Partida Rol por web

Stanley y Robert entran por fin en el recinto. Mucho postín por todos lados. Ya en los mismos jardines hay señores y señoras muy afectados, hablando de banalidades o de cosas de la alta sociedad de interés para cualquiera: compra de acciones, el mejor sitio para edificar un rascacielos, cual es el mejor partido para mi hija...

Pero cuando entran al edificio, la cosa se magnifica varias veces. El salón dónde están reunidos no sólo es enorme, sino que está decorado con más presupuesto del que tiene la alcaldía de la ciudad. Alrededor de un centenar de personas parlotean animádamente o bailan con estilo al son de la música que toca una banda, también con su correspondiente antifaz.

Un camarero les sale al paso de forma inmediata, ofreciéndoles una bandeja llena de copas de champagne. Del realmente caro. Otro, canapés de caviar. Otro aparece con una caja de puros cubanos. Varios asistentes a la fiesta que pasan a su lado les saludan cortesmente con una inclinación de cabeza y un curioso gesto: ponen el dedo índice y corazón de su mano derecha sobre el corazón. Stanley entiende a la primera que lo juicioso es imitar ese gesto, y con un discreto codazo se lo hace saber a Robert.

Un enmascarado especialmente sonriente y cortés se les acerca, con una copa de champagne en la mano y una galante sonrisa en la cara.

- Buenas noches, caballeros. Espero que estén disfrutando de la fiesta, ¡no ha hecho nada más que empezar!

Baja el tono de voz, sonriendo con complicidad.

- Tengo entendido que son empresarios en busca de nuevos horizontes. Sin duda han hecho bien en venir aquí. Su negocio tendrá éxito sin duda, si entienden la necesidad de una mano amiga.

Si así es. Estamos muy interesados en iniciar negocios en La Ciudad le contesto a aquel enmascarado con una sonrisa, haciendo un esfuerzo como no había hecho en toda mi vida para que mi voz no temblase. Y claro que entendemos la necesidad de ayuda. Todo es siempre mucho más fácil con amigos alrededor, ¿verdad?

Espera un momento, ese traje lo he visto en algún lugar hace poco. Y esa sonrisa de sabandija me suena de algo… ¡Pero si es el alcalde! ¡Es él, estoy seguro! ¿Qué tramara el muy truhan?  ¿Puedo hacerle una pregunta? Debido a mi interés en instalarme aquí llevo tiempo siguiendo por el periódico las noticias relacionadas con La Ciudad y he de admitir que tiene usted un porte similar al del alcalde. ¿No serán parientes por casualidad?

Oh, no, no, no, se equivoca caballero responde el enmascarado con fingida cortesía. Pero no se preocupe, es un error muy común, en especial para la gente nueva en la ciudad. Es cierto que tenemos un ligero parecido físico, pero nuestro parentesco no va más allá.

Ah, entiendo, disculpe mi error. Es uno de los problemas de ser nuevo en la ciudad, que uno tiende a confundirse con las personas conocidas jajajajajaja si claro, parecido físico dice. Esto empieza a darme muy mal rollo. Quien me mandaría pasarme por la agencia, con lo a gusto que estaba yo en casa.