Neizh sigue su camino tranquilo hacia las afueras del pueblo, va caminando hacia el norte directo a la Capital del Fuego que no queda a más de unas horas de caminata, la gente pasa caminando por todas partes, Ashita parece más una ciudad que un pueblo, todos sus habitantes viven de la industria de las armas que se desarrollan ahí y los que no trabajan en la fábrica son mercaderes que viven de venderles cosas a quienes tienen dinero por trabajar ahí, sin la fábrica se volvería un pueblo fantasma en pocos días, es por eso que grandes cantidades de personas van y vienen con mucho cargamento de la fábrica, la presencia de soldados de la armada del fuego es inmensa y cada tanto hay algún ak-ni-kai (duelo de fuego) en las calles, siempre algún soldado se propasa con alguien y todo termina en un duelo.
Ésta es la imagen que presencias mientras recorres todo hasta las afueras de la ciudad, pero ahí la cosa ya es distinta, una vez que cruzas la frontera de la ciudad, notas que hay mucha gente en carros y demás transportes en el camino pero no hay absolutamente nadie a un lado de la carretera de tierra que uno el pueblo con la capital ¿Extraño no?
En fin, al salir del pueblo ves como se extiende un largo camino de transportes y gente que se pierde en la punta de una loma cercana y allá debes ir, pero aparentemente serás el único que vaya a pie al costado del camino.
Neizh camina por las calles de su aldea observando como los guerreros de la Nación del Fuego carecen de disciplina y sentido del deber. Como ha decaido la calidad del ejército. Quizás sea por esto que aún estemos en guerra y no hallamos conquistado a ninguna nación.
El joven guerrero mira con curiosidad y suspicacia cómo el camino se halla despejado y vacío. Sin embargo es el camino que debe recorrer. Sus sentidos de guerrero le hacen permanecer alerta siempre capaz de sacar sus armas a tiempo, en cso necesario. Pero espera que no haga falta.
Sigues caminando al costado del camino por donde desfilan carretas y demás transportes, subir la colina se vuelve algo más dificultoso de lo que parecía, pero terminas haciéndolo sin problema, del otro lado encuentras un grupo de 3 hombres acostados a un lado del camino, uno de ellos está durmiendo, los otros dos están acostados y parecen tener resaca.
En otra ocasión al joven le hubiera gustado unirse a un grupo de bebedores. A pesar de que no le gustaba el alcohol, le encantaban las estupideces que llegaban a hacer en embriaguez.
Pero hoy no, estaba apurado por salir del tema de la princesa. Cruzó al otro lado del camino para evitar pasar por su lado. No deseaba buscar problemas. Quizás a la vuelta si aun estaban allí, les invitaría a un trago.
Al cruzar al otro lado creas un gran alboroto en el camino y muchos de los que pasan con sus carroajes te insultan y algunos hasta te tiran cosas, a los individuos que estaban acostados les llama la atención tanto ruido y al verte uno de ellos trata de cruzar el camino para interceptarte, pero es golpeado por una carreta y tanto él como su amigo empiezan a atacar al conductor, otras personas que quieren avanzar también bajan de sus carretas y demás para tomar parte en la confrontación...
EL joven ríe entre dientes por la algarabía que se ha formado, y eso que lo que trataba era de pasar desapercibido. Bueno, almenos ahora, mientras están entretenidos puede seguir el camino.
Apura el paso para alejarse lo más posible, además de que desea de llegar lo más rápido al castillo posible.
