Merrick House en apariencia es una editorial de libros y revistas especializada en satisfacer la demanda de los aficionados al ocultismo en el mundo. Tiene varias centrales en el planeta, pero su sede original se encuentra en Edimburgo. Fue fundada en los años 60, aunque en realidad sus orígenes son mucho más antiguos, pues antes la Merrick ha tenido otros nombres y otras formas. Su nombre es en honor al difunto Lyonel Merrick, un doctor en parapsicología que llegó a reunir una biblioteca formidable que ahora pertenece a la editorial. Esta impresionante biblioteca esotérica de acceso restringido recibe el nombre de Biblioteca XIII. En ella se conserva el libro Ragnarok y es gestionada por la editorial.

- Además de una editorial, la Merrick es de puertas para adentro una organización que investiga e intenta derrotar (o al menos retrasar) el Ragnarok. Sus integrantes son ante todo investigadores de lo paranormal, por lo que se trata de personas de mente abierta y que conocen la existencia de la Bestia. Sus acciones están coordinadas por un Consejo de Investigación integrado por unos cuantos sabios. El nexo entre este CI y el resto de esferas de la Merrick es el director polaco Klodzinsky, la cara visible de la editorial.

- Existe una división de investigadores de campo en Merrick House llamada Grupo XIII. Los agentes del Grupo XIII van allá donde esté lo paranormal y donde se produzcan manifestaciones del Ragnarok. Sus hombres han sido cuidadosamente seleccionados y están preparados para investigar, documentar y, llegado el caso, combatir tales manifestaciones. Suelen estar organizados en comandos plenamente autónomos, capacitados para actuar por su cuenta de modo que su vinculación con Merrick House no resulte obvia.

EDIMBURGO

Edimburgo forma parte de esa lista de ciudades encantadoras que a veces pasan desapercibidas en favor de las grandes capitales europeas, pero que dejan una huella imborrable en el viajero. Lo más importante que ver en Edimburgo es la Old Town y la New Town.

Son dos ciudades en una que ofrecen un llamativo contraste: la Ciudad Vieja, fundada en la Edad Media, se alza sobre un peñasco volcánico; a sus pies se extiende la Ciudad Nueva, un ambicioso proyecto urbanístico creado entre los siglos XVIII y XIX.

¿QUÉ VER EN EDIMBURGO? DESCUBRE LOS ENIGMAS DE LA OLD TOWN

Nuestro primer día en Edimburgo lo dedicaríamos a sumergirnos en el corazón de la ciudad, la Old Town, y descubrir los entresijos que esconden sus calles, plazas y edificios, cubiertos por una pátina de leyendas e historia.

Edimburgo, al igual que Roma, también es la ciudad de las siete colinas. Tres de ellas, Castle Rock, Arthur´s Seat y Calton Hill, se levantan en el centro de la ciudad ofreciendo espectaculares panorámicas.

Tal vez la más célebre sea Castle Rock, un peñasco de origen volcánico sobre el que se asienta el Castillo de Edimburgo y a cuyos pies desciende suavemente la calle más famosa de Edimburgo: la Royal Mile.

Con sus casi 2 km de longitud, la Royal Mile es el eje que divide la Old Town, en cuyos extremos se encuentran el pasado y el presente de la monarquía de Edimburgo: el viejo Castillo de Edimburgo y el Palacio de Holyroodhouse.

Perpendiculares a la Royal Mile, se abren numerosos callejones llamados closes o wynds. Para que te hagas una idea visual, la distribución es similar a una raspa de pescado.

Otra cosa que llama la atención al pasear por la Old Town es la altura de sus edificios. Sí, edificios de hasta ocho plantas que no encajan muy bien con la imagen que tenemos de una ciudad medieval. Pero esto tiene una explicación, y es que en el siglo XV Edimburgo era una ciudad amurallada y superpoblada, con lo que al no poder crecer en anchura se vio obligada a crecer en altura, dando como resultado una particular Manhattan medieval.

Otro de los problemas a los que se enfrentaba la ciudad en esa época era la falta de saneamientos. Al estar superpoblada las condiciones higiénicas no eran suficientes y se originaron numerosas epidemias como la peste, que diezmaron a la población.

