Partida Rol por web

Sales de la casa con el sonido del cuerpo de Eduardo cayendo al suelo aun en tus oidos y decides encaminarte a la catedral de Toledo pues, pese a las horas, quiza sea buen lugar para pensar e incluso las indicaciones de Eduardo puedan serte de utilidad...

Al llegar a sus imponentes puertas te percatas de que, aun pese faltar un par de horas para el amanecer, varios feligreses ya se congrergan a sus puertas expectantes, sin duda, el espectaculo que en un par de dias congregara a todo Toledo a la quema de los impuros de sangre y los herejes acusados por la Santa Orden para limpiar la ciudad amurallada.

Con paso indecisio te acercas a las puertas de la misma entre el pequeño grupo de congregados. Las puertas de la catedral ya se encuetran abiertas y en la entrada los nombres de los herejes y sus familias adornan el pergamino que cuelga (entre ellos el tuyo).

- Espero que estos solo sepan mi nombre. ¡Pardiez! Que difícil es todo.

Hernán da unos pasos temerosos hacia dentro del templo. La indecisión le recorre las entrañas, puede que esta vez sea la última pero puede también que esto le de el tiempo suficiente para evitar la quema.

El joven se cubre la cara con la capa y camina lento adentro de la iglesia, esperando cruzarse con un prior. Una vez esto sucede habla con él, después de una sonora tos:

- Padre, ¿habría cobijo en la casa del señor para un enfermo?

El "padre" te mira como extrañado ante tu pregunta.

- Por supuesto hijo. Descansad hasta que el alba congrege a los feligreses para la oracion.

Sin hacerte mas caso se mueve hacia el exterior para hablar con los alli congregados como conciliadora voz del Señor en la tierra.

Tomas asiento en uno de los bancos de penitencia de la grandiosa catedral y percibes que pese a las horas hay bastante gente en su interior que, como tu, se cobija del frio de la calle y agachas la mirada con tan rara fortuna que te parece distinguir un pequeño destello debajo de uno de los bancos que llama tu atencion.

- No es oro todo lo que reluce y, bien me ha recordado la vida, que no es iglesia todo lo que aparenta ni monje todo el que lleva sotana. Andate con ojo Hernán-

La mirada del joven se alterna entre su alrededor y ese destello que ha visto bajo el banco. Todos son sospechosos para Hernán, desde el monje que le ha dado la venia para su estancia en la catedral hasta el feligrés aparentemente inocente que pasa a rezar a su Dios.

Apenas al primer momento que nadie le mira, Hernán fija su mirada en ese destello:

- ¿Será un objeto caído o quizá es que este feligrés que tengo delante no es lo que dice ser y se le ve la de Toledo bajo las ropas?

Te agachas con discreccion a recoger el objeto al comprobar que no se trata de ningun hierro que porten los congregados y te sorprendes al ver de que se trata. Es un sello o anillo con un grabado familiar que parece haber sido perdido alli aunque no reconoces ahora mismo la misma... eso si, crees que te es muy familiar pero no logras acordarte de a quien podria pertenecer.

De repente un carraspeo te alerta y el padre te mira desde un lateral como si se preguntase que hacias alli agachado, luego frunce el ceño y continua sus pasos hasta un confesionario cercano para encerrarse en el.

La primera idea de Hernán había sido enseñarle al padre lo que acabada de encontrar pero visto que en este Toledo no es oro lo que reluce prefirió guardárselo para sí no fuera que este padre también le condenara a arder en el infierno por andar cogiendo cosas del suelo.

Hernán se retira de la sala de oración e intenta buscar un lugar apartado para examinar detenidamente el objeto y hacer memoria sobre su poseedor.

TE mueves hasta un lugar mas apartado cuya sombra te cobija con tranquilidad por unos momentos mientras te acurrucas y vuelves a examinar la inscripcion del sello cuando finalmente las palabras iluminan tu cerebro y recuerdas a que familia pertenece... Gutierrez Freisan. Es el medico de mayor prestigio de todo Toledo; un hombre de riqueza y posicion importante que vive en la zona mas rica de la ciudad pero... por que se encuentra su sello en la iglesia? Por que te dijo Eduardo que te refujiaras en ella? quiza el lo dejo alli? con que proposito??

