Partida Rol por web

Dunia condujo su automóvil hasta una clínica en las cercanías del cementerio de Recoleta, este lugar era uno de los destinos de más actividad nocturna debido a la gran cantidad de discotecas y pubes que lo circundaban, aunque reservado a un grupo más selecto. El paredón del cementerio era espectador de dos realidades irreconciliables, la desolación de la muerte y la pasión de la noche. Los vástagos eran como ese paredón, y al igual que él, su inmortal existencia estaba marcada por un conflicto irresoluble, que con el correr del tiempo los iba consumiendo.

Sin embargo, en vez de ir hacia la clínica la vástago aparcó su coche y fue hacia un edificio anexo al complejo hospitalario que parecía tener oficinas. Por fuera ostentaba un estilo Art Decó moderado y a pesar de su aire solemne de principios de siglo XX era evidente que había sido restaurado recientemente.

Allí la vampira se anunció junto con su acompañante con el guardia de seguridad y este llamó a un hombre que apareció a los pocos minutos y se presentó como Gerónimo García, hablaron de una cita con un "doctor Noble" concertada a través de un tal Fernando; el motivo era personal.

Geŕonimo avisó al doctor Noble por teléfono que había llegado la cainita que había solicitado audiencia por medio de Fernando*. Según le había dicho su otro ghoul, la cainita había sido notificada por Fernando de que el Administrador haría una reunión para el clan a la brevedad por pedido de la Príncipe. La tal Dunia Lafuente pertenecía al clan de la rosa y había insistido en presentar sus respetos a Franco ella misma en persona. No había dicho nada sobre asistir con otra persona, por lo que Gerónimo dudó si hacerla pasar al despacho de su domitor o no, finalmente midió al acompañante de la vampira y decidió que si había un enfrentamiento podría doblegarlo de ser necesario.

Tocó la puerta antes de hacerlos pasar.

El muchacho los recibió con expresión grave pero cortés, tenía un aire de matón que intentaba ocultar con una sonrisa ensayada de cuando en cuando. Los guió por una serie de pasillos señoriales elegantemente decorados hasta que finalmente llamó con varios golpes a una puerta de doble hoja.

Mientras caminaban por los largos pasillos señoriales hasta el despacho del doctor Noble tu sire te recalcó que fueras cortés, educado y que contestaras solo cuanto se te preguntaba y, eso sí, te pidió que prestaras mucha atención a cuanto ocurría.

La casa que esta junto a la clínica  es amplia, tiene un estilo que evoca el Buenos Aires de inicios del siglo pasado en su momento de mayor esplendor, y está mantenida en perfecto estado. Lujosos muebles anticuados y de buen gusto adornan la sala a la que Gerónimo invita a pasar a los recién llegados.

En el sillón hay un hombre vestido de traje, elegante y formal, que está fumando un habano. Se voltea hacia la puerta cuando ésta se abre y se pone de pie apenas ve entrar a la Toreador. La anima a que se acerque y da un par de pasos hacia ella, le sonríe levemente con caballerosidad y le da un beso en cada mejilla - Dunia, bienvenida, toma asiento por favor y ponte cómoda - señaló entonces su sillón, sugiriéndole que se siente a su lado.

Entonces miró a Gerónimo con la intención de pedirle que se retirara y se percató de que había otro hombre allí, a quién no esperaba - Y el caballero es... ? - su mirada no resultó amigable, sino más bien suspicaz, pocos habían entrado a esa sala, muy pocos en realidad, recibir a Dunia era ya una excepción que hacía en consideración a su amiga La Príncipe, pero que entrase un extraño y sin previo aviso era un atrevimiento que nunca antes le había ocurrido. Franco no tenía un siglo encima por casualidad, entendía que si la cainita había actuado con tal falta de modales debía tener un buen motivo, o se podía ir olvidando de contar con su beneplácito - Pase, también hay lugar para usted. Soy Franco Noble, mucho gusto - le dijo y le estrechó la mano, en la cercanía el doctor parecía un hombre de unos cuarenta años, de modales anticuados, sumamente formal, sus ropas eran sobrias pero de excelente confección, y olía a perfume europeo de hombre mayor. No hizo ninguna pregunta acerca de él, simplemente le indicó la silla que había a un lado del cómodo sillón.

