La sonrisa esa del chino más forzada no podía haber sido, al menos, eso me pareció cuando la vi, pero la verdad es que no hubiera podido negociar otra cosa con él, pues estaba empeñado en que no quería que todos los laureles, de conseguir salir de esa, fueran para Estados Unidos, lo cual, me parecía algo normal en cuanto a politiqueo se trataba claro. Lo que no era normal era querer que sus hombres se suicidaran por la causa.
- Y luego dicen que no quieren saber nada de Japón...
El presidente estaba hablando así que no le íbamos a interrumpir, aunque simplemente hice un gesto a modo de despedida y caminé detrás de Clint, quien a estas alturas seguro que llevaba un rato aburrido. En cuanto salimos de la sala, hablé con más tranquilidad.
- ¡Ufff! Esto de intentar salvar el mundo mientras los demás no paran de hacer política es una mierda.