Partida Rol por web

Os encontráis todos en una taberna. El lugar es uno de esos sitios de mala muerte al que solo van aventureros en busca de misiones. Varias mesas alrededor del local, una camarera pechugona, y una chimenea con rescoldos ardientes que dan más penumbra de lo que iluminan. De pronto, una figura encapuchada y misteriosa se os acerca y dice...

Al contrario de lo que muchos hayan pensado, esta no es una partida como cualquier otra. Las aventuras no salen de debajo de las piedras a manos de misteriosos magos con cuatro veces más nivel que vosotros que podrían solucionar el problema dormidos. Aquí los problemas atraviesan las paredes, incluyendo la cuarta. Pero en este caso el sitio parece tranquilo, pervertidos aparte. Nadie más aparte de casi una veintena de aventureros cada cual más estrambótico. Quizá tenga que ver con el hecho de que los rumores de la proximidad de los orcos por toda la región. Pero unos cuantos pieles verdes no van a acojonar a unos tipos duros de vuestra calaña. Sois duros como el acero, cagáis metralla y meáis napalm. O eso es lo que contáis estando de borrachera. 

Sería bueno poder estar borracho ahora. Lástima que en la taberna no quede alcohol. Los orcos, ¿recordáis? Pero al menos estar ahí juntitos haciendo lo que quiera que estéis haciendo os sirve para no aburriros. Por cierto, ¿qué demonios estáis haciendo?

Yo jugaba al poker mientras pedia mano tras mano y me endeudaba ya solo me quedaban los calzoncillos cuando aquella ´´hermosa`` yo que se que coño era se hacerco a mi.

-Traeme una cerveza doncella o doncel o lo que quieras ser solo traemela y que este bien fria si no te la metere por donte  peor te entre-digo riendo y dando un golpe en la mesa.

-a jugar a jugar hay pollo para cenar y un chocho caliente en la cama para follar-río entre dientes y miro a los demas.

Entra en la taberna, respirando lo menos que puede para evitar vomitar con el olor. Saluda al tabernero y le pide la comida. Antes de sentarse en una silla, ve una mancha blanquecina en ella, y con una mueca de asco, prefiere comer de pie. Pide algo de alcohol al tabernero, pero de repente, recuerda que las existencias son nulas por culpa de los orcos. "Grandísimos hijos de la gran ****". La gente le mira mal por pedir alcohol. Con un gruñido enfadado, pide cualquier otra cosa de beber.

Cuando aparece el gordo, lo mira abriendo los ojos y conteniendo una arcada: 

-Podría insultarte, pero no lo haría tan bien como lo haría la naturaleza al darte esa cara.

Me encuentro sentado en un taburete esperando a ser atendido por alguien, con la mirada enfocando a la sucia barra, por la que deben haber reposado sustancias de cualquier tipo, ahora ocultas por la mezcla de éstas y la suciedad acumulada durante demasiado tiempo.

Veo como se acerca lo que parece ser un tabernero. Cuando desvío la mirada hacia él puedo ver un cúmulo de grasa mayor al que se puede ver en el suelo. Inevitablemente bajo la mirada y puedo notar una considerable erección. La impresión hace que casi me caiga del taburete.

- Por favor, ¿quiere cerrar las puertas de su mansión? Creo que no estamos aquí para ver semejante barbaridad. – Tras ver que seguía en la misma posición vuelvo a dirigirme a él - ¿Acaso crees que no estás seguro ya que no sabemos que eres hijo de King Kong? Le tuvo que gustar bastante a tu madre cuando se le folló, ¿no? Por favor, tápate, ya.

Seguido y sin abrir la boca para nada más que bostezar, va hacia el otro lado de la barra.

- Ahora entiendo por qué está el suelo tan grasiento. – digo mientras me giro hacia los demás al ver que no me hace caso.

Bang Pirox se encontraba en una de las esquinas de la taberna, en la más oscura de todas ellas, lejos de cualquier chimenea que pudiera existir, lejos de la puerta y lejos de la barra. Alejado absolutamente de todo lo que hubiera allí.

Cuando entró la gran mole de repugnancia por la puerta, el vampiro se estaba balanceando sobre las patas traseras de la silla en la que se sentaba, del susto por poco se cae para atrás, pero se libró "por los pelos"*.

Mientras tanto, Bang estaba jugando con una jarra de cristal vacía y translúcida debido a la cantidad de cal y restos de babas y otros fluidos que habían pasado por ella y a la poca higiene que el tabernero ofrecía a su menaje. La oscuridad apenas mostraba su aniñado rostro mientras que él se limitaba a observar su vaso y a no explicarse la razón por la que no estaba llena. Aún no entiendo cómo has llegado aquí. Se preguntaba así mismo el joven vampiro.

