Partida Rol por web

- Negligencia... entiendo - dice mientras escucha el relato y mientras sostiene un bolígrafo al que no para de apretar el botón para sacar la punta - Ajá... un punzón dice ... - anota algo en una libreta muy vieja y usada para continuar con el tic del boli - si pobre chica... ha debido ser horrible.

Inspira profundamente y mira a Rosemary, como si fuese a decir algo que finalmente se calla. Luego se gira hacia la señorita Dingwall y la estudia.

- Entiendo... aunque el celador, el señor... - mira unas hojas atrás en su libreta - Conrad Walters... pesaba más de 250 libras. Es un poco raro que alguien como el detective Gallagher pudiese... sobre todo cuando estaba desnutrido y sedado.

- Adrenalina... ya.

De repente suena su teléfono móvil. Se queda quieto mirándoos hasta que finalmente saca el teléfono Nokia y se levanta de la mesa para contestar. Se aleja hasta una ventana, donde apenas podéis escuchar lo que dice, o eso cree él.

- Si... si... estoy ahora mismo con ellas   - dice lanzando una mirada -   me importa una mierda quién...  el reglamento  dictamina que deben ser llevados a declarar a comisaría  - pausa de varios minutos donde el teniente solo escucha a su interlocutor

Siento que el párpado inferior de mi ojo izquierdo empieza a temblar con cada pulsación al boli que hace el policía este. Se supone que somos víctimas traumatizadas ("se supone"), debería tratarnos con un poquito más de consideración. ¿Dónde está la unidad psicológica? ¿No debería haber algo de acompañamiento emocional para poder pasar por este trance sin que colapsemos en un ataque de pánico?

Qué puto asco me da la policía, joder.

 Ajá... un punzón dice ... 

-No, no he dicho un punzón -recalco. Que he visto mucho Ley y Orden y en las contradicciones es donde se pilla a la gente-. He dicho un "pincho", algo punzante no identificado. De todos modos, no estoy segura de que lo tuviera. Es una suposición, después de haber visto las heridas de la enfermera.

Le doy otra calada al cigarrillo, entrecerrando los ojos. Creo que me voy a beber entera la botella de vodka que me he traído para el camino, y me voy a meter en la cama directamente. Perdida en mis maravillosos planes para la noche, me sobresalto al escuchar el móvil del poli, y le sigo con la mirada mientras se marcha de la habitación. Por supuesto, me inclino hacia adelante para poner el oído a la conversación que esté teniendo al otro lado. A lo mejor es alguien avisándole de que han pillado a Gallagher.

 Si... si... estoy ahora mismo con ellas   me importa una mierda quién...  el reglamento  dictamina que deben ser llevados a declarar a comisaría

Enarco una ceja.

-Están intercediendo por nosotras -deduzco, sorprendida. Les dirijo una mirada de incredulidad a mis desafortunadas compañeras-. ¿Estáis saliendo con el príncipe William o algo así? 

Mis ojos se mueven de la boca del inspector hacia el cuaderno y viceversa, siempre es interesante saber cuales de nuestras palabras son las que le han llamado la atención. Desearía estar nerviosa, pero diría que después de lo que he visto ya nada podrá volver a hacer que pierda lo nervios, también es cierto que Gerald no está haciendo mucho por hacer que perdamos la compostura y es de agradecer. Al final en cierta forma también somos víctimas por muy culpables que seamos de los sucedido.

Cuando responde de la forma más evidente, haciendo alusión al tamaño del celador, alzo una ceja y apoyo ambas manos sobre la mesa, entrelazándolas entre ellas.

—Y no será la primera vez que vea algo así lamentablemente —respondo a sus palabras—. Hay muchas razones que se deberían valorar; desde un mal golpe hasta como dice: «una subida de adrenalina», pero también debemos suponer que el teniente Gallagher había recibido cierto entrenamiento que seguramente le había preparado para situaciones en las que estuviera en desventaja. Si combinamos todos los factores podemos encontrarnos con momentos tan inverosímiles como el que comenta. Un hombre desnutrido y otro de 250 libras. Realmente es una pena, si hubiera podido sujetarlo no estaríamos ni siquiera manteniendo esta conversación.

