Lenora te tomó fuerte de la mano y te pidió que no perdieras de vista a Renata, las llevó hacia afuera movida por la multitud.

Matías puso la mano de Arielle en la de Baldwin y corrió hacia la pelea.

Rosa te tomó fuerte de la mano y te llevó hacia afuera escapando de la multitud que los seguía, tenían que llegar al automóvil de la ventrue antes de que todo volara por los aires.

Aleksei te tomó fuerte de la mano y te llevó hacia afuera movido por la multitud.

La multitud los empujó afuera antes de que pudieran actuar, había demasiado caos alrededor y lo peor hubiera sido perderse y no volver a encontrarse hasta que fuera demasiado tarde. David también había identificado la primera explosión como cercana al Palacio Barolo y dio por sentadas sus suposiciones.

Príncipe y Justicar comenzaron a forcejear dramáticamente mientras discutían, finalmente se escucharon dos descargas; lo último que vieron los que atravesaron la puerta hacia la salida fue a ambas desintegrándose víctimas de una luz azulviolácea y envueltas en fino polvo gris.

La multitud los llevó hacia afuera, la marea de cainitas comenzó a abandonar el museo por las escalinatas como ratas que abandonan un barco. Cuando estaban a 100 metros un gran estallido envolvió el ala en la que se habían reunido antes.

En ese momento lo supieron: la ciudad tenía un nuevo dueño… o mejor dicho, la ciudad no tenía ninguno. Buenos Aires era ahora una ciudad libre y tiempos convulsos se aproximaban.

Explosiones.

Explosiones everywhere.

Tenía agarrada de la mano a la Sirenita peliazulada.

Arielle.

Mira que aceptar salvar a una princesa Disney para terminar aquella la noche... ¡ÉL SIEMPRE FUE DE DC!

-Sssssssssssssssssssss... Joker-, siseó en un susurro como si su némesis de toda la vida hubiese efectuado una jugada maestra para conseguir el Jaque Mate a la Camarilla.

Lo cierto es que al Vasco solo lo conocía de oídas. Un muchachote algo pasional con clara influencia del Che Guevara que al parecer había decidido convertir Buenos Aires en un campo de batalla con aquella oleada de atentados. Su estrategia no le había salido nada mal, pues había logrado descabezar a la Camarilla, con todo lo que eso significaba a nivel de burocracia interna. Ese apolíneo anarquista podía ser un cartucho de dinamita de mecha corta, pero había sabido esperar al momento adecuado.

En mitad del caos que se desató, Baldwin fue fiel a su palabra.

-Bien, querida Arielle, he de honrar mi palabra. Prometí a un amigo que te sacaría de aquí sana y salva. Y eso es lo que voy a hacer. ¿Discrepancias? ¿Ruegos? ¿Preguntas?-. Baldwin mantenía agarrada a la pitufina a la espera de su respuesta.

Todo un gentleman el enmascarado.

-Ah... Una cosita: antes de golpearme en el casco, tentación en la que te debates según leo en tus ojos embrujados, he de prevenirte... Mi IA, Siris, es muy celosa y protectora. Podría darte una descarga preventiva. Quien avisa no es traidor-, dijo alzando un dedo admonitorio. -Y duele. Oh, sí... Duele muchito.

 For goddess's sake! En un instante la Príncipe había pasado de estar aparentemente en control a perderlo todo. ¿Cómo diantres pasé por alto la amenaza Anarquista? Porque jamás les consideré una amenaza.. Me concentré tanto en asegurar la supervivencia de los míos en La Torre que descuidé a esta; y permanecí atento a La Espada sin llegar a imaginar que el golpe vendría de los Hijos Rebeldes. De todas las facciones del la sociedad nocturna, ellos..

 No era momento de pesar en noches futuras sino de sobrevivir a la actual. En el caos perdí de vista a Mercedes, pero sabía que ella podía cuidarse sola; Vanesa por otro lado carecía aún requería de mi protección y enfoqué mi atención en mantenerla a salvo. Cuando salimos del Museo confíe en las sombras para que me mostrasen el camino mas seguro para nosotros, y comprobé con satisfacción que elegí correctamente al escuchar la explosión del Palacio Barolo a nuestra espalda.

 Poseía refugios en varios de los lugares importantes de la ciudad por lo que pronto estaríamos seguros. Desde ahí podré contactar a... Un corpulento sujeto que corría asustado interrumpió mis pensamientos al casi embestir a mi vasalla, en otra oportunidad él se hubiese asombrado por recibir un golpe que le hiciese volar una decena de metros, pero bajo las condiciones reinantes seguramente ni lo recordaría. Si es que sobrevive al golpe..

 Mientras recorríamos la oscura senda que nos conducía hasta un nuevo anochecer, las palabras de Harriet Beecher Stowe hicieron eco en mi mente. Las más amargas lágrimas derramadas sobre las tumbas son por las palabras que quedaron sin decir y por lo que quedó sin hacer..

Reconstruiremos, de una forma u otra reconstruiremos..