No es que Bang Pirox quisiera beber algo de alcohol, de hecho él no tenía la necesidad de beber absolutamente nada. Simplemente pensaba que ojalá su jarra estuviera llena de sangre de orco, porque entonces sí que podría disfrutar del espectáculo que de un momento a otro se iba a dar, en aquella taberna de mala muerte en la que había terminado sin saber muy bien cómo, ni por qué.

Hoskitar, mira el espectaculo, mientras piensa " Joder y sin una puta cerveza que llevarme a la garganta". Desde su rincón observa el resto del personal, los típicos aventureros y lugareños ante los que hay que tener más cuidado que ante un mono con una daga, escarba en sus dientes extrayendo los "paluegos" que el correoso "cordero" ha dejado entre sus dientes, una especie de tarado bujarra hace una extraña danza, afortunadamente venimos cagados y follados de casa, Hoskitar tantea su hacha, hace amago de levantarse, el resto de la taberna le observa, la tensión se masca en el ambiente, el bailarin mira a Hoskitar, Hoskitar mira al bailarin, la gente espera la pelea inminente, Hoskitar aprieta sus ojos, las venas del cuello se le marcan una sonora ventosidad retumba en el garito, Hoskitar señala al bailarin extendiendo su brazo y su indice.

"Yo, yo ...  noo he sido... enano cerdo" responde entre ballbuceos el bailarin.

Hoskitar sonrie de medio lado, "No, no, si digo que para tí, bastardete y ahora el resto podéis mascar algo más que la tensión en el ambiente". Hoskitar se sienta acomodando su entrepierna.

¡Menuda pandilla de descerebrados!

- ¿Qué clase de taberna es esta en la que no hay alcohol? en los templos de Sigmar hay un ambiente más animado -dice el enorme tipo vestido con una armadura.

A Von Paulus, que lógicamente había venido a matar orcos, le tocó los cojones ver en la mesa de al lado a otro tipo con armadura que iba de caballerete.

Se pone en pie y grita al caballero (Armando Jaleo)

- ¡AQUÍ EL CAPITÁN SOY YO! ¡TONTO LOS COJONES ASÍ QUE QUÍTATE LA ARMADURA! y sin mediar palabra agarra el taburete e intenta partírselo en el cráneo al otro caballero.

Yo recabo todo lo que veo en mi diario de viaje:

"Estoy en la taberna más horrenda del mundo ¡¿Cómo es posible que haya tanta mierda junta en un solo lugar?! La madre que parió al servicio de limpieza. Y encima, los putos orcos se han llevado todo el alcohol, la única manera de nublar (aunque sea solo un poco) la inmundicia de este sitio. Y ahora encima un pedazo de gordo asqueroso nos enseña su... cuerpo. Le metería un flechazo, pero ya tengo bastantes problemas intentando contener las ganas de vomitar y comer al mismo tiempo"

- Tiradas (1)

Motivo: tirada

Tirada: 1d6

Resultado: 2

La cara de Klint Rompebuches se torna con una mezcla de: mala ostia, de haber recibido la peor noticia de su vida, y de haber sufrido la peor pesadilla (en la que cree que esta), y no por la taberna mugrienta que le da un aire a su hogar (teniais que ver las instalaciones del escuadron rompebuches, son aun peores), ni por el tio gordo cabron con poca ropa (su tio Otik da mas asco siempre que esta borracho y en taparrabos, aunque eso solo sean 14 horas al dia), sino !PORQUE NO HAY ALCOJOL!

Asi que la neurona de Klint piensa: "hace menos de 12 horas que estabas borracho, y aun no has sacao la chorra a pasear, y ese alcohol aun esta entro de ti..."

Con lo que pilla una buena jarra de cerveza vacia, se tapa un poco en una esquina que aun estaba vacia (con no mucho exito), y la llena hasta arriba. Acto seguido se sienta, da un sorbo,... y... "tabernero!!, traeme un buen plato de carne!.

Se apoya en el respaldo de la silla y se queda mirando al resto de gente mientras espera su comida

El Buey había llegado a la taberna como iba por el mundo, observándolo todo con una curiosidad que rozaba lo infantil. Así le había funcionado toda la vida. Andaba encorvado, luciendo feliz su chepa, hasta que dio con una silla donde sentar su huesudo culo.

-Arrggg, ya no estoy tan joven como antes.- No había alcohol pero eso no le importaba. Aquellos que eran iluminados por los espíritus salvajes de la naturaleza, por si cabe alguna duda él lo era,  sabían siempre llevar un "poco de todo". Tomó una cola de lagartija del collar que llevaba en el cuello y la masticó con ganas.

