Al día siguiente en las gradas de San Felipe no se hablaba de otra cosa. Giuglio Alfonsinni, el ayo de Niccola de Carmenatti, había muerto en un duelo de faldas. La gente comentaba que el italiano se había encontrado a María Castidad abierta de piernas con otro hombre, que era menester de su oficio, pero el italiano se lo había tomado mal desenfundando el acero en mala hora.
Pero en el mentidero de las losas de palacio se comentaba la jugada de otra forma, y es que, enterado de la muerte de su sirviente (Giuglio Alfonsinni) el Marques de Amalfi, adelantado de Nápoles en la corte, había empaquetado a su hijo (Giuglio Alfonsinni) de vuelta a Nápoles. Las habladurías de los cortesanos y cuevachuelistas se centraba en que habría hecho Giuglio Alfonsinni para que le mataran al ayo, en que lio se metido el joven napolitano para que su ayo pagara los platos rotos con sangre. Pero todo eran conjeturas, que si líos de faldas, que si juego, que si una mala mirada… pero nada claro.
Coincidió esa misma semana se hace público que la bella Itziar de Motrico se compromete con José Manuel Ybarra, del cuerpo de Correos del Rey. Muchos rumorean que el Conde de Sotomayor arto de tanto pretendiente que no le deja dormir ha buscado a alguien de alta cuna para zanjar el asunto. Otros comentan que el ruido de las coplas a la Motrico llego hasta el mismísimo Alcázar y que el mismísimo rey, preocupado porque la belleza de la chica calenté demasiado la sangre de los jóvenes y se desenvainen los aceros, le busco un pretendiente que el Conde de Sotomayor no ha podido rechazar.
Otras habladurías relacionan las dos cosas, la muerte del italiano y el pronto casamiento de la bella Itziar, pero estos rumores han sido desoídos. Considerados fantasía y guion más propio de una obra de teatro que de una historia real.