Capitulo 1

Gritos

Disparos

Sangre

Rugido de motor

Sudor

Lagrimas

Union City no era nada más que caos, confusión y fuego, todos eran desconocidos que vivían en complejo departamental que a duras penas consiguieron escapar en aquel Ford Bronco del 96, una verdadera maravilla con motor diésel cuyo traqueteo se hizo cada vez más audible a la par que se iban alejando de aquel infierno.

Apenas y hubo tiempo para huir, las criaturas eran torpes, lentas y para nada inteligentes, sin embargo, se esparcieron rápidamente con un aparente agente patógeno proveniente de algún virus desconocido cuya principal transmisión eran la mordida de los individuos ya infectados.

A pesar de los esfuerzos militares, no hubo forma de frenar el contagio y la ciudad rápidamente fue puesta en cuarentena, esperando que esta sea una forma de frenar el contagio a nivel nacional, o peor…a nivel mundial.

El frio era otra adversidad que se hizo presente en una carretera cuyas variables eran apenas algunos árboles y pocas montañas a lo lejos, hasta que pudieron dilucidar uno de esos típicos pueblos de carretera cuya principal fuente de ingresos eran los turistas que se quedaban para hospedarse en el único motel a la vista.

El Ford para repentinamente en medio de la carretera y pareciera que ya no quiere avanzar, casi como si su destino era llegar hasta ese punto.

En aquel pueblo se podían observar algunos negocios, como un Bar con una araña en su letrero de la cual se podía leer “The Spider”, una farmacia cuya propaganda rezaba “The Saint Farm” y por ultimo aquel “Affair Motel” cuyo letrero lumínico titilaba apenas la palabra de vacancias disponibles.

La noche era imparable y el frio incontenible, a pesar del silencio que trajo consigo aquel viaje, quizá era momento de organizarse y establecer un plan ante semejante situación ya que los árboles que rodeaban el podrían servir como escudos naturales o como escondites inesperados para aquellos seres que quizá estarían vagando por aquellos parajes.

La gente corría por las calles, todos salían de sus departamentos con prisa, algunos con mochilas al hombro otros a duras penas con lo que tenían puesto, como era mi caso, a lo lejos se escuchan los disparos, autos estrellándose contra las vitrinas de las tiendas de la calle del frente, todo es un caos, qué sucede exactamente, nadie lo sabía. Lo cierto es que luego de unos minutos, me encontraba allí, sentada al interior de un auto con personas que no conocía, pero quizá me las había cruzado alguna vez por el pasillo del edificio.

Lo peor había pasado, lo habíamos dejado atrás hacia unos kilómetros ya, ¿qué nos esperaba adelante en el camino?, es una pregunta que quizá nadie podía darle respuesta, como se notaba, la situación quizá estaría igual o peor en otros lugares, pero eso no lo sabemos con certeza, solo nos queda escapar hasta donde el vehículo le quede combustible; nerviosa, con miedo, cansada y con un poco de frío, mis ojos se entrecierran, luego, oscuridad.

El zumbido del motor cesa, lentamente abro mis ojos y puedo observar como todos se miran entre sí, como haciéndose la pregunta sin gesticular, ¿ahora qué vamos a hacer? Giro la vista hacia el cristal, buscando con la mirada, encontrándome con lo que parece ser un Motel, un lugar de paso de esos en la carretera y otros pequeños establecimientos.

Vuelvo la mirada a los demás y soltando un suspiro mientras me acomodo y tomo buena postura en el asiento, rompo el incómodo silencio, -Pues no se ustedes, pero creo que vamos a tener que movernos o nos vamos a congelar en este sitio, lamentablemente no traje mi ropa de invierno- bajo la mirada y dibujo una sonrisa en mi rostro, siendo un tanto sarcástica. Abro la puerta del vehículo y desciendo, si este auto no va a seguir en movimiento por la razón que sea, tampoco es buena idea quedarse en el hasta que amanezca, -Quizá este lugar sea seguro, y nos puedan brindar ayuda… a lo mejor esas cosas no han llegado hasta aquí todavía- continuo mi caminara hasta llegar al establecimiento más cercano; observando cautelosamente a mi alrededor, por si algo extraño o fuera de lo normal ocurriese.