- Todo esto es desconcertante, no se que pensar sobre todo esto y si bien no me conviene meterme en esto quizá esta baratija pueda sacarme de esta caza que cae sobre mí. Pero, ¿qué me está diciendo todo esto?

La cabeza de Hernán daba vueltas. La confusión se hacía presa del joven; cada minuto que pasaba en este santuario del señor se le hacía más angustioso.

- Ese pobre desgraciado de Eduardo habló de un galeno, un importante galeno y hete aquí un anillo perteneciente a uno. Quizá quien se dice muerta no lo está y esto me dice que hay una conjura, pero, ¿para qué?

Sus pulmones exhalaron aire fuertemente. El agobio se hacía presa de él. No podía salir a la calle mostrando ese anillo a diestro y siniestro a todo viandante y mucho menos con precio a su cabeza.

- No tengo muy claro cual puede ser mi próximo paso mas si parece que esta sortija pueda ser la llave de mi vida... o de mi muerte.

El muchacho se dirigió a la zona de oración que las habladurías del pueblo pudieran sacarle de su confusión, quizá algún feligrés sepa algo y esté de chisme en lugar de oración...

Te mueves nuevamente hacia los bancos de la catedral donde oran los feligreses (e incluso duermen) cuando nuevamente uno de los monjes alli se acerca hacia ti.

- Hijo mio, perdonadme, pero el Padre desea veros, seriais tan amable de acompañarme ante el?

Para nada parece una solicitud aunque mirando alrededor no ves nada extraño... un momento, quiza si... hacia los portones de salida de la catedral se dirije y sale un muchacho apresuradamente como si tuviese una urgencia ineludible. Quiza no sea nada...

Por un momento le dieron ganas de correr lo más rápido que sabe, correr hacia el confín de las españas y escapar de todo lo que hasta ahora tomo como bueno.

- Maldita mi suerte, seguro que han mandado al zagal en busca de los cazadores y el padre intentará retenerme pero, ¿que otra cosa puedo hacer ahora? Si este ha de ser mi destino... que así sea.

Miró al monje con cara de resignación y sorpresa:

- ¿A mí? Bien, le acompaño, será un placer.

Hernán siguió al monje despacio, intentando recordar cada una de las esquinas y pasillos que tomaron por si la suerte se alía con él una vez más y tenía una mínima posibilidad de desandar sus pasos. El sello seguía en su bolsillo, quizá esta fuera su llave, pero mucho temía que sería la llave al Infierno.

La puerta a la estancia a la que te conducia el monje no estaba muy lejos pues tan solo tuvisteis que atravesar la estancia de oracion para llegar hasta ella que parecia corresponder a una de las salas privadas del "padre" que oficiaba las misas y demas sacramentos alli.

La puerta se abrio delante tuya y el monje te invito a pasar quedandose tras de ti y tus ojos no supieron como reaccionar ante la vision del interior.

- Bienvenido Hijo mio.

Se encontraba en frente, tras una pequeña mesa casi como la ultima vez que te encontraste frente a el y preparando los utiles de oracion para ser guardados en su lugar correspondiente.

- Como no podia ser de otra forma los designios del Señor te han conducido denuevo ante mi y ante su justicia divina.

La pesadumbre invade el corazón de Hernán:

- Tanto sufrimiento... tanta lucha para al final... esto. No hay duda que Dios existe mas sino cómo iban mis pasos a conducirme de nuevo ante él. Me siento dirigido; controlado por un poder al que no puedo vencer.

Hernán baja la cabeza y no responde ni una sola palabra ante el saludo del padre Ángel. Aprieta con fuerza el anillo que tiene en su bolsillo como si la única posibilidad de salvación residiera en él mas ya sabe que hay más muerte que salvación en la baratija.

- Como no podía ser de otro modo, hemos ido a escondernos en su nido. ¡Necio! Eres un necio, Hernán.

