Heinrich se resignó a tener que pagar, aun siendo guardia imperial como el era, pero al servicio de la inquisición, no conseguía que le hicieran trato de favor al grupo.
-Si ha de ser así, tres cargadores más para mi rifle láser y un microcomunicador, por favor.
El furriel atiende a vuestras peticiones pacientemente, más relajado viendo que colaboráis sin poner más pegas.
- Me llevaría un largo rato añadir el monofilo a tu espada, chaval. Pero... - revisa una increíble montaña de trastos - Ajá, aquí está - vuelve llevando en sus manos una espada que parece haber sido ya modificada - A menos que tengas un aprecio especial a ese trozo de hierro puedo darte esta a cambio y ahorrarte la espera.
En menos de medio minuto seleccionó unos cargadores y microcomunicadores de las estanterías y los repartió a Heinrich y Reshi, aunque después se quedó cerca de un minuto pensativo ante la oferta de la escopeta del Arbites.
- No es un arma que se vea mucho en la guardia imperial... pero tampoco se puede decir que no nos sirva para nada. - finalmente se acerca a uno de los reposaderos y saca el rifle que quedaba ahí apoyado, tras hacer una comprobación y coger una caja de balas se lo cede a Hieronymus recogiendo a su vez el arma de éste - cuídalo bien, seguro que ya ha salvado la vida a más de uno.
Una vez más desaparece unos segundos para volver con el arnés de seguridad y los filtros nasales, y aunque recoge los tronos que le ofreces rechaza el crono.
- Ni lo quiero, ni lo necesita nadie por aquí. Considéralo un descuento.
Tras haber terminado sus negocios con vosotros se da la vuelta y sigue con el inventario del armamento, tan solo se gira una última vez para decir
- ¿Aún estáis ahí? El sello de la mina está a media hora de aquí, más vale que se den prisa.
Tirada oculta
Motivo: Carisma (Hierónimus) +20
Tirada: 1d100
Dificultad: 36-
Resultado: 39 (Fracaso)
Ertywert, aunque esto continúe, en tu siguiente post indica que es lo que vas a pedirle al furriel.
Hieronymus cogió el rifle por la gastada culata, introdujo uno de los cargadores y amartilló el arma.
- Muchas gracias furriel, ha sido muy amable, ojala este equipo nos sirva bien. Los siervos de la Inquisición no olvidan a quienes les prestan una mano, ni tampoco a quienes se la niegan.
Dicho esto puso el seguro del rifle y se lo colgó al hombro, metió un cargador en cada uno de los bolsillos de su chaquetón. Echó los demás cargadores y el arnés en la mochila. Se abrochó de nuevo el crono en la muñeca y sacó de un bolsillo en el pecho, donde acababa de meter el pequeño filtro nasal, el paquete de varillas de lho a medias que tenía y lo dejó sobre el mostrador empujándolo hacia el furriel.
- Gracias de nuevo. Fúmeselas por nuestro regreso.
A Hieronymus le parecía que el adepto del mechanicus esta más aliviado al ver que el crono no desaparecía tras el mostrador. Sin embargo parecía algo ausente, a lo mejor el aspecto desordenado y sucio del equipo del batallón le había dejado mudo de asombro.
- Vámonos.
* AÑADIDO POSTERIOR:
Viendo que nadie parecía querer cargar con la cuerda, Hieronymus se la echó al hombro antes de salir.
He actualizado la hoja de PJ.
Si alguien quiere la cuerda, es toda suya.
Heinrich salió de sus pensamientos, realmente el furrier tenía razón, quedaba un trecho hasta la puerta, y les iba llevar un rato. Había que ser puntuales. Se ajustó el micro comunicador, y luego puso los cargadores en los bolsillos del lado izquierdo, de modo que pudiera recargarlos con relativa facilidad sin soltar la mano del gatillo del arma.
- Si vámonos, que el tiempo apremia.
Y que el emperador provea. Pensó para si mismo mientras tocaba su pequeño medallón.
