Partida Rol por web

La deflagración fue tal que los lutines salieron disperdigados, arrastrados y zarandeados hacia distintos rincones de la habitación.

A pesar de la pasión existente entre ambos amantes, el abrazo de Batracius y Bonnie no pudo resistir el envite. Batracius fue zarandeado cual muñeco de trapo a pesar de lo cual consiguió recuperarse sin mayores consecuencias, pero Bonnie por su parte, tuvo peor suerte, llevándose un fuerte golpe en la cocorota.

Tampoco el minúsculo Algorímedes salió bien parado. La onda expansiva lo lanzó contra la pared de tal forma que quedó estampado contra la misma y luego cayó al suelo.

Bill el Barril hizo honor a su nombre y salió rodando cual tonel, con tan mala fortuna que acabó dando también contra la pared.

Por su parte, Zalakatunga, que estaba con el culo en pompa, situado al principio de todo aquel caos explosivo. Al verse sorprendido por la onda expansiva, cayó de morros contra el suelo pero consiguió detener el golpe con sus bracitos y no tuvo que lamentar ningún problema mayor que el acabar en una postura bastante ridícula, ofreciendo su culo al mundo entero.

Bonie se levanta dolorida y aún impregnada del amor de Batracius y comienza a buscar alguna salida. La más evidente son las escaleras de caracol que ya conocéis. Tal como está la cosa, parece la única salida viable y pronto dejará de serlo.

Porque lo peor de todo es que la torre esta por llegar. Parece que la  no está dispuesta a aguantar por mucho tiempo más tanta tropelía. Las paredes, que se estremecieron con la explosión, parecen temblar e incluso parece que todo se inclina hacia vuestra izquierda. Una lluvia de maderas y cascotes comienza a caer del techo. La mayor parte de ellos son pequeños y aunque os producen alguna laceración, no parecen ser que sean demasiado peligrosos. Pero hay varios de gran tamaño que podrían resultar fatales si os caen encima. Y resulta que uno de ellos va directo hacia la cocotora de Batracius y otro hacia la de Bonnie. La tragedia parece cebarse con los enamorados.

¡Bonnie! ¿estás bien? -pregunto a mi amada, que no muy lejos de mí se levanta del suelo magullada.

La torre no cesaba de temblar, su estructura ya estaba bastante perjudicada por el incendio, pero la explosión había empeorado la situación. Parecía que se derrumbaría en cualquier momento, y empezaban a caer cascotes.

Uno de ellos iba directo hacia él, ¡pero hacia Bonnie iba otro!

De inmediató flexionó sus ancas y saltó, lanzándose sobre ella para apartarla del peligro.

¡BONNIEEEE!

Los crujidos y gemidos que producía la torre dejaban claro que la chamuscada estructura no estaba dispuesta a aguantar más tiempo en pie, por lo que el lutín barrigón optó por la solución más sensata: salir por piernas de allí.

Se levantó a duras penas mientras sus huesos sonaban como una vieja carraca. Miró hacia su derecha y vio el lampiño trasero de Zalaculoofrecido a unos metros de él. Frotandose lo ojos para quitarse aquella visión dantesca escudriñó el resto de la sala justo a tiempo para ver como Patitas saltaba para rescatar a su amada reina de una muerte segura.

Salió corriendo hacia sus amigos con la intención de agarrarlos y sacarlos a rastras de aquella maldita torre antes de que todo aquello se viniese abajo. AL pasar junto a Zala le gritó: -¡Vamos maldito tarado! ¡Agarra a aquél y salid de aquí!- añadió señalando a Algorímedes.

La familia Katunga en su largo historial de buenos actos de heroísmo diverso y desinteresado algunas veces ha tenido que aguantar (literalmente) lapidaciones de todo tipo en la historia de los nueve infiernos*.

La torre se cae a pedazos por algún indecente pirómano y, pese a los heroicos intentos, Zalazimzalabim debe actuar otra vez de salvador de todos.

Acomodó su disfraz draconil, subió sus pantalones y asintió al sabio consejo de su compañero, el lutin Hijo de un Barril, o como se llamase.

¡Poz ke gapigo voy! ¡Zoketecuento! – responde Zala al ir en ayuda de uno de sus camaradas lutines.

Entonces, algunos pasos antes de llegar a su compañero, Zala recuerda la alfombra voladora que descansa en el nivel inferior. Aquel recuerdo hace recapacitar al lutin con respecto al método de ayuda para todos.

Por lo tanto el draconil lutin intenta escabullirse, al ser experto en ese arte,  en pos de la alfombra voladora.

Dominar la alfombra sería otro asunto que zanjar luego…

*Antes eran solo siete infiernos, pero con el asunto de superpoblación y rigidez de las normas del cielo, la población solo fue en aumento descontrolado. Al igual que el uso sin inhibiciones de harina como arma de destrucción masiva.

- Estoy bien... Bueno mi cabello ha perdido su encanto. -  respondo en un tono triste mientras observo como la Torre se desmorona y los cascotes vienen hacia nosotros. Quería huir de alguna manera y salvar a mi amado sapo de aquella horrenda situación que ha sido generada por Zalapirómano. 

- BATRACIUSSSSSSSSSSSSS. - grito al extender mi manita con tal de sujetarla con la suya y así juntos salir del lugar. No sabía si podía lograrlo, aquel salto de mi caballero enamorado resultó ser grandioso aunque nos quedaba liberarnos del escollo. 

Vaya vaya, la torre se desmoronaba y los pequeños lutines estaban tratando de salir de ella sálvese quien pueda. Así pues solo había una habilidad conla que Algorímedes podía salir de allí con relativa facilidad: saltando. Así pues, con evidente nerviosismos, el oewueño lutín empezó a dar pequeños saltos para darse impulso para "el gran salto" mientras busvaba con la vista una ventana, una grieta o lo que fuera para salir de allí. Así pues, cuando la fuerza del impulso fuera la suficiente, dobló las piernas cual pulga y se impulsó con fuerza hacia la via de escape. Boing!!!

Batracius pega un ágil salto que consigue apartar a Bonnie de la trayectoria de un gigantesco pedrusco que cae con gran estruedo sobre el suelo de la planta. Ambos amantes caen rodando hechos un ovillo.

Bill el Barril intenta ayudarlos a escapar de la torre y ponerse a salvo. Bonnie reacciona a tiempo con lo que, agarrando a Batracius y con la ayuda de Bill, lo sacan en volandas escaleras abajo.

Por delante tan solo va Zala que sale corriendo escaleras abajo sin mayor problema, a tiempo de evitar que gran parte de la estructura del nivel superior se desplomase sobre ellos.

Algorímedes, por su parte, eligió el camino más corto. Buscó la ventana más próxima y saltó temerariamente al vacío, enfrentándose a una caída de 10 metros del altura. El exceso de confianza acaba costándole caro, pues el magullado lutín acaba cayendo en el foso de la torre. Por suerte, el agua frena la caída.