Partida Rol por web

La alarma sonaba un día más, con la pequeña diferencia de que hoy David se despertaría sabiendo que en unas horas tendría su entrevista de trabajo... Aunque quitando eso, aquello era un día como otro cualquiera. Fuera como fuera aquella entrevista, no cambiaría demasiado su vida, pues aún teniendo un salario suculento, tenía mucho apego a aquella casa tan grande que recibió como herencia, además de ser la casa en la que se crió.

Era una casa bastante grande, con dos pisos y sótano. En el piso superior se encontraba la habitación en la que ahora dormía David, un baño y una habitación de invitados. En la planta baja se encontraban la cocina, dos baños, un comedor, una sala de estar y un recibidor. Por último el sótano lo usaba de trastero... Aunque aún habían algunos trastos que había dejado su padre.

El día empezaba y era el momento de decidir que hacer a continuación.

David se sentía nervioso por la entrevista, pero descansado al haber dormido toda la noche. Se levantó de la cama pensando en como podría matar las horas que quedaban hasta el momento de la entrevista. Se cambio la pijama por ropa cómoda para estar en casa, se calzó las pantuflas, y bajó al sótano, con la idea de distraerse ordenando un poco y revisar las cosas de su padre, quería ver si habían cosas que valiera la pena conservar o si sería mejor venderlas. Nada mejor que empezar lo que esperaba fuera un buen día con un poco de orden, y quizás le diera ideas para algún libro... si decidía por fin dejar de traducir y escribir su propio libro alguna vez.

David se sentía especialmente inquieto aquella mañana, tanto que se dedicó a rebuscar por el sótano. Estaba oscuro, pero aun así usando su móvil como linterna, David fue capaz de ver por aquella habitación. Habían un montón de cosas tiradas por el suelo, botellas de alcohol de su padre y álbumes de fotos de su madre.

Revisando entre los álbumes de fotos, David encontró un número de teléfono en el que ponía "Sarah Jenkins". Se quedó pensando un buen rato hasta que finalmente recordó que era el número de la psicóloga que lo trataba de pequeño. Decidió guardárselo en la cartera y continuar rebuscando en el sótano.

No parecía haber nada más de utilidad, hasta que finalmente dio con la caja fuerte de su padre. Nunca había visto el contenido de esta, pero siempre la había guardado con gran recelo, por lo que hubiera dentro debía ser importante... Aunque nunca supo la combinación de la caja fuerte, ni su padre había dejado nada por ninguna parte...

Parecía que no había allí nada más.

El lugar era un chiquero. Las botellas de alcohol le hicieron pensar en el carácter de su padre, mientras los albumes con las fotos le enternecieron brevemente, y las tomó para verlas con mejor luz. Quizás pudiera tomar algunas de ellas y enmarcarlas después. El contenido de lo que pudiera tener la caja de seguridad de su padre le intrigaba, siendo una persona que le gustaba traducir y descifrar, aquel misterio numérico le dejo con una sensación curiosa. Volvió a salir del sótano y subió a la sala de estar, y luego de revisar el reloj para estar seguro que aún era temprano antes de salir a la entrevista, se dedicó a revisar un rato las fotografías sin la sensación opresiva del sótano y con mejor iluminación que su teléfono móvil.

David estaba a punto de relajarse un poco observando los álbumes de fotos, pero pronto algo lo sacó de su pequeña relajación. Alguien llamaba a la puerta de forma sonora y apurada. Por mera curiosidad, David se acercó a mirar quien demonios era y pronto se sorprendió al ver que en la puerta estaba el reconocido traductor Vicent Banes. David siempre había seguido su trabajo de cerca, de hecho se podía decir que hasta lo admiraba.

Aun así podría ignorarle completamente y seguir revisando los álbumes de fotos, aunque eso dejaría a David sin saber que querría el famoso traductor.