Había insistido. Vaya que sí que había insistido. Había insistido, insistido y... ¿Adivinen qué?. Exacto, insistido...

Antes de que todo se fuera al garete

Dirk era una persona bastante pesada con ese tipo de cosas, tenía un horario de trabajo bastante estricto, llegar a una hora determinada, dar un paseo por la fábrica y asentir ante todas las máquinas con las que se encontraba mientras hacía marcas en su libreta, ir al despacho, cerrar la puerta, ponerse los cascos y sacar el pequeño televisor que tenía escondido en el cajón de abajo del todo a la derecha de su mesa, ponerlo sobre esta, sacar el extendedor, enchufar la televisión, enchufar los cascos... y a trabajar...

Ese día fue distinto a los demás, ese día Dirk se quedó durmiendo en mitad de un interesante documental que vinculaba a las fuerzas del eje con una tecnología alienígena en el lado oculto de la luna, "Helio III", el representante de un partido alemán exiliado a algún lugar de Sudamérica y posteriormente una base en la Antártida... los recuerdos eran borrosos...

Mirando su reloj vio como aquella siesta se había alargado hasta ya bastante tiempo de la hora del cierre y él ni siquiera había comido el bocadillo de anchoas que había traído de casa lo que significaba un auténtico desperdicio, por lo que, a la par que recogía sus cosas y hacía un montón de marcas en su libreta, salió andando deprisa mientras asentía a todas las máquinas con las que se encontraba...

Volviendo al Presente

Y gracias a toda esa insistencia consiguió el sitio del copiloto; no porque el tuviera dotes innatas de geo-localización, que supiera usar mapas a la perfección, o siquiera saber hacia donde ir o qué camino coger, o incluso los desvíos y los atajos de la zona; por supuesto que él no sabía esas cosas tan "cercanas" o como a él le gusta llamar "mundanas"; el simple hecho de porqué Dirk quería ser el copiloto es porque en los asientos traseros se marea.

Pese al frío que hacía en el exterior, Dirk estaba sudando, no por el calor, que tal y como se puede comprobar, este escaseaba, sino por el nerviosismo; jamás había acampado, o hecho viajes largos, y mucho menos, jamás se había metido en un vehículo con casi-completamente desconocidos para ir hacia lo incierto escapando de algo mucho peor que los silencios o las conversaciones intrascendentales que se pudieran tener, ya saben, esas que se hacen en los ascensores. Para Dirk, esto era un ascensor con asientos y con un movimiento sobre un plano no tan vertical como el otro.

-Lado Positivo: Es un pueblo alejado de la gran metrópolis, por lo que debe de haber pocos bichos de esos.

-Lado Negativo: Los pocos bichos de esos que haya probablemente hayan escuchado el motor de nuestro vehículo, por lo cual es probable que vengan hacia nosotros, al igual que los bichos cercanos a la carretera.

-Lado Positivo: Quizás haya más gente con vida, a fin de cuentas, tuvieron más tiempo para prepararse y las amenazas aquí eran significativamente menos abundantes. Lo que significa que esto puede ser una especie de campamento para los autóctonos y los que hayan venido llegando.

-Lado Negativo: Todo el mundo que haya salido de la ciudad por esta carretera, irremediablemente, se encontrará con este pueblo. Si somos los primeros bien tenemos tiempo para abastecernos y salir de aquí cuanto antes, si no, es probable que nada útil haya sido dejado por los que nos precedieron.

Habiendo dicho todos los datos que se le ocurrían acerca del pueblo y su condición, Dirk trató de vislumbrar a través del cristal si hubiera síntomas de que la plaga, o algún grupo anterior ha venido a este pequeño pueblo alejado de la vida urbana. Quizás con un poco más de información al respecto, pudiera tener una idea más clara sobre si es un buen o un mal lugar para pasar la noche, para abastecerse, o incluso para vivir.

