jajajajajajaja… Solté una gran carcajada al oír el chiste que acababa de contar Misso. Que chica mas auténtica, pensé para mí, está como una cabra! Me alegro de que os guste la tarta! dije en general. Oh sí Randall, me dedico a ello, soy cocinera. Aunque particularmente prefiero la repostería, será porque el dulce me vuelve loca! No se si conoces el programa de cocina de Masterchef, lo emitieron este invierno pasado en la Fox. Yo concursé allí, río avergonzada y la verdad que no me fue nada mal, porque gané! jeje. Fue una experiencia maravillosa, y lo mejor de todo es que ahora tengo un montón de ofertas de trabajo muy interesantes. Oí que Misso me hablaba, y le hice caso de inmediato. Oh!! Gracias Misso, me voy corriendo a por esa ducha calentita y a por ropa seca! Me levanté y subí las escaleras de dos en dos en busca de mi habitación.
Una señora envuelta en lo que parece un hábito budista (o una cortina de un color espectacularmente difícil de combinar) se ha presentado como "la monja anticáncer". La. Monja. Anti. Cáncer. Me obligo a repetírmelo para terminar de creérmelo... Y no puedo evitarlo. Me río, me río hasta llorar. Monja anticáncer.
Cuando consigo serenarme, con lágrimas en los ojos, digo:
Perdón... perdón... Siempre me ha encantado el chiste de los dos ratones y el gato. La tarta tiene una pinta estupenda, por cierto... Si un trocito llegara hasta aquí sería maravilloso.
Monja anticáncer. Por favor.
Tras en incidente de la torta llegaron el resto de las personas, cada cual mas rara que la anterior, Verónica empezaba a pensar que no estaba aquí para lo que pensaba en un principio, pero al menos reconoció a ese odioso juez de modelos ese tal James, ninguna chica se merecía ponerse a su juicio, solo era un lobo feroz comiendo caperuzitas.
Y como no, nadie parecía conocer al anfitrión. Así que quiso poner en orden lo que podían saber de él.
-Bueno, es cierto que no se como es el Sr.Owen en persona, pero es una persona de mucho peso entre la
gente importante, esta en boca de todos y es muy influyente, si estamos aquí seguro que es porque ha encontrado algo bueno en nosotros y quiere ayudarnos a conseguir nuestros propósitos.-Se emocionaba mientras hablaba, pues eso es lo que ella esperaba, no conocía al resto de los presentes, pero por lo que decían algunos también tenían algo, como la modelo de negocio propio o la mujer que gano un concurso de cocina. Era bueno que hubiera mas mujeres entre los presentes, aunque eran claramente minoría.
-Estoy deseando conocerle en persona, ¿Sera alguien que ya conocemos y usa un nombre falso? O puede que sea un magnate que no le guste mostrarse en publico y use a otra gente para aparecer en publico en su nombre.-Se llevo las manos al pecho para tranquilizar su acelerado corazón.
- Toma Victor...
- Yo coincidí con él en una fiesta en Hollywood... crucé pocas palabras pero fue la comidilla porque se le vio marcharse con Natalie Portman en un Aston Martin.
Me acerqué a Connor, vi cómo me miraba con ese aire desafiante.
- Creo que hemos empezado con mal pie, pero no tiene sentido venir aquí y pasarlo mal o tener tensiones. El objetivo eran vacaciones diversión y conocer gente. Además si vamos a pasar aquí unos días será mejor que los dos cambiemos el chip. ¿Te parece?
Y le tendí la mano.
- Por cierto Aya, es magnífica. Yo también voy a repetir.
Monja... ¿anticáncer? Definitivamente aquello era una broma. Tenía que ser un personaje de un Reality o algo. Nadie se llamaba a sí mismo eso si no era para sacarle dinero a inocentes por televisión.
- Yo creo que le voy a ceder mi parte a otra persona. No soy muy de dulces y veo que ha triunfado. - dice sonriendo a Aya, previendo por si alguien le ofrecía un trozo o se lo daba directamente, como Jerzy con las copas. Aunque eso sí que lo agradecía.
