Partida Rol por web

Corazón Delator (VLM +18)

2. La trama cainita

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20/09/2020, 15:04
Vanesa Córdoba

Resoplé mientras me iba acercando a la oficina y el sonido inconfundible me iba llegando cada vez más alto, tanto porque la cosa se estaba animando allí dentro como porque estaba cada vez más cerca del lugar donde ocurría. Iba a ser ese tipo de noche, ¿quién sería la afortunada de hoy?

Hubiera preferido esperar a que los sonidos pararan, pero no me atrevería a desobedecer a Tomás, ni siquiera cuando lo que venía a hacer no era más que un recado que posiblemente no tuviera la urgencia e importancia que la orden de "preséntate de inmediato" requería. Así que me detuve frente a la puerta, y de forma automática me reacomodé la falda, me alisé la camisa, pasé mi mano por el cabello. Perfección. Tenía que ser perfecta para él.

Toqué primero, mera formalidad. Sin perder más tiempo, giré el picaporte para acceder a la oficina. -Señor Arévalo, buenas noches.- Pronuncié en voz audible pero con sumisión. Esperaba no tener que repetirme, pues sabía que mi domitor sería capaz de escucharme aunque hablara bajo, pero dependiendo de su humor, era capaz de ignorarme como si no lo hubiera hecho. Había entrado mirando hacia el suelo, soltando un suspiro muy suave antes de subir la mirada para ver...

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22/09/2020, 02:33
Tomás Arévalo

Los ojos de Vanesa se encontraron con los azules de la muchacha, que miraban al vacío. Su cuerpo se había deslizado desde los brazos de Tomás hasta el escritorio, donde había quedado apoyado como una muñeca de trapo mal acomodada con la cabeza colgando hacia el suelo y su largo cabello rubio en cascada, una bella figura que ya estaba poniéndose pálida, perdiendo ese halo que indicaba que hasta hacía minutos estuvo vivo. Lo único que brindaba color eran las mordidas en los pechos y el cuello, la sangre en la camisa abierta, que ya estaba coagulándose  ganando la batalla contra la gravedad que la empujaba a correr hacia abajo.

Tomás estaba sentado en su silla ejecutiva con una pelota de tenis en su mano que arrojaba con recalcitrante precisión al mismo punto de la pared una y otra vez creando un latido que reemplazaba al inexistente de su corazón. El cainita tramaba algo, y eso siempre era peligroso.

Te mantuvo allí a la expectativa unos segundos sin dirigirte la mirada para que sintieras con más peso la interrupción que tu presencia había significado, a pesar de ser solicitada. Finalmente, sus ojos fríos como el acero se desviaron de la pared hacia ti sin girar su cabeza, amenazadores y seductores como siempre solía suceder, un animal de aterradora belleza y prometedor peligro dirigiendo su atención a tu figura.

-Pasa, ¿O te vas a quedar ahí parada toda la noche? -inquirió amargamente, mosqueado. Hacía meses que Tomás buscaba otra candidata para su vitae pero fallaba, y eso lo cabreaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Se puso de pie y dio un rodeo al escritorio con la elegancia en sus pasos que lo caracterizaba, de un movimiento empujó el cuerpo hacia abajo para que siguiera su camino sordo hacia el suelo, -Ven aquí, Vanesa, mi Vanesa -abrió los brazos mientras permanecía de pie, esperando.

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22/09/2020, 03:08
Vanesa Córdoba

Tuve que sostenerme a la puerta un instante conteniendo un grito ahogado al ver la mirada vacía desde la mesa, apenas un pálido reflejo de lo que fuera hacía tan sólo unos instantes. Intenté convencerme que aquel abrupto final hubiera llegado para ella desde el momento que Tomás la eligió, pero la sensación de haber sido mi entrada la causante de aquello no iba a desaparecer. Haciendo acopio de mi fuerza de voluntad no aparté la mirada, sino que busqué los ojos de mi domitor, notándolo especialmente impaciente.