- Desean tomar algo? - preguntó aún de pie, con absoluta calma, y le hizo un gesto a Gerónimo para que se ocupase de atender a los invitados, pero a diferencia de otras veces, en esta ocasión el hombre tenía permitido quedarse en la reunión. Recién entonces Franco tomó asiento, mirando con atención a la mujer que acababa de recibir. 

Me dejo guiar por Dunia cruzando la noche bonaerense hasta alcanzar el que parece tratarse de nuestro destino: Un sobrio edificio anejo a una Clínica en Recoleta. Una vez en ese lugar, y tras la oportuna presentación al guardia de seguridad, nos recibe un tal Gerónimo García que nos guía a través de los intestinos de la construcción hasta alcanzar un suntuoso Salón que parece sacado de otra época, de otro lugar.
Respiro el lujo, la elegancia imperante; bien plantado justo en la entrada a la dependencia, percibiendo sin lugar a dudas la inicial hostilidad del que parece tratarse de nuestro anfitrión; un individuo de exquisitos modales también parejos al ambiente reinante, diríase que anacrónicos o fuera de lugar en la Argentina actual pero obviamente refinados se mire por donde se mire.

No estaba preparado para una visita de ese cariz; voy vestido como un viejo rockero de los años 70; con el pelo largo enmarañado, la barba hirsuta de un par de días sin afeitar, la mirada felina agazapada y un atuendo acorde al resto de mis circunstancias actuales: Camisa de franela gastada sobre una camiseta desgarrada; tejanos oscuros y unas botas de cuero polvorientas... y a pesar de ello, de ir vestido como si estuviera recién llegado de una feria de ganado no desentono, enfrento la situación con una entereza y porte fuera de lo común; acaso sea esto lo que atrajo la atención de los Cainitas en mi, quien sabe.

Soy Alejandro Bertolucci, un placer - le tiendo la mano al recién conocido, con el aplomo suficiente como para retirarla a tiempo si el gesto no resulta adecuadamente correspondido.

Desean tomar algo?

El ofrecimiento del Señor Noble me pilla de imprevisto, provocando en mi algo parecido a un retortijón o arcada que a duras penas logro disimular -. Eeeeh... No, gracias, no me apetece nada; muy amable. Gracias... - me recompongo a medida que avanza mi disculpa.

Haciendo caso de las advertencias de Dunia no digo nada más sino que quedo expectante, buscando de manera instintiva una zona marginal de la Sala desde la que poder advertir cuanto acontezca a mi alrededor; atento al desarrollo de los acontecimientos.

La rubia entró a la sala sin poder ocultar su fascinación, sus ojos claros de un celeste glacial parecían querer absorber el alma de cuánto la rodeaba: tenía la misma expresión de un niño que entra a una juguetería. Sus dedos recorrieron, como si no pudiera evitarlo, la curva del respaldo de una elegante poltrona ricamente tapizada para luego extenderla hacia Noble, con la idea de estrecharle la mano, justo en el momento en el que el cainita la besaba en ambas mejillas; lo tomó por el hombro tentativamente y correspondió el saludo a la francesa como su anfitrión. -Muchas gracias por recibirnos, señor Noble. Es un placer conocer por fin al Canciller de nuestra amada Príncipe -expresó con una elaborada correctitud, impecable pero distante.

-Sí, por favor -aceptó el ofrecimiento y tomó asiento obedientemente en donde Franco le indicara cruzando las piernas con elegancia natural. Observó el intercambio entre Alejandro y el distinguido inmortal que tenían enfrente y sus hombros se relajaron notablemente al ver que el antiguo no ponía reparos a la presencia del chiquillo -Siento mucho este imprevisto -sonrió excusándose -Siendo absolutamente sincera planeaba venir sola, pero era necesario que mi chiquillo me acompañara... Porque su situación es complicada, la nuestra a decir verdad -hizo una breve pausa y buscó la mirada de su anfitrión -Hemos venido porque mi apartamento se encuentra en su territorio y era lo lógico de acuerdo a nuestras tradiciones pedirle permiso -comenzó a exponer su problema -Y porque... necesitamos protección.