El muchacho queda con la cabeza gacha esperando la condena del padre Ángel.

- Bien, veo que al final lo aceptas... Realmente pensaste que escaparias de nosotros? de la Santa Orden? de Dios?? Fuiste un necio como el resto de tus "amigos" al pensarlo pero al menos tu estas vivo para contarlo, no como esos pobres diablos.

Hace una pausa y se cruza de brazos examinandote.

- Pese a todo tu tambien tendras que pagar por tus actos de herejia y seras purificado este mismo domingo en la plaza mayor de la ciudad para escarnio de los que se atrevan a traicionar a su unico Dios.

La ira contenida revuelve los entresijos de Hernán. Por un momento quiere abalanzarse sobre el padre y darle su ración de herreruza pero, en seguida comprende que eso no le llevaría más que a condenarse... aún más.

Asiente con la cabeza:

- Padre, pagaré por lo que sea mas me gustaría saber cuál es ese acto hereje que he cometido pues debo haberlo olvidado.

Hernán se queda un rato callado y de nuevo toma la palabra:

- Veo que llama mis amigos no se que panda de matarifes, santísima. Ha de saber que vine aquí sólo y sólo estoy ahora mismo ante vuace. No se quienes son mis supuestos amigos de los que habla y, vive Dios que ni quiero saberlo.

- Como osas mentir a un siervo del Señor que todo lo sabe en este mundo y el venidero. Tu y aquel llamdo "El Holandes" y el otro matarife, Gerald, matasteis a un hombre y huisteis para ocultaros como ratas pero, ademas, la familia Dupon es francesa de padres Herejes que constituian un nido de sierpes entre nuestros fieles al igual que aquel conocido como "el Holandes" era un impuro que promulgaba su fe como la peste y se escondia entre las sombras... y de tu familia, los Gonzalbo, tambien parece que son impuros en su sangre y, por lo tanto, deben ser erradicados para que sus almas puedan arrepentirse y salvarse del Infierno.

Se mueve de un lado a otro mientras habla para despues quedar nuevamente mirandote.

- Te parece poco? Sois una plaga en estos dias en que nuestra Fe y la del mundo esta atacada por herejes por doquier. Que os hizo ese hombre? pretendiais robarle o quiza algo peor... ademas Gerald y el Holandes estaban acusados de asesinar a una mujer, la esposa de Don Léjaro Gutierrez Freisán, ilustre galeno de nuestra ciudad.

La crispación de Hernán aumenta por momentos:

- Este cerdo ha llamado herejes a mi familia. Si no fuera porque la guardia esta con vos, padre, créame que ahora mismo estaría a punto de criar malvas.

Intentando controlar sus nervios el joven trata de razonar con el padre:

- Entiendo que no me crea, padre, si le digo que no se nada de las muertes de las que me acusa. Conocí al tal Dupon en una taberna de la ciudad enfadado por la muerte de un amigo suyo, un tal Roberto. Al pillarle en faena y saber más de lo que el consideró oportuno me invitó a que le ayudara a vengar la muerte de su amigo, el tal Roberto. Pronto, el tal Holandés se unió a la fiesta. Nos dijo que buscaba a una manceba que le había hecho de birlo. Nunca confié en ellos, se lo juro, pero quizá por mi joven cabeza que me lleva a meterme en donde no debo, o quizá por temer la muerte a manos del buen guerrero que me pareció Gerald les acompañé.

Miró cara a cara al padre Ángel. La mirada parecía sincera, no esperaba la clemencia del padre, pues sabía que no la habría, mas bien buscaba hacer ver su inoportuna presencia en tan cómico entramado:

- Padre, no espero que me crea, mas vos que sois un hombre santo y tenéis más cerca que yo, si cabe, al Santísimo, sabréis que poco tengo que ver con el asunto que me acusa. Dígame padre, ¿cómo puedo demostrarle mi inocencia?

Sonrie y al momento comprendes que tu ofrecimiento te va a conducir, inexorablemente, a un camino que no debiste coger.