- Ummm, deliciosa.- Cuando el hombre gordo hizo la pregunta a los presentes, El Buey se levantó entre sorprendido y curioso. En la naturaleza jamás había visto algo tan gordo. Nada acumulaba tanta grasa si no iba a hibernar, y eso en un humano, no dejaba de ser un comportamiento curioso. Cuando vio el tamaño de su pene que empezaba a crecer, pensó que sería, quizás, el último desahogo antes de  irse a dormir durante medio año.- Qué interesante, que interesante, sisisisisisi.- Los fluidos corporales eran la debilidad del Chamán, pues siempre contenían cierta esencia espiritual de aquello de lo que provenían.- Si vas a derramarte aquí me gustaría recoger un poco.- Tras decir aquellas palabras el chamán sacó de entre las pieles que le cubrían unos tarritos de cerámica de pequeño tamaño.  Algunos estaban etiquetados con extraños símbolos infantiles. El exhibicionista, ávido de miradas, no pudo evitar derramarse precipitadamente, lo que aprovechó el chamán para adquirir  su preciado líquido.

- ¡¡Estupendo, estupendo!!- El Buey siguió caminando entre el personal que permanecía en la posada, observando curioso a aquellos especímenes. Le llamó la atención un enano, cuya sonora flatulencia sólo rivalizaba con el olor.  Se lamentó de no haber sido lo suficientemente rápido como para atrapar su esencia en otro de sus tarritos. Pero no  se lamentó demasiado, pues bendita su suerte, otro enano, maravillosa raza esta, estaba orinando en una jarra. El jorobado se acercó balanceándose por la emoción. Observó sorprendido al enano que bebía de sus propios jugos. ¿Acaso era también un chamán? El Buey lo hacía a menudo, pues beber tu orina era bueno para el reuma, la potencia sexual y el mal aliento. El único inconveniente era que amarilleaba los dientes, pero si ya los tenían amarillos ¿qué mas daba?. Movido por la enorme curiosidad, ya que en su solitaria vida asilvestrada nunca había podido probar orín de enano, cuando el enano se distrajo un segundo le echó un trago a la jarra.  Se enjuagó la boca con ella para después escupir en uno de sus tarritos. Paladeó para diferenciar los distintos sabores.

- Mmm, cebada, agua, alcohol, y espárragos.- Se sentó a dibujar, nervioso, la etiqueta.

"Orín de enano".- Se dijo para sí mismo.

- Estupendo, estupendo.

No había pasado ni una semana de su llegada a la ciudad, tras un "fabuloso" viaje acompañando y dando protección a un grupo de tuneros que estaban de gira por aquellas tierras. Había sido un trayecto bastante tranquilo, sin tener en cuenta el encuentro con aquel grupo de jubiladas desdentadas ávidas de sexo oral.

Por suerte, Armando era muy diestro con su espada y había conseguido mantener a los 20 tuneros sanos y salvos tras la emboscada. Y los músicos fueron muy, pero que muy agradecidos ofreciéndole gran parte de su repertorio gratuitamente, junto con algún "solo" de todos y cada uno de sus componentes. Y como le gustó a Armando tocar aquellos "instrumentos"... ozú!

Tras despedirse de sus nuevos amigos, una vez llegados a la urbe, el caballero necesitaba recuperarse de aquellas noches musicales tan ajetreadas.

Se metió en la primera de las tabernas que encontró en su camino, descubriendo un nuevo mundo de sensaciones y olores como nunca había conocido. Un abanico de olores corporales que solo provocaban el inicio de una vomitona interminable...de ahí, entendió Armando, el color y la textura del resvaladizo suelo del local.

-Pisha!- dijo el hermosos caballero al regente del local- Amo a vé zi te lo curra un pokillo y le pasa er mozho ar zuelo, que et-ta má zuzio quer coño una vaca-burra! Y no zea malahe y comprote un "ambipú" pá quer bá no guela malamente, joputa!

Tras dirigirse al tabernero, Armando buscó una mesa vacía para poder tomarse una refrescante bebida. Tras ser espectador de la performance sensual, por parte de aquel poco atractivo engendro humano, el caballero del Mástil Erecto, solo podía tener palabras de ánima para aquel hombre falto de cariño.

-Maricong... Ze tiene que tené musho cohone pá ponerze en pelota picá y preguntá a tor mundo zi le pone morcillong er tema. Ole tú!