- Yo no recuerdo bien de qué le conocí... Cuando me llegó la carta pensé que habría sido una de las personas con las que compartí un barco a la isla de Komodo cuando hice un reportaje sobre los dragones de ésta, pero me cuesta imaginarme a una persona que encaje tanto en esta historia como en la de Jerzy.
Según iba llegando gente era más y más difícil imaginarse a una persona que pudiera llegar a conocerlos a todos.
Tras su breve intervención Milt se vio interrumpido por dos jovencitas que se ganaron toda la atención de los allí presentes, así que aprovechó para retirarse a un rincón del inmenso salón. Desde allí puso observar todas las escenas que se producían, fue inspeccionando al resto de invitados y finalmente reparó en la pequeña del grupo. A pesar de que nada tenía que ver con su hija Alex, no pudo evitar verla reflejada en esa niña asustada. Parecía haber encontrado en la anciana su cobijo.Milton se acercó al poco pastel que para ese entonces quedaba y cogió un trozo, se acercó a la chimenea donde se resguardaban la anciana y la joven. - Buenas noches señora, mi nombre es Milton- dijo mientras se acucliyaba.- Me he tomado la libertad de acercarle un poco de tarta- se giró hacia la muchacha y le dijo con voz tierna - Para ti no hay, no creo que te hayas recuperado todavía del viaje que has pasado.-le guiñó un ojo.
Entonces, una hora y media después de que el primer invitado hubiera cruzado la puerta de la Mansión una voz se oye a través de algún sistema interno de microfonía, proyectándose en todo el salón.
Y todos de repente callan y escuchan porque desde el primer instante advierten que algo ha salido terriblemente mal.
- Buenas tardes damas y caballeros. Siento mi entrada tan teatral en esta escena pero van a disculpar que no baje a saludarles en persona...
Una voz distorsionada y grave inunda el salón. Infunde miedo y a algunos se les escapa una risa nerviosa porque entienden que esto es una especie de broma del anfitrión.
... lo primero es porque no les conozco. A ninguno de ustedes. Al menos en persona, con un apretón, un beso o un intercambio de nombres. Resulta curioso escuchar sus cábalas pero no es extraño viniendo de ustedes veinte; probablemente me han reinventado en sus recuerdos como han hecho con tantas cosas. ¿Verdad? ¿Saben de lo que hablo? ¿No?
- Mr. Owen perdone pero... alguien se atreve a intervenir
- ¿No lo ven? Siguen llamándome así tratando de humanizar mi presencia de alguna manera. No me llamo tampoco Unius Nolan Owen pero me pareció que mis siglas pronunciadas eran mi mejor carta de visita. No cayeron. Ni se preocuparon de saber qué medios de transporte les sacarían de la isla si una tormenta cerraba el tráfico marítimo. Tampoco nadie recordó la novela.
Han venido muy mal preparados señores para este encuentro.
¿Siglas pronunciadas? Unius Nolan Owen ¿UNO? No... U.N. Owen....
UNKNOWN
El anfitrión acababa de presentarse como un "Desconocido" y su tono, soberbio e intimatorio, no anunciaba nada bueno..
- Basta, está usted asustándonos Mr... Unknown... ¿Si no le conocemos por qué nos ha invitado a nosotros veinte a venir aquí? ¿Qué es esto? ¿Un juego? ¿Una brom...
- UN JUICIO - sentenció la voz-
¡El juicio que nunca tuvieron y por el que han de pagar por sus crímenes!
El salón vibró como si un enorme gong hubiera sacudido la Mansión Victoriana. Pero el único instrumento que había sido golpeado eran sus conciencias, de una manera primigenia, brutal, arrebatadora, que hacía que veinte corazones empezaran a latir a toda velocidad mientras el horror se instalaba en la boca del estómago.
Alguien reaccionó y corrió hacia la puerta. Un resorte fue activado y unas rejas cubrieron la salida. Después otros resortes sonaron mientras el grupo, aún sin dar crédito a lo que estaba pasando, trataba de dispersares. Las ventanas se cerraron.