Pero no se daba por vencida, A testaruda no me gana nadie, pensó cuando se marchó el posadero, volvió a mirar de reojo el pasillo pero sin centrarse en ningún punto fijo, estaba pensando que podría hacer, si bien seguir intentado averiguar qué o quién se encontraba a su lado, dormir, o indagar por los alrededores de la posada, pero al pensar en esto último de nuevo se le cruzó la imagen de aquel hombre, Si vuelvo a cruzarme con él no dudaré ni un instante en borrarle esa sonrisa que dibujó cuando me miró aquel gesto se gravó a fuego en su mente, pero ahora él estaría lejos así que después de pensar un poco su curiosidad actuó por ella, se dirigió hacia la mesa cogió el papel y lápiz que había en ella y lo escondió debajo de la que esa noche sería su cama, acto seguido salió al pasillo con mucha cautela, no quería que volvieran a oírla y muy suavemente llamó a la puerta que se encontraba al lado de su habitación, el gesto de su cara se volvió agradable, como pocas veces lo había expresado con sinceridad, una vez más hacia uso de la mentira, aparentando alegría y un cierto punto de simpatía, la puerta se abrió crujiendo y alguien salió de su interior:
- Ee... hola, perdón que te moleste, verás es que necesito escribir una carta pero en mi habitación no hay nada que pueda ayudarme y no me atrevo a pedírselo al posadero, creo que le he causado mala impresión - dijo mientras miraba al suelo, luego se centró de nuevo en la cara de la persona que tenía enfrente, los ojos de la chica adolescente reflejaban cierta inocencia - ¿Podrías hacerme ese favor? - la sonrisa marcaba su cara mientras esperaba respuesta.
Mientras esperas que el extraño que te abrió la puerta conteste escuchas algunos pasos detrás tuyo.
Es el posadero que está a tus espaldas.
"¿Qué está pasando aquí?" El hombre había subido sigilosamente al escuchar tus pasos por el pasillo.
Tirada oculta
Tirada: 2d20(+19)
Motivo: Escuchar
Dificultad: 33+
Resultados: 8(+19)=27, 16(+19)=35
Exitos: 1
las decisiones las tomé en base a dados tirados ocultos no es ensañamiento X-D
actualizarle a Neizh
Abandonas Pueblo Ashita abriré una escena nueva para ti, responde ahí y siempre solo a mi.
A sus espaldas, un hombre con una barba bien cuidada pedía explicaciones a la situación, Akai se dio la vuelta, mirando de frente al posadero, parecía enfadado, ésta respondió seria y sin dudar:
- Pues verá, estaba yo tranquila en mi habitación cuando oí un ruido un poco extraño, algo parecido a un grito y parecía provenir de aquí - mientras hacia un gesto con la mano, a sus espaldas, a la otra figura que se encontraba tras ella, para que no la descubriese y siguiese la mentira, que en parte tenía algo que era cierto, puesto que había oído algo similar momentos antes - No pretendía molestar a los otros huéspedes, solo quería saber si se encontraban bien - dijo como con reproche – Y ahora si me disculpan, debo descansar, mañana será un largo día – luego se marchó, al igual que antes, sin tan siquiera esperar una respuesta y cerrando la puerta tras de sí.
Se echó en la cama, esta vez el sueño acudió con rapidez y sus ojos se cerraban lentamente mientras imaginaba la imagen de la princesa, podía comprobar que era esbelta y tenía cierto orgullo, pero de corazón fiel a sus creencias, ésta le pedía algo bastante importante a lo que la chica no podía negarse, pero justo en ese momento sus recuerdos se entrelazaban y perdía lo que imaginó que sería su encuentro con Azula.
El posadero se queda mirando a la habitante de la habitación que habías molestado, ambos se miran con extrañeza, pero deciden no darle importancia al asunto.
Akai va a su cuarto y sin ser molestada tiene un profundo sueño.
Cuando el sueño termina aún no es de día pero el sol está por asomarse por la ventana, ahora cerrada, que está algo gris por las cenizas de las fábricas.
Es el momento justo para marcharse de la posada sin tener que pagar de más y aún queda tiempo para dejar todo en orden.
Akai se levanta despacio, el sol aún no está presente pero ya es la hora de ponerse en marcha, así que con decisión se viste con ropa cómoda, pero bastante elegante, sin dejar de resaltar que es de guerra y propia para los viajes, recoge todas sus cosas, con cuidado de no dejar nada atrás, aunque apenas las había sacado de aquel bolso que portaba, recordó que la noche anterior escondió el papel y el lápiz, así que los colocó en el mismo sitio en el que ella se lo encontró e hizo la cama. Echó un último vistazo a la habitación, comprobando que lo dejaba todo en orden y asintió para sí misma mientras salía de ésta, bajó las escaleras con calma y se acercó a la recepción, esperando encontrar al posadero que como bien era su deber allí se encontraba:
- Buenos días, como prometimos aquí estoy, le he dejado todo en orden y además... - le costaba formular aquellas palabras - Quería pedirle disculpas, fue muy amable, no debí cuestionarle - dijo mientras agachó la cabeza apoyando lo que acababa de decir - Y ahora debó partir hacia no sé donde - rió cuando ya había dado la espalda a el hombre de largas barbas - Hasta siempre - alzó una mano para despedirse.