Guiados por el ordenanza del comisario recorristeis el mar de tiendas de campaña con rapidez, aunque no se mostró muy hablador. Después de más de veinte minutos llegasteis al final de las tiendas de campaña, donde el panorama era muy distinto. Durante unos cien metros la zona se encontraba vacía, salvo por las señales de la batalla que había tenido lugar. Pequeños cráteres en el suelo, edificios derruidos, y restos de maquinaria casi imposibles de reconocer como tal. Al recorrer ese terreno desierto se hizo notar el aire del gélido planeta, que atravesaba las ropas como pequeñas cuchillas.
Cuando se acercaba la hora límite llegasteis suficientemente cerca para distinguir el sello con claridad. Era como una gigantesca cúpula de rocohormigón reforzado que debía de rodear toda la entrada a la mina, rodeada por pequeños grupos de personas que el ordenanza, tras su largo silencio, os informó que eran trabajadores ajenos a la mina e inocentes del intento de rebelión. Los pobres diablos se apiñaban junto a hogueras encendidas con los materiales que habían podido recoger del suelo. Los más cercanos se apartaron a vuestro paso, algunos incluso a plena carrera.
Por fin llegásteis a la base del sello, donde unas enormes bestias cuadrupedas guiadas por guardias tiraban de un enorme cubo de rocohormigón que pertenecía al sello, sacándolo de su posición a un ritmo agobiantemente lento. Algo más cerca se encontraba el comisario, junto a cuatro guardias veteranos armados con rifles láser, que al veros os concedió un breve saludo.
- Justo a tiempo, el sello iba a comenzar su última fase de apertura. Tan solo falta un minuto.
Conforme se va separando de la pared, centímetro a centímetro, por entre sus bordes escapa un nauseabundo gas amarillento procedente del interior de la mina y que apesta a carne podrida. Cuando por fin la apertura del sello alcanza un tamaño considerable, la fuga de gas cesa. El comisario se mantiene alerta con una tétrica sonrisa dibujada en su rostro y la mano cerca del bólter que cuelga de su cinto.
Después de unos breves segundos donde el própio aire parece temblar de tensión el comisario relajó el semblante se vuelve hacia vosotros y os indica por señas que entréis, ofreciéndoos un último saludo
- Que el Dios Emperador vele por ustedes.
8 Cargadores para cada arma que porto.
Le entrego lo que tenga par si me da el arma-monofilo esa.
Un comunicador no estaría nada mal.
Como nadie parece quere la cuerda, me la hecho al hombro.
El filtro de respiración es interesante y me gustaría también algo que pueda aumentar la protección. Vamos a una mina, así que igual tenemos problemas de iluminación. Un visor infrarrojo... lamparas, linternas...?
Soy el último en salir de la armería y justo al pasar el umbral de salida. Se cuadra, se gira y saluda marcialemten al furriel. Cuando este le devuelba el saludo, lo termina, y se marcha.
Lo de presionar con empuje por el inquisidor era una forma de hacer presión, y lo de post cortitos; ya habéis visto como posteo, pero estos días no podría entretenerme ni por tiempo ni por conexión.
Bueno, ya estoy aquí.
Ves, eres el útlimo y el sello cerrandose. Eso te pasa por mirar tanto los tratos. Bueno. Su alma estaba satisfecha. Había complido con lo que los compañeros le habían comentado y ordenado. Va repartiendo las cosas que porta encima, como el hombre-musica y todos sus cachibaches, para que todos tengan lo que querían.
- Voy, voy, no os marchéis. Espero que la cuerdecita sirva para algo, que incordio de trasto.
Tenia ya el equipo en la mochila y estaba mirando el arma que me había dado el furrier con ojo crítico. Prácticamente era una espada estándar con el aditivo del monofilo. Con una sonrisa la coloqué en mi cadera en el lado opuesto a la que ya tenía para poder desenvainarla con la otra mano de ser menester. Ahora tenia el doble de munición y eso siempre era algo agradable. Me dediqué a colocarla en los bolsillos de mi viejo abrigo de grox con parsimonia, asegurando cada uno de ellos para que no se cayeran.
-Os contaré lo que descubrí cuando estemos dentro... Aunque me temo que no es que sea muy impresionante.- Dije en un susurro discreto por el microcomunicador al resto del grupo para probarlo.
