Partida Rol por web

Todo empezó esta mañana, cuando ese puñetero bebé no paraba de llorar. Max, que no tenía tiempo para calmarle antes de ir al colegio (que se reanudaba hoy tras las vacaciones de navidad) cogió precipitadamente al desdichado Stretch del cajón de los juguetes viejos y lo dejó en la cuna de aquel demonio en sacrificio.

Stretch había creído que se encontraría con los demás juguetes perdidos que habían sido extraídos regularmente de su descanso "definitivo", pero no había ni rastro de ellos. De pronto todas las supersticiones que habían crecido en algún lugar entre la goma y el líquido viscoso que le conformaban regresaron con más fuerza que nunca.

¿Sería, al fin y al cabo, un devorador de juguetes?

Pronto el bebé empezó a mover sus manitas y a manipularle. Su método era más propio de un sádico que de una inocente criaturita. Primero sólo le movía. Luego empezó a estirarse hasta donde podía, que, pese a que no era mucho, era lo suficiente para que le dolieran las viejas heridas...

El bebé fue llevado a comer en aquel momento, y tal vez eso fuera la salvación del viejo juguete de goma, porque cuando volvió reinició el proceso.

Llegó al punto crítico, en el que le había dejado la vez anterior, y metió su cabeza en la boca. Stretch pudo contemplar en todo su esplendor la cavernosa garganta, aterradora y viva, salivando pacientemente para lubricar su fatídico descenso...

Que no sucedió. De pronto la respiración de la bestia se hizo más profunda y regular. Se había dormido.

Así, con el corazón -o lo que sea que tengan los juguetes- en un puño y los ojos muy abiertos -no por nada en especial; lo habían fabricado así- permaneció en el transcurso de la noche.

Y entonces fue cuando algo surgió de su interior. No habría sabido decir porqué, pero sí cómo. Primero sus piernas le pesaron, fuera de la boca. Nunca le había sucedido nada parecido: nunca había sido responsable de su peso. Luego empezaron a temblar. Era el frío. El de fuera, claro, en la boca del niño se estaba bastante calentito... aunque su respiración empezaba a enfriar la saliva.

Sin ser demasiado consciente de lo que hacía movió un pie. Primero muy despacio. Después con un poco más de garbo. Y se paró en seco.

Con la cabeza dentro de la boca del bebé lo único que oía era su profunda respiración. Reverberaba por todo su cuerpo. Volvió a mover el pie, sin estar muy seguro de lo que estaba haciendo. De pronto notó que tocaba algo con él y se sobresaltó.

Nunca había notado haber tocado algo...

Volvió a palpar... pero... ¡si era su otro pie!

Continuó un rato golpeando suavemente un pie con el otro, con la cabeza todavía dentro del niño.

Entonces se dio cuenta, si podía moverse... ¡podía salir de aquella boca!

Con cuidado movió sus manos hasta colocarlas a la altura de la boca del niño. Debía empujar despacio, para no despertarlo...

La operación marchaba según lo planeado hasta que el bebé giró hacia arriba su cabecita y dio aspiró repentinamente, una y otra vez, cada vez de forma más prolongada. Stretch debió creer que aquel monstruo necesitaba aire, pero si hubiera sido algo más experimentado en la materia habría sabido prepararse para la inevitable consecuencia de aquellas inquietas caladas.

Por lo menos, se habría tapado los oídos.

a'CHIC!!!

Stretch sale despedido hacia arriba unos centímetros, pero cae de nuevo sobre el cuerpo del bebé con la suficiente agilidad para no quedar aturdido por el golpe. Éste, ahora despierto, se incorpora a medias y le mira con ojos brillantes, juguetones. Toca con un dedo al juguete elástico, que tiembla de puro terror. ægaaaa -Murmura y rie al mismo tiempo.

Se acerca las manos y da una palmada muda mientras sus deditos de los pies se retuercen de emoción.

La eterna sonrisa de Stretch se transforma en una mueca de terror al ver que el bebé se ha despertado.

Cuando este se incorpora Stretch cae entre sus piernas, tumbado boca arriba.

Con sus ahora habiles extremidades Stretch aprovecha que el niño empieza a dar palmaditas para mirar a ambos lados

¿Podría pasar por los barrotes de la cuna? Seguramente si, pero ¿a que distancia del suelo están?

Un segundo...

¡Pero si es de goma!

-Bebe bonito, no vas a hacerme daño, ¿a que no?- dice para distraerlo, mientras se pone de pie.

¡Ahora o nunca!

Stretch intenta correr hacia la libertad, más alla de los enormes barrotes, que parecen columnas desde su perspectiva.

El bebé mira entusiasmado como su juguete se mueve y se va. Ríe mientras se levanta sobre sus rodillas, desequilibrando a Stretch, que sin embargo logra mantenerse en pie y... ¡Cruza entre las columnas!

¡Ó! -se despide el bebé, agitando entusiasmado la manita, aunque cae a la cuna por haber soltado la mano.

