Darina estaba en los establos con su poni cuando fue llamada. Llevaba un preciosa vestido de color azul celeste de exquisita manufactura que su padre le había traído de Desembarco del Rey cuando unos asuntos requerían su presencia allí. El mozo de cuadras fue el que la avisó.
- Lady Darina...Mi lord Trepton ha hecho llamaros, os espera en el salón. - el chico hizo una reverencia un tanto torpe y se fue sonrojado.
La chica se extrañó por el sonrojo del muchacho, al que no encontraba motivo aparente. Inconscientemente, se sacudió el vestido por si alguna brizna de hierba se había pegado al raso.
Caminó hacia los aposentos de su padre inmersa en sus pensamientos. Últimamente, las preocupaciones de su padre iban en aumento. No sabía si sus motivos eran infundados o un miedo más ante la perspectiva de la desaparición de la Casa Trepton, pero Darina hacía suyo su miedo y se acercó a la puerta de su progenitor con el corazón encogido. Cogió aire abruptamente y llamó delicadamente.
Hacia poco rato que Darina había llegado al salón donde su padre ya la esperaba sentado, el cual le había indicado que se sentase junto a él.
- Darina, he escrito una carta a la Casa Tilverton, dirigida a Lord Sumner Tilverton, tu tío, para que te acoja durante un tiempo en su casa.- su padre no esperó la aprobación de ella y continuó- Harás de dama de compañía a Aryan. Pero hay algo que debes saber antes de partir...Hace unos días recibí una carta de Lord Arryn, no hace falta decir que nos honra dirigiéndose a nuestra casa y nos honra aún más con el cometido que nos pide... Lord Arryn como sabrás está ocupado con asuntos del estado en Desembarco del Rey, pero últimamente sospecha que entre sus vasallos hay un traidor... ¿Entiendes lo que te digo Darina? Jon Arryn sospecha que los Tilverton pueden estar implicados detrás de todo esto...y quiere tener alguien dentro de esa fortaleza, un espía...Tú, Darina, serás ese espía, ¿entiendes? Ese es el veritable motivo por el cual irás allí. En tus cartas me escribirás como si de una hija a un padre se tratase, pero en secreto me informarás de cuál es la situación allí. ¿Entiendes lo que se te pide, hija?
Los pensamientos de la joven resultaban un caos de confusión y perplejidad y, lejos de sentirse honrada, la invadió el temor. Pálida y temblorosa, se sentó frente a su padre.
- Padre, ¿realmente crees que el tío es capaz de algo semejante? Por favor, los conocemos de toda la vida, dime que realmente no lo crees...- la chica, temerosa de la reacción de su padre, añadió rápidamente- Si crees que debemos cumplir con el cometido de recabar la información necesaria, lo haré, pero tengo fe absoluta en que esta información no hará más que contradecir estas sospechas, pues no dudo que mis tíos y primos son leales a los Arryn, al igual que nosotros.
Su padre la miró a los ojos.
- Yo tampoco lo creo y ojalá estés en lo cierto, pero esta labor no hará sinó demostrar que nuestra lealtad al señor del Nido de Águilas es inquebrantable e incuestionable. Recuerda, hija mía, quién eres. Cumple con tu cometido tal como se te pide...¿entendido?
Su padre se levantó y la besó en la frente, entonces Darina se percató de que había dos hombres en el portal.
- Ah! Lord Corvier! No me habían anunciado de su llegada! Creo que ya conocíais a mi hija Darina...permitidme sinó que os la presen..
- Lord Trepton, agradezco vuestra educación pero como ya os imagináis estoy aquí para ciertos asuntos...negocios.- Lord Corvier era un hombre de mediana edad totalmente calvo y con una expresión dura en el rostro. El otro individuo iba aún con la capucha de su atuendo de viaje puesta en la cabeza, pero por su estatura parecía más bien un muchacho joven alrededor de la edad de Darina. Lord Corvier se dirigió hacía él.- Ve y espérame fuera!.
- Por supuesto, adelante pues. Darina, hija mía, ve a tus aposentos y prepárate para el viaje.- le dijo a ella con un susurro.- Recuerda que nos veremos más pronto de lo que crees.- le dijo despidiéndose con un último beso.
