Chafee miró a la estilista con odio infinito.
-Oiga, señora, esas confianzas… ¡No me peine con la raya en medio! ¡No soy amish, leñe!
La rata se enzarzó con la elfa en un duelo de manotazos en el que salió perdiendo cuando Yvonne le soltó un sopapo en la trufa.
-¡Ay! Será gafruta…
-Estése quieto o podría hacerle un trasquilón en una oreja. Y no queremos eso, ¿verdad, monsieur Chafee?
Su acento, su forma de hablar y de moverse denotaban que Yvonne estaba curtida en el estilismo más vanguardista de Pallisade. Nada más contrario a los cinco reclusos que aquella joven elfa vestida a la moda y tan cursi que podía matar a Chafee de un subidón de azúcar.
-Chicaaaaaaaaaaaaas, sacad a monsieur Val Thaali y monsieur Banjo de esa choza. ¡No hay tiempo que perder y debemos adecentarlos para su misión trascendental! ¡Vamos, caballeros! ¡Oish! ¡Hagan mi obra de arte algo más sencilla!
Chafee intentaba apartar la mano de la lima de Gladys, pero tras un manotazo de Yvonne, cesó en su empeño.
Cuando veo que pasó la tortura acuática y llega la tortura estilista, almenos estamos fuera de peligro. Tras estirar el momento un poco más para ver como la elfa ponía en su sitio a Chafee, deshago el conjuro para, acto seguido, darle un empujón a Zev que intentaba echarle el ojo a Comadreja de nuevo.
Avanzamos ambos hasta las elfas para que hagan lo que tengan que hacer. A la que se acerque a mí, le pediré en voz baja: - Por favor, rápenme entero, do dejen ni un solo pelo en mi cuerpo.
-¡Que no cunda el pánico, nenas! ¡Aquí está el hombre! ¡Y tengo para todas! ¡JA!
Zevran emergió de la choza como atraído por el canto de un coro de sirenas, sus cuatro brazos extendidos y feliz de cambiar el frío contacto del agua helada por algo más cálido y agradable.
El alienígena se vio rodeado pronto por cuatro aprendices de la pequeña Yvonne que le colmaron con los cuidados estéticos más elementales.
-Pequeña, necesito un masaje en la raspa. Mi vida es muy dura. Ouh. Así, baby. Así se hace. Ouh. Contractura. Ouch. ¿Has notado eso crujir? Un poco más abajo. Coooorrecto. Eso es, nena. Dale duro. Un momento... Un poco más arriba. Ahí. Ahí. Rasca, baby. Un poco más a la derecha. Más ligero. Más ligero. Aaaaaaah, qué gusto. Esto es vida. Amo el tercer grado penitenciario, Chafee. ¿Chafee? ¿Y ese peinado?
Chafee lucía ahora un tupé mientras miraba con ojos asesinos a Yvonne.
-Algún día... Algún día...
Miró de reojo a Zev y masculló con rabia un "Sin comentarios" antes de lanzar un suspiro de resignación.
La estilista se acercó a Billy seguida con dos de sus jóvenes estudiantes.
Por favor, rápenme entero, do dejen ni un solo pelo en mi cuerpo.
La elfa tomó el pelo del bardo y lo miró con gesto crítico.
-Tienes las puntas en un estado francamente deplorable, querido mío. Y esta barba de hippie... Tcht, tcht, tcht... Sí, un rapado total será lo mejor. Berenice, querida, necesitaré tu ayuda con esta melena grasienta... Oish, ¿¿qué es eso??
Yvonne reparó en Harry IV y no pudo evitar echarle las manos encima.
-Ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooy qué cosa más boniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiitaaaa... En serio, me lo como. Me lo como-Me lo como. Qué pequeñito eres, ¿no?
La elfa olfateó al hurón y arqueó una ceja.
-Desparasitadle. No quiero que Stedman me acuse de dejar un vector de contagio para la rabia en su expedición.
Tendió a Harry a una de sus asistentes que lo llevó a las peluqueras de bestias. Desde luego, el servicio de Yvonne era muy completo.
Cuando tomó las tijeras, el instrumento echaba chispas en las manos de la veterana estilista. Pronto no quedó ni un solo pelo en el rostro del bardo.
-Querido, pareces una mezcla de Joe Satriani con Jason Statham. Estás diviiiiiiiiiiiiiiiiiiino.
