Partida Rol por web

Olivia llamó diciéndote que quería hablar contigo.

Saliste en tu auto e ibas de camino a Starling, cuando te encontraste con un camino cerrado por un accidente.
 

Athanasia se detuvo a un costado y cogió con rabia el volante. Semejante viaje hasta Starling y ahora este retraso. Suspiró profundo para controlar sus emociones, tal como le habían enseñado sus entrenadores de la Liga. O mejor sería decir, habían intentado enseñarle sin demasiado éxito. Inmediatamente se arrepintió de su actitud. Como solía hacer, se preguntó qué haría su padre en esas circunstancias y decidió que no se preocuparía por su retraso, sino que se interesaría por ayudar a las personas que estuvieran involucradas en el accidente. Se reprochó su falta de empatía. Todavía le quedaba un largo camino para convertirse en una digna hija del Murciélago.

Se bajó del auto y, mientras le enviaba un mensaje a Olivia, avisándole del retraso, se acercó para ver en qué podía ayudar.  

Te acercas al acciedente cuando un grupo de asesinos de la Liga te rodean...  Otra vez tu madre?

Athanasia tensó los músculos, preparándose para la acción. Miró desafiante a su alrededor.

“Hubiese sido más prudente matarme a distancia, caballeros, pero admiro que tengáis los cojones de hacerlo de cerca. ¿A quién debo la gentileza? ¿A mi madre? ¿A mi abuelo?”

Si tenía que caer, lo haría peleando como la nieta del Demonio y la hija del Murciélago.

Nadie hizo movimiento algino, ni dio respuesta.

Hola hija.  Dijo tu madre. Necesitas venir conmigo.

Sus asesinos se pusieron en guardia y las rodearon a ambas.

Athanasia se relajó y suspiró más aliviada.

Todavía llevaba en la mano el teléfono y lo alzó, para mostrárselo a su madre.

“¿No podrías haber usado uno de estos? Te regalaré uno para tu cumpleaños. Yo nunca recibí nada para los míos, pero desde que vivo sola aprendí que esa es la clase de cosas que hacen las familias.”

Metió el teléfono en un bolsillo de su chaqueta de cuero.

 “Las normales, por supuesto. La mía envía a un grupo de asesinos a buscarte en vez de escribirte un WhatsApp.”

Volvió a echar una mirada a los asesinos que las rodeaban.

“¿Qué es lo que ocurre aquí, madre? Tengo que ver a una amiga, por algo que puede ser una emergencia. De lo que sea que se trate esto tendrá que esperar.”

Tu madre hizo una seña para que todos bajasen sus armas.  Y sus seguidores lo hicieron.

Athanasia, hace media hora  la Liga interceptó a un agente de una organización conocida como Spyral.  Estaba en medio de un operativo para eliminar a una serie de blancos, al parecer, de alto perfil.  Pero la realidad es que los golpes simultáneo solamente incluyen a dos blancos de alto perfil y media docena más de desconocidos.  Intentamos detenerlo, pero el golpe se dará en menos de 1 minuto... No estamos a tiempo.  Tu padre, Oliver Queen, Ted Grant, Reneé Montoya y Kate Kane, entre otros, van a ser eliminados... Y ya no tenemos tiempo suficiente como para impedirlo.  Intenté contactar a tu padre, pero no logré que atendiese mis llamadas.  Está en un evento de caridad, una pesadilla logística para el mejor equipo de seguridad del mundo... Y no sobrevivirá.

Dijo todo como si estuviese relatando el asesinato de Aristóteles o algún César.  Su tono no demostraba emoción alguna.

No sabemos el alcance de este plan de eliminación de ex-héroes.  Podría terminar con los héroes de más alto perfil, podría terminar con cada uno que haya llevado una máscara, como tú hermano, Richard o Bárbara... O podría seguir incluso hacia las familias.  Necesitamos ir a Mandarle Parbat, reagruparnos y salir del radar por un tiempo.

