Hace tiempo que sirves en el ejercito de la Gran Germania, has terminado adoptado la tecnología de tesla, aunque nunca sin renegar de tu fe en dios, es más, en alguna ocasión han llegado a reprenderte por hablar de Él a otros soldados, acusándote de querer evangelizarlos. Es por ello por lo que te han enviado a Bielefeld, ciudad norteña, cercana a la frontera con la Galia.
Te han enviado solo, aunque está claro que hay más soldados en camino, aunque no sabes exactamente qué es lo que está pasando, y a que viene todo aquel movimiento…e inquietud en las altas esferas de la nación. Lo que sí está claro es que solo a ti te han enviado directamente con Oskar Schindler, miembro del consejo de sabios que rigen el país.
Son poco más de las seis de la madrugada, y te han ordenado presentarte en el edificio de la estación de tren de la ciudad. Al llegar ves ajetreo, hay decenas de soldados, aunque ninguno con armas o armaduras de energía, como suele ser habitual. En su lugar llevan uniformes de tela, negros y grises, y armas de pólvora unos y en menor cantidad, espadas.
Te diriges hacia el centro del edificio, donde hay tres hombres reunidos, a la izquierda, un hombre de negro, delgado y alto, de cabello oscuro, liso y largo, con un bastón sujeto con la diestra. A la derecha, un hombre…por llamarlo de alguna manera, ya que de cintura para abajo no poseía piernas, sino una serie de seis patas metálicas, articuladas. Era un hombre mayor, pero por la mirada que te lanzó al acercarte, se desdibujaba una inteligencia increíble. En el centro, el único que reconocías, ya que te lo habían descrito medio centenar de veces.
-Tú debes ser Erik Weiss…- Empezó a decir el hombre, de pelo cano y figura realmente delgada, casi frágil. –Estábamos esperándote ¿Te han dicho porque estás aquí, soldado?- Preguntó con voz firme, decidida, todo lo contrario a su apariencia.
Gott mit uns, Dios con nosotros.
Hasta el siglo pasado ese era el lema del ejército. Primero en Prusia y más tarde en todo el Sacro Imperio Germánico, miles de voces al unísono entonaron esa divisa, prestos a luchar y vencer por Dios y la Patria como una eficiente y engrasada máquina.
Nada quedaba ya de la consigna, dejando sólo los engranajes desacralizados. No obstante, la eficacia del ejército Germano seguía fuera de duda, y aunque no ocultaban el desagrado ante la anacronía que adornaba la cara de Erik, era preferible mantener a un Exaltado bajo correa. Y mientras no tratasen de coaccionar su libertad de culto o destinarle en Amsterdam (a unos saludables 300 kms), Erik cumplía modélicamente con su desempeño.
No por ello dejaba de sorprenderle ser destinado junto a un miembro del consejo. Al llegar frente al destacado trío se cuadró y ejecutó un saludo militar.
-Señor. No señor, posiblemente labores de escolta señor-
-Labores de escolta…- Dijo Oskar en voz baja y negando con la cabeza. –En parte es cierto, soldado Weiss, pero no para con nosotros.- empezó a decir, con las manos tras la espalda. –Está por llegar una delegación diplomática Gala, con emisarios de las otras naciones de Evropa para negociar el fin del bloqueo.- Guardó un instante de silencio, dejando que las palabras calaran en Erik.
-Usted es creyente, según tengo entendido.- Dijo el hombre de las patas mecánicas, acercándose un poco a él, produciendo dichas patas un sonido de “clack clack clack” al caminar. –Este es el señor Ulrich Siemens, delegado del Ingenieurkammer en Bielefeld y a lo que se refiere, es que dada su tendencia…religiosa, creemos que sabrá entenderse con estos extranjeros y hacer de enlace entre ellos y Germania.- explicó de nuevo Oskar, retomando la palabra, en sus palabras se percibía cierta antipatía hacia los de otras naciones. –Les hará de guía, les ayudará a instalarse si fuera necesario, responderá a las preguntas que crea que puede contestarles y…nos informara a nosotros de todo.- El mismo Oskar echó las manos hacia adelante, en ademán conciliador. –Lo ha entendido, soldado?- Preguntó con marcialidad, recordando a Erik el cómo le hablaba su oficial superior cuando hacían instrucción.