Cada golpe de la pelota contra la pared resonaba en mi pecho. Bang. Bang. Bang. Como si fuera yo la diana en la pared, sentía el golpe, sabiendo que si realmente Tomás lo lanzara en mi dirección podría partirme las costillas o causarme un daño peor. Bang. Bang. Bang. Sentí sus palabras como un latigazo. Él podía ser muy cruel cuando quería, y lo era aún más cuando tenía algo en mente, como ahora. Me apresuré a cerrar la puerta a mi espalda, y me giré de nuevo para verlo allí, frente a su escritorio, tan perfectamente ataviado que de no ser por la chica muerta que caía ahora al suelo y su bragueta abajo nadie podría haber pensado que el respetable señor Tomás Arévalo había estado follándose a la rubia contra el escritorio hacía segundos. Cuando abrió sus brazos, incluso bajo su mirada que parecía gritarme que corriera de allí, sentí su influencia como la de la imagen del Cristo Redentor.

Avancé hacia él, como una polilla hacia la llama que la hará cenizas, sufriendo y amando la manera en que me llamaba suya. Su pertenencia, su objeto, su... su... ¿Su qué, Vanesa? ¿Amante, amiga, novia? ¿Acaso alguno de sus gestos y actitudes te ha hecho creer eso? Aún así, me acerqué hasta él, sumisa, mirándolo sin mirar. -Perdona q-que interrumpiera, Tomás.- Dije, sabiendo que incluso aún cuando él lo había ordenado, iba a querer escucharme culpándome de ello. Y ahora que lo pensaba, ¿no había sido, en realidad, mi culpa? ¿No lo conocía ya lo suficiente como para saber como iba a actuar? Sí, había sido mi culpa, y merecía que estuviera enfadado conmigo.

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27/09/2020, 03:06
Tomás Arévalo

Una sonrisa magnánima emergió de sus labios mientras un brazo se cerraba sobre tu lado y su mano libre te alzaba el mentón para que lo miraras directo a los ojos. -Tu entrada interrumpió mi cena -sonrió, se pasó la lengua por los labios rápido como si fuera un niño jugando y no hubiera un cadáver caliente en el piso -Ahora vas a tener que compensarme.

Besó tus labios suavemente apenas apretando su boca contra la tuya y abrió tu camisa botón por botón sin despegarse nunca de tus labios, solo rozándolos sutilmente. Una vez su obra estuvo completada te dejó semi desnuda y descubierta mientras se alejaba un paso y te examinaba con el rostro indescifrable, una mueca de enojo se dibujó en su rostro.

De un movimiento que no le costó nada te sentó en el escritorio y te abrió las piernas desde las rodillas, sin tocarlas, deslizando sus manos juntas como un nadador que se sumerge en el agua. Se ubicó entre ellas con su cuerpo caliente y olisqueó tu cuello con inspiraciones fuertes e intensas, subió tocando tu piel con suavidad con la punta de su nariz desde allí por la curva de tu maxilar y hasta tu boca. Entonces sí, sus labios reclamaron los tuyos con furia obligándote a girar tu rostro con su mano hacia él; pero el "romance" duró poco: sus besos se dilataron por tu cuello y clavícula de camino de regreso, hasta tu pecho y abriendo su boca glotonamente mientras sus ojos grises se clavaban en los tuyos con malicia se hundieron en uno de ellos sumergiéndote en el éxtasis del beso.

La mujer muerta te miraba desde abajo, silenciosa.

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27/09/2020, 23:21
Vanesa Córdoba

No podía evitarlo; en el instante en que mis ojos se encontraban con los suyos, podía sentir como el mundo desaparecía alrededor, él poseía aquella fuerza magnética que me atrapaba como si fuera un lazo, aterrada del frío inclemente, hipnotizada por la intensidad en ellos. No opuse resistencia a su brazo, sentí que fui yo quien se inclinó hasta sus labios y no al revés. No me atrevía a cerrar los ojos, sintiendo mi pulso acelerarse, mi corazón bombeando la sangre sabiendo que ésta no permanecería por mucho rato en mis venas. Cada botón abierto me hizo saltar, jadear, hasta que mi busto quedó al descubierto.

