- Casi podría decirse que es hablar por hablar Federico. Tengo mis propias preocupaciones con las mujeres, o más bien debería decir con los hombres que encuentran.- Apuro un nuevo lingotazo de la botella, componiendo un rostro de expresión molesta - Al parecer una de mis queridas amigas ha tenido el mal gusto de tropezarse con un desgraciado y tomarle afecto. No es que me preocupe en demasía Federico, las mujeres vienen y van y mi corazón es libre, pero creo que el tal Hinojosa debiera probar su suerte en otro gallinero mientras yo no haya abandonado, no sé si me entendéis.
Tomo aliento y lo exhalo con lentitud antes de tomar un nuevo trago.- Por suerte para él lo que único por lo que conozco la existencia de su persona es un nombre susurrado en mal momento.
Te mira comprensivo y se mesa la barba con tranquilidad sin dejar de quitar ojo al zascandil de su empleado.
- Hinojosa decis, verdad?... ummm... - parece entonces darse cuenta de algo y su semblante ensombrece un momento para recuperarse fugazmente - si es asi como decis ese desgraciado ya habra cobrado lo suyo y lo de alguno mas pues creo recordar que en la catedral vi su nombre escrito en el auto de Fe. Seguramente sus huesos ya reposen en una celda o quiza peor... dicen que un inquisidor del Santo Oficio ha llegado a Toledo expresamente para el sagrado ajusticiamiento.
Tras lo cual apura su jarra y se limpia con el dorso de la mano.
- Se os han adelantado, siento deciros - sonrie sin malicia y se aparta para alejarse al servir a dos parroquianos de gaznate sediento.
- Si ese Hinojosa acabó con doña Fernanda antes de que lo echaran a pudrirse en una celda el asunto ha ido demasiado rápido. Aún así, ese corchete, Andrés, debería saber en ese caso que del propio Hinojosa se trataba cuando hablara con don Léjaro.- Doy término a lo poco que quede ya de la botella e inspirando lentamente me alejo de la barra. - Muy posiblemente ese gañán haya hecho que mi maestro sea incapaz de caminar bajo la arcada de una puerta, pero intuyo la posibilidad de que no se trate del asesino de Fernanda. Quizás sea interesante hacer una visita al mentidero.
Despidiendome con un gesto de la mano y talante simulando cierto malhumor, me marcho de la taberna. Mis pasos se dirigen a la catedral, con ánimo de averiguar si allí se sabe a quienes ya ha atrapado el Santo Oficio en su desagradable afición a asar gente.
Sales del lugar con tranquilidad cuando ya el sol se encuentra casi completamente oculto por los espesos nubarrones que se alzan en el cielo.
El frio se ha hecho intenso y tus huesos parecen castañetear pero avanzas sin problema por las callejas de la ciudad amurallada hasta la gran catedral toledana...
Es extraño, cuando llegas a sus alrededores hay ya bastante gente reunida a la entrada y un grupo vien nutrido de guardias y corchetes parecen intentar disipar a los curiosos mientras el Padre lo observa desde la escalinata de la edificacion. Parece que algo serio ha ocurrido pues incluso te parece ver sangre entre las piedras de la santa casa.
Ni corto ni perezoso me arrimo a codazos entre el gentío hacia el corchete más cercano, y con voz de alarma me dirijo a él:
- ¡Dios Todopoderoso! ¡Hay sangre en el suelo!¡Señores, soy cirujano! ¿Hay algún herido que precise auxilio médico? Puedo ocuparme de ello si es menester.
Rapidamente se te abre paso en el tumulto mientras los guardias terminan de dispersarlo. En el suelo hay claros signos de sangre que ya han sido limpiados lo mas pulcramente posible pero aun queda bastante que hacer. En el suelo, tapado, hay un cadaver de una anciana que ha muerto, sin duda alguna, por disparos de pistola aunque tambien parece haber rotras marcas de sangre que indicarian que se llevaron de alli a otra u otras personas heridas.
Tras tu ojeada inicial bajo la atenta mirada de los guardias y corchetes escuchas como unos pasos se acercan hasta ti.
- Doctor?
El Reverendo Padre te mira con mirada seria aunque indulgente.
- Como ve no hay nada que pueda hacer por esta fiel pues nuestro Señor ya ha reclamado su presencia entre los suyos.
