“No me gusta ni un pelo todo esto, ¿no será una broma Akiko?” – pregunta Famo con cara de preocupación, a lo que la directora contesta tajantemente: “¿Me ves cara de estar bromeando?”
Acto seguido todos se dirigen hacia el sótano, justo como indicaba el recorte de periódico. “Parece ser el lugar más seguro, vamos todos juntos” – recalca Kimi algo temblorosa. Mientras se van desplazando hacia el sótano, todavía a oscuras, se encuentran con una caja de fusibles. “Menos mal que hemos encontrado el cuadro eléctrico de la cabaña, arreglemos esto de una vez, por favor” – susurra con un clamoroso miedo Famo.
El caos se nota en el ambiente, hasta Tsukuri y Akiko empiezan a notar temblores en sus piernas. Algo extraño se masca en el ambiente. Pero, ¿el miedo existe? Esto se preguntan los cuatro compañeros que se encuentran ahí ahora mismo. Julia, sin levantar ninguna sospecha, piensa en sí misma: “¿Por qué el sótano? ¿Quién quiere que juguemos a algo así? ¿Hemos entrado en un laberinto sin salida? ¿Habré puesto la vida de mis compañeros y la mía en peligro?” La cara de Tsukuri, Kimi y Famo también podrían ser perfectamente diferentes poemas de Edgar Allan Poe. “Ya no hay vuelta atrás, recuperemos la luz de la cabaña y vayamos a ver ese intrigante sótano”.