Desde el escorado rincón en el que me he dispuesto a ser espectador de cuanto acontezca en tan singular encuentro admiro, impávido aunque sin poder evitar cierta tensión, el desarrollo de los acontecimientos:

Canciller, Príncipe, Territorio, Protección... no puedo evitar cierto estremecimiento interno que aflora en la tensión con que aprieto los puños, la mandíbula... me dan idea, una ínfima noción acerca de un acuciante peligro que acecha sin yo saberlo y de una milenaria estructura de Poder basado en sólidas jerarquías, algo que en vida hubiera provocado mi automática repulsión, habituado como estaba a volar de flor en flor sin mayor mandato que el ejercido por mis instintos más primarios... pero que sospecho que, en esta mi nueva condición, deberé esforzarme por respetar y aprender... si no es que quiero sucumbir a las primeras de cambio.

Me mantengo, por lo tanto, firmemente erguido y expectante; sin pronunciar palabra si no es que se me indica lo contrario; esperando, deseando conocer qué futuro inmediato nos aguarda a Dunia y a mi.

La Toreador cumple con las formalidades del mismo modo que el Giovanni lo hizo previamente, muestra sus respetos, presenta a su chiquillo, pide permiso y por último protección. Veo por dónde viene la mano, pensó Franco tras la última frase de la cainita. Franco sabía que su título de Administrador y su cercanía con la Príncipe movilizaban a muchos Toreador, más desde que él organizaba los Eliseos y contactaba con frecuencia a los más destacados miembros de ese clan, pero ninguno había tenido el valor para entrar en su casa. Ha de estar desesperada. - Recoleta es un lugar seguro, Buenos Aires... puede que no - dijo, escondiendo los motivos por los cuales decía estas cosas.

Antes de responderle si le daría o no su protección, el doctor dio un par de bocanadas a su habano, provocando un incómodo silencio, y detuvo su atención en el hombre que la acompañaba. Para ser un chiquillo Toreador distaba mucho del estereotipo de los suyos, no tenía el perfil de los mecenas que dirigían el clan de La Rosa, mas bien parecía un artista bohemio, inmaduro, rebelde y por sobre todo, desprolijo - María Malena es una ferviente seguidora de las tradiciones, más que yo incluso, cuando te presente ante ella por favor vístete adecuadamente, no creo que ella pase por alto los detalles que yo tolero - habló con una sonrisa teñida de falsedad, presentar al chiquillo a la Príncipe era un privilegio extraordinario para cualquier recién nacido, pero iba acompañado de un llamado de atención y una pequeña humillación por su carencia de formalidad. - Dime Alejandro, en qué problema has puesto a tu sire? Cuéntame - prefirió escuchar la versión del chiquillo, su inexperiencia y el carácter rebelde que su presencia proyectaba facilitaba el camino para conocer la verdad sin tener que dar tantos rodeos como los que daría Dunia.

cuando te presente ante ella por favor vístete adecuadamente, no creo que ella pase por alto los detalles que yo tolero

Condescendencia.
Hay pocas cosas que tolere peor.
Alzo el mentón, visiblemente enojado.
La tensión acumulada en la mandíbula es bien palpable, evidente.
El fuego, la furia en la mirada encendida... harto de tener que aguantar vaciles de todo aquel con quien me cruzo... aunque lo soporto; a pesar de todo.