-Huelga decir que lo primero siempre será buscar medicinas y bebidas no-alcoholicas, no queremos perder los sentidos que tenemos y estar alelados ante cualquier amenaza; por lo que nuestra prioridad debe de ser la farmacia, el bar y por último el motel.

Dirk no sabía si hablaba a expertos militares, o a meros granjeros; por lo que asumir el papel del lider del grupo fue un movimiento que tuvo que hacer por seguridad, por su propia seguridad. Aunque no era alguien lo suficientemente fuerte como para plantarle cara a un "Macho Alfa" que decidiera coger la batuta, él intentaría que su culo seboso estuviera sano y salvo por encima de cualquier riesgo.

Poco a poco la adrenalina se fue esparciendo hasta desaparecer ante el sonido del motor que se había detenido.

Los presentes comenzaron a hablar recién en ese momento, el hombre de contextura ancha se hacía llamar Dirk y comenzó a dar directrices marcadas con un acento tajante que indicaban una pseudo afición por asemejarse a un robot calculador.

El motel, cuyas fachadas indicaban estar abierto no más de una década y cuya arquitectura respondían al típico centro de paso para viajantes y parejas.

El mismo contaba con seis habitaciones, enumeradas del 1 al 6 y agrupados de manera paralela una con otra.

Al costado de esta, había una muy pequeña tienda de comestibles llamada "KRO" que apenas se podía vislumbrar entre la nieve.

El bar que se encontraba enfrente, contaba con una araña en su letrero y una única entrada a la vista, los vidrios que servían de pared y de mostradores indicaban que no había movimiento sospechoso alguno adentro.

Mientras tanto la farmacia con una enorme imagen de un santo desconocido también parecía limpia, aunque la gran mayoría de las medicinas también parecían haber sido saqueadas.

La voz de uno de los integrantes del grupo se hacía menos audible mientras me alejaba de la camioneta, me picaba la curiosidad por explorar aquel lugar, además de las grandes ganas de hacer pipí, -no debí haber tomado tanto jugo de naranja... Dios que frío-.

Primero decidí ir a la farmacia, por fuera parecía estar un poco revuelta, quizá ya algunos pasaron por este lugar, lo más probable es que no encuentre mucho, al menos espero encontrar un baño allí adentro. Al intentar abrir la puerta, golpeo una estantería con la cual quizá intentaron bloquear la puerta, esta cae al suelo haciendo todo el ruido posible interrumpiendo la paz que reinaba antes de mi acto, mis ojos como un par de platos y yo quieta hasta que el sonido se acallo y todo volvió a estar silencioso, o al menos eso parecía; busque entre los estantes y cajones buscando cualquier cosa que nos sirviera, con algo de suerte encontraría algo que no hayan visto los otros.

Luego de una búsqueda exhaustiva en la farmacia y no encontrar un baño, decido dirigirme al Bar, buscando con la mirada a los demás, pensando en si vendrían a acompañarme o se quedarían a resolver el problema del auto; teniendo un poco de cautela esta vez, ingreso al bar, lentamente cuidando cada paso que doy, no es que vea cosas muy interesantes o que nos puedan servir, o al menos eso pienso, así que me dirijo directamente al baño de chicas y hago lo que debía.

Acto seguido y ya menos preocupada por mi vejiga, me dirijo hacia una de las habitaciones, por desgracia, estaba cerrada con llave, así que me senté en una de las sillas del corredor, esperando por los otros a que aparecieran.

Yo simplemente había reaccionado por instinto, todo había pasado tan rápido que cómo no iba a hacerlo, sépase que jamás hubiese llegado muy lejos de otra forma…todo era tan terrible. Así que pasé el interruptor y me puse en modo Automático; mi cuerpo intentaba sobrevivir ¡vaya que sí lo intentaba! mientras yo solamente era poco más que un manojo de nervios.