Bueno, tenía lógica. Cualquiera de esas brillantes y ateas mentes posiblemente había descubierto maravillas terribles capaces de arrasar ciudades completas. El propio Erik no creía poder hacer uso de su rabia si tenía la garganta obstruida con su propia lengua mientras se ahogaba en cloro o con cualesquiera de los inventos que fabricase el señor Schindler en sus fábricas.
El fin del bloqueo por otra parte le dejó con sentimientos encontrados. Amaba su patria, pero todo parecía indicar que Evropa se rendía ante las ideas germanas. Y en cuanto a lo de ser creyente... años de ascensos negados por causas variadas débiles e insostenibles y, de repente era necesario.
-Por supuesto señor- Sin dejar de cuadrarse, no pudo reprimir una gota de acidez en su tono -Me alegra que la libertad de culto ayude a mejorar la situación de Germania, señor-
-Libertad de culto…- Dijo con un susurro, en tono casi burlón el hombre del pelo largo, mientras Ulrich sacaba un objeto redondo, metálico y que en una cara tenía una rejilla de metal, del interior de su abrigo y se lo tendía a Erik. –Esto le permitirá darnos parte instantáneamente de lo que hagan y dejen de hacer los delegados…y también le permitirá recibir órdenes.- explicó el hombre de las patas de araña, antes de señalar un pequeño botón que había a un lado del armazón de metal de aquel objeto. –Pulse este botón dos veces cuando pueda hablar, solo tiene que hablar directamente a esto, cuando termine su informe recibirá las ordenes si es preciso…o el visto bueno.- Sin duda, aquella era una muestra de lo avanzada que podía llegar a estar la tecnología germana. –Asegúrese de que no le descubran…podría ponerle en peligro, tanto a usted como a toda Germania, pero asegúrese de no tardar más de dos días en notificarnos lo que suceda.- Terminó de explicar, con tono severo y el ceño fruncido, aún con la mano sujetando aquel objeto en dirección a Erik.
Mientras sucedía esto, Oskar había lanzado una furibunda mirada a su colega del pelo largo. –Disculpa al alcalde Von Ravensberg, aún no ha podido descansar desde hace varios días.- Dijo volviéndose hacia Erik y dedicándole una sonrisa conciliadora. –Piense que la libertad de culto podría llegar a Germania de forma completa…si el bloqueo finaliza.- añadió en tono amigable, aunque con la mirada fija en los ojos de Weiss.
Erik alargó el brazo para recoger el aparato comunicador. Por supuesto, las estaciones ferroviarias y distintos edificios gubernamentales disponían de megafonia y diversos métodos de comunicación, pero que algo cupiese en la mano y fuera tanto transmisor como receptor era un avance inimaginable para el resto de naciones se mordió el carrillo para impedirse decir algo como que sin duda provenía de una mente tocada por la preclara providencia.
-El que atiende a la corrección va camino a la vida; el que la rechaza se pierde.- Bueno, para ser una cita era bastante neutra -Nada me enorgullecería más que contribuir al bien de Germania, ¿Debo suponer que ya hay algún plan de ruta establecido o tal vez lugares donde no deberían ir? - Si bien su tono entrenado en el ejército no se desviaba ni una octava del respeto ante un superior, la idea de un cambio real ante el ateismo oficial le había hecho olvidar el ''señor'' de protocolo.
