Partida Rol por web

Fue su turno de acariciar el cabello de la temblorosa chica que se acurrucaba contra ella. Una parte de ella sintió cierto fastidio. No por la joven que lloraba desconsolada sino porque aquello truncaba sus macabros planes para consigo misma. Se preguntó si lo habían hecho expresamente. No podía dejar a Aryan sola en Desembarco del Rey, aún contando con la protección del señor DyValar, no le podía esperar nada bueno. Posiblemente, algún matrimonio horrible como el suyo o, con suerte, la muerte.

- ¿Tu madre y Sir Uldric se irán?

La pregunta de su prima solo hizo empeorar su llanto, contestando con ello a la misma. Siempre había sido una niña muy impulsiva y por ello sus ataques de llanto no eran fáciles de contener, más como ahora que siendo ya una mujercita, debía contenerlos la mayoría del tiempo.

- Pero tú... no podía conterse más, tampoco quería, así que abrazó a su prima y lloró en su cuello, sabiendo que ella también se desahogaría.

Se sentía tan desgraciada y a la vez tan mal por su prima que era demasiado para un solo cuerpo tan pequeño y salvaje.

Su mano descendió hasta la espalda de Aryan, frotándosela para darle algo de calor y consuelo.

- No te pasará nada, tranquila - y realmente su voz sonaba tranquila y confiada. Y terriblemente vacía -. No voy a permitir que te hagan nada no te preocupes. Ya pensaremos en algo cuando llegue el momento. Siempre podemos "secuestrarte" - musitó con un asomo de humor en la voz.

Aryan levantó la cabeza... ¡ESO ES! Podemos secuestrarnos a las dos y que nos lleven a casa... allí pueden mantenernos un tiempo escondidas lejos del castillo y luego... ser... se dio cuenta de las tonterías que decía, pero por un momento en su cabeza tenían sentido... ser liberadas y... volver a casa... se dio cuenta que su prima, ni si quiera tenía casa a la que volver, así que la miró y la abrazó todo lo fuerte que podía. Siempre estaré a tu lado y te protegeré, aprenderé de Sir Lucius y nos escaparemos juntas, le prometió.

Le devolvió el apretón a su prima con una tenue sonrisa aunque se dedicó a mirar al techo.

- ¿Sabes que Jon me dijo algo parecido cuando empezamos el viaje? Pero yo no puedo escapar, Aryan. Porque si escapo... - las palabras se le bloquearon un momento en la garganta. Iba a admitirlo, iba a decir en voz alta que la única posibilidad a la que se había aferrado su subconsciente no era tal -... si escapo, pueden utilizarlo contra tu familia. Pueden decir que tu familia me ha matado por saber demasiado o que me han secuestrado porque les interesa unir nuestras casas y ese es el motivo por el que habríais matado a mi familia. Si desaparezco, no tardarán ni cinco minutos en llamar a vuestra puerta y veinte hombres asegurarán haber visto cómo me pegabais o una discusión casual entre nuestros padres. Ni siquiera tengo la opción de suicidarme - esta vez, su voz rebeló la amargura que sentía -. Y créeme, lo he pensado. Ojalá pudiera, pero si me quito la vida seguro que encontrarán alguna forma de volverlo en vuestra contra. Y sobretodo ahora que te dejarán aquí. Ya no puedo hacerlo ni siquiera tras el matrimonio porque de alguna forma, te echarán la culpa.

Por algún motivo, eso le parecía incluso más cruel que el hecho de que decidieran sobre su vida. Ya ni siquiera podía decidir sobre su muerte y eso le dejaba claro en que estado se hallaba su libertad: en el foso, ocultándose palada tras palada de tierra hedionda.

Los ojos de Aryan se abrieron tanto que parecía que fueran a salir despedidos, aquella jovencita era tan inocente como rebelde, tan ingenua como hermosa, jamás hubiera pensado en todo aquello, pero sobretodo jamás hubiese pensado en que su prima pudiera desear quitarse la vida.

