Partida Rol por web

Y entonces fue cuando Adriel abrió los ojos y sus oídos se destaponaron. O quizá fuera que cuando la gente se enteró de que ya no estaba con Velleo fue cuando empezara hablar. El poder de Velleo era lo suficientemente grande como para haber mantenido a la gente callada, ya que si llegaran a molestar a Adriel, aquel hombre podía hacer que despidieran a quien fuera o algo peor. En definitiva, no era buena idea molestar a Adriel mientras estuviera con Cristian.

Pero al final el desapareció y los rumores volaron. Antes de que se diera cuenta, Adriel ya era la comidilla de prácticamente todo Buenos Aires y gran parte de Argentina. Al menos era más famosa de lo que nunca había sido.

La gente empezó a hablar a su alrededor. Sus padres que nunca habían dicho nada sobre el tema, ahora la miraban con resentimiento, aunque ellos probablemente se estuvieran frotando las manos esperando que aquella relación fuera bien. Pero hasta cierto punto tenían motivos para estar enfadados, Adriel había invertido mucho tiempo en aquel hombre, dejando la universidad y ahora su futuro estaba comprometido.

El vaso no tardó en rebosar y las habladurías, el comportamiento de sus padres y los recuerdos de su relación con Velleo pudieron con ella.

Al final Adriel decidió empezar de nuevo y romper con todo. Decidió volver a España.

Su hermano la acogió con inusitada alegría ya que no se habían hablado demasiado en todo aquel tiempo, pero él no les guardaba ningún rencor ni a sus padres ni a ella.

A su hermano le iba bien, había sabido moverse y ahora tenía trabajo y una novia. Alojó a Adriel en su piso y le recordó todo lo que ella ya había olvidado de aquella ciudad. La ayudo a conseguir trabajo aquí y allá. Nada más pudo, Adriel se independizó, alquilando un pequeño piso. Y finalmente se sacó la licencia de taxi. Profesión que era cuanto menos interesante y que le daba de comer.

Ya han pasado muchos años de aquello, Adriel ha rehecho su vida. Vive sin demasiadas dificultades pero también sin ningún objetivo concreto, toca la guitarra, sale, conduce su taxi, y poco más.

La forma en la que se habló de Adriel durante meses le dejó un rencor y una vergüenza que nunca se desvaneció del todo.
Llegó a España y a casa de su hermano desesperada. Éste, que apenas mantenía el contacto con ella desde que fue a Argentina y el poco conocimiento que había tenido de ella  estos años no había sido más que todos sus errores, el abandono de sus estudios y la humillación con Cristian Velleo.

Era normal que, a pesar de acogerla como su hermana que era, no confiara en ella ni en lo que fuera a hacer con su vida.
Fue la novia que, viendo que Adriel no tenía la misma actitud que su hermano pensaba de ella, quiso que se restauraran los lazos.
Tras varios encuentros estratégicos en los que no se podían escaquear de la situación incómoda, consiguió que hablaran y cambiaran su opinión respecto al otro.

Adriel empezó a buscar trabajo muy pronto. Pasó por muchos trabajos de camarera, dependienta y demás mientras estudiaba el curso de taxista. Con ello aportaba un poco de dinero en la casa, se compraba lo necesario y ahorraba poco a poco para intentar comprar piso (lo que siguió haciendo una vez era taxista y tenía piso alquilado cerca de la casa de su hermano).

Una amiga suya, antigua compañera de uno de sus trabajos anteriores, le enseñó a tocar la guitarra y empezó a cantar a raíz de ello.
Lo disfruta mucho, y suele ir a cantar y tocar a una cafetería cerca de su casa donde queda con los amigos en sus descansos.

A pesar de todo, Adriel nunca olvidará lo sucedido con Velleo, y el temor de que se repita la advierte de comprometerse en una relación.
Ha conocido recientemente a un universitario más joven que ella al que llevaba a la universidad cuando llegaba tarde.
Él está muy contento con ella, mientras que Adriel no está segura de lo que hace y prefiere mantener la distancia lo suficiente como para no salir afectada, sabiendo por dentro que pasará y que una relación conlleva ese tipo de riesgos.

Después de un día bastante normal ejerciendo de taxista (clientes simpáticos, antipáticos, habladores, callados), esa noche Adriel tocaba en la cafetería. Aquello le gustaba, era fácil desconectar y en aquel lugar nadie pedía cuentas, te escuchaban sin pretensiones.

Aquello daba lugar a que tocaran verdaderas bazofias, pero eran los menos porque lo cierto era que el lugar tenía ya cierta fama y el nivel cada vez era mayor. Muchos grupos locales se promocionaban allí e incluso algún autor famoso (más o menos) se había pasado ya por allí.

Adriel había llegado antes de tiempo, como acostumbraban, guitarra al hombro. La cafetería ya se empezaba a llenar de toda la gente que disfrutaba del espectáculo y de la agradable temperatura de la tarde-noche. En breves, llegaría probablemente el hermano de Adriel con su familia a verla tocar. Mientras tanto Adriel podría entretenerse charlando con Daniel, la persona detrás de esas actuaciones.