Esperemos a que el amo entre en misa -repliqué-, no vaya a ser que "el gato" no esté sólo y vayan de visita otros tusones a la casa de la tal -dije a modo de juego de palabras-.
Opinio esperar unos pocos instantes más, no entrar nada más tocar la misa (por si llega alguien más a la casa de la tusona).
Una bella mujer vestida con un traje colorido y la cara maquillada con polvos de solimán abre la puerta y sonríe. ¡Pase, pase!, le estaba esperando. El hombre hace una profunda reverencia digna de un príncipe o un rey, descubriéndose la cabeza y doblándose hasta casi tocar con la barbilla la punta de las botas. Mi señora, sabe que llevo toda la semana esperando este día. La mujer sonríe coquetamente y acompaña al hombre del brazo al interior del palacete.
Después de esperar un poco, en viendo que nadie más parecía acercarse, toquéme el ala del sombrero, et que luego bien me ceñí el coleto al pecho y toqué la punta de la daga de guardamano, a un costado.
¡Vayamos! -le dije a mis compadres-. Vayamos despacio: ¡dejémosle a ese hideputa tiempo para desvestirse y darle en cueros una buena temprana! -entonces me dispuse a salir de detrás de la esquina-.
Por la calle solo pasaron un par de mujeres perdiendo casi los chapines para no llegar tarde a misa y un par de críos jugando. El hidepu ya había tenido tiempo suficiente para desvestirse y entrar en faena. Ahora solo había que entrar, el bueno de Néstor mostro sus habilidades con las ganzúas para abrir la puerta. Corriendo por los pasillos llegáis hasta la habitación donde encontráis a doña Castidad en plena faena con el italiano.
El italiano un hombre de pelo grisáceo y mostacho blanco os grita en italiano. Qual è il problema? Chi sei tu?1 Mientras trata de levantarse, apartando los dos grandes pechos de doña Castidad de su cara y echar mano a su espada.
1- ¿Que es lo que pasa? ¿Quienes son ustedes?
¡¡Tscheeeeé!!! -tenía la ropera desvestida y con un leve gesto interpuse el filo entre su mano y su espada, para evitar que la tocara-. Mala puta te parió, ¡¡y mala puta que te va a ver morir!! ¡Debería matarte ahora mismo, pero tengo más sangre y honor que vos! ¡¡Vístete valiente jaque!!, y coge la espada y enduélate con un fiel arcángel de una bella dama!! -refiriéndome a uno mismo como seguidor leal a la de Motrico hasta el fin de mis días-.
Entramos en aquella pequeña casa de ladrillo, dirigidos por Don Diego. Tras forzar sin problema alguno la entrada, conseguimos nuestro propósito: Pillar al italiano en plena faena con la tusona. Envalentonado por las palabras de mi amo, y por las circunstancias completamente ventajosas a nuestro favor, me animé a añadir lo siguiente:
-¡Cerdo italiano! Nadie se atreve a interponerse en los asuntos de mi señor sin pagar cara su osadía.
Tras observar la maniobra del de Mendoza para tener completamente controlada la situación, no dejan de sorprenderme sus palabras llamando a duelo a aquel canoso italiano. Así que discretamente me acerco a su lado para susurrarle:
-Mi señor, podemos despachar a este triste jaque con un par de mojadas y zanjar el asunto sin más quebraderos de cabeza. Y la tusona aquí presente, no creo que se atreva a contar nada, ni amenazarla hará falta. ¿Que necesidad hay de duelo, a estas alturas?
El hombre os miro de arriba abajo, torciendo el mostacho. Alejo la mano de la toledana y la alargo hacia unos pantalones y unas botas que descasaban en el suelo. ¡Carne di maiale spagnolo!. Cosa preferisci combattere qui o fuori? Pregunto el italiano mientras comenzaba a ajustarse los pantalones a su delgada cintura.
Mientras la señora Castidad se en rebuja más en las mantas, no con cara de susto como correspondería a toda buena moza con honra, sino con curiosidad como mujer que ya ha visto más de uno o de dos lances de espada.