No atinó a hablar, pero se movió en la cama para mirarla, para mirarla de verdad, ¿lo harías? dijo finalmente, más atemorizada por la respuesta que por la razón que tuviese para hacerlo.

Cada hora, cada minuto en Desembarco del Rey hacían a Darina más desdichada, pero hacían a Aryan menos inocente... ¿cuál de las dos sucumbiría antes a tal tortura?

Le echó un vistazo a su prima antes de volver a sonreír, una sonrisa desganada como todas las que había esbozado en el último rato, reflejo de una educación automatizada hacía mucho tiempo.

- Sí - no hacía falta aburrirla con los detalles escabrosos que habían pasado por su mente los últimos días, sobretodo desde que había dejado de llorar -. Tampoco hay mucha diferencia entre estar muerta y el tipo de vida que me espera. Aunque quizás sea yo que no sé valorar las ventajas y haya otras mujeres deseando este tipo de... acuerdo.

Se dio cuenta de que odiaba en lo que se había convertido su voz. Suave, serena, aunque se estuviera muriendo por dentro, aunque quisiera gritar desgarrada de dolor, y deseó que no la hubieran educado así, que pudiera tener un berrinche y ser una niña consentida. Que le consintieran ese deseo.

Volvió con la mano al pelo de su prima con ademán distraído.

- Pero tú si puedes escapar. O te pueden secuestrar - meditó -. Quizás si te secuestran durante el suficiente tiempo como para que todo se calme y dejamos las pistas necesarias para que crean que de verdad ha sido un secuestro... Cuando tu padre haya demostrado su fidelidad al rey y a Lord Arryn quizás podría pedir como favor que te devolvieran a tu casa, justo después de escapar audazmente de tus secuestradores.

- No te dejaré aquí sola, Darina, si tengo que aguantar, aguantaré, pero en algún momento podremos marcharnos de aquí, con honor y la cabeza bien alta y así nos marcharemos... dijo la joven poniendo sus manos sobre las de su prima, siempre le salía en estos momentos su vena leal y repleta de buenas intenciones. Como siempre luchaba con uñas y dientes para conseguir hacer lo correcto y que lo correcto ocurriese también, pero si bien en su castillo, al resguardo de su hogar, de su familia, de su Casa, la mayoría de veces ocurría... allí, lo más probable era que sus intentos fuera en vano, pero ella era demasiado ingenua y valiente para desistir antes siquiera de empezar.

El hombre de delante de Lucius sonrió.

- Es totalmente comprensible que tenga preguntas que hacerme señor DyValar, pero me temo que por el momento tendrán que esperar. Cuando llegue el momento le responderé sin ningún tipo de objeción. ¿Y bien... acepta entonces el "trabajo"?

***

Estaban hablando de asuntos más banales cuando llamaron a la puerta. Acto seguido entró una de las criadas y hizo una reverencia, tenía el pelo negro y vestía de forma sencilla pero limpia el vestido que llevaban todas las sirvientas en la Fortaleza Roja.

- Miladies, Sir Ulric y Lady Elisabeth reclaman de su atención, nos envían para vestiros y peinaros puesto que hoy os va a recibir Su Majestad.- la chica esperó una respuesta.

Lucius se quedó mirando fijamente al hombre que tenía enfrente, con toda la serenidad de la que fue capaz dadas las circunstancias. Estuvo así por un tiempo, y luego pasó la mirada por la habitación. Miró la bolsa de monedas, para posteriormente quedarse mirando fijamente la puerta. Hizo un último esfuerzo de concentración, pues el cansancio, el reposo y el alcohol empezaban a darle sueño.

- El chico no participará en el torneo. A cambio, no quiero el dinero, sino que querré otro encuentro con vos y me daréis algunas respuestas. ¿Hay trato? ¿Me dais vuestra palabra?

El hombre entrecerró los ojos y sonrió.

- Me gustan esta clase de misterios...hay trato.

***Fin del capítulo 9***