- ¡Estamos atrapados! ¡Ese loco nos ha encerrado aquí dentro!
- ¿Encerrado? Oh, no, señoras y señores, la cárcel no es su castigo. Este es un juicio a muerte.
Todos estallaron en gritos
- Quiero irme de aquí, quiero irme de aquí... sollozó una de las personas
- Basta, por favor, basta...
- ¡Vamos, coged algo, tratemos de derribar eso, no os quedéis ahí!
Pero sólo cuando una de aquellas dijo aquella frase, la voz volvió a hablar
- Yo no he hecho nada, soy... inocente, no he hecho nada, lo juro
- ¿INOCENTE? No traicionéis la última voz que vais a escuchar. ¡La de vuestras almas! Sois culpables los veinte y en esta casa se escenificará vuestro juicio. Aquí no hay abogados, ni fiscales. Vuestro pecado sólo puede pagarse con la muerte... a no ser que seáis capaces de acabar antes con las vidas de vuestros asesinos.
Al oír aquello, algunos oyeron la llamada de la selva, esa que dice que sólo los fuertes podrán sobrevivir. Por eso mientras algunos corrían escaleras arriba para buscar lo poco que habían podido traer de la barcaza, otros cogían el atizador de la chimenea, una botella...
Otros trataban de imponer la calma. Muchos lloraban.
Es entonces cuando volvieron a ver a aquella mujer: Olivia Khendal apareció en un rincón mientras portaba una enorme bolsa de basura. Su cara era de nada. De estar por encima de aquella tortura mental. Pero su mirada... su mirada parecía haber sufrido eso mismo hace ya mucho tiempo.
- Ah, Olivia... ¿Está todo listo, pues? Pronto habrás pagado tu deuda.
- Todo lo poco que tenían en las habitaciones que trajeron con ellos está en la bolsa. No tienen armas ni nada que puedan usar en... el juicio... - volvió a tragar saliva como aquella vez, bajo aquel paraguas... parecía que hubiera pasado una eternidad.
Les aconsejo que escuchen bien sus reglas. Son la única oportunidad que tienen de salir de aquí con vida
Algunos la miraban implorando ayuda, otros vieron una oportunidad de salir de allí y acercándose amenazantes trataron de impedir que se escabullera. La Voz continúo hablando
- Olivia Khendal. Conducía borracha un vehículo que acabó con la vida de Daisy Mitchel, una niña de seis años. Médica de profesión logró evadir el control de alcoholemia y alegar crisis epilépticas. Salió inocente. Pero yo supe de su crimen, como el de todos vosotros. Le propuse un trato: Reuniros a todos aquí a cambio de su libertad. Ser mi rostro. Y uno bello, he de decir... para atrapar a veinte criminales peores que ella. Ha cumplido su parte del trato y ahora es libre.
- ¡Yo también quiero hacer un trato con usted! ¡No quiero morir! dijo uno de los presentes
- La señora Khendal no puede ser uno de los veinte negritos. Su negligencia le pasó factura: Su propia hija también murió en el suceso. Su crimen ya lo pagó con sangre. El vuestro, no. Hasta ahora no.
Alguien se acercó demasiado a la asistente personal. Ella, culpable y aterrorizada, sólo emitió un pequeño grito cuando se echaron encima suya, para cogerle de rehén, tal vez, para tratar de golpear a ese desconocido en el único rostro que había presentado...
Pero no tenía que temer. Unknown, desde su sala que todo lo observaba movió el dedo que había estado apuntando algo.
Un disparo salió de una de las paredes. De la nada. E impactó contra un cuerpo, dándole muerte al instante sin que apenas un gemido fuera percibido.
Aunque ciego, Hugh supo qué había pasado y gritó
- ¡Simba! ¡Simba, nooooo!