Los deshechos se lanzaban por la ventana dos veces al día al grito de ¡¡gardez-loo!! y ésto, junto al olor que desprendían las incontables chimeneas de la ciudad, hizo que Edimburgo se ganara el apodo de “Auld Reekie”, “la vieja humeante” o “la vieja chimenea”. Como podrás imaginar la vida en aquella época no era muy agradable que digamos…

Puestos en antecedentes comenzamos nuestra visita tomando como punto de partida el puente de North Bridge. Desde allí llegamos a la Royal Mile, cuyo tramo inferior, la Canongate, desemboca en las ruinas de la abadía de Holyrood y el adyacente Palacio de Holyroodhouse.

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Cuenta la leyenda que David I se cayó de su caballo durante una cacería y fue atacado por un ciervo. Para defenderse se agarró de los cuernos y vio que éste sostenía un crucifijo. En agradecimiento, fundó la abadía de Holyrood (Cruz Sagrada) en 1128, y otorgó a los canónigos el derecho de fundar su propio municipio, Canongate.

Actualmente es la residencia oficial de la reina Isabel II en Escocia, aunque también acogió entre sus muros a reyes y reinas escoceses como Jacobo I y María Estuardo. Un palacio que a lo largo de la historia ha sido escenario de intrigas, amores e incluso asesinatos.

Abre todos los días del año excepto en las visitas reales. Abre de 9:30 a 18:00 del 26 de marzo al 31 de octubre, y de 9:30 a 16:30 del 1 de noviembre al 25 de marzo (última entrada una hora antes del cierre)

Precio 12£ (adultos).
Más información aquí.

Este tramo también alberga lugares interesantes como el moderno (y polémico) edificio del Parlamento escocés, el Museo de Historia Popular y la iglesia de Canongate, pero sobre todo esos callejones o closes encantadores, que a veces conducen a una placita escondida y otras a un romántico jardín con vistas, como el caso de Dunbar´s close.

Otro close que bien merece una visita es el White Horse close, que conduce a un curioso patio de vecinos en el que las plantas crecen en los zapatos

LONDRES 

La ciudad que disputa la capitalidad del mundo a Nueva York no deja a nadie indiferente. Ya seas de visitar museos, de recorrer parques, de entrar en catedrales, de subir a rascacielos, de descubrir grafitis o de ponerte ciego de comida, vas a alucinar. Se nos ocurren cientos de motivos para ir y muchas cosas que hacer y que ver en Londres… pero, como tampoco hay que abusar, lo hemos dejado en 60.

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¡Que empiece la fiesta!

60 COSAS QUE HACER Y QUE VER EN LONDRES

1. Buscar la postal clásica del Big Ben –aunque, cuando lo veas en persona no te parecerá tan “big”– y el Palacio de Westminster, el parlamento del Reino Unido. Si te animas, la mejor, para nosotros, la tendrás desde el London Eye, la noria del milenio, uno de nuestros miradores de Londres –aquípuedes reservar tus entradas sin colas–.

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1. Saludar a los beefeaters del Palacio de Buckingham y asistir al cambio de guardia. Atento, que los horarios no siempre son los mismos, echa un vistazo al calendario oficial aquí para comprobarlos.
2. Ya que estás en la puerta, ¿qué tal saludar a la Reina de Inglaterra en su palacio? No será posible –no te lo tomes a mal, tiene muchos compromisos–, pero podrás visitar el palacio de Buckingham. Si viajas a Londres en verano podrás visitar también los Salones de Estado, comprueba aquí la apertura.
3. No siempre el cielo está gris y cubierto en Londres, hay días en los que disfrutar de la puesta de sol. Si tienes la suerte de visitar la ciudad en uno de ésos, acércate al London Bridge para admirar el atardecer.
4. ¿Sabías que se puede sobrevolar la City en helicóptero? Nosotros lo hicimos y fue una auténtica pasada, puedes ver aquí los precios.

