Partida Rol por web

En el castillo de cartón pluma pintado sobre la estantería de la izquierda, algunos muñequitos de plomo o plástico se parapetan de una desafortunada explosión de huesos que convierte a Nagash, el mayor nigromante que el cuarto de Max haya visto, en un erizo color hueso deslucido colgando de un cable junto a un puñado de aviones despedazados.

Mucho más abajo, sobre el suelo, un grupo de juguetes diversos resuelven sus disputas a su manera entre toda clase de objetos desparramados. Al fin, la mayoría toma una decisión: atravesarán el umbral de la puerta para viajar, viajar lejos, y descubrir... ¿Qué? Ni siquiera pueden imaginarlo.

Bajo la cama, en la oscuridad, dos juguetes de acción están a punto de enfrentarse a un peligro desconocido. Parece que un viejo juguete que largo tiempo atrás quedó atrapado ha despertado dolorosamente, y ha enloquecido. No tienen miedo, tampoco ansiedad: simplemente están haciendo, al fin, lo que siempre ha sido su naturaleza hacer.

Mientras tanto, unos audaces lego tratan de desactivar la extraña bomba sónica sobre la mesa antes de que sea demasiado tarde...

Aunque, por desgracia, lo es. Cuando el despertador suena, Max trata de recordar su sueño, que tan real le había parecido.

Sólo para asegurarse, revisa el suelo, la mesa, la vitrina de los warhammer...

Pero todo sigue perfectamente en orden. ¿Qué esperaba? Eso sí, tras el pequeño cuerpecito de los juguetes, cree ver alguna clase de férrea voluntad de vivir... ¿Es real, o un reflejo de su sueño? Lamentablemente, nunca lo sabrá. Los juguetes, simplemente, no viven.

El demonio descansaba sobre su trono hecho con restos de papeles cuidadosamente doblados mientras su espada reposaba sobre sus piernas.

Observaba con impaciencia y desdén a los demás juguetes y recordó a Nerzhul y a Jonh kii, los dos que habian caido bajo su poder
Buen trabajo.- pensaba.

Ahora no era el mejor momento para atacar la sociedad pero pronto regresaría y aquellos que lo humillaron, moririan en estertores de placer y agonia. Aquellos que le agredieron experimentarian una nueva definición del dolor y el sufrimiento. Aquellos que le ayudaron, serían mutados por los poderes entrópicos de Slaneesh hasta convertirse en aguerridas diablillas con piercings en los pezones. Se lenvató de su trono y extendió sus correosas alas para emprender un último vuelo. Regresaria a su cajon de zapatos y permaneceria alli hasta la próxima vez que tuviera ganas de dominar el mundo.

 La Green company se mantenía inmovil sobre el escritorio. Los verdes soldados seguian manteniendo sus estoicas posturas, como si estubieran en medio de un combate singular o conquistando un nuevo territorio. Pero alli seguían inmoviles, sin hacer un solo gesto. Soldados cuyas azañas, todas sacadas de la imaginacion de Max, perdurarian para siempre.

Parecía como si todo el polvo de la habitación hubiese sido absorbido inexorablamente por la gelatinosa masa verde que aún descansaba en lo más profundo de su cajón. Millares de motitas de polvo y pelusa se habían adeherido a ella, rastros quizás de un trepidante deslizar nocturno. La sustancia que en otros tiempos había sido abundante y lustrosa, ahora se desparramaba mustia, esperando impaciente el día en el que su dueño se cansase de ella y la tirase al contenedor de reciclaje. Siempre había querido ser un chicle de menta.

Enredados en una maraña de brazos y piernas, bandidos y vaqueros del O.K.Corral dormitaban en lo más hondo de un baúl.

Las vacas estaban guardadas y el rancho estaba en paz, a salvo de indios y cuatreros.

Era hora de descansar.

Buenas noches a todos.

 Y con aquel sonido de aquel despertador, que tan lejano parece, los pieles verdes despertaron, pero sólo su mente, sus partes metálicas y plásticas no. Pero sí sus sueños, sus metas y sus ganas. Eso era suficiente. 

 Barker smith se desvanece, y en la mente de max, vuelve a ser un lego inerte dentro de su caja de piezas. Adiós a su ingenio, a su audacia, a sus sueños...

mi mente se desvanece mientras veo como se levanta nuestro amigo de la cama.

 Magneus Calgar y su escuadrón siempre estaba lista para el combate, ya sea real o figurado, ya sea en la mente de una persona o de un muñeco, eso daba igual. No había descanso alguno para las tropas del emperador. 

Y es que en su mundo, solo había una cosa: guerra.

Su visera dorada reflejaba un mar de piezas de colores, mezcladas todas ellas. Un soldadito que observaba sin moverse ni un ápice todo lo que le rodeaba. Había ansiado aventuras y heroicas misiones en combate. Ahora debía vivir relegado en la caja que yacía en los más alto de la estantería. No encontró jamás a sus camaradas, pero ahora había hecho unos nuevos compañeros que, después de todo, no estaban nada mal.

Quién sabe, ese pequeño soldadito verde quizá podría conducir de nuevo su vehículo de combate, o podría disparar con su sofisticado rifle a un playmobil enemigo a un metro de distancia.

Quién sabe... Todavía quedan muchas aventuras por vivir en la gran caja de piezas de lego de Max.

Nagash, señor supremo de los no muertos es un amasijo de huesos y plomo en el suelo de la habitación. El fuerte impactoha torcido un poco su bastón que se ha replegado obre la cabeza del terrible nigromante. Su cuerpo dolorido, además, presenta algunas zonas desconchadas y brillantes.

A su alrededor una tropilla incierta de zombis no saben cómo recoger a su señor. Se mueven nerviosamente alrededor de la temible figura sin acertar a levantarla. Ahora le levantan un brazo, ahora la cabeza, Nagash se queja y ante el susto, los zombis dejan caer a peso la parte de cuerpo que sujetaban, causando un fuerte impacto y un desconchamiento más.

- ¡Volveré, por Morr que volveré! - Gime Nagash levantando un huesudo puño malpintado con pegotes de pintura esmaltada de color rojo brillante que sobresale entre las cabezas de sus inútiles servidores.

Spidey descansa, en una de esas posiciones en las que sólo podría descansar un muñeco. El juguete hombre araña descansa, esperando eternamente inmóvil el momento en que él también pueda explorar el pequeño mundo que se abre ante él. Por ahora, su falta de movilidad sólo hace que lo explore en sueños, imaginaciones en las que el juguete recrea el mundo en su mente, imaginando maravillas que distan mucho de una realidad olvidada por los años.

Pero el juguete no pierde la esperanza. En el borde entre la cordura y la locura, el juguete no vive salvo en sí mismo.

Tara permanece quieta, en su sitio, sin moverse. Uno de los ojos de botón le cuelga ligeramente suelto. Pero no se inmuta, esperará paciente a que Laura se dé cuenta del pequeño descosido y Mamá vuelva, una vez más, a remendarla.

No puede ceder en su tarea. Ella es la única que hay allí para realizarla, ¿quién, si no, iba a cuidar de Laura?

Sonríe, satisfecha. Lo está haciendo bien.

Así que allí se quedará, vigilando, y esperando a que la remienden. ¿Qué otra cosa iba a hacer, si no?