La interrupción le hizo fruncir el ceño, pero al ver de quien se trataba se sintió realmente intrigado. Dudó un momento en recibirlo, algo nervioso, pues estaba bastante desarreglado para una visita, sin embargo suponía que el mismo visitante habría estado más de una vez en aquella situación.

Dejó los albumes sobre la mesa de la sala de estar, medio acomodó su cabello y su ropa, y cruzó hacia el recibidor para recibir al hombre que tocaba a la puerta. -Señor Banes, es un honor.- Dijo, abriendo la puerta al conocido traductor.

¿Dónde coño está el libro? No me creo que el primer día que entras a trabajar en la empresa JUSTO desaparece. - suspiró con pesadez. Pero tras mirar la cara de estupefacción de David pronto entendió que él no tenía mucho que ver con la desapareción de aquél libro.

Mierda... Joder, David, tengo mucho que contarte, pero sé que no me vas a creer, al menos no antes de que te mires al espejo. - decía ahora bastante más tranquilo pero con cara aún de mucha preocupación. David podía mirarse al espejo y hacer caso a su extraño ídolo... O mandarlo a la mierda. O cualquier otra opción, el mundo no solo se dividía en dos ramas.

Definitivamente aquella no era la manera en que esperaba interactuar por primera vez con alguien a quien admiraba tanto. Su mano apretó el pomo de la puerta mientras, lívido, escuchaba los gritos. Miró incluso por el rabillo del ojo por si alguno de los vecinos estaría mirando hacia su casa en ese momento. Cuando el hombre pareció calmarse levemente, David abrió más la puerta.

-N-no.. no sé de que me habla. Pero pase, por favor.- Pidió, dándole entrada. -Vamos a la cocina. ¿Quiere agua? Puedo hacer té o café...- Dijo, aunque no creía que café fuera la mejor opción en ese momento por el nivel de alteración que parecía tener el hombre. Esperó a estar en la cocina y servirle el agua antes de volver a hablarle. -Lo siento, ¿puede explicarme de nuevo que ocurre?- Dijo.

¿Café? No... - suspiró. - Te dije que te miraras al espejo... Pero ya que me has invitado a pasar supongo que con el reflejo de mi móvil bastará. - Banes sacó su móvil, uno bastante grande y caro, se notaba que el tipo cobraba bien. David se observó en el reflejo del móvil, el cual estaba apagado y haciendo función de "cristal negro". Entonces su reflejo empezó a hablarle, como si no fuera él mismo, como si fuera otra persona.

Banes vio como David miraba con estupefacción aquello y entonces confirmó su teoría. - ¿Alguna pista sobre quien puede ser el ladrón?

En un primer momento, David miró hacia su reflejo en la pantalla sin saber que debia ver. Pero de pronto pudo ver como éste... hablaba.

-¿Q-qué...? ¿Qué está...? ¿Es un truco?- Dijo, sin creer lo que estaba viendo. Apartó la mirada para volverla hacia Banes, aunque sus ojos volvían a la imagen del móvil sin remedio.

-¿Eh?- Repitió ante la pregunta. Trató de concentrarse, pero era difícil. -N-no sé... ¿qué tiene que ver el robo del libro con... esto?- Dijo, señalando la perturbadora imagen en el reflejo.

Suspiró. - Lo tomaré como un "No, no hay pistas sobre el posible ladrón". - Banes entró y se sentó en la cocina. - No tendrás té ¿verdad? Lo prefiero antes que un café. - comentó, con cierto tono cansado, como si no le gustara tener que explicar lo que iba a explicar mientras esperaba la bebida.

Verás, el libro que ibas a empezar hoy... Trata sobre la inmortalidad. La gente que entra en contacto con él y logra traducir algo, por alguna razón que desconozco, después vuelve al mismo día en el que logró traducir algo de dicho libro, aunque claro, pierde sus recuerdos, de hecho es como si esa vida que acaba de vivir nunca hubiera existido... - paró por un segundo. - Con una pequeña diferencia, el reflejo del alma. Un eco de todas tus vidas pasadas, que te cuentan que sucedió en ellas. A veces es útil, a veces no sirve para nada. - señaló a David. - Y ahora tu formas parte de este selecto club "inmortal". - hizo comillas con los dedos cuando decía esa palabra.