Pero lo que más sorprendió al atractivo y afeminado caballero, fue la reacción de su vecino de mesa que, sin motivo aparente, se levantó de su silla con intenciones altamente agresivas. Pedía explicaciones sobre su rango como capitán y algo sobre quitarse la armadura, mientras intentaba arrearle con uno de los taburetes de la mesa.

Pero la mala fortuna de aquel enfadado oficial, provocó que resbalara con el pringue del suelo (a saber de qué estaba compuesto aquella materia viscosa!) y cayera de espaldas al suelo, dejando su arma improvisada en el aire y cayendo sobre su propia cabeza, escasos segundos después.

Armando se levantó de su silla al ver a su agresor en el suelo, moviéndose como un escarabajo asmático.

-Mariquita, zi tiene gana de cashondeo y de que me quite toa la ropa pá que me haga un trahe zaliba...hay mehore forma de desil-lo, loca! Lo que et-tá é mal fallao, ezo lo que te paza!

Y acto seguido, se sentó de nuevo para disfrutar de su deliciosa bebida a base de agua turbia a base de pelo de sobaquillo, babas de tabernero y alguna que otra mosca muerta que flotaba por la superficie.

Ante estaba tranquilamente haciendo sus tareas cotidianas en una esquina, vamos dormir como un poseso ne horas diurnas placidamente, pero no podía ser, no le dejaban dormir mas de 12 horas seguidas....Nunca tuvo problema con los ruidos, tenia unso tapones patentados de cera marca ACME que lo paraba todo, pero cuando esa mole inmunda de bacon, morcillas y tocino meneo su cuerpo y empezo a sudar y ha expulsar otros fluidos empezó a oler más aún si cabe a perro "mojao"....No pudo mas que despertarse ya que su olfato era demasiado fino para esos lares. 

Se levanto con impetu de trocear al bicho tocinil, pero recordo que no había Vino y se desplomo desesperado..

Esto no es justo, soy un cadaver sin vino, whisky, ron, ginebra,salsaparrilla, aunque sea un bote de Betadine, Dioses porque me habeis abandonado!!!

De pronto de un salto se volvió a poner de pie y recordó que en su zurrón tenía guardado de su ultimo trabajo como guardaespaldas del famoso bardo "Rapael", un botecito de pemamento que se agencio de las pertenencias del bardo cuando este dormia la borrachera 4 rameras, dos viejas y un burro amaestrado.

Con cuidado saco ese manjar para su nariz y lo abrió para ponerselo en su orificio nasal a lo "Utabon de Bayern" y al esnifarlo una corriente de placer le recorrió todo el cuerpo.

No hay nada como los pequeños placeres sanos,naturales y saludables de esta vida, se dijo para ´si mientras escondiá con cuidado el preciado material...

La puerta se abrió. Ya era demasiado tarde para que nadie más entrara en la taberna. Los orcos y los misterios y peligros que encierran las sombras desaconsejaban pasar por cañadas y caminos a esas horas de la noche.

Ama se quitó el yelmo con elegancia. La poco luz que llegaba de la chimenea acentuaba su sensualidad, sus curvas, la redondez de sus pechos y la calidez que prometía su sexo, cubierto con un pequeño trozo de tela.

Miró a los asistentes, vio a un extraño ser robándole la bebida a otro, a un par peleándose y a otro sentado en la oscuridad, mirando con curiosidad desde la oscuridad de una mesa.

Se acercó a la mesa del fondo, sintiendo como los tacones de sus sandalias de aguja se clavaban en la mugre del lugar. Se acercó a Pirox, el único hombre que tenía pinta de, bueno, eso, de no ser un frígido borracho. Sería una víctima de sus encantos de amazona, además de un par de monedas menos de su bolsillo.

Se dejó caer encima de Pirox con una mal fingida caída.

-¡Ah! Perdone, mi señor, ha debido ser una tabla levantada del suelo que me ha hecho caer.-Con un movimiento rápido le toca un brazo.-Ummm, qué fuerte sois, seguro que os habréis curtido en más de una batalla.

Se acercaba sigilosamente a su oído, mientras su mano, escurridiza y reptante como una serpiente, empieza a deslizarse pecho abajo.

-Ésos son los hombres que más me gustan-le susurra lentamente, paladeando cada sílaba, mientras empezaba a mordisquearle tiernamente la oreja.

En ese momento, su habilidosa mano atraviesa el escollo de la cremallera y empieza a bajar por la entrepierna...

En ese momento, un escalofrío recorre todo su cuerpo. Se levanta, nerviosa por algo.

-Si-siento haberle molestado, se-señor.-Dijo entrecortadamente.

