Las últimas semanas había sido muy intensa para los neonatos. La ciudad de Gary no los había recibido con los brazos abiertos habían tenido que luchar para conseguir arrancar algo de valor en la decrepita y decadente ciudad. Durante sus andanzas encontraron a nuevos enemigos, habían cubierto las calles de la ciudad de sangres y apenas habían conseguido una simple palmada de agradecimiento por sus acciones, todo lo contrario les habían encomendado una nueva misión, una misión peligrosa y difícil. Debían de hablar con Lodin, el temido príncipe de Chicago que manejaba la ciudad con mano de hierro.
Pero el reloj seguía corriendo, la nieve cubría las calles y el viento soplaba; los niños dormían en sus camas mientras sus padres discutían en el salón; los camellos repartían su mercancía mientras los policías miraban para otro lado. Todo seguí igual que siempre, la mascarada no se había roto, las acciones de los neonatos no habían tenido consecuencias en los ciudadanos de la ciudad….. por ahora.