Partida Rol por web

Trent se sobresalta con el disparo, aunque lo estaba esperando, y cierra los ojos durante un instante. Al oír los lamentos infernales, chasquea la lengua y mira con cara de circunstancias a Miller.

- Antes muerto que bajar a esa ratonera, y sin duda, como usted bien dice, necesitamos todos los cartuchos. Hay muchos de ellos.

Acercándose al balcón por la parte del contenedor. Echa un vistazo abajo y se da la vuelta.

- Podríamos rompernos los huesos desde esta altura o destriparnos con algo puntiagudo... Pero quizá es nuestra mejor opción. Ya vió lo que le pasó a ese pobre desgraciado. Estamos avisados -echa un vistazo fugaz a la calle, donde un enorme manchurrón de sangre coagulada y minúsculos restos de ser humano cubre toda la calle y se extiende con huellas ensangrentadas de pisadas desiguales y renqueantes-. Y, sobre la escalera, ¡ni hablar! En esta pocilga de asentamiento no tienen una sola escalera en condiciones.

Mira unos instantes de nuevo. La caída parece dura.

- Esto siempre funciona en las películas, pero las películas son una jodida mentira. ¿Alguna vez ha probado algo así, Miller?

Escuché a Trent mientras recordaba uno de mis trabajos. Un pez gordo del tráfico de armas. En mi escape tuve que tirarme por una ventana, aterrizando en un basurero.

-Puedo decirle que no es lo más placentero. Pero sobreviví aquel intento. Aunque tal vez esta vez no tengamos tanta suerte-

Por esta vez os convertireis en saltadores.

Sin mucha confianza en vosotros mismos os lanzais al vacio eserandoos lo peor mientras ois a vuestra espalda como esas cosas se arrastran hasta salir a la terraza.

La caida es dura y os deja bastante aturdidos. Pero poco a poco vais rebrando las fuerzas salis del container mirando en todos direcciones.

Una vez en la calle ois unas campanadas.
Mirais a vuestro alrededor la Pizzeria de la que salis, una pequeña iglesia y un colegio. ¿donde ireis o que hareis?

Trent y yo debatíamos a la par de los aullidos y gritos hambientos de los zombies, como si fuera cosa de todos los días.

De la puerta salieron las criaturas sin previo aviso, y en un acto reflejo saltamos a la suerte. Caímos sobre el basurero, sobre la roña y el mal olor. Me arrastré hacia afuera, quitándome restos de salsa y condimentos, de encima. Espero que sean condimentos...

Apunté el cañón rápidamente hacia la cornisa donde segundos antes habíamos estado parados, comprobando que esas porquerías no fueran tan valientes o estúpidas como nosotros.

Trent abre los ojos. Le duele el trasero como a un guapo novato en el presidio pero está bien, vivo...

- ¡Vivo! -grita, como si el poder siquiera hablar le soprendiera-. ¡Y de una pieza! ¿Está bien, Mill...?

Al ver cómo apunta Miller a la cornisa, Trent parece volver del todo a la realidad, y se lanza desesperada y torpemente al borde del contenedor, escalándolo a duras penas, encaramándose al borde y dejándose caer al suelo como si estuviera a una gran altura. El suave golpe en la espalda le hace soltar un pequeño quejido.

- ¡Mierda, mi culo! Otra cosa de la que me había olvidado... -Al ver la ropa mugrienta de su compañero, Trent se echa un vistazo a aquello que en otro tiempo habría pasado por mono de presidiario-. De todas formas, tenía que cambiarme.

Se levanta lentamente quitándose los restos más molestos en el antebrazo y limpiándose las manos en los pocos parches limpios del chándal. Echa un vistazo en todas direcciones.

- Miller, he de concederle la próxima decisión estúpida a usted, que ya le toca -acabando con una risa cascada-.

Sonreí al escuchar a Trent, aún mirando hacia el techo del edificio. Era algo que necesitaba. Reír.

Salimos del callejón y evaluamos las opciones. Una iglesia y una escuela.

-Recuerdo la torre de esa iglesia. Creo que estamos cerca de salir de esta apestosa ciudad-

Me quede mirando las calles por unos segundos que parecieron horas, temeroso de ver salir a las hordas de monstruosos mutilados. Me mentí a mi mismo, tranquilizándome.

Estas cerca. Vas a lograrlo. Vamos a lograrlo

-No sé cual es la mejor opción. Ambas son igual de peligrosas. ¿Tienes una moneda?- bromeé. -En cualquier caso, voto por la iglesia. Si nos alcanzan siempre podremos subir hasta la torre de la campana y tratar de neutralizarlos. O al menos morir con la dignidad que nos queda- dije pensativo. -¿Qué te parece?-

- Nunca me han gustado los críos -dice Trent con un encogimiento los hombros-. Menos aún si son ahora vampiros drogadictos. Y su idea de la torre como baluarte es buena. Vayamos, pues.

Y, con cuidado y tanteándose el trasero de vez en cuando, dolorido, sigue a Miller.