No sé cómo, tras reunir todo lo que pude, salí corriendo del complejo departamental en el que vivía, y esquivé aquellas bestias, hasta coger la Ford Bronco de Lebrant y lograr escapar... pobre Lebrant, era mi compañero de trabajo, me había dejado su coche por las vacaciones, mientras él estuviese de Guardia en la torre de Vigilancia por un mes. Recordé que en la guantera de la Ford, Lebrant habría dejado su Smith & Wesson del 38, la cual por supuesto que terminé cogiendo y guardando en mi cintura en medio de todo el desastre. Y al final hasta ayude a algunos vecinos, a escapar, viniéndose ellos conmigo.

Cuando yo ya tenía varias horas manejando por la monótona carretera, fue entonces que tome conciencia de lo que estaba sucediendo, y fue como volver a mi cuerpo tras haber pasado una temporada fuera de mí. Entonces me acordé de mamá, y caí en cuenta que precisamente sería imposible que ella estuviese con vida, allí fue que empezé a llorar.

Todo el trayecto solo asentía o decía que “no” a las pocas cosas que hablaban los demás, me sentía devastado. Hasta que ocurrió que cuando estábamos cerca de uno de estos pueblos de paso, la Ford ya no dio para más, justo cuando el frio empezaba a ser mas apabullante afuera. Sentí la adrenalina de nuevo recorrer mi cuerpo y como esta encendia mi instinto de supervivencia. La chica pelirroja que había dicho que se llamaba Marianne, tomo la iniciativa de incitarnos a ir hacia el pueblo, incluso fue la primera en bajarse del coche, luego el hombre de contextura ancha comenzó a dar directrices y como estaba de acuerdo con lo que estaba diciendo decidí hacerle caso. Y fui el siguiente en bajar, con la intención de visitar sigilisamente la farmacia, el bar y la habitación número 1 o 6 (la que corresponda a la que tiene el carro parqueado delante de la habitación) en el Motel.
 

Después de todo lo ocurrido el viaje en coche había sido casi traumático, a Brett le había dado tiempo a pensar, a recordar todo lo ocurrido en ese día, el ver como Brittney, su novia se convertía en una de esas cosas e intentaba comerle, como había acabado devorando a Jonathan su compañero de equipo cuando este salía de un aula despistado mientras Brett corría para salvar su vida, había intentado ayudarle, pero cuando Britt le arrancó la garganta no había mucho más que hacer

No había parado de correr hasta llegar a casa, su madre aún no había vuelto de trabajar y su padre estaba de viaje de negocios, al salir de su portal encontró un grupo de vecinos que se organizaban para huir hacia algún pueblo más tranquilo, menos peligroso que la ciudad que se estaba llenando de aquellas criaturas, Brett pensó que era una buena opción y dejó una nota en su casa para cuando sus padres volvieran

Por su parte el viaje fue silencioso, prácticamente su conversación se redujo a asentir o negar cuando le preguntaban algo, por suerte ya estaba Dirk para rellenar la conversación; había tenido poca relación con él, ya que lo consideraba un "friky" pero a Brett le caía bien, era un tío legal

Una vez llegados al pueblo, se organizaron para buscar en la farmacia, el bar y se dividieron para comprobar las habitaciones del pequeño motel, Brett escogió la habitación número 5

Mientras distintos miembros del grupo se alejaban y se adentraban en las distintas instalaciones Dirk esbozó una leve sonrisa satisfactoria; pese a que eran unos casi-conocidos, o mejor dicho unos casi-desconocidos, habían aceptado a rajatabla las directrices de alguien como Dirk. Se sentía útil por una vez en su vida, algo alejado a asentir ante las máquinas al llegar y al salir mientras hacía marcas al azar en su libreta para que los empleados pensaran que estaba realmente comprobando las máquinas de una forma eficiente.

-Bueno, un líder debe de demostrar con el ejemplo...

