Partida Rol por web

Nesl se mantuvo callado escuchando con atención pero temeroso de hablar, así que esperó a que su líder tomara la palabra.

- No, no somos sus refuerzos. Ni siquiera sabíamos que había celtas al Oeste, caminábamos hacia allá buscando una tierra donde asentarnos, pero si encontramos esa tierra y hay de los nuestros, los ayudaremos. Ahora lo importante para nosotros es encontrar un hogar para las mujeres y los niños que nos acompañan.

Urk miró a sus compañeros.

- Sois libres de hablar, he hablado como líder, pero me gustaría que habláseis con libertad, mi decisión no está tomada, y necesito saber qué pensáis vosotros también.

Creo que si pretendemos quedarnos en estas tierras y hermanarnos con los nativos debemos ayudarles, pero no podemos demorarnos demasiado, alguien debería avisar a nuestra tribu para que se desplazara al oeste a reunirse con nuestros hermanos celtas, y después marchar a la guerra.

El anciano íbero que había guardado silencio pide la palabra con ungesto de su mano. Habla en lengua celta, para que todos le entiendan.

Mi pueblo no es guerrero, nunca hemos querido entrar en luchas tribales.

Los romanos nos han acosado desde hace muchas lunas. No hemos accedido a sus demandas. Finalmente nos han desterrado de nuestras tierras. Si hemos huído por evitar el conflicto, no vamos a entrar en guerra ahora.

Quiero llevar a mi pueblo a la seguridad, al menos temporal, del oeste.

Seguiré con los celtas que tan amablemente nos han tendido su ayuda, pero entrar en guerra con mujeres y niños será una locura.

Lunder se mantuvo en silencio durante toda la discusion. Estaba en parte de acuerdo con lo que dijo su lider, asi como por el lider de los iberos, pero no estaba conforme con lo que esto aconteceria. Su principal cometido se estaba tiñendo de negro y todo era por culpa de esos romanos y por desgracia parece que estaban consiguiendo su cometido, la batalla precede a la guerra y la guerra retrasa toda inmigracion posible.

No hablo todavia, pues esperaba escuchar todas las voces alli presentes, hasta la de su pequeño ayudante si se atreviera a hacerlo, tan solo echaba, extrañamente a una persona de menos en esta improvisada reunion y ese era quien siempre se oponia a empezar esta andanza.
-Porque mantiene silencio Feron durante tanto tiempo...

El jefe cántabro permaneció un instante callado. El fuego crepitaba en el interior de la tienda. Finalmente hablo despacio y calmadamente.

Se de vuestras necesidades y también de las de mi pueblo.- Miró a Lunder, Urk y Tursk, en este orden mientras retomaba sus palabras.- Puedo enviar a algunos de mis hombres, para que os guíen hacia vuestro destino. A cambio prestadnos a algunos guerreros que sepan de la lucha con los romanos.

Alzó la mano dando una señal al joven de su izquierda que raudo se levantó saliendo de la tienda.

Pediré a Rameru y sus hombres, que os guíe hasta el oeste, a la tierra de los celtas. Pero prestadme a algunos exploradores íberos y guerreros celtas, para lograr nuestro objetivo.

- Pedí a mi gente y a mi pueblo que me siguiese en la búsqueda de una tierra en la que asentarse. No ordenaré a ninguno de mis hombres que se quede a luchar lejos de sus gentes y lejos de unas tierras que puedan considerar suyas. Sin embargo, comentaré entre ellos su petición y todos y cada uno de ellos serán completamente libres de aceptar. No me opondré a sus decisiones. En cuanto a nuestros amigos Íberos, no puedo hablar por ellos, pues simplemente han tomado nuestro camino, pero no soy quien de decirles lo que han de hacer. No pretendo ser descortés con mis aliados, pero me temo que esa es mi decisión: todo guerrero que quiera quedarse es libre de hacerlo, pero yo no puedo ordenárselo a ninguno. Los íberos toman sus propias decisiones.

Nesl se acercó al oído de su señor, sin embargo hablo en una voz clara y potente, aunque con un tono bajo. Señor Urk, yo me quedo a luchar a su lado, pues estoy seguro de que su valiente corazón no es capaz de dejar a nuestros aliados solos, sin embargo quiero pedirle un favor, no cuente a mi hijo como un guerrero, es un joven comerciante nada más, obliguele a ir a las tierras del oeste.

Urk responde a Nesl en un susurro:

- No he decidido aún si me quedaré o seguiré, aunque estoy más decidido a continuar camino, pedí a mi gente que me siguiese buscando un lugar que llamar patria, y esa misión no ha concluido; de todos modos la decisión no es firme todavía. Pero si alguien ha de dar una orden a tu hijo eres tú querido amigo, no yo. Yo no debo decidir por él.

El anciano druida, escucho con atencion las palabras tanto del cantabro como de su joven lider, sonrio al escuchar la respuesta de Urk pero esa sonrisa duro bien poco pues el tambien deseaba hablar.
-Tan solo soy el guia espiritual de mi pueblo. Pero e de decir que la lucha contra los Romanos no nos concierne, me temo. Tan solo nos hemos visto obligados a batallar contra sus aliados por dar ayuda y de alguna forma condenar tambien, las tierras de nuestros nuevos acompañantes los iberos.-Poso tristemente el brazo en el anciano que representaba a todo su pueblo.