El perro lazarillo había sido abatido en el acto. Los demás gritaron y trataron de ponerse a cubierto. Nadie más se acercó a la señorita Khendal y muy pocos se atrevían a mirar el cadáver del perro, destrozado a bocajarro y manchando de sangre las paredes.
¿Os pensabais que no existían reglas en este juicio, damas y caballeros ? Les invité personalmente a venir. No podían traer a nadie más: Ese animal no podía formar parte de los Veinte Negritos. Y su ejecución me ha permitido ejemplificar lo que les pasará si no siguen las normas. Me hubiera gustado probar las balas en la rodilla de alguno de mis nerviosos asistentes, pero así está bien. Ese perro no ha sufrido lo que vosotros sí vais a pasar.
¿Y ahora, señorita Khendal? ¿Lista para su última misión? Vaya diciendo los nombres de los invitados. Yo leeré sus crímenes
- Angus McMullen: Matar al padre, Alfon McMullen, siendo un adolescente es un crimen horrendo y anti natural. Su padre le quería pero él decidió que un día desapareciera para siempre y acabar ocupando su lugar en la cama con su madre, quien buscando consuelo se dejaba tocar. Repugnante.
- Aya Bell: La ganadora de Masterchef no podía permitir que alguien cocinara mejor que ella. La muerte de Albert Boycott por envenenamiento de sus cookies durante el casting tuvo más visitas en youtube que la propia final. Pero nunca se encontró al culpable
- Caroline Wheat: Su despiste revisando maletas provocó un pequeño incendio en la avioneta 697 matando a Theodon Uscam y su mujer. Después falsificó el registro para resultar absuelta. Sus hijos no pudieron cobrar ninguna indemnización por la terrible muerte en llamas de sus padres.
- Connor Dickenson: Cuando Wonda Lee, prostituta, no quiso seguir amarrada a la cadena de perro que en sus perversiones había imaginado y anunció con demandarle, él no pudo controlarse. La asesinó a golpes y dejó que su representante se deshiciera del cadáver
- Hugh Taylor. Perdió sus ojos entrando en una planta industrial en Burkina Faso. Pretendía denunciar la esclavitud de los obreros pero en su ambición periodística de obtener un titular provocó una fuga: 2 personas murieron por intoxicación química. Sus familias no tendrán la indemnización millonaria que su periódico a él sí le proporcionó.
- James Fawkes: Los padres de Norma Blink le advirtieron que su hija de dieciséis años era muy sensible. No querían que se convirtiera en un objeto mediático. Pero era la diana perfecta del crítico que se hizo tan famoso que logró comprar el silencio de la familia cuando la niña se suicidó despellejada cada semana por sus valoraciones
- Jane Keaton: Su marido, Charles Keaton, no era buen acompañante durante la tercera edad. Menos vitalista que su mujer se convirtió en un lastre que la señora Keaton acabó enterrando en el jardín. Sólo se lo confesó a su párroco y vive feliz desde entonces, impune, aunque las marcas que aparecieron al lado de los geranios confirman que le enterró vivo.
- Jercy C "The Wave": Su trayectoria de éxito surgió del crimen. Las mangas de oro de los grandes casinos fueron en su tiempo bares de mala muerte donde su juego bravucón y peligroso le obligó a deshacerse hasta en dos ocasiones de contrincantes que dudaron de su buena fortuna. La fama y el dinero no pueden hacer olvidar los nombres de Charley Rucco y Vincent Wayne. Tenían diecinueve años.
- Junio Chicao: Su recital de mujeres con las que se ha acostado esconde otro más perverso. Las de aquellas niñas de las que ha abusado en su carrera como profesor y luego famoso bailarín. Las de doce son su especialidad. Niñas que no podrán volver a escuchar esa música sin acordarse del dolor y la violación.
- Larry White: Su broma de terminar con su antiguo trabajo en una empresa de salchichas defecando en la mezcla de ingredientes acabó con la vida de dos mellizos de ocho meses a punto de salir de la tripa de su madre. Ron y Harry murieron por las toxinas y nadie halló nunca al culpable, pues se había mudado a Inglaterra.