Con eso en mente, Dirk salió del vehículo en dirección a su objetivo principal, la tienda de comestibles que al parecer se le había pasado por alto al resto de los del grupo; pero pese a que la situación no pintara bien viendo la escasez de productos de la farmacia, Dirk no guardaba una gran esperanza de encontrar un tesoro oculto. Y tras esto, fue a la Habitación 3 y a la Habitación 2.

Poco a poco todos comienzan a alejarse uno de otros, algunos tenían muy en claro sus respectivos destinos, mientras que otros prefirieron quedarse en el vehículo expectantes y atentos a cualquier movimiento.

Primeramente, Marianne, Esteban y Brett entran en la farmacia, una vez ahí notan que el panorama afuera no era muy distinto al de adentro, con los estantes prácticamente vacíos lo que no era para nada esperanzador.

Sin embargo, la transmisión radial empeoraba aun los ánimos ante las palabras del locutor.

- …aún no se sabe con exactitud el origen de esta plaga, se recomienda extrema precaución y no salir de sus hogares, las fuerzas armadas han iniciado su plan de contingencia en Union City y los trabajos humanitarios no han hecho nada más que agravar la situación al ser nuevos focos de propagación del virus, el rescate de civiles se ha visto retrasado y posiblemente cancelado ante la concentración de esfuerzos para implementar la cuarentena de la ciudad, personalmente les recomiendo evitar acercarse a cualquier tipo de militar ya que me temo que no escatimaran en moralidades para eliminar cualquier sospechoso de portar el virus… -

Entre todos apenas pudieron encontrar una linterna profesional con sus baterías y un poco de medicina.

La cuadrilla ingresa esta vez al bar y notan que hay un gran desorden en la misma, con sillas tiradas, marcas de balas en las paredes y lo que parecía ser manchas de sangre cerca a la mesada del cantinero.

La televisión estaba encendida, pero solamente se podía observar estática.

En este lugar hubo un poco más de suerte con respecto a la búsqueda de provisiones ya que pudieron toparse con dos cuchillos grandes de cocina, una escopeta con dos cartuchos y un botiquín con las medicinas más esenciales.

Dirk por su parte decidió ingresar a la tienda donde se topó con grandes cantidades de comida enlatada, suficiente como para poder alimentarse por una o dos semanas, así como dos botellones grandes de agua con 20 litros cada una.

Todos al final se toparon frente al Motel donde cada uno opto por una habitación distinta.

Esteban por su parte ingreso a la habitación 1, se trataba de un lugar muy estándar, con una cama para una persona, un guardarropa y un baño pequeño, ahí pudo toparse con ropajes abrigados de la talla una mujer delgada, además de una barra de acero. Noto rápidamente que no hay mucho desorden, por lo que parece que nadie la había alquilado los últimos días.

Dirk decidió ir a la habitación contigua de la de Esteban, con un chequeo rápido se encuentra con vendajes de primeros auxilios, dos latas de comida enlatada y una linterna pesada con las baterías nuevas. Unos pequeños ropajes de clínica en el guardarropa, indican que un enfermero/a estuvo hospedado en la misma; rápidamente salió para dirigirse a la habitación numero 3 es la habitación más grande de todas, con una cama doble y amoblados aptos para una o más personas ahí pudo notar que se esconden unas cuantas cosas interesantes, se encuentra con un cuchillo de combate y artículos de limpieza personal, como dentífrico, jabón, toallas limpias y rasurador, un rifle de caza escondido bajo la cama, con una bala en la recamara y una caja de 10 balas alrededor de la misma, también había ropa camuflada que indicaban que un cazador se hospedaba en ese lugar.

Marianne decidió probar suerte en la habitación 5, había un gran desorden, la cama no contaba con sabana alguna y al parecer se apresuraron en sacar todo lo que había en aquel lugar, lo único destacable era una pequeña tele portátil que transmitía estática, funcionaba a baterías y a corriente, aparte había algunas cervezas y bastantes papas fritas en bolsas como para poder alimentarse durante todo un día con ellas.