Solicité al jefe de la empresa que me asignara un compañero, no solo porque realmente no logré traducir más que la portada de ese libro, si no también porque... - suspiró, mirando al suelo. - Me da miedo. Lo que haya en ese libro, perder este don de poder repetir vidas y darme información con el tiempo.

La cosa es, David. - se puso algo serio. - Y la cosa es que hoy empezabas tú a trabajar, día en el que el libro ha desaparecido. Eso solo significa algo... que alguien más logró mi traducción de la portada. Mi información de la última vez es un suicidio. Sí, me suicidé, porque decidiste imponernos un horario de trabajo abusivo y para llevar una vida de excesivo trabajo sabiendo que no íbamos a lograr traducir nada con el jefe soplándonos la nuca, decidí simplemente pasar a al siguiente vida, es decir, a esta. - miró el reloj, ahora ya no tenían prisa por llegar a por el jefe y la reunión, después de todo el libro había desaparecido. - Y como no quería que el jefe descubriera la traducción de la portada, después de suicidarme dejé una nota para ti en mi despacho... Imagino que no viniste a verme ¿o quizá sí? Como comprenderás no tengo tanta información, estaba ya muerto para ese entonces. La pregunta es ¿quién puede haber ido a mi despacho y a la vez conseguir el libro que tú debías tener en las manos? - Banes se quedó pensativo, esperando que David no se desmayara de la impresión de recibir tantísima información.

Por otra parte, David empezó a pensar. Malcom trabajaba en la empresa y era un muy buen amigo de la universidad, además de ser quien recomendó a David para la entrevista, parecía imposible que él fuera el ladrón del libro, aun así sería interesante preguntarle por si sabía algo, ya que era su único contacto en la empresa. Por otra parte el director de dicha empresa parecía muy interesado en el libro si estaba dispuesto a pagarle el altísimo sueldo a Banes. ¿Pero por qué robaría el propio libro que estaba pagando por traducir? Nada tenía demasiado sentido.

Para acelerar el proceso del té, David puso agua en la cafetera electrica sin la malla del café, para que sólo cayera agua dentro de la jarra de vidrio. Sin embargo la historia era más sorprendente de lo que creía. Demasiado. Era... imposible. ¿... Cierto?

Siempre le había gustado lo extraño, la mitología, era un ávido lector. Quería ser escéptico, pero una parte de él deseaba que lo que le estuviera contando Banes fuera cierto. Algo nuevo, algo que lo sacara de su día a día que comenzaba a ser monótono.

Inmortalidad. Entonces era inmortal. -¿Cuantas..?- ¿Cuantas veces había revivido? Y lo de haber sido un tirano también le sorprendió. ¿Había sucumbido a su propia ambición al ver lo que era capaz de hacer? Se llevó las manos al puente de su nariz. -Creo... creo que en algún momento, pude haber leído el libro con otra persona.- Dijo, viendo lo que había escuchado de si mismo. Iba a decir algo más cuando recordó la primera frase que había dicho Banes. "No dejes que lo vea." ¿Quién? No podía tratarse de su ídolo, pues aparentemente él ya lo había hecho. Pensó en Malcolm. -¿Han ido todos a trabajar hoy? Supongo que no conocerá a todos los que estén en plantilla pero...- Dudaba en si decirle el nombre de su compañero al traductor, pero ¿por qué debería dudar de Banes? -¿Conoce a Malcolm?-

No, no conozco a nadie, soy un empleado, como tú ibas a ser y como cualquiera. ¿Conoces al tal Malcom? ¿Crees que puede tener el libro? A malas prueba a llamarle o enviarle un mensaje. - comentó pensativo. Miró a David, había aceptado muy rápido la realidad, pero iba a ignorar la tímida y escueta pregunta que le hizo David, al menos de momento. Después de todo, no venía al caso.

