Acercas a Ana, porque se llamaba Ana o puede que Anabel, a la céntrica cafetería de Roma que permanecía 24 hora abierta los 7 días de la semana. Era uno de los pocos locales que escapaban de la decadencia general de Gary: una decoración decente y un buen servicio.
Ana, o Arancha, dio buena cuenta de un esplendido desayuno, mientras sorbías tu café aguado con desgana. La chica no estaba mal, tendría futuro en cualquier otro lugar, pero en Gary no había futuro lo máximo a lo que podía aspirar era a conservar su puesto de trabajo y no ser atracada. Pero todos estos pensamientos quedaban ocultas tras uno más poderoso, tus ojos no se figaban en sus ojos negros o su exuberante escote se centraban en su cuello, sus venas latían con fuerza, y una voz susurraba en tu cabeza. Solo un sorbo más, solo un poco mas de sangres.
Pero ese no era el momento, dejaste a Ana con la promesa que la llamarías otra vez, tanto tu como ella sabíais que esa llamada nuca se produciría.
Diciembre pasa con lentitud. A la espera de cumplir con el protocolo, que todos sepan que es un vampiro legal en la ciudad y por su parte no verlos nunca más. ¿Habrá alguno de ellos que no tenga polillas en los calzoncillos? ¿Alguno de ellos llevara calzoncillos de menos de un siglo?
tanto tu como ella sabíais que esa llamada nuca se produciría.
Hombreno sere yo quien se oponga a tener una donante de sangre a domicilio XD