Quien quiera darle al fulano puede empezar aquí y ahora, o darle la oportunidad de bajar al patio. Si lo hace con honra que tire iniciativa, si lo hace a malas y por la espalda, que tire directamente el ataque.
Tranquilo amigo -le dije al bueno de Néstor-, que non va a saber nadie de quién se trata cuando le deje el rostro desvencijado, la lengua cortada, las manos ensangrentadas, y el desparpajo de las espadas por lo suelos. Hijo de mala madre, a duelo te reto y si tenéis la mínima honra aceptaréis, ¡o aquí mismo os "allenguo" como a ratas!
¿Cómo tiramos iniciativa? No la veo en la mecánica (creo que va por velocidades).
El italiano se acabó de calzar las botas, ajustarse el cinto, y ya que había tiempo se puso el resto de la indumentaria coleto de cuero, guantes y sombrero. Se herró bien el cinto con toledana, vizcaína y una pistola.
¡In guarida! Grito el italiano ajustando los pies en el entarimado del suelo y colocando la espada en alto.
Cierto, va por orden de velocidad (reflejos más modificadores varios). Orden de ataque.
Diego 13
Nuño 13
Alejandro 13
Néstor 13
Giuglio 11
Actuaríais todos antes que el italiano. Pero cuidado con la interpretación, esto es un duelo.
Cualquier duda preguntar, los diferentes tipos de ataque están en el capitulo de mecanica.
Me ajusté los pulos, el coleto, el cinto y toqué el sombrero de ala un poco... Pensaba en la Itzíar de Motrico, mi bella amada, que seguramente, en dando matarile a este vil jaque, sus pensamientos al saber d'ello posaríanse en mí... aisss -suspiro-, o al menos a eso aspiraba. Miré con determinación al duelista italiano, al hideputa de mala muerte, y en sabiendo que su señor el marqués tendría mejor trato y más horna, que a aqueste íbale a despellejar como a pollo.
¡Pagaréis la "jacada", ¡matamierdas!" -si, sabía rimar bastante bien, pero cuando andaba cabreado..., la lengua era bífida la mía, como la del diablo y la mía ropera-.
Declaro: Ataque completo: * Hacer un ataque con una bonificación al daño de +2 puntos.
El italiano trata de parar el impetuoso golpe de Diego, pero la ropera corta la camisa y la carne del italiano. El golpe causa una fea herida en el brazo del italiano, que por momentos, palidece como el papel y parece está a punto de caer inconsciente. Pero recupera el seso en el último momento, y rechinando los dientes carga lleno de rabia, clavando su espada en el brazo de Diego.
El viejo mantiene su espada en alto, no está conforme con un duelo a primera sangre, quiere más.
Motivo: Ataque Diego
Dificultad: 15 = 15
Tirada: 4, 1, 3 = 8 Éxito
Motivo: Defensa Giuglio
Dificultad: 10 = 10
Tirada: 2, 6, 4 = 12 Fallo
Motivo: Daño Giuglio
Tirada: 1d6
Resultado: 2(+5)=7
Motivo: Brios Giuglio (para no caer inconsciente)
Dificultad: 11 = 11
Tirada: 2, 2, 4 = 8 Éxito
Motivo: Ataque de Giuglio
Dificultad: 14 = 14
Tirada: 4, 4, 3 = 11 Éxito
Motivo: Daño a Diego
Tirada: 1d6
Resultado: 2(+3)=5
Segundo Truno
El asunto debía se dirimir entre mi amigo y el italiano ese al que blancas nalgas habíamos visto empujando sobre la tusona. Buen rival para Don Diego, pues había mantenido la compostura. Atención puesta en la puta, nu fuere a ser que alguna malarte intentase por su benefactor.
Declaro: Ataque completo: * Hacer un ataque con una bonificación al daño de +2 puntos.