Enseguida suena el teléfono móvil, interrumpiendo nuestra declaración y dándonos un respiro inmerecido. Supongo que con un caso así ya habíamos estado demasiado tiempo sin recibir ninguna interrupción. Observo como se dirige hacia la ventana para segundos después volverme hacia mis compañeras.

—Me temo que no es mi caso —contesto con seriedad—. Demasiado joven.

Douglas seguía en shock, congelado en aquel pasillo hecho un ovillo, justo donde Rosemary le había dejado, cuando finalmente llego la policía y lo saco de allí. Todo lo que había visto y oído esa maldita noche seguía en su cabeza sin poder procesarse, después de que le atendieran y le llevaran a la recepción, las cosas parecieron volver a la normalidad, todo lo normal que podía llegar a ser una situación como aquella.

Cuando el inspector Gerald Ross empezó a interrogarles Douglas levanto la mirada del suelo para mirarle a los ojos durante unas milésimas de segundo mostrando todo el horror y miedo que había pasado en esa mirada, antes de volver a clavarlos al suelo, haciendo un gran esfuerzo por no pensar en esa voz, esa horrible voz. Y aunque hubiese podido articular dos palabras seguidas sin balbucear como un idiota.¿Que habría podido decir, que las pesadillas existían, que había un monstruo suelto?,
Porque la verdad, por mucho que no quisiera procesarla era que ese horror existía.

Poco a poco Lorna se iba recobrando las fuerzas, pero aún no tenía las suficientes como para intentar nada. Trató de mirar el móvil del inspector, pero apenas distinguió algo en aquella pantalla verdosa llena de enormes píxeles negros. No obstante, parecía que estaban recibiendo ayuda externa, o al menos eso parecía. 

Rosemary: ¿Estáis saliendo con el príncipe William o algo así? 

-Yo soy republicana -se limitó a decir, encogiéndose de hombros.

 Sólo se le ocurría una persona que les pudiese estar echando una mano en aquel momento.

-Será el señor Klo... osea, ya sabéis, el jefe, ¿no? -les murmuró.

El agente suspira y cuelga el teléfono Nokia, un aparato pesado que pocas personas pueden permitirse. Os mira cruzándose de brazos y se acerca rumiando algo.

- Tengo que repasar muchas cosas, grabaciones de las cámaras y tengo que interrogar a todo el mundo que ha estado en contacto el comisario Gallagher. Tengo entendido que el celador anterior a Walters también tuvo problemas con él y pidió la baja por estrés. 

Saca su cartera y de ella una tarjeta. - Ya hemos emitido una orden de búsqueda y captura contra Gallagher, bloquearemos todos los accesos a Londres aunque con este frío y en el bosque, lo normal es que aparezca tarde o temprano con hipotermia.

Pueden marcharse, pero tomen mi tarjeta. Quiero saber en qué hotel se alojarán y quiero que estén localizables por mis hombres en cualquier momento. Si veo cualquier cosa sospechosa los detendré.

Vamos a encargarnos de ese Gallagher antes de nochebuena.

Asiento a las explicaciones del inspector y tomo su tarjeta, echándole un ojo antes de dejarla sobre la mesa. Guardo silencio durante un pequeño instante antes de volver a mirar al policía.

—¿Nos recomienda algún hotel? —pregunto, alzando una ceja y arrugando ligeramente la frente—. Espero que logren encontrarlo antes de nochebuena, por la seguridad de todos.

Después, cuando Gerald nos deja algo de espacio para hablar entre nosotros. Apoyo mi espalda en el asiento y me doy un respiro que no tardo demasiado en romper. 

—¿Estáis todos bien, físicamente? —pregunto, aclarando el punto en el que puedo aportar algo—. Deberíamos salir de aquí, algunas de mis cosas quedaron en la habitación de Gallagher así que ya puedo darlas por perdidas. De todas formas creo que no serán demasiado útiles en el futuro, necesitamos averiguar que clase de dolencia ha podido causar ese comportamiento agresivo y darle esa fuerza, más allá de lo que todos podríamos llegar a deducir de las historias que han publicado algunos escritores.

»Por supuesto, primero necesitamos descansar, aunque sea solo un poco —añado finalmente.