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1. Del cielo al subsuelo… No te puedes ir de Londres sin haber oído el “Mind the gap” en el metro más antiguo del mundo. Vaya por delante que es carillo, así que echa un vistazo a nuestros consejos para viajar a Londres primero.
2. Sacarle todo el partido posible a tu London Pass de dos días. Nosotros lo hicimos y te contamos cómo y añadimos algunos trucos para optimizar su uso más todavía.
3. No es el mismo sitio en el que Queen nos regaló su Live at Wembley, pero el nuevo estadio de Wembley, de Norman Foster, también se merece una ojeada –aquí puedes ver tours en español–. Si lo tuyo es el fútbol, tampoco deberías perderte el Emirates Arena del Arsenal, el estadio de Stamford Bridge del Chelsea o, el menos conocido, Craven Cottage del Fulham.
4. Comer unos auténticos fish & chips en Poppies Fish & Chips. Aunque, no sólo de pescado y patatas viven los ingleses, te lo contamos en nuestro artículo sobre dónde comer en Londres.

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1. Aunque no te acerques al nuevo Wembley, visitarás una obra de Norman Foster: el Museo Británico. Vale, como te contamos en nuestro artículo Qué ver en el British Museum en dos horas: las obras maestras, el museo es mucho más antiguo que el arquitecto, pero su cúpula central lleva su sello.
2. Pasar a saludar al famoso inquilino del 221B de Baker Street. No, no es el primer ministro –su casa está en el 10 de Downing Street–, es la casa museo del célebre detective Sherlock Holmes. Muy cerca hay una estatua con la que hacerse una foto y, en la casa de al lado, un pequeño museo de The Beatles.

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1. Más Foster, es la guerra: tendrás que cruzar el puente del Milenio, el Millenium Bridge con la vista de la cúpula de la Catedral de San Pablo al fondo. El último puente construido sobre el río Támesis.
2. Del más nuevo al más conocido –que no el más antiguo, es de finales del siglo XVIII– el Tower Bridge. Además de cruzarlo, puedes visitar el museo de su interior y, si tienes suerte, ver cómo se abre bajo tus pies. Para estar seguro de que pasará o, simplemente, para disfrutar del espectáculo desde la orilla, echa un vistazo a la página de los horarios de apertura del puente aquí. Dicen que trae buena suerte verlo abierto pero… con todo lo que abre, los londinenses deberían ser los más afortunados del mundo.

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1. Además de al Millenium Bridge, tienes que acercarte a las estaciones de tren de St. Pancras y King’s Cross. El puente era destruido por los mortífagos en Harry Potter y el misterio del príncipe, mientras que la fachada de St. Pancras se usó para la estación de tren del Hogwarts Express y en King’s Cross está el famoso andén 9 ¾. Como no podía ser de otra forma, hay tours guiados tras los pasos de Harry Potter –aquí puedes ver los precios y características– y, si el bolsillo lo permite, ¿qué tal un viaje a los decorados de las películas en los estudios de Warner Bross? Echa un vistazo aquíal precio del tour.

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1. Seguimos peliculeros… Aunque son cientos las películas que se han rodado en Londres, nosotros nos decantamos por Notting Hill. ¿Será porque nuestro apartamento estaba en el barrio o elegiríamos nuestro apartamento por estar en el barrio? Si vas en época de carnaval –ojo, que el Notting Hill es ¡en agosto!–, no te puedes perder el desfile.
2. Todo el mundo te dirá que no lo hagas, que los atascos son épicos, que no merece la pena, que mejor el metro… pero, ¿vas a ir a Londres y no vas a montar en uno de sus clásicos autobuses rojos de dos plantas? El plus: sentarte en la primera fila del piso de arriba.
3. Viajar a Venecia sin salir de Londres: paseando junto a los canales de Little Venice. Tampoco vayas a pensar que estarás en la capital de la Serenissima, pero un poco –muy poco– da el pego.

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1. No olvidarte las pastillas del colesterol, porque no te puedes ir de Londres sin tomar un full English breakfast… aunque no comas más hasta la cena –tranquilo, cenan pronto–.
2. Si la ciudad no duerme nunca –ya he dicho que se disputa muchas cosas con Nueva York– tampoco deberías hacerlo tú: date una vuelta por la noche y disfruta de Londres iluminado. Si prefieres hacerlo acompañado para encontrar los mejores rincones, puedes contratar un tour nocturno aquí.

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1. Llevar el London Calling de The Class y buscar la clásica cabina roja para el Instagram Stories. Hay una cerca del Big Ben: la foto perfecta.
2. Saludar a los dinosaurios y a la ballena en el Museo de Historia Natural.
3. Buscar los grafitis en los alrededores de la estación de Waterloo. Una pista: el túnel debajo de las vías es el nirvana de los artistas urbanos. Si no tienes bastante, en los alrededores del mercadillo de Brick Lane encontrarás más y siempre puedes hacerte con un mapa –Google Maps– de los trabajos de Banksy en la ciudad.