Stretch, al fin libre, recuerda el camino de ida. Ese pasillo, dentro de la habitacion de el papá y la mamá de Max... que termina en una puerta que desde ahí parece abierta.

Ante Stretch se extiende la peluda alfombra y al fondo la puerta... ¿Está abierta? ¡Eso parece!

Bien, solo le separan unos metros del cuarto de Max, no debería llevarle más de un cuarto de hora recorrerlos...

Recorrerlos... ¡andando! Se detuvo un instante y miró su cuerpo. La hasta ahora inerte goma se sujetaba ahora erguida como por arte de magia. Se rascó su sólido pelo de plástico pensativo. ¿Que había pasado? ¿Se podrían mover el resto de sus compañeros de cajón?

Se propuso descubrirlo, y para ello comenzó a caminar, lo mejor que le permitían sus aun poco acostumbradas piernas de goma, hacia la puerta de la habitación.

Stretch alcanza la puerta minutos después, andando con las rodillas, pues sus piernas se han doblado por el agotamiento, igual que su torso, ligeramente inclinado. Efectivamente, la puerta está abierta, y detrás de ella está el pasillo y la habitación de Max... cerrada. Stretch se desploma sin poderlo evitar. Esa es la naturaleza de los juguetes de goma.

Sin embargo, tal vez tenga una posiblidad. Max da tantos portazos que hace tiempo que el picaporte cedió, y nunca fue arreglado. Eso sí: la puerta se abre hacia fuera.

Resollando Stretch se apoya en el marco de la puerta y observa el pasillo que se extiende ante él. La puerta de Max está al otro lado, y todo parece tranquilo.

Llegar hasta la puerta no parece ser un problema, pero ¿y abrirla?

Si encuentra algún sitio donde agarrarse con las piernas quizá podría estirarse hasta la puerta y... ¡su elasticidad debería hacer el resto!

Sin separarse del zócalo, y utilizando este como apoyo para avanzar con su cansado cuerpo se adentra en el pasillo, siempre atento a que no venga nadie.

Finalmente, alcanza la puerta del cuarto de Max. A su derecha se extiende el pasillo que da al cuarto de Laura.

Pero hay un problema: El suelo está limpio de todo posible agarradero como punto de apoyo para tirar, y parece que el objeto más cercano -a ras de suelo- que cumple esas condiciones es el tope de la puerta del cuarto de papá y mamá, que hace que no se abra de golpe. Para alcanzarlo, sin embargo, debería desandar lo andado...

Y luego está, a la mitad del recorrido, el tubo metálico que une la calefacción a la pared, a veinte cm del suelo. Ya desde aquí nota un calorcillo...

Stretch observa la puerta, que se alza inmensa sobre él. Ea imposible que abra aquella cosa sin un sitio desde el que tirar...

Mira a un lado y a otro, lo único a la vista es el tubo de la calefacción, pero al acercar su mano puede notar el calor, eso no es bueno. Se aleja un par de pasos asustado, no le gustaría acabar hecho un pegote derretido.

Nada, no hay manera de abrir esa puerta desde aquí... Pero... ¿Y desde dentro?

Es posible que haya otros juguetes en su misma situación.

Stretch se acerca hasta la puerta y se tira al suelo, para mirar por debajo de la rendija.

Sin duda hay demasiadas cosas por el suelo para ver lo que sucede. Sin embargo, está claro que, si están vivos, no arman mucho alboroto.

La puerta del cuarto de Laura se abre bruscamente, y la odiosa -por lo menos para los juguetes de Max- hermana de su dueño sale por ella.

Al oir el ruido, y aprovechando que está tumbado en el suelo Stretch decide hacerse el muerto.

Con suerte la odiosa niña no se fijará en él...

Hay suerte, y la odiosa niña no se fija en él. Pasa directamente al cuarto de baño de los niños; en frente de su cuarto. Pero Stretch sabe que, aunque Max y ella se metan allí incluso varias veces al día, siempre acaban saliendo.

Stretch vuelve a levantarse rápidamente. No tiene mucho tiempo antes de que la niña salga...

Le parece una tarea titánica volver hasta la otra puerta y estirarse hasta aquí, asi que decide intentar mover la puerta el mismo... Después de todo en la caja decía que era "El hombre más fuerte de California"... o algo así. Hacía mucho tiempo que había salido de ella.

Aplastando una de sus brazos con la otra mano lo aplana lo suficiente para que entre por debajo de la puerta y cuando empieza a recobrar su forma y a hacer presión empieza a tirar de él con la esperanza de poder abrir un poco la puerta.

Y la puerta se abre... un poco. Ahora hay un hueco, pero no lo suficiente para pasar.

¿El hombre más fuerte de California? ¡Y una porra! Aquella puerta pesaba como mil demonios... pero al menos parece que se mueve un poco...

Quizá ahora puede meter un brazo por la rendija, y luego el otro... y hacer algo de fuerza.