Puedes cambiar tu foto si lo deseas, sobra decirlo ;)
Me reservo para luego el final del Capítulo ^^
Billy, puedes postear one more time ;D
- Gracias, me gustaría conservar mis ropas si no les importa. Les tengo un cariño especial, forman parte de mí actualmente. Por el resto han hecho un buen trabajo, gracias. ¿Podrian hacer el favor de ayudar a mi compañera? - Señalo sin mirar hacia donde estaba Comadreja. - La pobre no ha pasado un buen rato, y con estos buitres revoloteando. - Mirando a Cafee y a Zev. - Preferiría que la vistieran cuanto antes para que pueda recuperar parte de su dignidad.
No me quiero cambiar la foto de momento, porque pretendo conservar mis ropas y mi sombrero, que forman parte de mi disfraz.
Yvonne soltó una risilla inquietante.
Inquietante no porque diese miedo. Bueno, sí que daba repelús, pero era debido a las bruscas aspiraciones que hacía con la nariz. Una risa muy poco femenina, todo sea dicho. Vaya, una risa porcina en toda regla.
Yvonne dio una suave palmadita a Billy en la reluciente testa –una elfa se la estaba hasta lustrando- y negó con la cabeza, tajante.
-¡Oish, qué cosas tienes, tontito! ¡Qué graciosillo eres mi querido y apuesto mozalbete! Pero definitivamente, no. N.O. No vas a ponerte esa ropa mugrienta mientras Yvonne Annette de Becquelaire sea la encargada de tu vestimenta. ¿Y a que no sabes quién es? Pistita-pistita… Está cerquita tuuuuuuuyaaaa…
La pregunta era tan retórica que uno de los ojos de Billy tembló por un espasmo.
-¡Pues yo, tonto! ¡Yoooooooo soy Yvooooooooooooooooooooonne! ¡Que hay que explicártelo toooooooodoooo! ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay, qué lentito que ereeeeeees, mi calvito relucienteee!
De nuevo, esa risa que no querría ni un villano asmático mal avenido para sí mismo, esta vez acompañada por un pellizco en la mejilla que seguro reventó algún vaso sanguíneo.
Billy advirtió que Chafee estaba siendo placado por Zevran mientras mascullaba algo de acuchillarla en la oreja con unas pinzas para las pestañas. El roedor lo estaba pasando peor que con la ducha helada entre tanto acondicionador y gel fijador.
-Tengo un abrigo oscuro de terciopelo y una chistera que te harán juego y están bastante más limpios que los harapos que llevabas. Si yo vistiese como tú antes de conocerme me habría mueeeeeeeeeeeeeerrrrrto de la fatiga, paaaaaaaaaaaaarrrrrfavaaaaaa.
Se giró a sus chicas y chasqueó sus dedos. Billy reparó en que sus uñas parecían tan afiladas como dagas.
-Chicaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas, vamos a encargarnos ahora de nuestra gatita salvaje. Adiós, guapetón. Y cuídate mucho. Acuérdate de tu amiga Yvooooooonne.
Volvió a deleitar a Billy con su escandalosa risa y pidió a sus damiselas que adecentaran el vestuario del bardo, cosa que hicieron encantadas, pues más de una puso ojitos al semielfo con encanto y finura.
En la práctica, tienes tu mismo atuendo, pero limpio y nuevo ;D
Si quieres añadir algún cambio, todo tuyo ;)
Al terminar la sesión de belleza, ya no parecían reclusos. Es decir, parecían una banda de criminales, pero no sucios montones de algo poco higiénico.
Bam Bam lucía ahora un tabardo de pieles con un cinturón de acero con un emblema de una calavera de dragón en cuyas cuencas anidaban dos preciosos rubíes. Las chicas de Yvonne habían tardado –quién sabe si adrede-, pero tras tomarle medidas a su portentosa espalda habían dado con una preciosa capa de gruesa tela negra que hacía perfecto juego con el dorado de las escamas del dracónido.
Por desgracia, no había zapatos o botas de la talla de B.B., cosa que, no obstante, no le importó al dracónido, acostumbrado a hollar la tierra con sus poderosos y escamosos pies.
Por su parte, Zevran ahora parecía un auténtico forajido, carismático y peligroso. Un atuendo compuesto de chaleco sin mangas y un pantalón de tela de buena calidad, ambos ajustados, marcando su figura musculada y esbelta, se completaban con unas botas de caña y un poncho púrpura. Las prendas casaban bien con su piel azulada y su pañuelo verde hoja.
El alien se veía muy relajado y despejado tras su sesión de masaje. Hasta dejó su número a varias jovencitas elfas muy pizpiretas. Nadie sabía qué significaba aquello, pero él lo justificó en que era una forma de ligoteo propia de su planeta natal.
El que salió de la sesión asqueado y con ganas de cometer un homicidio en masa fue Chafee, que se las vio negras para deshacerse del fijador que le había situado la raya en la patilla izquierda.
