Marc esta solo en el comedor. Acaba de ver la grabacion y puedes ir a hablar con el o llamarle a tu despacho. Hasta proyectar tu imagen en la television para hablarle, esa tablet era la ostia.
Stephen esbozó una sonrisa cuando vio la expresión sorprendida de Marc en la pantalla. Casi podía imaginar los pensamientos que pasaban por su cabeza, preguntándose qué demonios había estado haciendo Jack y con quién hablaba. Eso mismo se preguntaba él, pero por ahora, tendría que esperar. La siguiente parte de su plan era hacer creer a todo el mundo que él no sabía nada de sus conversaciones privadas, que se había ido a cambiar a su habitación.
Miró hacia arriba, a sabiendas de que Adler, según había podido comprobar en la habitación donde Michael intentaba conquistar a Melissa, estaba vigilando, aunque no sabía por qué no estaba en su despacho. Dedicó un leve saludo al techo, se guardó la tablet en un bolsillo, doblándola como si fuera una carta, no sin antes protegerla con una contraseña, y se dirigió al apartamento. Con cuidado de no hacer ruido, se infiltró en su habitación, se puso un chandal cómodo, se mojó el pelo como si se hubiera dado una ducha, y marchó al salón.
La situación entre esos dos no le estaba gustando nada. Él pensaba que Marc iba a hacer su papel e iba a destrozar a Jack a golpes para sacarle información. Y sin embargo había actuado como el orangután que era y se había dejado engañar por el hippie. Ahora que Michael y Melissa estaban entretenidos, y Jack y Marc a lo suyo, sólo tenía que localizar a Mía para que no le pillara a medio camino, y dirigirse al despacho de Adler para encontrar algún micrófono, colocarlo en la Sauna, y esperar a que Jack volviera a recibir instrucciones. Sin embargo, debía de ser discreto: si alguien, aparte de él, estaba mirando, debía fingir que iba a tomarse una relajante sesión de sudor y calor.
Cogió la toalla, se lo puso a la cintura, pero se dejó la ropa interior puesta. Mientras buscaba en la tablet a Mia, se dirigió al despacho.
Sin ningun problema encontraste los microfonos y los colocaste con habilidad en la sauna. La trampa estaba lista.
Para que no pareciera que había ido allí a algo tan evidente, se permitió relajarse unos minutos en la Sauna, cerrando los ojos y olvidándose de todo. Tampoco le venía mal.