Tranquilo Nulo. Dijo sorprendida al ver como el caballero descargava su puño sobre la mesa. Dios le dará buen castigo, que a todos nos tocara rendir cuentas con el todo poderoso.
Me alegro por doña Luisa de Expósito espero que le vaya bien. En ese momento la puerta se abrió y un tropel de gente comenzó a entrar en la taberna. Si me disculpa, he de atender a los parroquianos. La lebrijana se alejó de la mesa moviendo las caderas, para colocarse detrás de la barra y comenzar a servir los vinos matutinos.
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Antes de marchar, le tomo la muñeca con cuidado y le susurro:
- Caridad, no volváis a mentarla. Puede llegar a oídos de conocidos y familia del finado que no dudarían en buscarla...
Como quiera. Mucho aprecio le tenéis a la susodicha. Dijo encogiéndose de hombros, el celo que mostraba Nuño por la señora Expósito era propio de un hermano o un marido, pero la tabernera no hizo ningún comentario al respecto. Mi boca permanecerá cerrada.