Partida Rol por web

Trent se gira hacia la puerta metálica que da a las escaleras de mantenimiento, y coge una tabla suelta.

- Dudo que lleguen hasta aquí si no nos han visto... ¡Entablillemos la puerta! Estoy rendido -añade con un resoplido-. No parece que salgan por el día, quizá si sobrevivimos a la noche podamos salir cagando leches de esta ratonera. ¿Qué le parece?

-Tal vez...- dije. Me sentía pesimista. -No perdemos nada intentando- terminé, tomando otra tabla del piso.

Mientras la posicionaba en la puerta, se me ocurrió otra cosa.

-Tal vez no se vayan después de todo. ¿No somos nosotros lo que quieren?-

Conseguis atrancar la puerta ayudados por las tablas.
Poco a poco vuestros ojos se van a costumbrando a la oscura noche que os envuelve con lo que conseguis vislumbrar algo que antes no veiais: lo que parece una caseta en la que esta el generador de todo el centro comercial.
La maquina parece trabajar a pleno rendimiento ya que anteriormente pulsasteis todos los botones.

Comprobais que la puerta de la caseta parece resistente con lo que la atrancais con las numerosas pesadas cajas que hay dentro de la caseta y decidis que es hora de dormir un poco...

Aunque os sorprendeis dormis toda la noche.

Abris la puerta con nerviosismo esperandoos lo peor fuera. Pero no quereis quedaros hay fuera encerrados como ratas.

Fuera todo os resulta diferente a como lo visteis anoche.
Hace una dia soleado el aire es limpio y corre una brisa muy agradable.
Es hora de hacer planes. Y el mas factible que teneis es saltar hace otra de las terrazas cercanas a la terraza en la que estais.

Me metí en la caseta junto a Trent y al instante me eché en el suelo. Cerré los ojos, que ya pesaban bastante del cansancio y el estrés. Afortunadamente me dormí rápido, pero la suerte no duró demasiado.

Durante la noche no paraba de despertarme, creyendo oír el arrastrar de unos pies o el constante gemido de aquellos mutilados. Y los ojos. Los ojos blancos, vacíos y llenos de nada, de sed y de hambre por carne. Nuestra carne. Otra vez desperté y ya no pude dormirme.

Pegué el oído a la puerta para comprobar que no hubiera nada ni nadie afuera y a continuación, abrí la puerta con cautela. La brisa matutina me pegó en la cara y me relajó mientras me tapaba los ojos, protegiéndolos de la luz solar.

Había dormido incómodo en la caseta, por lo que la espalda me dolía un poco. Comencé a estirar los músculos, hasta que súbitamente los recordé. Los enfermos. Tenía esperanzas pero no esperaba nada bueno. Me asomé a la terraza de abajo lentamente, para ver si los tipos esos seguían allí.

Sorprendentemente, John había conseguido mantener los nervios ante la incesante cacofonía susurros procedentes de gargantas resecas. Había conseguido dormir a ratos sí, a ratos no, observando calladamente las tribulaciones de su compañero, para volver a caer en un sueño corto pero reparador.

Llega el amanecer. Se marchan ya los sueños y, según parece, los gemidos.

Trent se despereza con dificultad, le duele cada músculo del cuerpo, no había tenido tanta actividad física desde que era un crío.

- ¡Arg! Estoy molido -se queja mientras se quita las legañas-. Al menos esas cosas no están en la azotea.

Echando un vistazo a las soleadas azoteas vecinas, se acerca lentamente a la balaustrada por la que habían subido, intentando observar si aquellos engendros siguen ahí abajo.

Despues de preocuparos concienzudamente de estar seguros de que estais completamente solos y no ha señales de esas cosas decidis que ya es hora de hacer algo de ejercicio.

Vuestro objetivo es bien sencillo: llegar a la terraza mas cerca a la vuestra utilizando los tablones.

Veis una que tiene un gran letrero en el cual se lee claramente "Pizzeria Don Giovanni" y que esta justo al lado si contais con las tablas.

Colocais varias a modo de puente y visto vuestro peso y las caracteristicas de las citadas tablas decidis que lo mejor es pasar de uno en uno para ahorraros disgustos innecesarios....

Echando un nuevo vistazo a la calle, Trent rompe el silencio sólo roto hasta entonces por los ruidos de las tablas al ser llevadas entre los dos expresidiarios.

- No hay ni un alma. Aunque dudo que esos hijos de puta tengan alma, estuvieran a la vista o no.

Habiendo colocado la última tabla, suelta un bufido. Sacudiéndose las manos y limpiándoselas luego en los pantalones, señala el cartel sonriendo con los dientes.

- ¿A alguien le apetece una pizza? -comenta con tono jocoso, riendo entre dientes-. No creo que haya otra opción. Miller, si quiere ir usted delante, por mí bien. Creo que me toca a mí probar la resistencia del puente a la segunda vuelta. ¡Sólo que esta vez no hay mucha presión por la espalda, claro!

