmitido por el astrópata, como si Stayr estuviese reflexionando:
— Una última opción es desplazaros a Avalos. Hemos perdido la conexión con el planeta y me temo que toda la ayuda allí será bienvenida. El Emperador no cree en las casualidades, y nosotros tampoco deberíamos. Enviamos una escuadra ya allí —su voz sonó apesumbrada ahora—, pero me temo lo peor.
Bueno Astartes, que hacemos?, yo como ha dicho nuestro superior preferiría seguir el rastro del inquisidor, pero me sometere a lo que digais, pero tener en cuenta que deberíamos erradicar esas sectas pues sino puede desembocar en un culto a gran escala que haga que se revele el planeta entero.