Su mirada se torna interrogativa, como si demandase una presentacion de tu parte en la extraña conversacion.
- Buenos días padre. Mis andares diarios me trajeron por este camino y vi la muchedumbre y a los corchetes, me acerqué por curiosidad y vi manchas de sangre en el suelo. Pensé por ello que pudo haber riña a las puertas de la iglesia y que quizás pudiera ayudar en algo.- Mirando con compasión a la anciana - Con la búsqueda que está haciendo el Santo Oficio hubiera podido tratarse de alguno de los fugitivos tratando de evadir la divina justicia. Una tragedia que se tratara de la vida de una anciana inocente. - Miro a los ojos al cura - ¿No hay pues nadie que requiera mi asistencia? Si no es así supongo que será mejor dejar que los corchetes terminen sus quehaceres aquí, para proseguir la búsqueda de los fugitivos del Santo Oficio.
Escucha tus palabras con quietud petrea y su voz luego contesta con tono melodico, natural, suave y compasivo en cada silaba como si el Hacedor residiese en cada rincon de las mismas.
- Los fugitivos del Santo Oficio decis, buen hombre? Perdonad, no creo reconoceros; soy el Padre Angel - espera pacientemente mientras te observa con curiosidad - por que hablais de fugitivos de la Orden? - finaliza tras un par de tus palabras.
- Pensé que en su diligencia y buen hacer las autoridades del lugar estarían al tanto, o bien puede ser que yo haya sido víctima de rumores en mi ingenuidad.- Pongo expresión de cierta sorpresa, y prosigo- Atiendo heridas de muy diversa índole padre Ángel. Mi labor es curar. Un joven que atendí en la mañana, vaya usted a saber porque pendencia, me comento que el Santo Oficio estaba buscando a alguien. Puede que estuviera haciéndose el interesante, pero más adelante al pasar por la taberna a recoger vino para desinfectar las curas, vi pasar efectivamente a un miembro de la orden con un par de guardias. No sé más, pero me pareció suficiente para pensar que el mozo no me contaba una triquiñuela.
Durante la conversación presto especial atención a los alrededores de la zona, con la máxima discreción. No me conviene ser indiscreto y además descuidar las escapatorias al mismo tiempo con la Inquisición de cacería, y yo delante de un cura y un grupo de corchetes.
Te observa, sin duda contrariado ante la omision de tu nombre en tan extraña conversacion. A tu alrededor los guardias de la Santa Iglesia ya han dispersado a los presentes y han retirado el cuerpo de la feligresa.
- Umm, ya veo hijo mio... perdonadme pues que os robe un poco mas de vuestro costoso tiempo pero quiza podriais ayudarnos con un asunto que debemos corregir y que, sin duda, esta en vuestras manos. No dudo que os place en sobremanera ayudar a la Iglesia con vuestros conocimientos, no es asi?
Se mueve, acompañandote con su brazo, hasta la entrada a la catedral donde parece que todo ya esta preparado para volver a la normalidad aunque aun te percatas de que hay algunos bancos movidos en la sala de oraciones como si hubiese habido alguna trifulca en el interior de la Santa Casa.
- Acompañadme, por favor...
te indica la pequeña estancia entre abierta que parece corresponder a la sala donde se prepara el parroco para las misas.
- Tengo pacientes que aguardan mi ayuda padre, aunque os ayudaré gratamente, pero no puedo demorarme en demasía. No tengo el renombre de mi mentor, don Léjaro, y no quisiera que se me recordase por darle mala reputación en la diligencia de sus encargos.
Entro junto a él en la catedral, manteniéndome alerta e intentando simular cierto nerviosismo ante la posibilidad de estar metiendome en más problemas de los que pueda manejar.
La pequeña sala se me antoja sospechosa, pero no puedo evitar seguir el juego que yo mismo inicié.
- Don Lejaro decis? - sonrie, parece que triunfal al saber de tu mentor y, por lo tanto, de tu encargado en Toledo - creo que no tendra inconveniente de que os ocupe un poco de vuestro tiempo, es mas, seguro que el dara servicio por vos a aquellos que os esperan con impaciencia para sanar sus heridas...
Pasa tras de ti en la habitacion donde ves algunos pergaminos, un caliz y un plato llano de aspecto lujoso y color dorado donde reposa pan.