La chica pudo desde ese punto oír fácilmente extraños sonidos de gemidos de dolor que provenían de la habitación 6, donde Brett decidió ingresar, tanto ella como el pudieron sentir el horror de un par de esas criaturas que se abalanzaron hacia el deportista quien a duras penas pudo esquivar sus ataques.

Peor fue la situación cuando el grito de Alexanndra quien decidió quedarse en el auto junto a Jonathan, delataron que había como media docena de estos individuos golpeando las ventanillas y manchándolas con sangre fresca que brotaba desde sus bocas en una mezcla horrida de saliva y borbotones escarlatas.

Un disparo, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete…ningún solo fallo, cada uno de ellos impactaron directamente en la cabeza de esos seres que alguna vez fueron hombres y mujeres, todos se desplomaron en el piso, algunos, alrededor del vehículo, otros frente a la habitación donde Brett tristemente había decidido entrar.

Cuando todos deciden mirar hacia los bosques, se toparon con la delgada figura de una mujer muy anciana cuyo vestido negro le cubría por completo desde el cuello hasta los tobillos, en sus manos descansaba un rifle francotirador del cual surgía una muy fina columna de humo.

- El ruido atraerá a más de esos vagabundos…este pueblo estará repleto de ellos y más les vale que me sigan si quieren tener, aunque sea una leve chance de sobrevivir… – su voz era rasposa, incisiva, su mirada fría y sus arrugas le acompañaban en una amalgama de seriedad y falta de empatía – …síganme – termino su orden mientras se daba media vuelta y comenzaba a caminar hacia un camino ligeramente visible entre la nieve que se abría en medio del bosque -

-Bien, pues esto nos puede calmar el ansia, aunque fuere por un momento- digo mirando las bolsas con papitas y las cervezas; al no tener en que meter todo ello, con los cobertores de las almohadas comienzo a guardar lo que encuentro; un sonido extraño me detiene antes de levantarme para salir, es un gemido, mi piel se eriza inmediatamente, podía estar segura que era una de esas cosas, salí lentamente caminando hacia atrás sin dejar de mirar a fondo la habitación, pero fue allí, cuando me encontraba afuera, que vi a una de esas cosas abalanzarse sobre Brett, el susto hizo que me fuera de espaldas soltando a un lado lo que llevaba en las manos, me lleve las manos a la cabeza cuando escuche el estruendo del disparo, cerré mis ojos, luego uno, otro y otro disparo más.

La calma volvió cuando abrí mis ojos, pude ver aquella bestia tirada sobre el suelo, luego una voz llama mi atención, proveniente de entre los arboles; sin voz, nerviosa, asintiendo con la cabeza y sin emitir ningún otro sonido, tomo las bolsas improvisadas y me levanto caminando a paso ligero en dirección donde fuera la anciana.

Todo había sido tan rapido, la joven alex aún no había podido acostimbrarse a todo aquello, hacia un par de días. Había coincidido con Esteban en el restaurante ecológico dondequiera trabajaba como chef, incluso este le había recomendado un par de sitios para pescar. Volvía a casa después de un turno agotador y de repente gritos sangre carreras rodó había pasado tan rapido. Sin saber como se vio subiendo en aquel todoterreno con aquellas personas,todas eran caras conocidas, casi todas habían pasado por el restaurante en alguna ocasión.

El Toyota había dicho basta,  sus acompañantes habían bajado a explorar. Ella había decidido quedase con los inconscientes, desde la ventana observaba el caos de sus compañeros ,cada uno había ido hacia un sitio sin ningún tipo de orden, aquello era un desastre. 

Golpes en la ventana gemidos , sangre y tiros todo volvió a estallar y en un momento había acabado de nuevo. Estáis tofos bien de atrevió a preguntar.

 Vio las ropas que había encontrado  Esteban creo que eso me quedará mejor a mi que a ti y creo que tú sabras mejor que yo que hacer con este cargador.

Así mismo pidió que la dejasen algún cuchillo mientras se preparaba para seguir a aquella extraña mujer.