Miró las calles iluminadas por los primeros rayos que lucía el sol, respiró hondo y se encaminó hacia el palacio, La princesa Azula me está esperando, a mí pensó incrédula, ¿Qué será lo que se trae entre manos?
El posadero despide a Akai sonriendo y de muy buena gana.
Akai camina fuera del pueblo y al pasar por el arco que marca la salida del pueblo ve una intermiable línea de viajeros en carretas y demás transportes que se pierde en una colina. Al llegar a la cima de la colina la linea seguía hasta el horizonte, le llamó la atención un combate que se estaba llevando a cabo en el medio del camino impidiendo el paso al resto de los viajeros. Un hombre es el bandido que Akai se había encontrado al principio, el hombre, se nota, está con un poco de resaca, sus contrincantes son mercaderes que se molestaron, aparentemente porque el bandido estaba impidiendo el tránsito.
Akai llega al costado del camino y pasa oblidagamente por el lugar del conflicto pero no sabe si interceder o no...
La línea de viajeros parecía no acabar nunca, la chica apretó el paso, quería salir de aquella multitud cuanto antes, solo conseguirían atrasarla, y no podía permitirse llegar tarde, pero algo captó su atención, una disputa que acabó en un combate, se estaba llevando a cabo a unos metros de ella, sin embargo, al principio no prestó atención, pero al dirigir una fugaz mirada pudo identificar a alguien, el borracho de la noche anterior estaba enfrentándose contra un viajero, apretó los puños, No debo malgastar mi tiempo con un ser tan repugnante pero los recuerdos de aquel rostro volvían una y otra vez a su mente, sin dejarla marchar, así que con decisión, se acercó, abriéndose paso entre la gente que se había agrupado a su alrededor, dejó caer su bolso, el cual se estrepitó con fuerza contra suelo, sacó su daga de la funda que guardaba, ceñida a su pierna y aprovechando su desconcierto al recibir un golpe de su contrincante, se acercó a el hombre, agarrándole por detrás y colocando la daga sobre su cuello, haciéndole retroceder la cabeza, luego se acercó a su oído y le hablo con voz firme:
- Dame un solo motivo para no matarte - dijo mientras se acentuaba ira en sus palabras - ¿Sabes? Tus propuestas de ayer te costarán hoy la vida, no me gustó tu tono y el hecho de que me persiguieras tampoco es que fuese muy agradable - pronunció con sarcasmo - Así que... reza tus últimas oraciones y despídete de aquello hasta lo que el día de hoy llamabas vida.
Sostienes con fuerza al maleante ante el asombro de los viajeros que estaban combatiendo con él, el hombre se queda callado, tiene la sensación de que cualquier palabra lo condenaría, cuando de pronto una llamarada golpea tu espalda haciéndote volar a ti y a tu potencial víctima, caes al suelo y al voltear notas que el borracho no está solo hay otros 3 maleantes con él que también estaban en la disputa, solo que no habías tenido tiempo de notarlo antes. Los 3 hombres están parados mirándote a tu izquierda está su amigo algo aturdido y entre él y tu, está tu daga clavada en el suelo. Pronto una llamarada va también hacia el hombre que te lanzó la suya sorprendiéndolo y haciéndolo caer también. Es evidente que muchos de los que estaban peleando eran maestros fuego y ahora nadie dudará en usar su poder.