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1. Subir a la cúpula de la Catedral de San Pablo, aunque la planta baja y la cripta –donde reposan los restos del almirante Nelson, el duque de Wellington o Sir Winston Churchill– tampoco deberías perdértelas. Y sí, fue aquí donde se casó Lady Di. La entrada se paga, aquí la puedes reservar por adelantado y sin colas.
2. Los templarios también pasaron por la ciudad y dejaron su huella en la Temple Church… que no se entere Dan Brown que se pone a escribir como loco.
3. Tirarte por el tobogán más alto de Europa, en el ArcelorMittal Orbit.
4. Navegar por el Támesis, porque cruzar uno de sus 33 puentes está bien, pero a ras de agua es mejor. Por cierto, si lo haces al atardecer, podrás disfrutar de la puesta de sol –si el día lo permite, claro–, puedes reservar aquí tus pasajes.

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1. Pisar el meridiano cero, el de Greenwich, y descubrir el Cutty Sark original: un velero del siglo XIX.
2. Cruzar el Támesis en teleférico desde la península de Greenwich a los Royal Docks.
3. Comprar o, al menos, curiosear, en los mercadillos de Londres. De ropa, de antigüedades, de comida… para todos los gustos. Los más famosos son Portobello Road, Old Spitalfields Market, Brick Lane o Camden –que no sólo es un mercadillo y por donde hay hasta visitas guiadas, aquípuedes verlas–.

TODAVÍA QUEDAN 30 COSAS MÁS QUE HACER Y VER EN LONDRES

1. Saludar a los leones de Trafalgar Square y mirar con un poco de odio al almirante Nelson. ¿Sabías que la plaza se llama así en honor a la batalla de Trafalgar, Cádiz, que nos ganó la armada inglesa? Por cierto, Trafalgar Square es el kilómetro cero de Londres.

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1. De plaza a plaza y tiro porque me toca: Piccadilly Circus. La plaza de los anuncios y las luces de neón… aunque nosotros nos la encontramos apagada porque estaban cambiando las pantallas.
2. Si no tienes bastante con las luces de Picadilly Circus, no debes dejar pasar la ocasión de visitar God’s Own Junkyard, una especie de museo de letreros de neón donde alucinarás.
3. Buscar la plaza más colorida de Londres: Neal’s Yard. Que nadie diga que todo es gris en la City.

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1. Visitar la Torre de Londres: prisión, ceca, castillo, palacio… y hogar de cuervos mucho antes que Juego de Tronos. Las famosos joyas de la corona se guardan aquí. Puedes comprar tus entradas por adelantado en este enlace. Por cierto, durante todo el día hay visitas guiadas en inglés gratuitas.
2. Buscar y encontrar casi cualquier cosa en los almacenes Harrods o ¿tú no quieres llevar tu comida a la oficina en una bolsa con ositos?

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1. Tomar un afternoon tea como la Queen manda. Olvídate de una tacita y una pasta, hablamos de una merienda-cena en toda regla. Te lo explicamos en nuestro artículo Dónde comer en Londres.
2. Entrar en el bunker en el que se decidía el destino de la Segunda Guerra Mundial: las Churchill War Rooms. Una experiencia que no se olvida, te lo contamos en nuestro artículo Churchill War Rooms, el gabinete de guerra de Winston Churchill en Londres.

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1. Seguir los pasos del asesino más famoso de la historia, ¿quién no ha oído hablar de Jack el destripador y del barrio de Whitechapel? Incluso hay tours guiados en español, aquí puedes ver precios.
2. Cruzar el paso de cebra más famoso del mundo. ¿Que no sabes cuál es? El de Abbey Road, la portada del disco Abbey Road de The Beatles. No hace falta que te descalces como Paul McCartney.
3. Echar un partido de tenis en Wimbledon… o, al menos, visitarlo.
4. Montar en un cab, el típico y espacioso taxi negro de Londres –eso sí, un trayecto corto porque son muy caros–.