Decidió acercarse la barra y no acercarse a él otra vez. El recuerdo, el tacto de su... frío, frío como badajo de una campana. El hielo y la escarcha tenían más vida dentro de ellos que ese extraño caballero.

-¿Quién, o qué será?-Se preguntó intranquila Ama Chirly mientras le pedía cualquier cosa al camarero.

Al menos se había encontrado una moneda de cobre tirada en el suelo... Algo es algo...

"¿Qué narices pinto yo aquí?" Se preguntaba la seta solitaria, aunque la verdad es que se lo preguntaba todo el mundo, pues ese hongo no casaba para nada en esa taberna llena de aventureros y demás mierdas.

Sin embargo, es necesario un flashback para entender por qué ese ser o lo que fuera estaba allí. No es que tuviera mucho sentido nada de aquello, sinceramente... al parecer una vieja fea y un loco con una corona brillante le habían secuestrado para que estuviera allí. La Seta no lo sabía aún, pero el narrador no es tonto y sospechaba que esos dos secuestradores querían ver morir al champiñón triste a mano de los orcos.

Y para que no desentonara demasiado (cosa poco probable) le pusieron unos colmillos "amenazadores" (La seta ya no tenía dientes reales, al no tener manos para poder lavárselos) gorro pirata, para que pareciera un guerrero temible... cosa que estaba muy lejos de colar. Aunque llamó la atención de varios asiduos a la taberna.

-Eh, tú, aquí no queremos problemas, no nos gustan los piratas.

La Seta, de nombre Seta, se acojonó, e intentó quitarse el sobrero. Sin embargo, el dibujante o quien quiera que lo creara la hizo sin brazos, por lo que solo pudo mirar hacia arriba con la esperanza de que el gorro se cayera por sí mismo.

No obstante, ya fuera porque alguien se dejó una ventana abierta haciendo que el viento tirara el gorro o porque los guionistas no querían aún que ese ser se llevara aún ninguna ostia, el gorro se desprendió de su cabeza y acabó en el suelo... haciendo que los parroquianos borrachos le dejaron en paz.

Fue entonces cuando la seta suspiró, alegre de salir impune. Sin embargo, un apuntador se apresuró a susurrarle al oído.

-Eh, tú, que aún no estás a salvo, que aún queda que vengan los orcos asesinos.

Fue entonces cuando nuestro querido (por decir algo) personaje dijo sus primeras palabras en esta aventura.

-Estoy jod&%$- y al recordar que podía decir tacos, rectificó- estoy jodido.

Siempre tarde, siempre llegas tarde, susurra su mama mientras termina de abrocharle el peto. A ver cuando dejan de contratarte para estas obras de teatro de serie B, que seguro que es por tu "condición", a ver si así la ve más gente. Con un empujón, el niño atravesó la pared y se encontró en un tugurio lleno de actores venidos a menos.

Pongamos un foco sobre este chaval, porque su historia es curiosa de conocer: era un terrón de azucar, con patas y brazos. Pero... ¿eso es una historia? Bueno, sí, ya sé que es una descripción hecha de forma rápida y algo cutre, pero es lo máximo que cabía en el apartado de "descríbete a ti mismo" que había en el contrato.

Sorteando los distintos charcos que había en el suelo, pues poner el pie en uno de ellos podía empezar a hacer que su talla de zapato menguase, (¿pero no lleva zapatos? No, va descalzo; a su mamá se le olvidó los zapatitos de charol en casa, quizás para el siguiente capítulo vaya calzado), consiguió llegar al centro del escenario. Saludó desde allí a lo que suponía que estaba la pantalla, pero solo había una pared medio derruida, con pósteres de las Nancy Rubias y grupos de quinta división: ¡Hola, mamá!, saludó.

Consiguió eludir a un tipo de blanco que estuvo a punto de aplastarle cayendo desde su taburete, pero la flatulencia le pilló de lleno. Sus poros se dedicaron a absorber aquel olor que no desentonaba con el ambiente general del lugar. Suerte que nuestro Terrón, ah sí, que se llama Terrón, siento no haberle presentado antes; pues eso, suerte que nuestro Terrón no tenía nariz y ni se dio cuenta que arrastraba aquel olor de un lado a otro de la taberna.

No era un mal sitio si lo mirabas desde muy lejos, a lo mejor a través de un catalejo a cuyo objetivo óptico se accediera desde una conexión streaming desde el otro lado de la galaxia, había peleas y sexo, o más bien falta de él, en realidad que de sexo había bien poco porque aquel gordo tan sexy era de gatillo fácil. Con miedo por acabar siendo lamido por aquel engendro tras aquella hazaña de soltar semejante marea, se ocultó bajo una banqueta.