El rictus de horror en el rostro de todos los presentes al comienzo de las explosiones no tuvo comparación al de Diana cuando comprendió que la mano de la que tiraba en retirada no era la de Matías, si no la de Baldwin.

-¡NO! - grito la ghoul del primogénito Malkavian viéndose arrastrada hacía la salida - ¡Ma...- su nombre se vio ahogado por la sorpresa cuando fue Vidal quien se enzarzaba en combate contra su domitor - ¡VIDAL NO!...¿¡QUE HACES!?...SALID DE AQUI...- trato de zafarse de su protector ya fuera del alcance de los que peleaba en el gran salón – dejame ir – el tono no era hostil.

Ni tan siquiera un ápice de rencor – hacía él al menos– por arrastrarla hacía la salida. En su mente estaba la imagen del bofetón que le metería en ese momento a su domitor, si comprendía que era su deber para con la Príncipe, su amiga pero la rabia y el miedo se imponían a toda lógica. Si no salía de ahí...no quería pensarlo.

Mantuvo su helada mirada sobre el reflejo de la misma en el casco de cainita mientras este hablaba, apretando la mandíbula, como si precisamente hiciera acopió de fuerzas antes de escoger el punto en que golpearle para salir corriendo en cuento se doblara del dolor. Que por otra parte veía poco probable le hiciera nada, de nuevo la adrenalina se imponía a toda razón.

-Flexibilidad no me falta para patearte en la cara pero quien dice que ese fuera mi objetivo – dijo bajando la mirada con malicia y una afilada sonrisa, que se borro de inmediato cuando los dos disparos sonaron en la lejanía – no...- exhalo con el corazón encogido al tiempo que una nueva explosión, más cercana que las anteriores, marcaba su mutis por el foro acompañada por aquel extravagante y peculiar cainita

Baldwin detuvo sin mucho esfuerzo a Arielle y le dio dos toquecitos en la testa.

-Creía que eras un hada. ¡LAS HADAS SON MUY ASTUTAS! Piensa por un momento: ¿Qué harías tú entre esos dos?-.

El enmascarado dejó un segundo de reflexión a la peliazulada. Un segundo bastante retórico, por cierto.

-Veo que empiezas a comprender. No distraigas a tu amo, cosita tierna. Solo le harías perder la lucha distrayéndole con tu melena azul. Y a fe mía que esos dos no saben pelear. Como mucho se harán unos rasguños y se lastimarán el ego. Créeme, hay seres mucho más terribles acechando en la oscuridad-, dijo en un tono bastante indescifrable. Era difícil saber si estaba bromeando de un modo macabro o estaba siendo sincero con aterradora frialdad.

-Además...-, añadió mientras caminaba con paso acelerado hacia la salida, tomándola de la mano con seguridad y evitando cuidadosamente la multitud. -...siempre puedo adoptarte si acontece la fatalidadddd-, dijo mirándola fijamente de sopetón con ese rostro espejado en el que lo más perturbador no era el reflejo, sino los ojos que observaban en la oscuridad. -¡HAAAAAAAAAAAAAA, HA, HA, HA, HAAAAAAAAAAA! Deberías haberte visto la cara, querida. Discúlpame. En los momentos de tensión hago gala de un sarcasmo bastante irritante. Herencia de mi abuela materna, dicen.

Al salir al exterior, Baldwin pareció entrar en tensión al son de las explosiones.

-¡Jamás pensé que diría esto pero...!-. El enmascarado miró hacia una azotea, luego echó un vistazo a Arielle mientras en su visor aparecían unos cálculos matemáticos. Chasqueó los dedos, llevó la mano al bolsillo interior de su chaqueta y dijo...

Latin Lover Voice ON.

-Ven conmigo si quieres vivirrrrr...-.

Baldwin hizo uso entonces de uno de sus más antiguos inventos.

¡LA BALD-GARRA! WHAT A CLAAAAAAAAASSIC!

¡FZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZT-CLACK!

El garfio impactó en una azotea no muy lejana y el vampiro agarró de la cintura a la candidata a Malkavian antes de arrastrarla con él hacia el cielo nocturno de una Buenos Aires devorada por las llamas en lo que podía catalogarse como un vuelo sin motor más propio de una película de Tim Burton.

-Es tu momento, querida. Grita conmigo: ¡KOBABUNGAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!-.

¡SSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS-WIP!

Arielle tendría motivos tiempo más adelante para preguntarse cómo aquel vampiro, una rara avis entre los de su clan, y un absoluto especialista en el arte de pasar desapercibido, podía armar tanto escándalo a su paso. Pero la cuestión era que su plan de huida resultó tan estrambótico como efectivo. Al fin y al cabo, habían logrado escapar de la muerte definitiva. Y no de cualquier forma... In style.

* * * * *

En la azotea, el cainita quedóse un largo instante mirando el horizonte devastado por los anarquistas mientras parecía meditar las implicaciones de todo aquel sinsentido.

