Subes corriendo las escaleras que llevan a la tercera planta de la torre. Aquí la distribución es distinta de la acostumbrada. El distribuidor es bastante más pequeño y tan solo hay dos puertas, una a cada lado. Las escaleras siguen subiendo. Toda la planta está llena de humo lo que te irrita la garganta y te obliga a toser. El humo procede de la puerta de tu izquierda; que correspondería con la habitación que está justo encima de la cocina. El resplandor percibible desde el distribuidor y el crepitar de las llamas evidencia que efectivamente, el fuego se ha contagiado a esta habitación y continúa extendiéndose inexorablemente.
Si la biblioteca era la sala de la izquierda poco podría importar, pues las llamas ya la consumían. Pero era poco probable o habría que colgar a algún arquitecto por ubicarla encima de las cocinas...
Batracius no iba a abrir esa puerta, había leído que si abrías una habitación en llamas podía producirse una explosión, y sobrevivir a una ya contaba para el Bingo del infierno.
En su lugar probó a abrir la puerta a su derecha, con la esperanza de encontrar al fin la biblioteca.
Para decepción de nuestro batracio favorito, la puerta de la derecha no correspondía a la biblioteca. En su lugar se encontró una habitación con una mesa central de tamaño considerable y varias mesas auxiliares y estanterías siguiendo la pared. En la mesa central había diferentes utensilios como probetas, mecheros de alcohol, cucharas de diferentes tamaño, medidores, un alambique, una pipa de agua y otras cosas que ni sabía que eran. La mayoría hechas de metal y cristal. En las estanterías y sobre las mesas auxiliares podía ver todo tipo de ¿productos? Supo distinguir los ojos de rana-¡glups!-, alas de murciélago, dedos de troll, mandrágora, belladona, setas rojas con pintitas blancas, escarabajos gigantes...pero había otras cosas que no había visto en la vida; hierbas de todo tipo, preparados pastosos, botellitas con líquidos y gases de diferentes colores...
Sin duda se trataba del misterioso laboratorio del mago Rudesindus. Y pensándolo bien, era una suerte que no estuviese encima de las cocinas. Quién sabe lo que podría pasar si el fuego llegase allí.
Maldita sea... ojalá hubiera memorizado mejor aquellos manuales clásicos de Alquimia. En fin no tengo nada que hacer aquí...
Batracius volvió por donde había venido, cerrando bien la puerta, y se lanzó escaleras arriba. Esta maldita torre no podía tener muchos pisos más.
Off: Soy químico y se me ocurre alguna cosilla con el lab, pero el fuego está tan extendido que no serviría de nada. Además, Batracius ya es bastante listillo, no le voy a añadir otra carrera universitaria :P
Batracius subió apresuradamente la escalera que llevaba hasta la planta superior.
Cualquier idea, mientras sea factible, será bienvenida. De todos modos, ojo que la ciencia y la magia se llevan mal. XD
Seguimos en la Cuarta Planta.