Esperar, eso es lo que estamos haciendo. Esperaremos placidamente a que llegue el enemigo. Y los trataremos como invitados, si es lo que el Rey dispone.
Pero esta ciudad sera su tumba.
La mirada ferrea del general, y las palabras que les habia imprimido antes, hacia que su mueca fuera feroz.
No iva a desobedecer al Rey, pero tenia que preparar las cosas, y si en ultima istancia decidia cambiar de opinion.
En cuanto a los hombres de las montañas. Que se mantengan alli. Ya les enviare un despacho mas adelante. Pueden ser una baza.
Pero en cualquier caso es contraproducente exponerlos al peligro si no hay necesidad. Ellos como nosotros son solados leales, y seguro que querran estar aqui. Pero por ahora los necesito donde estan.
Miro a su alrededor. Ahora tendria que explicarse con el Rey, eso era otra batalla.
Me dirigire a palacio. Preparad todo para nuestros "invitados".
Llegas al Palacio y el Rey sigue sentado en su trono, los guardias ya no están en los alrededores y el palacio parece desierto.
Las noticias corren más rápido que el viento, mi amigo. dice el Rey sonriente. Mis guardias se han ido a sus casas, se harán pasar por ciudanos pobres que no pudieron irse para que los soldados fuego no tomen represalias con sus familias
¿Y tu en que has ocupado el tiempo fortachón?
Inclina el cuerpo, y toma aire antes de contestar a las preguntas.
Mi rey, e pedido a los pocos soldados que nos quedan en la ciudad, que habiliten zonas, para dormir, comer y jugar. Todo para nuestros visitantes.
Pues si tienen un lugar en donde descansar, no deambularan buscando problemas.
Pues si tiene el estomago lleno, no querran saquear.
Pues si tiene algo en lo que ocupar su tiempo, y su dinero, no buscaran destruir nuestra ciudad.
Miro el suelo.
¿Deseais algo mas mi rey?.
Muy bien pensado, mi jóven amigo ¿Solo eso le has pedido a tus soldados? el rey levanta la ceja izquierda dejando un gesto muy alocado en su cara y una sonrisa iquietante, algo psicótica.
Son soldados leales, y estan dispuestos a darlo todo por este reino y por su rey.
Lo que estaba diciendo era una gran verdad, ellos lo harian todo por el reino. Todo!
Ademas, he intentado mantener la moral de las tropas lo mas alta posible. Todos los sucesos que se estan teniendo lugar, digamos que levantan la inquietud de los humildes soldados, y yo mismo no atisbo con tanta claridad vuestras estrategias. Simplemente no somos dignos de acercarnos a la mente de un Rey.
Inclina la cabeza. Le duele el pecho, a la alura del corazon. Si bien en ningun momento a mentido en las palabras, habia de reconocer que le costaba seguir las indicaciones de su Rey. Y sus preocupaciones ganaban en fuerza.
Mi buen Durlock... bien sabes que no me gusta explicar mis planes, disfruto de que la gente los descubra por si mismos... Te aconsejo esperar... habrá un momento que será el indicado para atacar, pero no es este. Recuerda que hay hombres en las montañas del oeste y ya se derramará su sangre porque seguirán ciegamente sus órdenes de intentar acabar con todos los enemigos que pasen por ahí. Llegaran pocas tropas acá pero no será nada útil atacarlos y resistir, hay que esperar el momento justo, YO te diré cuando será ese momento.
El Rey sigue siendo igual de sonriente que en cualquier momento y no parece inmutarse, pero por un momento pareció que no estaba tan loco como de costumbre...
Si mi señor.
Realizo una nueva reverencia.
Si no ordena nada mas, me pondre con los preparativos para los extranjeros. No quiero defraudarle, y estoy seguro de aun hay mucho trabajo por hacer.
Si me disculpa majestad.
El general salio de la sala del trono con un extraño sabor de boca. Estaria haciendo lo correcto. Esa duda marcaria su destino.
Al marcharte ves que dos de tus solados te esperan en la entrada del palacio.
¿Y bien señor? ¿Cómo procedemos? dice uno de los soldados a lo que el otro informa:
Ya hemos abierto la entrada principal de Omashu y varios civiles fueron evacuados, también dejamos libre la posada junto al hospital y empezamos a movilizar a los heridos y enfermos que puedan resistir el viaje
Vamos a estar varios dias muy ocupados.
Ahora lo que tenemos que hacer es saquear la ciudad.
Mira la cara de perplejidad de los soldados.
Para que no lo hagan los enemigos, vamos a ir zona por zona, casa por casa. Buscando las cosas de interes. Las guardaremos y etiquetaremos. Y las esconderemos para que no las encuentren.
Luego tapiaremos puertas y ventanas de las zonas donde no queremos que husmeen.
Hace un alto para tomar aliento.
Vamos, tenemos mucho que hacer.
Muy bien los soldados asienten y se marchan corriendo...