***
Darina se despertó, tardó unos momentos en recordar en que sitio estaba, estaba en sus aposentos en la fortaleza de los Tilverton. A un lado de la cama, sentada en una silla y recostada en la cama estaba Aryan. Ahora recordaba qué era lo que había pasado. El día anterior había sido llamada por Lord Sumner Tilverton. Fue todo lo deprisa que pudo y cuando llegó se encontró a Lady Tilverton quién la abrazó fuertemente y le dijo lo que había pasado...la casa Trepton, su casa, había caído bajo los clanes de montañeses...
Observando a Aryan, la cual parecía dormida después de llevar horas sin querer dejarla sola, Darina se permitió sucumbir por fin a su dolor. Se abrazó con fuerza, apretando los dientes sin dejar que ningún sonido escapara de su garganta atenazada. Poco a poco, el dolor de su alma se extendió a su corazón, a su pecho, a su garganta... se clavó las uñas en los brazos hasta que se le entumecieron las manos. Cerró los ojos con fuerza, controlando el torrente de lágrimas, pero eso sólo logró que la imagen de sus padres danzara con velocidad en su mente, como grabada en su retina. De repente, todo paró, se dio cuenta de que estaba hiperventilando, de que algo (supuso que sangre) corría por sus brazos y de que el esfuerzo la había dejado débil y mareada. Se dejó caer en la cama, sin poder evitar que un gemido, pequeña muestra de su sufrimiento interno, escapara de sus labios y de que, finalmente, las lágrimas corrieran por sus mejillas. Se quedó tendida, con la cabellera desparramada en la almohada, mirando el techo, sintiendo un frío más allá de la temperatura de la habitación... el dolor y el sentimiento de la soledad, acudiendo raudos y recurrentes a su cabeza y la vida perdiendo sentido ante cada latido de su corazón.
Sus padres le habían enseñado a ser fuerte. Sus padres le habían enseñado a no sucumbir a los sentimientos. Pero por ahora... por ahora sólo quería que el sufrimiento se acabara... si pudiera no sentirse como si le hubieran extirpado el mundo pero no la consciencia...si pudiera dejar de existir hasta que todo pasara...
Aryan sintió un ruido que la despertó, parecía un gemido. Miró la cama donde estaba Darina y supuso que había despertado. El primer impulso fue acudir a ella y abrazarla, pero lo poco que había madurado la joven la hizo parar y recapacitar. Seguramente prefiere llorar sola. Cuando necesite un abrazo, estaré aquí para ella... como ella lo estaría para mí.
Se movió un poco en la silla sin hacer ruido, se quedaría allí con ella todo lo que hiciera falta. Recordó las palabras de su madre antes de que Darina perdiese el conocimiento... Tú siempre te has apoyado en tu hermano, William, pero ella está sola, ahora no tiene ni padres ni hermanos para consolarla. Eres la única familia que le queda. Sé una hermana para ella. Te necesita más que nunca.
Es cierto, pensó, siempre he contado con Will, si él no estuviera, yo... movió la cabeza negando aquel oscuro pensamiento, recordó aquel día que su hermano mayor fue desterrado, recordó como Will se quedó a su lado toda la noche sin soltar ni una lágrima, mientras ella las soltaba por los dos. Aryan sonrió en la oscuridad del cuarto, también recordó que varias semanas después fue ella quien abrazaba a Will, para que sacara por fin la rabia contenida tras la decepción y la marcha del que iba a ser el heredero de la casa Tilverton. Una mueca fue a su rostro, es la única vez que le he visto tan derrotado, como veo ahora a Darina.
Aryan suspiró y miró la cama, la larga cabellera de su prima dibujaba ondas sobre las sábanas blancas. A pesar de todo… Seguiremos en pie… yo te ayudaré querida prima, no podrán tumbarnos.
Su prima había despertado. Darina lo sabía, había notado como contenía la respiración y un ligero movimiento y casi oía los engranages de su cabeza debatiendo por actuar o simplemente contemplar. Darina se incorporó despacio, intentando espantar el leve mareo que aún la debilitaba y, consciente de lo visibles que eran sus lágrimas, se las enjugó sin intentar ocultarlas. Seguía sintiendo el dolor como una fiera al acecho de que bajara la guardia para apoderarse otra vez de su cuerpo y de su mente. Si decaía, si se relajaba aunque fuera un instante, volvería a dejarse arrastrar por el atormentado torrente de emociones que tanto se estaba esforzando por contener en ese momento. Miró a su prima, le acarició el pelo tiernamente y se esforzó por esbozar una trémula sonrisa.