Athanasia abrió grandes los ojos con sorpresa y se le hizo un nudo en la garganta.

“¿Pero de qué estás hablando?”

Volvió a coger el teléfono y marcó un número, con las manos temblorosas, al tiempo que regresaba a su moto, sin hacer caso de su madre y los asesinos.

Llamaste a Alfred, que atendió casi al instante.

Residencia Wayne, en qué puedo ayudarle?

Dijo con el tono que le habías escuchado un millar de veces.

Los asesinos no se movieron y no te dieron paso.  Podías intentar luchar con ellos y, quizás, reducir a la mitad, quizás incluso a todos... Pero tú madre era otro asunto.  No había posibilidad de que ganaras en una batalla múltiple en la que ella estuviese en tu contra.

Athanasia se detuvo, cuando los asesinos le cortaron el paso. No podría abrirse paso mientras hablaba con Alfred.

“Alfred, soy Anna. Escúchame, debes comunicarte con mi padre. Van a intentar asesinarlo en el evento de caridad. Tienes que avisarle ya. Está en peligro, ¿me oyes?”

Escuchas la tv de fondo y suena el ruido de un disparo.

Oh por dios! Dice el mayordomo Ama Anna, lo estoy viendo en este momento... Bruce está, Bruce está... Muerto. Ha caído.

Los asesinos no Tacan, pero tampoco retroceden

Athanasia... Van a cazarlos.  Dice tu madre tocándote el hombro... Quizás el mayor gesto de cariño y consuelo que has recibido de su parte en toda tu vida.  Si quieres llegar al fondo de esto deberías venir conmigo.  Aún estás a salvó, pero es solo cuestión de tiempo.

A Athanasia se le cortó la respiración y terminó la comunicación.

Le asomaron lágrimas a los ojos y se estremeció, cuando sintió la mano de su madre sobre el hombro. Los asesinos que la habían entrenado, cuando era una niña, la castigaban cada vez que lloraba y se dio cuenta de que su reacción se debía al reflejo condicionado de prevenir un golpe.

Miró a su madre con desconcierto. No recordaba la última vez que la había tocado de esa manera tan cariñosa. Quizás porque era la primera vez que lo hacía. Dudó por un momento. Quizás debía ir con ella…

No…

Apretó los dientes y con gesto de desprecio le apartó la mano del hombro de un manotazo.

“¡¡No me toques!! ¡Pudiste haberlo salvado! ¡No creo que no hayas podido llegar a él, lo dejaste morir! ¡O peor aún, tú lo mataste! ¡Lo mataste para poder llevarnos a Demian y a mí devuelta contigo!!”

Se pasó el dorso de la mano por un ojo, para cercarse las lágrimas.

“Mi familia está aquí y ahora me necesita más que nunca. “

Se acercó a su madre y la miró desafiante, a los ojos.

“Aparta a tus esbirros o yo los apartaré.”

Athanasia.  Respira, eres emocional pero no eres una maldita niñata malcriada.  Dice tu madre levantando las manos al aire en señal de no agresión.  Tenía 30 minutos para atravesar la ciudad de punta a punta.  Un trayecto que dura...

Deja la frase en el aire para que tú la completes.  Sabés que, al menos, le llevaría entre una hora y una hora veinte.

Al ver que no llegaría los rastreé a tí y a tu hermano... Que está en Blüdheaven, por cierto.  Soy lo que sea que creas que soy... Y aún peor.  Pero soy su madre, y su bienestar es mi prioridad, aún si no entiendes mis métodos.

Hizo una seña y los asesinos bajaron su guardia.

Athanasia le clavó una mirada de desprecio a su madre.

“Tienes razón, no soy una niñata. Ya no necesito una madre que me proteja.”

Se dio media vuelta, caminó hasta su moto, se montó en ella y agregó sin mirar a Talia.

“Nunca la tuve de todas maneras.”

Se puso el casco y arrancó a toda velocidad, hacia Blüdheaven.