El fuego se cernía como una criatura amenazante entre los edificios de la urbe mientras columnas de negro humo se alzaban extendiendo sus tentáculos hacia el cielo. La ciudad parecía un corazón de asfalto al descubierto, palpitando llamas y nublando el firmamento de desolación.

-Y este es el motivo por el que no quiero descendencia...-, dijo para nadie en particular el enmascarado. -¿Esto es todo lo que somos? Mira lo que le han hecho a mi Buenos Aires, querida. Mira sus heridas aún sangrantes. Dejarán cicatriz. Y, lamento decirlo, no servirán de nada. ¿Sabes por qué?-, inquirió de repente a la joven peliazulada que estaba a su lado.

-¿Has conducido alguna vez en un coche? Qué pregunta... Claro que lo has hecho. ¿Has visto a un mosquito estrellarse contra el parabrisas? Seguro que no le has prestado atención. Pero yo sí... Yo sí. Eso me hizo pensar hace algún tiempo... ¿Te has dado cuenta de que hasta cuando nos movemos destrozamos algo?-. La pregunta, por supuesto, era retórica.

-Estamos aquí con el solo propósito de hacernos daño los unos a los otros-. Baldwin miró a Arielle y le pasó un dedo por la oreja en un raro gesto tranquilizador. -Ahora entiendo las palabras de Matías... Por eso eres un hada, querida. Tienes que serlo. Porque si no lo eres, ¿Qué diablos nos da esperanza en este mundo de tinieblas?

No discutió, ni tenía pensado hacerlo más allá de sus pensamientos. Le costo digerirlo, y más darle la razón, pero Matías no era estúpido y no le habría dejado en manos de Balwdin si no tuviera pensado regresar ¿no? Casi logro arrancarle una sonrisa, que se atraganto ante la amargura de sus pensamientos ¿sería por la sangre cainita que corría por sus venas que sus nefastos pensamientos se intensificaban o era cosa puramente de ella?

Así, apesadumbrada y resignada, se dejo arrastrar sin oponer resistencia. Y de sopetón aquel doblle cambió de terció que primero congeló a Diana, para momentos después unirse a la estruendosa carcajada del enmascarado con la suya propia, sin saber a que venía a cuento. Se podía estar riendo de su propia broma o de lo que le sucedería si trataba de tocarla un pelo y Matías seguía con vida. Sí seguía...de nuevo decaía el animo de la peliazulada dando un vistazo al edificio según lo dejaban atrás.

Y de sopetón aquel cliché que hizo alzarse una de sus perfiladas cejas aguamarina, sin más tiempo que para agarrarse a él se encontró “volando”.

-Ni de coña...las tortugas al menos tenían capara....¡AAAAAH! - rodeó el cuello del cainita agarrándose con toda la fuerza que le permitieron los brazos - ¡Joder!... - soltó una vez recuperado el aliento por la impresión pero en lugar de patear el casco u otras partes del enmascarado, se quedo sin habla al observar el horizonte de la ciudad que tanto amaba.

En silencio junto a Baldwin, escucho sus palabras abrazándose los costados y un escalofrío la recorrió de pies a cabeza. No de frió como el cainita pudo pensar al ver ese gesto, si no por la seriedad que estaba mostrando en su reflexión.

-¿quien que diga amar esta ciudad podría hacer esto? - mi hogar, dijo para sus adentros según las lagrimas formaban ríos brillantes deslizándose por sus mejillas – Debería arder con ella por sus actos – declaró según la rabia e impotencia se le atragantaban en la garganta impidiendo que dijera nada más

Quisiera haber podido hacer como él, mantenerse serena presenciando la destrucción frente a ella, pero su sangre caliente, al contrario que la del Caínita, burbujeaba por la cólera que contenía. La inesperada y delicada caricia la sobresalto, aunque no se aparto. Sonrió con ternura a Baldwin.

-Gracias – esa palabra lo abarcaba todo y nada – has cumplido tu palabra Sir Baldwin “the Brave” ahora te libero, sigue tú camino y que la noche te guarde – sin acordarse de la celosa IA del casco tomo este con ambas manos y le regalo un beso de desmedida en el brillante caso

Al separarse sonrió pero esta no alcanzo a su mirada.

-Hasta siempre, mi caballero de brillante casco – sonaba a despedida, despedida definitiva ¿sería el hada de Matías de las que se quitaría la vida por la perdida de un ser amado?

Ninguno de los dos los sabría o tal vez en otra vida.

Aquella noche se sellaron pactos que cambiarían la realidad de la ciudad más de lo que sus protagonistas podrían imaginar, el futuro como siempre pendía de un hilo, un hilo invisible en su esencia pero más fuerte que muchos hilos de acero del mundo real y es que el amor es cosa seria y por más que los cainitas se empecinaran en regodearse en la inexistencia de ese amor o de sus mismas almas, lejos estaban de carecer de ambas cosas.

Acaso la verdadera monstruosidad del vampiro no radique en su falta de humanidad, si no en la perversión horripilante y deformada de esa misma naturaleza. Acaso el vampiro no sea, sino otro espejo infame y maldito de aquello que llamamos alma humana.