Dirk fue poco a poco recogiendo las cosas importantes que iba encontrando; pese a que no era alguien extremadamente fuerte sabía que la importancia de todas esas cosas era superior a cualquier tipo de esfuerzo que él pudiera realizar, metiendo las vendas, las latas de comida, la linterna y el agua en su mochila.

Una vez que encontró la ropa de caza, una mejor ropa para este tipo de situaciones, decidió vestirse para estar más cómodo, suelto y seguro en la intemperie. Se puso el cuchillo de caza en el cinturón y guardó las balas en el bolsillo delantero de la chaqueta; cargó al hombro el rifle y siguió con su misión de abastecimiento.

Antes incluso de que se aventurara entrar a la Habitación 4, los disparos hicieron que se tirara al suelo y buscara una cobertura; usando un trozo de espejo roto, tal y como había visto en las películas de francotiradores que salían por la tele, trató de localizar al enemigo y ver un poco la situación; huelga decir que no logró.

Tan solo fue la voz de la mujer la cual insufló confianza en lo que decía, a fin de cuentas, sus palabras eran sabias y viendo el desastre que había hecho con los monstruos cercanos, no era alguien a la que poder tomar a la ligera, así que, saliendo del Motel, decidió seguir a la anciana a la par que hacía señas al resto del equipo.

-Es hora de largarnos. He encontrado cosas, cuando lleguemos a la seguridad repartimos.

Cuando entré a la Farmacia junto con Marianne y Brett, y encontramos allí la linterna profesional con sus baterías y solo un poco de medicina, les dije a los chicos que me dejasen llevar a mi las medicinas. Lo mismo dije en el Bar cuando en aquel desordenado lugar, dónde algo gordo debió de haber pasado, encontramos dos cuchillos grandes de cocina, una escopeta con dos cartuchos y un botiquín con las medicinas más esenciales, les dije que me permitieran a mi llevar el botiquín y uno de los cuchillos, y les dije a los chicos que se repartieran entre ellos el cuchillo y la escopeta.

Luego me separé de ellos y entre a la habitación número 1, allí vi que esta estaba como sí nadie la hubiese ocupado recientemente, entonces cogí las Sabanas e improvisé una especie de saco para llevar mas comodamente las cosas, use varias sabanas pensando en que quizás podría abrigarme con ellas también, y allí puse las medicinas, el cuchillo grande de cocina envuelto entre los los ropajes abrigados de mujer que encontré en el guardaropa- quizás le sirvan a la peliroja- pensé mientras los cogía, teniendo en cuenta a Marianne, pues eran de la talla una mujer delgada como ella, y me quedé con la barra de acero en la mano derecha, con la otra llevaba agarrado el "saco", el cual descansaba en mi hombro y espalda.

Cual fue mi sorpresa cuando al salir de la habitación, me encontré con que los Zombies habián aparecido y estaban atacando, mi sorpresa fue aún mayor cuando una Señora Anciana salió de la nada para masacrarlos. Tras esto la escuché gritar que si queríamos vivir la siguiesemos, que venían mas por el ruido, y fue entonces que Dirk gritó que había conseguido cosas- nosotros también- pensé, y que era hora de largarnos nos decía, dando a entender que lo mejor era hacerle caso a la anciana.

En ese momento corrí hasta el vehiculo, abrí el maletero velozmente, y metí en el saco las cosas que llevabamos en el carro.

Fue entonces que se me acercó la mujer que se hacía llamar Alexanndra, se percató de la ropa abrigada de mujer que yo cargaba dentro del saco, y me dijo, palabras mas y palabras menos, que se lo diese a ella, a lo que respondí con los nervios a mil y muy nervioso que: Puede que te queden a ti mejor que a mi, pero creo que incluso le quedarián mejor a Marianne... veras, que como ella SÍ sale a buscar cosas, puede que ella necesite estar mas abrigada que tu-acto seguido terminé de cerrar el saco y salí corriendo en dirección a los demas, tras la vieja.