 Tengo entendido que el celador anterior a Walters también tuvo problemas con él y pidió la baja por estrés. 

Mentalmente, añado a esta persona en mi propia lista de testigos, inmediatamente después de la señora Gallagher.

Ya hemos emitido una orden de búsqueda y captura contra Gallagher, bloquearemos todos los accesos a Londres aunque con este frío y en el bosque, lo normal es que aparezca tarde o temprano con hipotermia.

O sea, que no le han pillado. Dudo mucho que consigan hacerlo ahora. 
Joder, no me puedo creer que tengamos dos escocesas en el grupo, y ningún puñetero irlandés con un rosario católico como la copa de un pino, que es lo que nos hace falta ahora. Bueno, tampoco le diría que no a un whiskey, pero no creo que me sirva de mucho contra Gallagher.

Vamos a encargarnos de ese Gallagher antes de nochebuena.

-Buena suerte...

En cuanto nos deja a solas, entierro mi cara entre las manos, sintiendo que se acrecienta mi dolor de cabeza.

 Ivainne: ¿Estáis todos bien, físicamente?

-"Estoy a mil jodidas millas de estar bien" -parafraseo a Tarantino, con la voz amortiguada por mis dedos.

Ivainne: Necesitamos averiguar que clase de dolencia ha podido causar ese comportamiento agresivo y darle esa fuerza

-Vamp... -comienzo a decir, antes de que me interrumpa para aclarar.

Ivainne: más allá de lo que todos podríamos llegar a deducir de las historias que han publicado algunos escritores.

-Ah -desentierro la cara de entre mis manos, cansada, y reflexiono unos segundos-. Entonces la rabia. Los síntomas se parecen a los de Cujo: Aversión a la luz, agresividad, -carraspeo- superfuerza, colmillos sobrehumanos, control mental...  Perdón, ¿he dicho Cujo? Quería decir El Misterio de Salem's Lot, porque el señor Stephen King tiene más experiencia que nosotros, y eso no es una puta enfermedad, ¡es un puto vampiro! 

Me toqueteo la herida de la cabeza.

-Aunque las dos las causan las mordeduras de murciélago...

Bueno, ya está bien de dejarse llevar por el pánico. Ese momento ya pasó, y ahora toca ponerse en marcha. Me pongo en pie de un salto -que maldigo de inmediato, ya que parece que me vaya a explotar la cabeza-, y palpo el bolsillo de mi cazadora, buscando las llaves del coche.

-En marcha, señoritas. Tenemos dos carretes por revelar, y una pista de audio larguísima en mi grabadora que hay que escuchar. 

Me detengo en el umbral de la puerta.

-Ah, y... Ivainne... -carraspeo de nuevo, sintiendo la boca seca-, ¿podrías no contarle nada de esto a Brian?

 Lorna suspiró disimuladamente mientras oía al agente decir que Gallagher estaba en búsqueda y captura. Iba a morir más gente, pero si decían que era un monstruo, no sólo seguiría matando a más gente, sino que a ellas las encerrarían en un manicomio. 

Yvainne: ¿Estáis todos bien, físicamente?

 -La verdad es que estoy hecha una mierda -dijo frotándose el cuello, que le dolía bastante.

Cuando tuvieron un momento a solas, Yvainne y Rosemary comenzaron a debatir sobre lo que era Gallagher. Al principio Lorna se mostraba algo distante a lo que estaban comentando, pero sólo estaba asimilando algo que tenía muy claro en su cabeza.

-Estoy con Rosemary; es un vampiro. Le he mirado a los ojos directamente y eso no es ni la rabia, ni un subidón de adrenalina, ni un hombre lobo. Es un vampiro de mierda -la voz sonaba algo temblorosa aún-. Luego os contaré una cosa, pero antes necesito descansar. 

Rosemary: En marcha, señoritas. Tenemos dos carretes por revelar, y una pista de audio larguísima en mi grabadora que hay que escuchar. 

-Vale, pero con tranquilidad, que... joder -dijo resoplando. 

Se levantó y aún le temblaban las piernas.

Qué bien, un nuevo trauma.

Estáis en estado de shock y cansados, si nadie quiere hacer nada más doy por hecho que os subís al coche y camino a Londres en cualquier lugar os detenéis a pernoctar.