Se separó, y la mirada que me lanzó, casi de desprecio, me hizo querer cubrirme de nuevo, humillada. Pero mis brazos seguían a mis costados en el instante que me subió al escritorio, colándose entre mis piernas. El calor que emanaba de su cuerpo era al mismo tiempo intoxicante y extraño. No era suyo, era el calor robado al cuerpo de aquella rubia que seguía sobre el suelo como una muñeca rota. Aquella chica había tenido una vida antes de Tomás, ¿y su familia? Sabía que Tomás tenía maneras de ocultar sus huellas. La chica sería hallada, porque las desapariciones son siempre más problemáticas. Harían parecerlo un accidente. Tomás seguiría libre...

Su beso lleno de pasión me hizo jadear, incluso con la mano como prensa en mi barbilla. Fue bajando, su boca recorriendo mi piel. Yo era consciente de cada vena que pulsaba en mi cuerpo, casi podía notar como las pupilas de Tomás se dilataban al ritmo de mis latidos. Lo vi ubicarse en mis senos, y mostrar su sonrisa afilada... Gemí con ansiedad, mis manos aferradas al borde del escritorio, el placer recorriendo cada parte de mi, concentrándose en mi vientre y mis senos, los pezones erectos apretados a la copa del sostén. -T-tomás....- Gemí con más fuerza.

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01/10/2020, 12:57
Roberto Noble

Roberto no se veía afectado en lo absoluto por la muerte de Ernestina, solo intrigado y envuelto por un aire de gravedad que remitía a lo serio de la situación para el clan. Miró en derredor complacido -Tiene usted un gusto tenebroso, señor Burton Miller -elogió con una media sonrisa de labios cerrados.

-No fue el Sabbat -declaró de pronto coincidiendo con Franco, desestimando el pensamiento -Estoy de acuerdo en eso, a esos mequetrefes no se les ocurriría algo tan sofisticado jamás -una sonrisa feroz de complicidad se disparó de sus labios brevemente, comenzó a dar vueltas por la habitación de manera no intrusiva -Podría ser que la Justicar tuviera algo que ver, no me figuro cuáles serían sus motivaciones, pero Ernestina no escatimaba en enemigos, es cierto, y la presencia de esa cainita en la ciudad es el único elemento nuevo como para desestimarlo -alzó ambas manos con elegancia -Entonces es lo primero que debemos descartar para seguir sobre seguro -manifestó.

En ese momento, Bruno, el antiguo ghoul de Roberto, llamó a su amo por móvil; luego de intercambiar palabras y de dibujarse en su rostro una mueca de desagrado colgó y los miró -Ya llegó el equipo forense del principado al edificio -la mueca de desagrado se acentuó -Qué molesto es lidiar con la burocracia inclusive cuando uno ya está muerto, y esos tremeres metiendo las narices en todo van a traer muchos problemas -acotó encaminándose hacia la puerta -Me gustaría que me acompañen a la escena del crimen, a ver si podemos encontrar algo más allí -los invitó a ambos con un gesto -En cuanto el señor Miller confirme tu coartada bajo juramento de sangre quedas liberado, Franquito -alzó las cejas y la sonrisa maliciosa retornó -Yo te creo, pero hay que estar preparados para lo que la sheriff diga.

Notas de juego

Si les parece, dejamos a David Pnjotizado junto a Franco para que lo acompañe, hasta que se reactive Gamo.