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1. Pasear por Convent Garden y comerse una pie en su mercado.
2. Perderse por Hyde Park hasta encontrar la Speaker’s Corner, donde cada uno puede contar lo que quiera. ¿Sabías que hay Speaker’s Corners en otros parques de Londres?
3. Subir a lo alto del Walkie Talkie para admirar una panorámica fantástica de la City. Hablamos del Sky Garden y es gratis, como te contamos en nuestro artículo Las mejores vistas panorámicas de Londres.

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1. Visitar la abadía de Westminster y presentar tus respetos a los reyes de Inglaterra, a Isaac Newton, a Charles Darwin, a Stephen Hawking, a Charles Dickens… Y sí, aquí se casó Kate Middleton con el príncipe Guillermo. Puedes comprar tu entrada por adelantado en este enlace.
2. Ir a ver una obra de teatro de Shakespeare en la réplica de su teatro: The Globe.
3. Descubrir las huellas del Blitz alemán durante la Segunda Guerra Mundial en las ruinas de la iglesia de St Dunstan-in-the-East, convertida en un parque público. Una especie de Angkor Wat en pleno Londres, con los árboles creciendo en las paredes…
4. Subir al edificio más alto de Europa –dejando Rusia fuera–: The Shard. Aquí puedes comprar tu entrada… que es carilla si no tienes la London Pass.

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1. Asomarse al Nomadic Community Garden y disfrutar de su arte contemporáneo, sus jardines, sus grafitis y su ambiente.
2. Asistir a la representación de un musical en el West End, no sabrás cuál elegir.
3. Aprovechar alguno de los free tours para conocer más de la ciudad. Aquí puedes ver uno por el Londres antiguo y aquí uno por el Londres imprescindible. Si también quieres visitar los lugares más turísticos de Londres, aquí puedes ver los precios de un tour completo con entradas.
4. Atravesar la puerta de China Town y darse una vuelta por la calle –sí, no hay mucha “town” china más allá de la calle principal–.
5. Comerse un sándwich del Tesco en uno de los muchos parques de la ciudad.

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1. Admirar el arte de la Tate Modern y la vista de la ciudad desde su terraza. Otra cosa no, pero miradores no le faltan a Londres.
2. Escuchar un concierto, ver una obra de teatro, disfrutar de un espectáculo del Circo del Sol o simplemente ver la fachada del Royal Albert Hall.
3. Recorrer alguno de los barrios de moda de Londres: Peckham, Shoreditch, Hackney, Maryleboneo Southbank –por éste incluso hay un tour guiado, aquí tienes la información–.

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1. Buscar otra espiritualidad en el templo hindú de Londres.
2. Visitar el jardín botánico más antiguo de Londres, el Chelsea Physic Garden.
3. Practicar tu inglés con un auténtico londinense, aunque te será complicado encontrar uno de pura cepa.
4. Volver para ver y hacer otras 60 nuevas cosas más.

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¿A qué esperas para viajar a Londres y empezar a tachar cosas de la lista? ¿No sientes London Calling?

LA VERDADERA HISTORIA DE LA RESIDENCIA JOHN MATHEWS. - EL HOSPITAL Bethlem Royal 

Su misión parecía honorable. El Hospital Real de Bethlem fue fundado para atender a la población, cada vez más creciente, de personas con enfermedades mentales del Londres de 1247. Los monjes de la Orden de la Estrella de Bethlem decidieron asumir la tarea de rescatar de la calle a aquellos que habían perdido la razón, cobijándolos en este asilo, el primer centro de salud psiquiátrica conocido en Europa. Pero el Bethlem estaba llamado a convertirse en el lugar más espantoso del mundo. Torturas, experimentos, robos a los internos… incluso llegó a convertirse en un circo al que los ingleses acudían a pasar una jornada lúdica, divertida, riendo a carcajadas mientras observaban cómo los enfermos, desnutridos y sucios, hacían cualquier cosa por ganarse una moneda.

Pero no sólo eso.

Esta es la oscura e inquietante historia del Bethlem Royal Hospital.