Heinrich apuró el paso todo lo que pudo, para intentar apurar también así el paso de su guía. No quería llegar tarde. Puede que ahora fuera adepto de la inquisición, pero la disciplina militar de la guardia imperial estaba muy reciente, y a veces no podía evitar pensar que aún recluta de campamento.
Se acomodó todas las cosas que había comprado y las que ya llevaba, procurando ponerlas todas en zonas accesibles. Nunca se sabe la urgencia con la que puedas requerirlas.
Tras llegar al sello y ver semejante parafernalia para abrirlo se dió cuenta de la gravedad de la situación. Trago saliva.
-Gracias Comisario. El emperador proveerá.
Dijo ante las palabras de suerte de Nihilus.
Con el primer paso en la mina, quitó el seguro al rifle y revisó que el cargador estuviese bien puesto. Sin meter el dedo en el gatillo (para evitar accidentes por nervios) agarró el fusil listo para disparar en cualquier momento.
Hieronymus fue el primero en llegar al puesto de la guardia, habia apretado el paso una vez que Stig le liberó del peso de la cuerda, caminando junto al ordenanza y poco por delante de un apresurado Heinrich. Al llegar junto al comisario decidió preguntar aquellas cosas a las que llevaba dando vueltas desde que oyera el término "sello".
- Oficial, ¿hemos de imponer que esta es la única entrada a la mina y la única salida? Con el escaso tiempo de quedisponíamos no hemos podido consultar el mapa que nos entrego y que lleva el soldado Heinrich - ¿precisamos alguna explicación más sobre el contenido de los túneles, su volatilidad - y arrugando la nariz por el pestilente olor añadió - o su toxicidad - y tomó nota mental de colocarse el filtro nasal en canto entrarán en la mina.
- Una última cosa, comisario. Somos testigos de que abrir el sello es un proceso meticuloso y muy lento ¿Puedo saber como nos comunicaremos con su cuartel general cuando estemos dentro o al menos como avisarle cuando nuestro trabajo ahí dentro haya terminado? Algunos de mis compañeros poseen comunicadores, necesitaremos los códigos y las frecuencias de su unidad para asegurarnos de que no haya malentendidos.
Por un momento estuvo a punto de añadir algo sobre el inquisidor si no volvían, pero considero que el oficial sabría actuar con diligencia.
Enganchó la linterna al rifle y puso la mano libre sobre el hombro de Veriax que estaba parado mirando hacia la puerta, parecía preguntarse por que no había una gran maquinaria en lugar de aquellos animales para abrir y cerrar la puerta
El comisario frunce el ceño ante las últimas preguntas, pero no tarda apenas en relajarse y contestar
- En efecto, es la única entrada a la mina registrada en los informes, y podemos sentirnos agradecidos por ello.
En cuanto a la mina, las últimas semanas se han apreciado algunos temblores de tierra que pueden haber debilitado las estructuras.
llegados a este punto saca algo parecido a una libreta a la que echa un vistazo antes de continuar - No tenemos indicios de la presencia de materiales tóxicos, recen para que la situación no haya cambiado en ese sentido.
- Por último, el sello está compuesto por una capa de rocohormigón de casi medio metro de grosor, les será inútil intentar contactar con nosotros con simples comunicadores. Ciertos sensores aprobados por el adeptus mechanicus nos permitirán saber de su presencia cuando pretendan salir.
después el comisario permaneció en un silencio casi sepulcral, ya no había tiempo para hablar, el sello estaba abierto y los guardias no podían permitirse el lujo de que permaneciera así mucho más tiempo.
Por desgracia solo un Mechanicus puede manejar los sistemas sensores del sello por lo que el siervo al dios máquina deberá permanecer fuera por el bien del grupo, para poder saber de vuestra presencia cuando completéis la misión, o informar a vuestro inquisidor en caso de que deis el mayor de los servicios por el Imperio entregando vuestras vidas por la causa.
Una vez entrasteis en el túnel las bestias comenzaron de nuevo a cerrar el sello, poco a poco la luz que entraba por el agujero se fue haciendo cada vez menor, convirtiéndose en una fina rendija y finalmente, en absoluta oscuridad.
Escena cerrada, se abrirá la siguiente en breve.