Akiko es la encargada de marcar el número de móvil que han descifrado a través de la cinta. Estaban en lo cierto, da señal. Tras unos primeros pitidos de comunicación, alguien al otro lado coge la llamada. Una voz extraña les contesta, pero al cabo de unos segundos y tras unas palabras la llamada se corta. “¿Qué ha ocurrido? ¿Qué pasa?” – preguntan repetitivamente en un modo muy nervioso Famo y Kimi. El descontrol se ha apoderado de la mente de los cuatro. No saben qué hacer ni qué están haciendo ahí en ese momento. Y de repente apareció el caos.
Cuando el miedo de los cuatro compañeros estaba reinando en el ambiente justo se empiezan a escuchar una serie de golpes repetitivos en la puerta. Alguien les está llamando. Está avisando de que no están solos. No son golpes realizados al azar, tienen detrás un código. Alguien mentalmente equilibrado no llamaría de esa manera y coordinando perfectamente los tiempos entre un golpe y otro. Es como si esa persona tuviera mentalmente la estructura del espacio/tiempo que tiene que utilizar en cada golpe. ¿Podría ser esto relevante?
TOC TOC TOC TOC TOC TOC TOC TOC TOC TOC
El pánico puede ser la ceguera perfecta del que no quiere ver. Y así les ha pasado a estos cuatro compañeros. Al cabo de los minutos y tras verse acorralados, se dan cuenta de que en la pared, justo debajo de una salida que establece conexión con el patio, se encuentran unas letras grabadas con sangre. El ritmo cardíaco de todos ellos acelera. Empiezan a estar superados por la situación, y más cuando se dan cuenta de cuáles son esas letras. TOC TOC TOC, este mensaje es lo que está grabado en la pared con sangre.
Todo empieza a cobrar sentido y a tener relación. Al unísono, concuerdan en poner la combinación de esos ruidos trastornados que llegan desde la puerta, en el candado numérico que hay en las cadenas de esta puerta que da al patio.