 

 

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En el siglo XIII, poco o nada se sabía de la salud mental. Los enfermos psiquiátricos eran tratados como poseídos o endemoniados, y la sociedad creía que su dolencia era un castigo, divino o demoníaco, por sus pecados. Por ello, todos los pacientes, independientemente de su cuadro, recibían el mismo tratamiento motivado por el desconocimiento y el miedo. Encadenados, encerrados o esposados, los internos sufrían constantes palizas y castigos diarios durante los primeros años del Bethlem Hospital, pronto rebautizado popularmente con el nombre de Bedlam, ‘casa de locos’ en inglés.

El centro cambió de manos, por primera vez, en 1370, cuando el rey Eduardo III sustituyó a los monjes del priorato por otros guardianes con algo en común con sus antecesores: ninguna experiencia para tratar con los enfermos. Por ello, los sacerdotes se fueron pero las palizas continuaron siendo el día a día de decenas de internos.

 

 

La sociedad londinense comenzó a conocer la realidad del Bethlem Hospital en 1598, cuando el ayuntamiento de la City encargó un estudio sobre su funcionamiento. ¿Las conclusiones? Un lugar no apto para ser habitado por seres humanos, sucio y repugnantemente mantenido.Aunque eso no significó ningún cambio. El rey Jaime Inombró a un nuevo gestor, Helkiah Crooke, que únicamente se preocupó por robar todas las donaciones que el hospital había recibido y a obligar a los enfermos a pagar por la comida con un lógico resultado: el que no podía pagar, moría de hambre.

Una nueva inspección llegaría de la firma del rey Carlos I en 1631. Un aparente soplo de humanidad, puesto que de ella se derivó la contratación de un cirujano, un médico y un boticario, los primeros facultativos que pisaban el centro desde su inauguración. Se decidió incluso trasladar las instalaciones a otro lugar, un nuevo palacio aparentemente más salubre y adecuado. Aunque, ¿fueron esos los motivos? Parece que no:más tarde, el nuevo centro abrió las puertas al público como atracción turística.

Exacto, igual que un zoo.

Las atenciones médicas seguían brillando por su ausencia y, aunque el edificio fuera nuevo, la suciedad y el abandono pronto se instalaron en sus nuevos pabellones, ahora también visitados por londinenses que gustaban de ‘observar’ a los enfermos en su ‘hábitat’, arrojándoles monedas a cambio de bailes o canciones. Incluso se permitía que, si los enfermos no habían dado un espectáculo ‘divertido’, se les pudiera azuzar con varas de madera o se les diera alcohol tratando así de que siguieran ‘actuando’ para deleite del resto. El centro llegó a recibir 96.000 visitas en 1814.

 

 

Y el tiempo pasaba. En 1795, rozando ya el siglo XIX, John Haslam fue nombrado nuevo director del psiquiátrico. ¿El fin del horror? En absoluto. De hecho, bajo su dirección se escribió uno de los capítulos más negros de la historia del Bethlem. El psiquiatra ‘recetaba’ mano dura para doblegar a los internos, sometiéndoles a constantes palizas y probando con ellos la terapia de rotación, que consiste en suspender al enfermo en un columpio y darle vueltas durante horas, buscando provocarles el vómito con intención de ‘purgarles’. Además, durante esos años, los cadáveres de los pacientes fueron utilizados para disecciones y experimentos de todo tipo. 4.000 de esos esqueletos fueron encontrados recientemente en una excavación.

Tras la destitución de Haslam, derivada de otro informe de control, el hospital cambió de nuevo su sede. Pero esta vez tampoco supondría un cambio real para los enfermos. El nuevo edificio, inaugurado en 1815, mantuvo las abominables terapias, siguió sin atender correctamente a los pacientes y, para más datos, no sólo es que no tuviera calefacción, sino que tampoco tenía ventanas.

 

El fin de la cruel y desconcertante historia del Bethlem llegó de la mano del médico William Hood en 1852. El doctor, por fin, asumió y puso en marcha un programa de atención mental que sí buscaba ayudar y sanar a los pacientes. El hospital vivió una nueva mudanza en 1926 y comenzó, por fin, un capítulo de luces en su leyenda. Hoy, el Bethlem Royal Hospital continúa dedicándose a la atención psiquiátrica y es, de hecho, uno de los centros punteros en investigación del mundo. Un museo recuerda los horrores de tiempos pasados, y en sus archivos todavía se guardan legajos con historias que, aunque parezcan sacadas de ciencia ficción, fueron tan reales que consiguen revolver los estómagos de todos los que asoman a sus páginas.