Si ves que no te contesta... Quizá deberíamos buscar por la empresa. Pero no podemos fiarnos de nadie David, solo el uno del otro, recuerda que a quien buscamos ahora es como nosotros... - suspiró. - Esperemos que lo encontremos pronto... No sé que demonios puede hacer esa persona con el libro... Ni que nos puede hacer a nosotros.

-Intentaré localizarlo.- Dijo David, habiendo olvidado por completo del agua que hervía en el quemador del café, fue en busca de su teléfono móvil para buscar el número de Malcolm. Probaría llamarlo primero al teléfono, y si no respondía lo intentaría con un mensaje de texto.

Tenía muchas dudas, muchas preguntas en mente, pero también sentía esa urgencia que provenía de parte de Banes. Necesitaban encontrar el libro, sentía que era algo importante. Seguía también sin entender porque su imagen le había dicho que no se desnudara en una guardería... ¿A qué podía referirse? Mientras esperaba que Malcolm contestara, siguió interrogando a Banes. -¿Usted fue quien descubrió el libro? ¿Cuantas veces hemos pasado por esto, por este momento?- Quiso saber, manteniendo su mano sobre el auricular en caso que Malcolm contestara más rápido de lo que esperaba.

¿Te refieres a cuantas veces hemos buscado el libro perdido? Hoy es la primera vez. De hecho me sorprende que te lo hayas creído todo tan rápido, pero oye, mejor para mí. - rió un poco. - No, yo no descubrí el libro, fue el jefe de la empresa de traducción, lo que descubrí yo fue la primera traducción del libro... Ni si quiera me acuerdo como pasó, simplemente de repente fui capaz de leer la portada del libro, entonces empezó toda esta locura, aunque bueno. - sonrió mirando al techo. - No ha sido mala, la verdad.

Pero pronto la conversación con Banes terminó, porque la voz del viejo amigo de David, empezó a sonar a través del teléfono, tan campechana como siempre. - ¡David, caraculo! ¿Cómo estás? Hoy tienes la entrevista ¡no llegues tarde al jefe le gusta la puntualidad! ¡No te quedes embobado pensando en Sally! - reía.

Si, él también estaba un poco sorprendido de estarse tomando todo con mas calma de la que debería sentir. En parte, su mente trataba de decirle que aquello era algún sueño extraño producto de su nerviosismo por la entrevista. Sólo así tenía sentido que alguien a quien admiraba se presentara ennla puerta de su casa con tal acusación y tanta familiaridad, y luego ocurriera lo del reflejo. Antes de intentar decir nada, oyó la voz de Malcolm al otro lado.

-Hey, hola. Sí, gracias por el dato. Oye, ¿tienes idea sobre como irá la entrevista? ¿En qué consiste exactamente el trabajo? ¿Quién más estará allí?- Preguntó, mirando hacia Banes, queriendo saber si Malcolm sabía sobre la presencia de él dentro de la empresa. -Perdona, estoy algo nervioso... ¿Podemos vernos antes de la entrevista? ¿Donde estás?-

¿Cómo irá? ¡Pues ya te vale que vaya bien, capullo! Que he dicho que eres de confianza ¡Así que mi reputación está en juego! - se notaba un tono jocoso en estas palabras, por lo que sabías que te estaba tomando el pelo, aunque en el fondo si que quería que lo hicieras bien. - ¿Sobre que irá? Pues... ¡Ni idea! El jefazo lo lleva bien en secreto, nadie en la empresa lo sabe ¡y todos estamos con los dientes bien largos! Lo único que te puedo decir es que vas a trabajar con Banes, pero no mojes las bragas ¿eh? - volvía a reír de forma sonora. 

Claro tío, ando por la cafetería de la empresa, si quieres nos podemos ver ahí. - comentó. - ¡Ya llega mi pedido! ¡Aquí te espero golfillo! - acto seguido colgó sin dar tiempo a responder.

