Avanzaba a tientas por las calles de las Villa, ya hacia bastante tiempo que habías abandonado a tus compañeros de correrías. El lance con los valentones en la huerta del Regidor no había salido del todo mal ni del todo bien. La herida del costado era muestra de ello, aunque remendada con un pañuelo, la herida seguía sangrado.
Tus pasos te llevaron hasta la posada de la Lebrijana, sabias que la antigua ramera vivía justo encima de la posada que regentaba. A duras penas te arrastraste hasta la puerta que daba a su alcoba. Llamaste a la puerta, la posadera tardo unos minutos gritar. ¿Quién va a estas horas tan intempestivas? La mujer mantenía la puerta de la alcoba cerrada.
El dolor me está matando. Necesito reposar y que me atienda un cirujano, pero al mismo tiempo me aterra tal idea. Me he separado de mis compañeros, cercionándome de que no me vieran buscar la vivienda de la Lebrijana. Llego más o menos en pie a la puerta y cuando contesta, replico a mi vez:
- Soy Nuño, os ruego hagáis honor al nombre que portáis y me permitáis entrar...- me apoyo en la puerta con más pesadez de la que quisiera, haciendo que resuene levemente.
Nuño, usted por aquí. ¿Qué se le ha perdido a estas horas. La mujer abrió la puerta, se tapaba con una toquilla y tenía el pelo despeinado.
¡Oh, por los clavos de cristo! Grito cuando la puerta termino de abrirse y la luz del candil ilumino el charco de sangre que había a tus pies. Alertado por el grito, un hombre de cuerpo surcado de cicatrices y mostacho fiero se levantó de la cama y corrió a coger su acero. Pero Nuño, usted debería de haber ido a visitar al físico y no a su tabernera, que con vino no curamos esto. Al oír las palabras de la Lebrijana, el hombre se tranquilizó y dejo el acero quieto. Nuño, pase y sientes que ahora voy a buscar a don Pérez. La mujer comenzó a ponerse apresuradamente un vestido.
¿Conozco al "caballero" que acompaña a la Lebrijana?
Los has visto en la posada tomando jarras, pero no lo conoces. Crees que se llama Diego Alatriste.
Con las pocas fuerzas que aún guardo, sujeto de la mano a Caridad.
- Si en verdad tuvisteis algo de estima por la de Expósito, no lo haréis. Sólo preciso un sitio donde poderme restañar y atender aquesta herida- miro al caballero, receloso-. No pretendo ser molestia, os lo juro por mi vida, si bien ésta se me escapa y dentro de poco menos valdrá...
Avanzo con paso trémulo al interior, pues necesito un sitio donde sentarme.
La mujer te mira incrédula, pero una chispa de picardía ilumina sus ojos. Diego, creo que esta noche va a tener que dormir en su alcoba. El señor Nuño requiere de mis cuidados. El hombre de mostacho fiero no rechisto, y en total silencio comenzó a vestirse. Una vez vestido y armado el hombre marcho, despidiéndose con una simple inclinación de sombrero.
Una vez libre de su invitado, la posadera ya pudo hablar con mayor libertar. Explíquese señor Nuño, o le tengo que llamar señora Esposito. ¿Qué es lo que le está pasando? La vieja meretriz comenzó a azuzar el fuego y puso a calentar un poco de agua.
Un suspiro de resignación escapa de mis labios.
- O mi disfraz no es bueno, o tú eres muy avispada, Caridad. No pasó más que por mal de amores, don Diego nos llevó a un encuentro en el que el contrario muy ladinamente había contratado a unos matones... Yo me llevé mala parte, pero el desdichado que me lo hizo ya está rindiendo cuentas a San Pedro... ¡ay!- me quejo al ir despegando mis ropas- Querían llevarme a un cirujano, pero no podía consentirlo. Caridad, por lo más sagrado, ¿cubrirás mi secreto?
No tiene por qué disculparse, que como dice el dicho “una fue cocinera antes que fraile”. También yo tuve mis escarceos disfrazada de buen galante. ¡Pero válgame dios, nunca llegue a desenfundar aceros tan afilados! Comenta al ver la fea herida del torso. ¡Buen merecido le tuvo que dar a esos rufianes!
No será necesario llamar al físico. Dice examinando la herida con más detenimiento. No es muy grave. Solo hace falta aguardiente, para aliviar el cuerpo y el alma, y una buena ajuga de zurcir calcetines. Y quedaras como nueva, para seguir con tus aventuras en un par de días.
Por mi esta escena, estaría finalizada. La lebrijana te cuidara durante unos días, hasta que puedas valerte por ti misma.