Partida Rol por web

Mi voto es inútil ya... y espero que atinéis con Misso, pero creo que nos la han vuelto a jugar. He intentado elaborar una teoría alternativa. Lo único que me tiraría para atrás en votar a Randall es lo que ha comentado Chico acerca de los cambios... (claro que eso me beneficiaría a mi también y no voy a ser tan ventajista)

Igual vuelvo a estar equivocado pero creo que mi voto va a ir para Misso, quiero confiar en el último mensaje que dejó Fawkes y pensar que está en lo cierto. Aún así Luz, esa defensa que acabas de hacer me ha parecido cuanto menos sospecha. Vótame si quieres la próxima vez, pero yo tampoco te voy a quitar el ojo. 

- Misso, si es por no votarte, yo también quiero mi beso. - Aunque Connor estaba acostumbrado a lidiar con modelos de esa belleza, podría ser de los últimos y más valía no desaprovecharlo. 

Caroline se mordió el labio con cara de preocupación y se tapó la cara entre los dedos. Estaba pálida y se sentía culpable antes de tiempo.

-Mierda.- dijo.- mierda, mierda, mierda, mierda...

No se había puesto así de nerviosa en ninguna de las votaciones anteriores. Esperaba que, si morían dos esa tarde al menos hubieran acertado con uno de ellos. Fuera como fuera ya no había nada que hacer.

- Qué bien, todos somos inocentes, la única acólita era Misso y la hemos pillado, un triunfo, no? - Milton suspiró con resignación -Yo también voy a hacer caso a las teorías de Fawkes, él sospechaba por igual de Misso y Verónica, tiraba una moneda para decidir, yo hoy me decido por Verónica.

¡CANDADO! Muy importante que esta noche salves a la mano, es el único inocente demostrado por Fawkes.

NOS VEMOS EN EL PARAISO CHICOS… OS QUIERO!!

- que sea lo que tenga que ser... - Scott se fija en Misso, y esta vez, si seria por ultima vez.

Misso: 8 (Caroline, Luz, Angus, Chico, Jane, Verónica, Scott, Randall)
Verónica: 2 (*Milton)
Connor: 1 (Victor)
Randall: 1 (Connor)
Luz: 1 (Misso)

-Claro que sí querida, no se le puede negar a nadie su última voluntad y menos a una chica tan encantadora como tú... en fin, una verdadera pena tu histeria y esas cositas, pero todas las chicas interesantes suelen padecer de ello, no te preocupes.

-Un dos tres, un dos tres, siverio y vueltecica por aquí. Perfecto...una verdadera pena como decía...
 

Misso y Chico bailaban mientras caía la tarde gris y fría y húmeda en aquella celda al aire libre en la que habían pasado el día... Y sin embargo, hasta hubo pequeños retozos de calma en ese momento. Casi hasta de alegría. Incluso de normalidad. 
¿Sería verdad que el ser humano era capaz de acostumbrarse a cualquier horror? ¿Estarían asumiendo que la muerte y la barbarie iba a ser su destino haciendo que se fijaran en cualquier pequeño detalle de felicidad al que agarrarse? La calidad de los alimentos que comían durante el día, el lujo de sus habitaciones, el olor del mar... Y ese baile. 

La Mano volvió de dentro tras poner todas las figuritas. El resultado volvía a ser un linchamiento masivo. 

Misso: 8 (Caroline, Luz, Angus, Chico, Jane, Verónica, Scott, Randall)
Verónica: 2 (*Milton)
Connor: 1 (Victor)
Randall: 1 (Connor)
Luz: 1 (Misso)

Pero Unius no parecía hablar. Aquella música siniestra no sonaba. Y Misso... Misso seguía allí. ¿Sería que hoy no moriría? ¿Existiría algún objeto en su poder que le salvara de la muerte o...? ¿O era tal vez la última acólito y al ejecutarla... se acabaría esa pesadilla? 

No había respuestas y la noche empezaba a cerrarse sobre el jardín. Las metralletas apenas se distinguían en la oscuridad ya. Misso bailaba cada vez más violentamente. Chico se había llevado ya algún muerdo pero incluso para el brasileño la chica empezaba a estar demasiado excitada. Sus movimientos cada vez eran más salvajes y desenfrenados. Trató de bailar con Caroline como si la penetrara mientras se desnudaba...  y cuando los demás salieron en su defensa empezó a frotarse contra la mesa... luego contra el suelo. Gritaba y jadeaba. Ya no parecía atender a razones. 

Alguien gritó cuando empezó a restregarse contra la verja de hierro con tal violencia que se hacía sangre. Pero si la trataban de agarrar mordía y se autolesionaba. Ya en el suelo cogió una barra oxidada que el viento había desprendido de las tuberías y se empezó a masturbar con fuerza. 

Era horrible y dantesco. Y era una muerte. Sus gemidos de placer quedaron silenciados por la voz de Unius

- Misso Morrison, la toxina que se ha introducido en tu cuerpo es cien veces más potente que la Yumbina. No puedes contener el deseo de apareamiento con cualquier cosa... hasta que fallezcas. 
Tu muerte es justa. Pero me alegra que sea placentera, mi dulce y amada ACÓLITO. Has servido bien a tu Señor. Y ahora, entrégate a ese clímax de sangre. Y muere. 

Sólo entonces los demás vieron a la agonizante modelo que se desangraba perforada por todas partes un reflejo de un súcubo del mal que proviniera de uno de los Círculos del Infierno de Dante. 

Misso, la acólito, moría en éxtasis. 

De los trece que quedaban (bis)

uno se quiso dar al goce

No me quedan más que doce