Llega la noche y un soldado te encuentra mientras guardas las últimas pertenencias que esconderán en el día... Señor, ya hemos guardado casi todas las pertenencias de este barrio, faltan 3 barrios más, en 2 días estaremos listos, fuimos a la biblioteca pública y la enterramos con tierra control, pensarán que era una parque para hacer deportes cuando vean el terreno desierto que dejó...
Ya hace dos horas que anocheció y el soldado se ve todo embarrado y cansado...
¿Qué desea que hagamos ahora?
Puso una mirada de inquietud. Todos estaban dando todo lo que podian para que sus planes fueran lo mas rapido y diligentemente realizados.
Penso que a ese paso estarian muertos para cuando llegaran las tropas del fuego.
Quiero que hagan turnos para trabajar de 4 horas, y que trabajen 4 y descansen cuatro. El descanso es obligatorio. A quedado claro. Bajo pena de castigo.
A quedado claro.
Luego, a le sonrio y le guiño un ojo. Un gesto suyo muy particular.
Venga, ya puede irse.
El sabia que no iva a parar. Pero sus tropas tenian que llegar en el mejor estado de forma.
El hombre abre los ojos de par en par... Y algo confundido asiente tus órdenes, ya es de madrugada pero tus hombres se turnan según lo indicado y siguen trabajando sin quejarse, tu sigues trabajando sin descansar y a medida que pasan las horas los párpados te pesan más y más.
Un soldado se te acerca ¿Señor, ud no va a descansar?
Miras atonito a tu soldado. Sabe que no deberia de tomarse esas preocupaciones por un mando. Pero no le pones asunto a eso.
Si soldado. Descansare, pero aun no es necesario. Soy un hombre fuerte. No se preocupe, y siga trabajando. Necesitamos que de lo mejor de si mismo.
Sus soldados eran buenas personas. Penso para si. Lo cierto era que le dolia mucho la cabeza. Sabia que no podria aguntar mucho mas en pie, y menos con aquel ritmo. Pero no podia dejar de hacer cosas.
Pasaron un par de minutos en los que se planteo que seria del pueblo si al final caian en manos del ejercito enemigo. No podia pensar que les dieran cuartel, ni siquiera si entregaban la ciudad y el se rendia o moria para ello.
De hecho no estaba seguro de que su plan funcionara. Sabia que el general enemigo seria muy listo, y a menos que fuera un prepotente, que tambien era problable, entraria en la cuidad con mucha cautela.
Pero su plan estaba bien hilado. Le daria tiempo para que viera que no habia una ofensiba contra el. Y las ventajas de dejar a sus soldados saquear la ciudad y disfrutar de todo cuanto vieran, eso seria un gran aliciente para que callera en la trampa.
Pero aun asi le inquietaba el rey. Si habia perdido de todo el jucio, era posible que los dejara campar a sus anchas, con lo que su plan podria tener efecto. Pero si de repente decidia atacar a su enemigo aqui en casa, sin estar todo listo, era mas que probable que muchos hombres inocentes murieran.
Estaba muy cansado y le costaba pensar. Asi que dio un par de ordenes y se retiro para descansar. Lo cierto es que estaba exhausto. Hacia muchas horas que venia batallando con los preparitovos y algunas cosas mas, y se sentia completamente derrotado.
Pero no era consciente de hasta que punto hasta que al tumbarse su cuerpo se desplomo y hasta pudo sentir un atisbo de mareo.
Se quedo dormido, no dormiria demasiado habia mucho que hacer. Y se quedo con la idea en la cabeza de que tenia que preparar un plan B por si las cosas no salian como el las tenia preparadas.
Despiertas bastante descansado, aunque la espalda te duele un poco de tanto preparativo para las invasiones...
Tu casa está bien adornada aún por cortinas verdes cuya tela era digna de ser usada para el uniforme del ejército. Las cortinas ondulaban de un lado a otro cediendo ante el poder del viento que las zamarreaba sin cesar.
Al ver a través de la ventana del comedor se veía el polvo levantado por las calles de tierra debido al viento que había en la ciudad, nubes de tormenta cubrían el horizonte pero sobre Omashu aún era un día soleado...
Queria atesorar esa vision en su mente el tiempo que hiciera falta. Ver como el sol iluminaba su ciudad.
Era una vision por la que merecia la pena morir. Y asi lo pensaba.
Luego dirigio su vista hacia su casa. Debia dejarla como estaba. Si la despojaba de sus enseres el general enemigo desconfiaria y podria irse al traste todo el plan.
Seguramente el enemigo buscara una residencia. Algo con valor, para el y para las tropas que venia a someter. Y su casa seria un gran objetivo. Asi que tenia que dejarla como estaba.
Sabia que perderia sus cortinas, sus mesas y todo aquello que ubiera de valor, pero era un precio justo si conseguia que entraran a la trampa mas confiados.
Aun quedaban muchas cosas por hacer.
Asi que se arreglo como pudo y volvio al trabajo.