- Gracias por cuidar de mí, Aryan, aunque temo que estamos cambiando los papeles de una manera desfavorecedora para tí.
Como digimos que post cortos, te dejo que sigas Aryan ^^
Cuando sintió que Darina se intentaba incorporar, rápidamente acudió a su lado, en la cama. Su prima le acarició el pelo tiernamente y ambas sonrieron.
- Tranquila, descansa. Ya me cuidarás a mí otro día, ¿acaso no crees que voy a necesitarte muchas veces? sacó la lengua en una mueca muy poco femenina.
XD
Darina suspiró, intentando aparentar fortaleza.
- Temo que ahora no hay tiempo de descansar. Ahora que la situación es más acuciante no creo que tu padre retrase alguna expedición... o que Lord Arryn no tome cartas en el asunto. Creo que, por una vez, estaré de acuerdo contigo en interesarnos en lo que está pasando...y que ahora nos concierne a todos - "y a mí, sobretodo" pensó, dolorosamente.
Sabía que si no le daba la razón, su prima notaría en seguida su intento por consolarla.
- Así lo creo, no pueden dejarnos al margen solo por ser mujeres, tenemos mucho que perder, al igual que ellos. Pero eso lo hablaremos más tarde. Si no descansas, no podrás pensar con claridad, eso tampoco serviría de nada. Ahora fue su turno de acariciar el cabello de Darina, largo y algo enredado, nada normal en ella.
Aryan se acercó al tocador y tomó un cepillo, comenzó después a pasarlo por el pelo castaño de su querida prima: Dejemos que descanses y después nos uniremos y no podrán obligarnos a estar al margen. ¿Vale?
De repente alguien llamó a la puerta, la llamada era de cordialidad ya que el visitante no se hizo esperar. Se trataba de Jon, su rostro que normalmente era alegre estaba ahora ensombrecido por la recién notícia del destino de la casa Trepton.
- Perdonad mi descaro al entrar así... Aryan, tu padre quiere verte antes de partir, William ya está con él. Al parecer mi padre y él han tomado ya una desición. Si no te importa, yo quisiera quedarme un rato con Darina...
Aryan enarcó una ceja, ¿desde cuando Jon era tan galante? psss... ya voy. dijo de manera despreocupada y olvidando tanto el protocolo como las maneras de una damisela.
- Ten cuidado con este bobo dijo a su prima antes de salir, no sin pasar golpeando a su primo con el hombro, a pesar de que fue más doloroso para ella que para él.
Antes de cerrar la puerta, volvió a meter la cabeza: No te atrevas a hacerle daño o te enterarás.
XDDDDDDDDDDD
Una vez Aryan se había ido Jon cruzó la habitación hacia la ventana.
- Sabes? Esta es una de las partes del castillo que más me gustan...su orientación, la luz que entra por aquí es mágica..por no mencionar el paisaje, claro! Yo...yo...yo, siento mucho lo que te ha pasado Darina.- dijo Jon volviendo su rostro hacia ella.
La chica miró a Jon. Asintió ante las condolencias del muchacho, sin atreverse a decir más sobre el asunto, pues sabía que la voz la traicionaría. Apenas era consciente de que el ligero camisón que llevaba (aunque no recordaba haberse puesto ella) no era la prenda más correcta para lucir ante un hombre, aunque en esos momentos carecía de sentido, igual que el cabello a medio peinar, igual que los surcos de lágrimas que debía tener por la cara...
Sin saber que decirle en esos momentos a Jon, pero sintiéndose agradecida por el interés, le indicó que tomara asiento donde momentos antes había estado su prima.
- Al final no pudiste mostrarme el castillo... aunque debo decir que en mis recuerdos, esta parte también guarda un matiz especial.
Quizás no era una gran frase ni el tema una fuente de interés para ninguno de los dos... pero deseaba que Jon no se fuera. No quería quedarse sola en esos momentos. Le aterraba la simple idea de estar sola.
Jon tomó asiento al lado de ella.
- Quiero que sepas que puedes contar conmigo en todo momento para todo lo que necesites...- y dicho aquello la abrazó, sin saber que más decir.
Y así se quedaron, dos personas que tal vez no encajaban demasiado en ese sitio, haciéndose compañía el uno al otro. Sin más diálogos que los abrazos o miradas.
Y Darina se sintió reconfortada sin saber que aquel que estaba a su lado era el culpable de la caída de su casa.
***Fin del capítulo 2***