Dime Alejandro, en qué problema has puesto a tu sire? Cuéntame

Cruzo un leve soslayo con Lafuente, resulta algo todavía más vergonzoso para mi pero a estas alturas del encuentro todavía preciso su autorización para cualquier cosa que haga: "No hables, no digas nada a menos que te lo pidan", rememoro... y ese es el caso de modo que contengo la indignación que bullía dentro de mi y me dispongo a relatar los últimos acontecimientos de la manera más precisa y esquemática posible, asépticamente:

Matías Dueñas me reclutó - vaya usted a saber con qué fin -; pero al poco tiempo, ayer en realidad, Dunia me abrazó, arrebatándome de sus... - dudo, ¿garras? - ...dominios - mejor eso -. Ahora él, Don Matías Dueñas, ha vetado mi presencia en su territorio y locales - informo -. Eso es todo - pongo punto y final con un encogimiento de hombros que aparentemente me permite regresar a mi pretendida posición marginal; un lugar desde el que poder seguir cultivando el odio que el tal Noble ha suscitado en mi.

- Eso es todo? - preguntó Franco. Había permanecido inmutable ante la reacción del chiquillo, que se debatía entre contener sus emociones y soltarlas, lo cual el Giovanni agradeció, no siempre podía disfrutar de algo así. Mantuvo la misma expresión en su rostro, que no pasaba de una respetuosa atención, sin mostrar interés. Pero la frase con la que concluyó su breve y poco detallado discurso sí hizo que reaccionase. - Así que eso es todo... nada más?- y rió, algo poco habitual en el nigromante.

Su sonrisa esta vez no era falsa, aunque lo que significaba eso ninguno de los presentes podía saberlo - Nada más que enfurecer a Don Matías... el Primogénito Malkavian... uno de los fundadores de esta ciudad, uno de los antiguos más respetados de Buenos Aires, tal vez el más poderoso, y sin dudas el más desquiciado.  Uno de los pesos pesados en el Consejo, y por supuesto, un socio indispensable para nuestra Príncipe... sólo eso... nada más - volvió a reír, la ingenuidad de las palabras del muchacho era algo que no esperaba escuchar, los Giovanni preparaban a sus criados por décadas antes de abrazarlos, y no cometían negligencias como esas. Alejandro no sólo no respetaba las formas y las tradiciones, también ignoraba las cosas más básicas de la sociedad cainita, y por si eso no fuese ya suficiente, ofendía a los grandes señores de la noche, y ni siquiera era consciente de la corta vida que le esperaba por ello.

- Y tú Dunia, sabes que esas cosas no se hacen - su sonrisa se esfumó en un instante y sus mirada fue implacable con ella - has cometido un error, uno grave. Poco puede hacerse por Alejandro... tal vez no sobreviva ni una semana, pero tú también has comprometido tu inmortalidad - su severidad fue cediendo poco a poco - Dime, al menos valió la pena?- entonces se recostó en el sillón y dio otra bocanada al habano mientras parecía estudiar a sus invitados minuciosamente.

La cainita hizo un mohín que reprimió instantáneamente, alzó el mentón altiva y se echó el cabello color miel hacia atrás, al parecer chiquillo y sire compartían las ínfulas. -Alejandro ha sido abrazado ayer -comenzó recapitulando la información que había dado su chiquillo, haciendo un esfuerzo por centrarse y mantenerse cortés -No he tenido tiempo de enseñarle todo lo debido sobre las tradiciones y la Torre, pero lo haré -se excusó y lo excusó -No estoy de acuerdo en que poco pueda hacerse por él y por mí, soy una reconocida marchante de arte* que ha servido a la comunidad no solo cainita, sino humana en la ciudad -suspiró -Don Matías no manifestó explícitamente su interés en Alejandro hasta que ya había sido abrazado, cuando ya era demasiado tarde, y antes de eso lo había llevado hasta una fiesta en una casa llena de cainitas y ghouls en donde lo dejó campar libre para que se divirtiese -explicó, luego le dirigió una mirada lánguida al muchacho -Allí fue donde nos encontramos, nos entendimos, nos buscamos y esto... Sucedió -buscó la mirada de Noble y la sostuvo desafiante, queriendo demostrar que no estaba arrepentida -Por supuesto que valió la pena. Lo haría otra vez.