Oskar asintió con un cabeceo y una tímida sonrisa ante aquella cita recitada por Erik. –La orgullosa es la propia Germania ante su predisposición para con la patria, soldado Weiss.- Dijo cuando terminó de escuchar al soldado. –Se les alojará en un hotel cercano a la estación, y podrán pasear si así lo desean por la calle Maximilian, puede verse desde la estación y es una bonita zona donde pasear…y tomar algo- explicó de forma elocuente, con un ademán. –Fuera de esas zonas, comprendidas por la estación, el hotel y la calle Maximilian, no deben pasar, no saldrán de esa zona, ese es su principal objetivo.- Su mirada volvió a tornarse severa. –Si ve que se reúnen con alguien ajeno a las reuniones…o ellos mismos, debe enterarse de que hablan e informarnos inmediatamente. –Se vio interrumpido por los gritos del oficial de la estación que anunciaba la proximidad del tren en unos minutos.
-Venga con nosotros, esperaremos en el andén y será presentado a los dignatarios extranjeros.- ordenó con voz firme, antes de darse la vuelta y empezar a caminar hacia los andenes, seguido por Ulrich y Von Ravensberg
Siento tardar tanto...U.u Procuro cuadrarte con la llegada de los demás, y si terminamos esto rapido estarías mucho tiempo sin post y acabarías aburrido. Ya falta poco para que lleguen, un pelin de paciencia.
Los antiguos paganos afirmaban que el dios de la guerra Marte tenía dos hijos, Deimos y Fobos, Terror y Pánico. De una manera parecida, diplomacia y espionaje parecían compartir sangre.
Erik se aprestó a seguir a Herr Schindler. No compartían creencias, pero sin duda gozaba de una sensibilidad de la que sus compatriotas carecían. El problema no era portar metal por piernas, pues la humanidad no residía en algo tan vulgar. El problema era cuando la propia mente se volvía metálica, cerrando la influencia exterior y dejando que pensamientos inhumanos fueran rebotando y fortaleciéndose hasta sacar monstruos.
Como Weiss sabía perfectamente que clase de persona salía de ese proceso. Solía llamarle padre.
-Tan sólo una pregunta, señor. Si insistieran en salirse del perímetro, debería tan sólo informar de sus reuniones y localizaciones o por el contrario... ¿debería ponerme expeditivo?- Su cara reflejaba que no le parecería una buena idea ya que parecían importantes, pero era preferible cubrir todas las eventualidades con antelación.
La verdad es que hasta el día 2 de agosto estoy aún estudiando programación y siendo el final estoy un poco agobiado, así que de hecho me estás haciendo un favor XD
Oskar se volvió un instante para mirar a Erik ante aquella pregunta. Pareció reflexionar un instante, mesándose la corta barba con la mano derecha, mientras los otros dos hombres continuaban caminando hacia el andén. –Si insisten en salir del perímetro los acompañará, si puede como amigo, sino los seguirá en lo máximo posible…e informará de ello.- Contestó, empezando a darse la vuelta pero deteniéndose, mirando de nuevo a Erik. –Debe entender que no está de más ser cauto…y por lo tanto debemos situarnos en la tesitura de que todo esto sea una artimaña para dañar a nuestra patria, de ahí que le pidamos esto.- Tras esto, te mira con una sonrisa afectiva, antes de darse la vuelta y seguir el camino hacia el andén.
Bien, parecían darle autonomía y confiar en su juicio para que la cooperación llegase a buen puerto. Sin duda eso significaba que alguien más se encargaría de vigilarle, las mordacidades escupidas por von Ravensberg y el tono de Siemmens indicaban de todo menos confianza.
Sin embargo el núcleo mismo de los Weiss se basaba en la lealtad. Y si bien Dios mediaba en todos los aspectos de su vida, ahora esta se encontraba ligada al ejército.
Gott mit uns volvería a ser su lema si de él dependía. Con eso en mente, cabeceó en dirección a Schindler y rebajando sus zancadas para no sobrepasarlo, le acompañó al andén.