-De acuerdo, iré primero-

Apoyé un pie sobre las tablas, ejerciendo una pequeña presión para probar su firmeza. A continuación, comencé a caminar, despacio, por el puente improvisado. Trataba de no mirar abajo. Lo mejor era evitar el vértigo.

Las tablas se tambalean un poco mientras Miller pasa despacio pero sin descanso sobre ellos.
Le toca el turno a Trent el cual hace lo mismo que su compañero pero cuando ya esta casi al final quizas los nervios quiza el ansia por llegar rapido al otro lado hacer que las tablas empiecen a crujir pero de un pequeño y torpe salto(no por nada pero la edad no perdona) llega hasta el otro extremo sin peligros oyendo tras de si como se rompen las tablas por las que milesimas de segundo antes estaba el supendido en el aire.

Y ya estais en Pizzeria Giovani no olvideis pedir canalones son famosos por eso.

La terraza esta desierta y no hay rastro de absolutamente nada salvo una pequeña trampilla que intuis conduce a la parte de abajo. Intentais abrirla pero parece cerrda desde dentro. Quizas se abra ha base de tiros, pensais esperando que lo que la mantenga cerrada sea solo un pequeño candado.

Parado sobre la trampilla, le apunté con la escopeta listo para despedazarla. Sin embargo, antes de disparar, relajé el brazo y la dejé a mi lado.

-Este lugar debe estar lleno de esos malditos. Anoche, la calle estaba repleta. Ahora, vacía. ¿Adónde crees que se pudieron haber ido?- dije en tono sarcástico.

-Por otro lado, no tenemos muchas otras maneras de abrirla. Yo diría que ninguna otra-

Comprobando la solidez de la trampilla con el pie derecho, Trent escucha las palabras de Miller.

- Tiene razón, Miller. Hmmm... Me pregunto si podríamos llegar al nivel de la calle sin entrar. Comprobemos si esto tiene escaleras de emergencia -dice mientras se dirige a la fachada- o hay cubos de basura abajo para amortiguar la caída.

Indecisos comenzais a mirar alrededor de la Pizzeria en la que os encontrais justo al lado del centro cmercial del que venis.

Solo encontrais dos posibles salidas alternativas:

Una desvencijada escalera de incendios que se cae a pedazos ni teneis ni idea de si aguantara vuestro peso.

Y un container repleto de basura que posiblemente amortigue vuestra caida.

Trent observa con cara de preocupación la escalerilla. Tras darle agitarla un poco y esperar a que se calmen sus precarios meneos. Se vuelve a incorporar para comprobar el contenedor de basura al otro lado. Con los brazos cruzados y sosteniendo su barbilla con una mano, se gira hacia Miller.

- Llegar hasta aquí para caerse de otra escalera hecha una mierda o arrojarnos a la misma mierda... No sé, Miller, me sentiría más seguro reventando la dichosa trampilla. Esos cerdos no parecen poder seguirnos escalando escalerillas, así que supongo que, haya puercos ahí dentro o no, podemos comprobarlo antes de bajar. Pero claro -el tono con el que John pronuncia las palabras parece romper el discurso hasta ahora-, esos bastardos saben cómo esconderse. Pero dudo que haya médicos por aquí, en vista de las circunstancias -añade mientras vuelve a observar el contenedor con cara de dolor-. No sé, prefiero dejar las medidas desesperadas para tiempos más desesperados, y arriesgarnos en aras de nuestra seguridad -la ironia de lo que acaba de decir no se le escapa, y ríe entre dientes-. ¿Qué opción ve usted mejor, Miller?

Sus cejas arqueadas exigen una respuesta. Desde luego, la situación no es ni mucho menos desesperada, pero nunca se sabe cuándo podría serlo, y hay que pensar las cosas bien.

Obervé la escalera de incendios junto a Trent, recordando la noche anterior y al tipo de las alcantarillas, así como a esos malditos alrededor suyo.

Antes me vuelo los sesos

Negué con un gesto de la cabeza y me dirigí a Trent. -Bueno, yo también descartaré esa escalera podrida. Y supongo que no perdemos nada con abrir la trampilla. Si esos enfermos no salen de día, no veo que sea un problema hacer un poco de ruido-

Dicho esto, me dirigí a la trampilla, apuntándole con la escopeta y dándole un tiro.

Miller realiza un tiro no con mucha fortuna pero si la suficiente como para romper la cerradura y dejar la puerta mas cerca de abrirse. Tan cerca que solo una pata certera ya la abriria.
Del interior del edificio comenzais a oir esos conocidos gemidos que se acercan a la puerta. Pero de todos modos por lo que habeis vivido sabeis que cuando es de dia suelen moverse menos son menos numeros y por ello menos peligrosos.

-Ahí lo tienes. Esos bastardos andan por allí dentro. Les volaría la cabeza cómodamente desde aquí arriba, pero no creo sensato desperdiciar así las municiones. ¿Qué dices?-