- Luz Aurora Jaramillo: Su imposición de manos, dice que salvó una vida. El que otros hayan seguido ciegamente sus consejos y hayan dejado la quimioterapia ya ha causado cuatro muertes en Colombia. Nadie puede culparla directamente salvo ella que sabe que Dios no la escucha: Su Fe es la de Satanás.
- Mark Kram: La sobredosis de metanfetaminas no es la causante de sus ausencias y pérdidas de memoria. Lo es el no aceptar que su novia, Andrea, murió ahogada en su propio vómito cuando él la indujo al consumo y luego se reía drogado mientras ella agonizaba. Era una chica brillante cuya peor adicción fue la de quererle.
- Milton Franklin: Si no hubiera insistido en acelerar los motores del barco para llegar a tiempo a ver un partido de rugby, la lancha nunca hubiera pasado sobre el viejo Frank, su compañero y mentor que fue despedazado en dos. Milton jamás paró el barco y escapó de la escena del crimen para luego leer un emotivo discurso en el funeral del submarinista.
- Misso Morrison: La niña que abusó del hombre. Sedujo a su mecenas, Ringo Jackman, le volvió loco con su cuerpo, le hizo sentirse culpable por tener esa relación con ella. Le pidió más y más, hasta que el hombre, enloquecido disparó contra toda su familia y acabó suicidándose. Ella es un precipicio donde perdieron la vida cinco personas por asomarse demasiado a su fondo.
- Mordecay Levi: Su dinero y su linaje financian un grupo de mercenarios israelíes. Han acabado con pueblos palestinos. Él no aprieta el gatillo pero sabe lo que ocurre y sigue comprando armamento. Cientos de cadáveres son la otra cara de su secreta fortuna.
- Nicoletta di Alessandro: La encantadora y talentosa adolescente, la hija mimada de unos padres que viven para volcarse en ella tras la desaparición de su hermano Federico, que tenía seis años de edad. Aún media Italia le busca sin saber que Nicoletta sabe lo afilada que es la hoja de un violín para alguien que pretendía acaparar más atención que ella
- Randall Odonell: Siempre cuenta como su verdadera vida empezó cuando, harto de sus padres, dejó la adinerada casa y marchó a ser un trotamundos. Lo que no cuenta es que cuando dejó su hogar lo hizo convirtiéndola en una pira donde encerró a sus padres y a su fortuna. Mientras contemplaba cómo ardía todo, tocaba su flauta.
- Scott Lawson: Cuando la aguja tatuadora destrozó el pezón de ese chico Michael, que había acudido a su local junto a su novio Brandon, y las cosas empezaron a ponerse feas, Scott no podía dejar que ese escándalo acabara con su condicional. Ha cumplido años por delitos pasados pero su doble crimen de sangre sigue emparedado en su sótano.
- Verónica Casual: Cuando aquella echadora de cartas le dijo que si le traía una presa a su tienda de magia, el éxito inundaría su carrera de actriz, Verónica sólo preguntó si cuánto más grande fuera, más bella y famosa se haría. La echadora de cartas cumplió injustamente condena cuando al día siguiente la policía encontró el cadáver de Amanda, la antigua vecina de Verónica.
- Victor Wotton: Sólo tenía dieciséis años pero una mente brillante, cuando la orgía a la que había invitado a sus amigos del instituto privado acabó en una carnicería. Bajo los efectos de las drogas y con el pretexto del arte torturó y mutiló durante un fin de semana a seis de sus antiguos compañeros de colegio, Abraham, Charles, Dafne, Galette, Noelia y Olaf. El dinero de sus padres pagó el silencio aunque nadie entendió nunca por qué él fue el único que no tenía ni un arañazo.
Yo he puesto los crímenes de cada uno con una rapidez y creatividad que me hacen temer de mi propia salvación como persona.
Evidentemente la naturaleza o gravedad de cada crimen jamás puede ser el motivo de expulsar a nadie, puesto que esto no ha dependido del jugador.