-Creo que nosotros no podemos daros la ayuda que mereceis, pues apenas conocemos nueva tierra como esta, nuestra comitiva busca un nuevo asentamiento y creo que en parte es mi culpa y responsabilidad.
Mas siendo sincero, creo que esta dura prueba dara los mejores frutos y dejarla a mitad por peticion de un pueblo "vecino" carece de sentido para nosotros, ahora, en este momento al menos.-Comento sincera y rudamente.

Lunder volvio a callar observando a Urk, hijo de Alkar y al resto de los alli presentes, primero a los suyos, al anciano ibero y a los cantabros.

El joven que enviara Oroño a buscar algo, regresa justo delante de un grandísimo y fuerte cántabro, su cara estaba curtida y una cicatriz cruzaba su ojo izquierdo, pero él no lo había perdido.

Los hombros de un ancho imponente se descubrían en dos poderosas extremidades musculadas. El vientre al descubierto, marcado por los abdominales férreos, sostenía una cincha en la que descansaba un hacha de doble filo con punta en ambos extremos del mango.

Una barba oscura tapaba su boca, dándole un aspecto aún más temible.

Inclina la cabeza ante la presencia de Ororño.

Oroño hace un gesto de aprovación al recien llegado, mientras el joven vuelve a sentarse a su lado.

Rameru, he de encargarte una misión de exclusiva voluntariedad.

Estos hermanos celtas y un pueblo íbero al que protegen y aseguran no son amigos de los infames romanos, necesitan ayuda para llegar a las tierras celtas del oeste.

Si así lo decides, partiras con ellos, junto con tus cinco mejores hombres.

Baja la cabeza a la espera de su contestación, como quien pide un favor muy importante.

El cántabro de más de una vara y media de altura, mira a los extranjeros. Con gesto severo. Recapacita un instante y habla.

Nada me hace más feliz que servir a mi señor. Pero mi pueblo me necesita más en la lucha contra los romanos, el camino a recorrer es duro y lo desconocemos. No creo que hacer de escolta de unos hermanos celtas y unos... traidores íberos, ayuden a nuestro pueblo.

Vuelve a mirar a los celtas.

Ellos pueden venir y reunirse con las tribus celtas del sur del Íber, si es a su pueblo al que buscan.

Calla un instante poniendose de rodilla y con la cabeza agachada, en señal de sumisión.

Lo que oredene mi señor Oroño será obedecido de buen grado, pero esa es mi posición.

Quedate Rameru y departe con los recien llegados, tal vez entiendas... Ellos nos pueden ayudar, pero es de noble corazón ayudar a los que nos ayudan.

- He de decir que estoy de acuerdo con Rameru. No debe distraer guerreros en ayudarnos a nosotros pues sus problemas son tan importantes como los nuestros. Nos las apañaremos como podamos para continuar nuestra peregrinación, como hemos hecho hasta ahora. Y cuando tengamos una patria, podremos quizás ayudaros contra los invasores romanos. Pero vosotros debéis proteger a vuestra gente como yo debo defender a la mía.

Lo que intento, hermano de armas, es precisamente eso, pero ayudándonos mutuamente. Los íberos que os acompañan conocen las tierras a las que nos dirijimos, así como Rameru os indicará mejor el camino que si váis vosotros explorando.

El jefe cántabro mira al druida seriamente.

Vuestro chamán debe saber que no hay victoria sin sacrificio y os propongo una ventaja con la qu no contábais a cambio de otra para mi pueblo. ¿Qué opina del trato?

- Actuais sin duda con honor, noble Oroño y noble Rameru, simplemente el que nos dejarais pasar significaría la mayor ayuda que hemos recibido desde que iniciamos ta arduo peregrinaje. Nosotros acogimos a los íberos bajo nuestra protección, y si alguno de vuestro guerreros nos acompañara, tal sería la ayuda que nos prestareis que no debería quedar sin compensación. Así pues con el permiso de mi jefe, yo mismo volveré cuando encontremos nuestro destino a servir bajo vuestras órdenes y devolveros el enorme favor que nos prestais.

Así habló Xo, de normal callado y taciturno pero ahora impresionado y honrado por esos cántabros.

Oroño inclina la cabeza ante el ofrecimiento de Xo.

Desde lo más hondo de mi corazón, agradezco vuestra lealtad, pero es en estos momentos cuando necesitamos de vuestra ayuda. Esta será bien agardecida, convertiniendoos en los hermanos aliados de los cántabros.

Lunder agito su odre y dio un largo trago mientras escuchaba con sumisa atencion las palabras de todos ellos. Tras una larga pausa volvio a tomar la palabra.
-Toda ayuda sera gratamente devuelta por nuestra tribu de eso no podeis tener ninguna duda. Pero no deseamos implicar a nadie mas en nuestro cometido, creo que tomamos una mala decision al recoger al pueblo de los Iberos, pues parece que les hemos traido muerte y desesperacion, aunque sus opciones parecian bien escasas.-Volvio la mirada un instante al viejo ibero y luego a Urk.

-Vuestro señor de la guerra.-Continuo refiriendose a Rameru.-No desea abandonar su cometido al igual que nosotros no podemos dejar el nuestro, no soy yo quien debe decidir si admitir vuestra ayuda o no, pero lo que si se es que ahora no podemos daros ayuda, no hasta encontrar nueva tierra.-Concluyo por el momento mirando a los Cantabros presentes.