Cuando colgó el telefono, David se dirigió de nuevo a Banes. -Bueno... Dice que no tiene idea sobre de que es el trabajo. Es un tío majo, sonaba muy tranquilo como para... bueno, estar involucrado en esto.- Dijo, llevándose la mano a la cabeza un momento.

-¿Cómo comenzó? ¿Conmigo?- Preguntó, intentando entender. -Sabías que esto iba a pasarme cuando comenzara a traducir. ¿Me dijiste algo entonces? Oye, creéme que en este momento estoy por darme bofetadas sólo para estar seguro que no es un jodido sueño. Es decir, ¡Vincent Banes, EL Vincent Banes está en mi casa hablándome como si tuvieramos tiempo conociéndonos! Es... es absurdo.- Soltó una risa nerviosa, mesándose el cabello de nuevo. Se acordó entonces del agua, que empezaba a evaporarse, y sirvió dos tazas, poniendo una bolsita de Earl Gray en cada uno. -¿Azúcar?- Dijo, dejando distraídamente el azucarero cerca. -Si el día reinicia desde el principio, y todos los que hayan traducido la portada no recordamos lo que pasa en el día, ¿cómo pudieron robarse el libro? ¿No debería estar en el mismo sitio donde estaba al inicio del día? ¿Tiene esto sentido?- Intentaba pensar como un escritor de libro de misterios, aunque la mano que sostenía el té le temblaba.

Mmm... - comentó dudoso. - Puede que no tenga que ver, puede que sí. Supongo que no nos lo va a decir de buenas a primeras...

¿Contigo? No lo recuerdo exactamente, simplemente sé algunas cosas sobre ti, como tu nombre y apellidos, como que te di la traducción de la portada del libro y que provocaste uno de mis suicidios. - era sorprendente la tranquilidad con la que hablaba sobre quitarse la vida. - Quitando eso, eres un completo desconocido para mi David. Y aunque te dijera algo... ¿a caso ahora importa? Ya estás atrapado y la primera vez no me habrías creído igualmente, me vi obligado a compartir el título contigo para que no te quejaras de que no he hecho anda al jefe y me mandara a la calle. - se sentó en la silla de la cocina, vio entonces el álbum de fotos, comprendió que había interrumpido a David, pero igualmente aquello del libro desaparecido era mucho más importante. Hizo un gesto con la mano, indicando que no necesitaba azúcar en su té. - Cuando esto termine, volveremos a ser extraños, más o menos, en otras vidas dejaré que traduzcas el libro a tu manera e intentaré ayudarte lo menos posible. Creo que ese libro lo tiene que vivir cada uno por su cuenta, pero ahora mismo debemos descubrir quien lo tiene, si lo han robado es que conocen el potencial que puede tener y si tu y yo ya reiniciamos al día que lo tradujimos por primera vez... Imagínate el poder que puede alcanzar alguien, incluso podría acabar con nosotros. _{Aunque solo es una teoría claro... No tengo ni idea de que hay dentro del libro...} - negó con la cabeza de lado a lado. - ¿Cómo pudo el ladrón recordar que libro era y quien lo tenía? ¿No te has respondido a ti mismo cuando has visto tu reflejo? Tú mismo te has dado información de otras vidas pasadas. - sorbió un poco de té y miró el reloj.

Se está haciendo un poco tarde, he hablado con el jefe y no es necesario que hagas la entrevista a la hora acordada, pero igualmente deberías ir a verle. Si mal no recuerdo... Estaba en el piso de puesta en común, revisando algo, así que si quieres hablar con él lo primero que deberías hacer es ir al piso número cinco. - miró a David a los ojos con decisión. - A no ser que hayas quedado con tu amigo y tengas dudas sobre él. Yo me quedaré aquí en tu casa un rato, terminandome el té, quizá me haga unas tostadas, no he desayunado ya que he venido corriendo hasta aquí. Ahora ve David, haz lo que tengas que hacer, luego nos reuniremos ¿vale? Confío en ti.