El roedor, ataviado con su vieja gabardina con capucha y sus relucientes anteojos, se las había visto con una elfa muy profesional que le había recitado durante cinco minutos los tipos de champú que tenían disponibles para el lavado del cabello: Para pelo oscuro, cano, rubio, rojo o castaño. Para pelo largo, corto, a capas o, incluso, para cabezas peladas. Para pelo liso, rizado, graso o normal. Para pelo encrespado, afro u ondulado. Para pelo humano, élfico, enano, mediano o mestizo. Para pelo natural, sintético o mediopensionista…
Tal retahíla hizo a Chafee chillar presa del nerviosismo.
-¿¡PERO ES QUE NO TIENEN PARA PELO SUCIO!?
Como fuera, el roedor no podía librarse de la gomina.
-Será zorra… ¡Me ha echado una pringue que me ha petrificado el pelo! ¡AH! ¡L-l-lo noto crujiente! ¡Zev, tío! ¡Mi pelo cruje! ¿¡Qué me ha hecho esa loca de los potingues!?
Entonces, apareció Comadreja.
Aunque lo más apropiado sería indicar que apareció una joven que en NADA tenía que ver con la Comadreja que conocían.
Una mujer de tez morena con un pulcro rostro aniñado, armónico y hermoso, con ojos pardos, salvajes, rodeados por un halo de sombras al estilo de la nobleza de Pallisade. Nada que ver con la cara mugrienta que tenía en la celda.
Su melena castaña oscura era mucho más larga de lo que uno pudiese imaginar a primera vista, recogida a la altura del cuello por una trenza a la que llevaba anudadas el juego de plumas de ave que la identificaba.
La joven, pequeña pero de complexión atlética y fibrosa, vestía un sobrio atuendo de un verde oscuro con un chaleco de cuero endurecido y botas altas. El conjunto realzaba sus atributos femeninos y su curvilínea silueta. Mantuvo sus ojos fijamente en el grupo con esa mirada penetrante como un cuchillo que la caracterizaba, sin decir palabra.
Zev alzó una mano. Era, de largo, el que peor gestionaba la presencia de feromonas salvajes en la sala.
-¿Puedo decir una cosa…? ¡PELAZO!
Miró a sus compañeros y se encogió de hombros a cuatro manos.
-¡ALGUIEN TENÍA QUE DECIRLO!
Comadreja puso los ojos en blanco y suspiró.
-Larguémonos de aquí…
La joven miró de reojo a Billy y sus ojos indicaron al músico que quiso decir algo, pero al final se lo guardó en sus adentros. Por fortuna, parecía ella misma de nuevo.
Billy, si quieres rematar, adelante.
Echo el cierre a este Capítulo ;)
Al final, las ropas que me dió la espeluznate elfa no estaban tan mal. No se de dónde había sacado prendas que se pareciesen tanto a lo que yo llevaba antes, pero con apariencia de mucho más nuevo. Me daba pena deshacerme de esos trapos que me llevé del monasterio de Celestina, pero sí que ya tocaba un poco de renovacion. Habían sido años de viajes y muy pocos lavados. Por suerte las elfas conservaron el amuleto extraño de colmillos que decoraban mi chistera anterior, eso fué un detalle.
Me devolvieron a Harry tan suave, que cuando lo fuí a coger se me escurrió entre las manos y salió volando. Justo en ese momento era en el que aparecía Comadreja... Espectacular... Que lo agarró en volandas. Zev, por suerte, fué mas escueto en su piropo de lo que lo había sido en otras ocasiones. No se merecía ni un collejón, tampoco se lo habría podido dar porque me había quedado embobado mirando la mujer preciosa que se acababa de presentar enfrente nuestro.
La muchacha vino a devolverme a Harry, que esta vez lo cogí con mas garbo y lo instalé en su nueva chistera. Mientras me lo daba, pude ver como quería decirme algo mas, y yo quería decirle algo mas. Pero todos estaban mirando la escena y ésta se esfumó como había venido.
-Larguémonos de aquí…
- Será lo mejor.
Ajustandome la gabardina y la chistera, descubrí en un bolsillo interior la bolsita de tabaco, la habían traspasado de una chaqueta a la otra. Malditos elfos detallistas, seran unos auténticos sádicos pero éstos detalles siempre me dejan sin palabras. Sin más, mientras ascendíamos con pintas de una auténtica banda de aventureros bienaventurados, estaba yo en el centro liándome el que parece que iba a ser mi primer cigarro de la libertad.
Masterpiece, Mr. Baxter.
Fin del Capítulo III