Se mordió el labio y bajó la mirada un instante -Puedo ofrecerle mis servicios y le aseguro que podrá verse muy beneficiado si acepta mi presencia en sus dominios -aseguró buscando negociar algo de tu interés -Mis contactos son muy amplios...

Lentamente, como una serpiente cuyo cuerpo se va deslizando hacia su objetivo, sientes los largos dedos de la mirada impía del daimonion reptar por el espíritu de los que están contigo en la habitación. Tu poder descontrolado, quizás por la impericia, no logra decidirse por cuál secreto es más jugoso de todos los que logra cooptar para ti.

Finalmente, te trae las ofrendas entre los dientes para que tu negro corazón se deleite con ellas: Dunia es protegida de Rosa Jian y ladrona de guante blanco, ha robado muchos cuadros de museos del primer mundo para coleccionistas privados a lo largo de su no-vida y su habilidad para el hurto es admirable.

Alejandro tiene como su mayor pecado la pereza y la desidia, es un espíritu bohemio que solo tiene don de gente y una voz increíble pero que no hace nada productivo de su vida ni para explotar sus dones.

Para tu sorpresa, descubres que Gerónimo te desea.

La penetrante mirada de Franco recorrió a cada uno de los presentes, sus ojos no parpadearon salvo cuando vio a su ghoul, el humo del tabaco lo envolvía y su pose señorial se mantuvo imperturbable mientras la cainita hablaba. En su discurso abrió una puerta a la negociación, pero nada en el Giovanni delataba si estaba dispuesto o no a ir por ese camino. Dejó el habano en el cenicero sobre la pequeña mesita que estaba a su lado - No pongo en duda tu reputación como comerciante de piezas de arte, Dunia - dijo con suma calma mientras cruzaba sus piernas - ni tu discreción para hacerte con ellas - entrecerró sus ojos forzó un silencio, dejando claro que los detalles de su fama no se le escapaban, en ningún sentido. 

- Tomar lo ajeno tiene sus riesgos, es un camino que yo prefiero evitar, al menos sin contar con el permiso adecuado. En tu caso, contaste al menos con el beneplácito del Primogénito Toreador para abrazar a un nuevo miembro de tu Clan ? - hablaba pausadamente, no de un modo inquisidor - Claro que no, ese puesto está vacante y lo ocupa provisoriamente nada menos que María Malena de Alvear de Ponde de León, nuestra Príncipe - desvió su mirada hacia el chiquillo, sin hostilidad pero de modo deliberado, como si lo que acabara de decir fuese algo importante para el recién nacido - María Malena, que por décadas viene cultivando su excelente relación con Don Matías... - negó levemente con la cabeza - de ningún modo hubieses contado con su bendición para lo que has hecho, Dunia, pero todos aquí ya nos dimos cuenta de eso, verdad? - avanzaba muy lentamente en su discurso, que mas bien era un monólogo, con preguntas cuya respuestas ya conocía de antemano, como si lo estirase adrede para disfrutar de ello.

- Para qué necesitas mi protección pudiendo tener la de tu propio clan que viene liderando esta ciudad por siglos? No será porque quién está a la cabeza de los Toreador sería quién se encargase de hacer rodar la tuya por tu estupidez? - su mirada brillaba con inteligencia pero su tono, pese a la dureza de sus palabras, no era hostil. Dejó escapar un sutil suspiro - Dunia... realmente no podías haber elegido un peor momento para esto... no te das una idea- su voz se fue perdiendo, sin agregar un sólo detalle al porque de esa aseveración.

- Así que esto... sucedió - dijo de modo más relajado y mostrando un repentino interés - Qué te cautivó de él? Si no es algo privado, claro - dijo casi excusándose por la indiscreción - Cada sensación que nos devuelve a nuestra humanidad perdida es un evento tan sublime que no podemos dejar pasar la oportunidad de experimentarlo, lo haríamos una y otra vez aún cuando eso nos deje de cara al fin de nuestra existencia, no es así? - estiró su mano hacia el habano y lo tomó entre sus dedos - Pero puede alguien culparnos por eso? - dijo, y aspiró el humo del tabaco saboreando su exquisita calidad.