- Escuchadme, hijo mio - cierra la puerta tras de si - la verdad es que el Santo Oficio ha encontrado varios herejes pendientes de juicio ante el Altisimo y las mazmorras de Toledo se han quedado pequeñas para los utensilios de confesion para los reos... el caso, querido hermano, es que el Inquisidor me ha pedido, personalmente, que esos reos sean llevados ante el pueblo para leer su veredicto incolumes, tanto en cuerpo como en alma; ya me entendeis. Ahi entrais vos y vuestros servicios dado que desde anoche algunos de ellos ya han tenido la desgracia de sucumbir antes de confesar sus pecados.
Hace una gran pausa y te mira con seriedad.
Miro al padre Ángel a los ojos sosteniendo su seria mirada, mientras valoro la monstruosidad que me pide en mi fuero interno.
- Sí, creo entender bien adonde queréis llegar, padre Ángel. Supongo que no habrá problema en ocuparme de ello, mientras pueda hacer saber a mi maestro que ha de ocuparse de las tareas que me encomendó mientras atiendo las que me encomienda la Iglesia.- Bajando la mirada ligeramente e inclinando la cabeza hacia atrás en gesto de introspección- ¿Pero que puede tener ese hecho que ver con lo acaecido hace unos momentos en la Iglesia? ¿No habrá... no habrá sido alguno de esos desdichados el responsable de la muerte de la anciana?
Te examina como buscando las palabras apropiadas, cual ingenioso juego el que os traeis entre manos.
- Si. Fue una hereje que se atrevio a mancillar la Casa del Señor para atentar contra mi propia integridad... Dios la perdone.
Se mueve hasta la puerta y la abre, girandose nuevamente hacia ti.
- Un muchacho sera enviado a Don Lejaro para notificarle su nueva encomendacion, no os preocupeis por ello; necesitais de algun utensilio mas, quiza, que el pueda traeros?
Sale de la sala y se encamina hacia la salida de la catedral. Parece que en los bancos de oracion ya hay varios feligreses y todo esta volviendo a la normalidad.
- Sere lo mas sincero que pueda con vos; el Santo Oficio esta en Toledo con ordenes muy expresas... la Limpieza de Sangre es esencial en este momento y, ademas, los hechos de ayer han descubierto a la Iglesia un vil nido de sierpes hereticas.
Espera a que andes tras de el para proseguir.
- Quisiera ocuparme tan solo yo del asunto que me encomendáis padre Ángel. Los enseres que requiere mi oficio puede obtenerlos el sirviente, Montero. Decid al muchacho que pregunte por él y de recado de que le sean entregados mi morral y algunos ungüentos de los que puedo entregaros una lista breve.- comenzando a andar despacio en pos de él- Don Léjaro, con mucho más hábil que yo requiere reposo en estos días, de ahí que me ocupe de más casos de los que suele ser habitual. No sería de gran ayuda en estos momentos, aunque su dolencia sea pasajera. Deberá delegar los recados de los que yo no pueda ocuparme en otros doctores de la ciudad. Dispondré una breve nota para él comentándoselo si me lo permitis.
Paso junto a la puerta ante él y mientras sale le expreso mi curiosidad lo más educadamente posible:
- Habláis de los hechos acaecidos ayer con mucha naturalidad padre Ángel, pero os pido que tengáis en cuenta que poco puedo saber de ellos más allá del rumor que os mencioné. Os ayudaré en cuanto esté en mis manos, pero sería de ayuda que me relatárais algo sobre estos hechos. Quizás además de mantener incólume el templo del alma de los herejes que me comentáis, pueda obtener alguna información de ellos que resulte de uso al Santo Oficio.
Se detiene a las puertas de la catedral.
- No pueden relataros mas de lo que os he dicho. Son culpables de los cargos y solo tienen que admitir los hechos para que podamos salvar sus almas y creeme que lo haran pues ferrea es la mano que atenaza a los infieles guiada por nuestra Madre Iglesia.
Mira al exterior y luego denuevo a ti.
- Se hara lo que deics pero ahora partireis al lugar donde se encuentran recluidos los herejes causantes de este mal que carcome Toledo y el Cristianismo.
Escuchas un ruido y casi al momento aparece un pequeño carruaje tirado por un caballo.
- Partireis de inmediato. - Su tono de voz no admite replica ninguna.
Bueno, te dejo la escena abierta por si necesitas rolear algo mas y si no el miercoles cierro escena y te doy px para pasarte a la siguiente.