Akai se levanta del suelo con esfuerzo, aquella llamarada había herido gran parte de su espalda, ahora le sería más difícil sobreponerse, pero alguien había atacado a uno de los amigos del maleante, No creo que haya sido para ayudarme, pensó desconfiada, buscó el origen de aquel segundo fuego, pero su daga aún seguía en el suelo, con rabia la arrancó de allí, y se alzó imponente, alzando su voz para que la oyesen:
- ¡Parad! - dijo forzando sus fuerzas vocales, hasta tal punto que le provocaron un leve dolor y extendiendo sus brazos a los lados, acompañados de las palmas de sus manos, completamente abiertas - Este necio y yo tenemos un asunto pendiente - dijo mientras apuntaba con su arma al que momentos antes, había tenido atrapado por el cuello e intentando dar una explicación a su propia conducta - Los demás, deteneos antes de que se produzca una catástrofe - dijo mirando a el resto de viajeros, expectantes del combate, que se producía e involuntariamente, implicando a más personas de las planeadas - También lo digo por usted - dijo mientras se dirigía hacia la persona que también había intervenido al lanzar una llamarada a el atacante de Akai - Por favor - añadió, ¿Por qué me da que si no intentó parar esto ellos seguirían hasta morir? – Para tu suerte, me conformo con una simple disculpa, tengo prisa y no debo derrochar mi tiempo contigo – volvió a mirar a el hombre de la anoche anterior.
Luego se tocó la espalda, la tenía quemada y lanzó una mirada de reproche hacia el hombre que se la causó, Juro que si por mi fuese, morirías en este instante, al igual que tu insolente amigo dijo para sí y esperando a que el resto comprendiese la situación y se rindiese, para no luchar y evitar el conflicto.
El hombre aún aturdido y notablemente borracho yace el suelo. Un mercader lanza un rayo al maleante que te lastimó tumbándolo en el suelo, luego cierra su puño y de su centro sale un fuego azul continuo, lo acerca al cuello del hombre que te atacó la noche anterior.
Y bien, la jóven pide una disculpa el malechor se retuerce tratando de alejarse de alejarse pero no puede.
Está bien, está bien, perdona, perdona grita.
Luego el mercader lo levanta y le propina una patada que lo saca del camino.
Bueno esto ya se acabo ya todos recibieron su merecido, cada uno a sus asuntos declara el hombre con una voz grave y fuerte.
Se nota que el hombre es un mercader exitoso está vestido con un traje rojo que lleva el símbolo del fuego en el cuello, el traje es largo y le llega hasta los tobillos elegantemente.
Akai se divierte con la escena, al mirar la cara del maleante puede adivinar su miedo, aquel fuego azul se encontraba cerca de su cuello, finalmente le pidió disculpas y la chica sonrió al oírlo, luego salió del camino impulsado por una patada que Akai ofreció contemplar, se acercó lentamente a el hombre que la había ayudado, y le mostró una reverencia, propia de su madre, poco común, dada a que era característica de su familia, en ella los brazos se alzaban para más tarde reencontrarse en una posición que imitaba la creación de fuego:
- Muchas gracias - dijo cuando alzó la vista después de tal muestra de gratitud - Y dígame... ¿tiene nombre un hombre tan honrado como usted? – bromeó, hizo una pausa para presentarse - El mío es Akai, significa rojo, como el fuego - rió - Mi destino hasta el momento es el palacio, debo encontrarme con la princesa Azula, ¿cuál es el suyo? Parece un mercader y por sus ropajes se podría deducir que el dinero no le falta - mientras lo repasaba con su mirada y asentía, confirmando para sí misma, pero algo llamó su atención y quedó callada un momento - Ese signo, el que tiene en el cuello del traje... - mientras mostraba la parte interior de su muñeca, en ella se revelaba un símbolo similar, aunque no del todo exacto al suyo - Extraña coincidencia - pudo decir cuando se encogía de hombros - Bueno creo que he de seguir mi camino, si quiere acompañarme ya sabe a dónde me dirijo - su sonrisa era amable y considerada.
El hombre coloca su mano en el hombro de Akai. Lo siento niña pero yo voy para pueblo Ashita que tengas suerte
Akai se dirige a la capital, solo le quedan unas horas hasta el anochecer.
Luego de mucho caminar y caminar Akai divisa a lo lejos un arco rojo cuyos bordes parecen mostrar llamas ardiendo.
Ya no escribes aquí abriré la escena de la capital para ti.
Recuerda, mensajes solo a mi.