PD: Siento la muerte del perro, Hugh. Necesitaba una golpe de efecto que diera drama al asunto y tarde o temprano el perro iba a morir, así que mejor ahora que aún no le habíamos cogido cariño. Tan sólo unos cuantos se habían pegado por él o acercado a hablarle... Jaja
Verdaderamente parecía que se estuviera dictando una sentencia. Las caras asustadas, furiosas, angustiadas, de los veinte invitados se habían tornado caras de condenados a muerte que en un silencio sagrado escucharon la larga lista de crímenes sin castigo.
No parecía importar cómo el anfitrión había descubierto sus terrible secretos. También daba igual qué pensarían los otros diecinueve de ellos. De hecho, una especie de hermandad se había empezado a gestar en ese increíble momento. Todos eran cómplices y a la vez compañeros ante el terrible juicio que se avecinaba y que aún nadie sabía en qué consistiría.
- Entienden ahora por qué sus súplicas no serán escuchadas y seré capaz de llegar hasta el final de todo esto ¿verdad? Pero dije que existía una forma de redimirse, y en eso no mentía. En lo que sí he mentido es en que todos estos asesinatos han quedado ocultos hasta hoy.
No es así
Tres o cuatro de ustedes ya supieron de mi existencia. Tres o cuatro de ustedes ya han pactado conmigo la forma de expiar sus pecados. Porque tres o cuatro de ustedes son desde antes de entrar, mis acólitos, aquellos que sentenciarán al resto en una constante ceremonia de justicia que se llevará uno a uno por noche a cada uno de vosotros. Es ahí donde entra en juego mi afán por el misterio, que comparto desde ya mismo con todos los volúmenes que hay en mi biblioteca. Encontrarán allí también "Diez negritos" pero no les servirá para resolver este puzzle. Sólo su inteligencia y capacidad de deducción, su necesidad de trabajar en equipo y su afán de supervivencia les permitirá detectar quiénes son los asesinos.
Si acaban con ellos antes, estarán iibres. Doy mi palabra que sólo usaré mis balas a quien no cumpla las reglas.
Para estar en igualdad de condiciones, sólo podrán culpar a uno de ustedes una vez al día, y mediante estricta votación. Pero de eso hablaremos más tarde.
Quiero que vayan a sus cuartos. Mediten sobre la fútil existencia del asesino y bajen aquí a cenar con dos ideas en mente:
Proponer a uno de ustedes como el portavoz, el líder del grupo, y estar dispuestos a durante la velada, discutir civilizadamente y votar a quien consideren que está de mi lado.
Pero de eso hablaremos más tarde, tranquilos, suban a sus cuartos.
Señorita Khendal... Usted puede irse.
Olivia Khendal no se despidió de nadie. Cuando el que había sido su secuestrador durante meses, alzó la rejilla de la puerta salió de allí andando deprisa, agradeciendo la bofetada de lluvia que el cielo la propiciaba.
Tratando de no correr pensó en si había sentenciado a muerte a veinte personas. Culpables como ella. Inocentes como ella. O si aquel loco descubriría que no siguió sus órdenes al pie de la letra. ¿Se vengaría de nuevo? ¿Qué otra cosa podía hacer?
Cuando estalló la pelea supo que tenía una oportunidad. Había pactado dejar los auriculares de los acólitos en sus cuartos para que estos empezaran a organizarse. Pero junto a ellos, cogió aquellos objetos valiosos y los distribuyó como pudo al azar. Apenas tenía tiempo de saber qué estaba haciendo o de cuestionarse por hacerlo: Darles una oportunidad. Eso era todo. Darles la oportunidad de hacer lo que ella no pudo: Asesinar al asesino de asesinos.
Agitó una mano y corrió hacia el barco donde Wheton ya le esperaba angustiado.
- Aquí tiene las diez mil quinientas libras. Por veinte pasajes de ida...
Y uno de vuelta.
Y esto sólo puede significar que el sorteo va a producirse. Mañana por la mañana a las 12 tendréis como tarde el resultado.