Poco puede hacerse por Alejandro... tal vez no sobreviva ni una semana, pero tú también has comprometido tu inmortalidad...

El pronóstico no es para nada halagüeño, más bien resulta devastador para lo que a mis intereses y los de Dunia respecta...
Así que me siento inevitablemente dolido, decepcionado, traicionado por el Mundo: Enojado con Matías por haberme extirpado de mi aburrida existencia, cabreado con Dunia por su, al parecer, terrible desliz conmigo...
Por lo menos el tal Noble no se anda con rodeos, es directo, aniquiladoramente franco y eso acaba siendo algo de agradecer...
Imagino que es así...

Como una cabeza de ganado lista para ser sacrificada en el matadero, llevo el cartel de víctima colgado del cuello.
Un estigma cruel y engorroso que me gustaría sacarme de encima... aunque al parecer de momento poco pueda hacer por ello...
En depende de qué Mundo, en según qué realidad cruel, ruin, ser una víctima solo sirve para morir más rápidamente de modo que tengo ganas de quejarme, de pronunciar algún alegato en mi favor, aunque presiento que eso solo haría que empeorar las cosas...

El consecuente discurso que Dunia hace sobre mi; de la Naturaleza de mi Abrazo y las circunstancias derivadas del mismo me devuelve la esperanza; de alguna manera sus palabras y la réplica del Señor Noble me ubican, me sitúan en el mundo: Soy capaz de entender, de desear fervientemente creer que los Actos de Dunia, Mi Abrazo, se debieron a un genuino arrebato de Pasión vital en las frías Noches de Soledad... como inexcusable resulta que Don Matías Dueñas soltara a una pescadilla en una balsa repleta de feroces tiburones... alguien diría incluso que deseaba el resultado, que soy la consecuencia misma de una Jugada reflexivamente orquestrada...
Por otro lado mi cabeza me advierte que tal vez no sea más que la enésima Obra de Arte sustraída por Dunia; un artefacto con el que mercadear como de hecho ahora hace con Noble.

Me mantengo, pues, en mi expectante y marginal situación, esperando al desarrollo de la situación sin  pronunciar palabra; firmemente erguido.

-La primera vez que lo escuché estaba dando un show, Don Matías nos había invitado a mí y a otra colega para fanfarronear sobre su nuevo juguete -replicó molesta -Siempre hace lo mismo, se jacta de descubrir promesas de la música para su locales, que son más que los que tiene mi clan en la ciudad. Desde que Alexandria ha muerto su avance sobre terrenos musicales que les corresponden a los toreador ha sido imparable -explicó tensando la mandíbula -Reconozco que no esperaba que tuviera ese impacto en mí, pero su voz se elevaba sólida, masculina, encantadora fundiéndose con los instrumentos, trascendiendo la melodía -sostuvo con un aire de ensoñación -Y cuando lo vi fue peor, me quedé prendada de él -se giró para darle una mirada a su chiquillo -Es cierto que tal vez su apariencia sea desprolija en este momento pero le aseguro que sus modales son irreprochables -aseguró.

Miró hacia el suelo -Lo deseé tanto que esa noche tuve que levantarme e irme para no causar problemas entre él y Matías Dueñas -musitó y luego volvió a dirigirte la mirada -Me daba rabia cómo jugaba con él y con todos sus criados como si fueran muñequitos de acción -sus manos descansaban sobre sus rodillas pero estaba tensa de solo recordar el momento -Luego la otra invitada me habló sobre él más tarde, me contó que Don Matías estaba jugando al gato y al ratón con él y me enojé más todavía y... Decidí que la próxima vez que lo viera lo ayudaría a escapar de su captor.

Franco puede notar, con su poder todavía activo, que hay algo en sus últimas palabras que es mentira, pero su influjo va perdiendo fuerza hasta tornarse impreciso.