La ropera de Diego se hunde en el pecho del italiano dos cuartas, ni el coleto de cuero ni la desesperada defensa de Giuglio evito el violento ataque de Diego. El italiano caya de bruces contra el suelo sin emitir ningún ruido ni gemido, había muerto en el acto. Había muerto en el lecho de una ramera y sin un ego te absolvo a peccatis, así que ahora estaría pasando calores en el infierno.
La tusona se levantó del camastro para agacharse sobre el cuerpo del pobre infeliz, pero las manos de la meretriz no fueron hacia la pistola que descansaba en la parte posterior del cinto, si no a la bolsa de la que saco cinco reales.
Motivo: Ataque Diego
Dificultad: 15 = 15
Tirada: 5, 4, 6 = 15 Éxito
Motivo: Defensa italiano
Dificultad: 10 = 10
Tirada: 6, 2, 6 = 14 Fallo
Motivo: Daño de Diego
Tirada: 1d6
Resultado: 5(+5)=10
Últimos posts de la partida.
No hay deshonor en la muerte, sino honor en el duelo -dije, por si a la meretriz habíale causado impresión alguna dejar allí al fiambre-. Et que en verdad uno pensaba así, en la llena de vida y picaresca Imperial y Coronada. Lo que acababa de ocurrir no era sino el día a día de aquella época, et que no iba ser menos un servidor, que por amor sufriera, en hacer de justicia para con la dama querida. Pensaba ahora en mi bella Itzíar, ¡ay, hermosa!, salíendome de mí sólo al pensar cuándo podría estar de nuevo bajo la suya ventana y que ella escuchara mis arreglados lamentos poéticos.
Señores, el pájaro está sobre las brasas -dije-. Hay que irse, que los pecados en Domingo son dobles pecados.
Et que así, limpié la mía ropera en las ropas del hideputa, et que en así, la guardé en el cajetín.
-A fe mía que es gran verdad la que decís, mi señor.- Repliqué al último comentario de Don Diego, en el que nos invitaba a marchar con presteza de aquel lugar.
El cuerpo pálido del italiano yacía en una extraña postura tras haber recibido la mortal herida. Su mano derecha aún empuñaba la espada, pero aquel sucio y triste dormitorio en el que se encontraba le quitaba cualquier rasgo de dignidad a su muerte en combate. Para mayor deshonra, aquella tusona se dispuso con rapidez a rebuscarle los dineros en la bolsa. Me la quedé mirando, y cuando pasó su vista sobre mí, solté un esputo contra el suelo mientras mantenía un gesto agrio en mi cara.
-Partamos et celebremos que la nuestra empresa ha llegado a buen puerto, antes de que este miserable lupanar acabe por revolverme las tripas et quitarme el apetito.
La tusona sin importunarse por el improperio de Néstor, saco dos reales de la bolsa del italiano. Esto es mi paga, que bien me la he ganado. Que aunque de oficio de dudosa honra, por malandrina no me tengo. ¡El resto de la bolsa puede ir a misa por su alma!
Si, marchar, marchar como conejos. Que en un redios llamo a la gura, y toda la chorteria se plantara para prenderos. El lance fue justo, un duelo en igualdad con testigos, nadie levantaría la palabra contra Don Diego. Pero en la corte del cuarto Felipe los duelos estaban prohibidos, y aunque la gura hiciera la vista gorda con estos trámites no era menester darles con el asunto en las narices. Que una cosa era hacerse el tonto, y otra muy distinta, era que le trataran de tondo a uno
Me vuelvo hacia la mujer y, señalándola con la punta de mi daga, le presto consejo y palabras.
- Y a fe mía que terminarais acompañandonos, pues bien lo dejasteis morir como tal. No, "señora", no os conviene montar revuelo. No vaya siendo que vuestra merced quiera perder clientes pues tras venir a yacer con vos vayan a quedar ensartados cuales capones al espetón y desplumados como gallinas. Así, aquí terminen nuestros negocios- concluyo la frase sacando mi sombrero, haciendo burlona reverencia y enfundando mi daga-. Bien hablaste, amigo, partamos a recuperar fuerzas y dejemos que la "dama" haga lo propio...