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02/10/2020, 20:39
Tomás Arévalo

El momento del Beso pasó fugaz e intenso como una llamarada que consume un campo demasiado de pronto. Las manos hábiles de Tomás serpentearon por el cuerpo de Vanesa con precisión y lujuria, arrullándola en su canción de cuna maldita, socavando su voluntad, apretando todos los botones de su deseo que tan bien conocía: mordió sus pezones arrebatándolos de su sostén, pasó su lengua glotona alrededor de las aureolas, acarició quedamente su espalda sintiéndola estremecer contra sí, totalmente bajo su poder, y cuando estuvo seguro de que estaba muy excitada la apartó con suavidad.

-Gracias, nunca me fallas -soltó con algo de reprimido cariño. Tomás siempre daba la impresión de que el afecto no estaba permitido para él. -Ahora -sostuvo acomodando con sus manos los pechos sensibles de la mujer dentro del sostén otra vez -Vamos a dar un paseo romántico tú y yo -volvió a abotonar la camisa un botón a la vez subiendo hacia su garganta, una vez hecho su trabajo volvió a tomar el maxilar de Vanesa con su mano y la besó en los labios metiendo su lengua suavemente en el interior de aquella boca viva y húmeda -Un paseo por el cementerio a la luz de la luna.

Se apartó con las cejas alzadas y una sonrisa de lado seductora, luego hizo un gesto dramático con ambas manos y señaló el cuerpo de la mujer en el suelo -Ven mi amor, quiero que hagamos esto juntos -lo dijo como si fueran a escaparse de sus casas y fueran adolescentes enamorados, nada más lejos de la realidad.

*****

Trajo una sábana y te hizo envolver el cuerpo a ti mientras se tomaba una copa de ese vino con sangre que tanto le gustaba, luego te ayudó a cargarlo en el ascensor del servicio, ese que no tenía cámaras, y de allí directo a la cochera privada del segundo subsuelo. Te ayudó a colocar el cuerpo en el baúl y por un solo segundo te dio una mirada como si sopesara meterte allí a ti también.

Condujo hasta el cementerio de la Chacarita en donde los guardias estaban instruidos de no preguntar nada ante ciertas visitas y ciertas placas de automóviles, la noche estaba nublada y una ligera garúa caía fina como un velo sobre todo lo que existía, dando aspecto a los mármoles de estar suspendidos en un estado intermedio de la materia, ni sólidos ni líquidos.

Al abrir la cajuela el cuerpo ya estaba rígido, lo cargó él hasta una casita con aspecto de tenebrosa; en realidad no había nada allí que tuviera otra apariencia.

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04/10/2020, 12:53
Vanesa Córdoba

Mi juicio, o lo que queda de él, se nubló ante las atenciones de Tomás, haciendo que la muerte de aquella chica me pareciera secundario, sin importancia, si eso significaba poder seguir bajo el toque de sus manos, de su boca. Entreabrí las piernas con ansiedad, húmeda... y se detuvo. -No, no...- Gemí antes de poder contenerme, pero me callé al instante. Con el corazón latiéndome en distintas partes del cuerpo, sentí sus manos cubrirme de nuevo, torturándome con aquel gesto caballeroso cuando lo que quería era que terminara lo que había empezado en mi. Pero no podía decir nada, sólo intentar controlarme, sobreponerme al estado en que me había dejado. Hice un gesto de posar mi mano sobre su pecho cuando me besó de aquella manera, pero no llegué a tocarlo. No puedo tocarlo, a menos que él me lo permita. De nuevo mi atención fue forzada a recordar el cadáver, a recordar la culpa, esta vez intensificada por la necesidad que mi domitor me había creado, siendo capaz de hacerme insensible a la muerte de un ser humano, de una joven como podría haber sido yo misma.

Pero sus palabras eran una caricia, y en contra de mi voluntad me vi dibujando una sonrisa enamorada...

***

La sensación de excitación y placer se fue reduciendo a medida que tomaba el cuerpo de la chica para envolverlo. Me horrorizaba el pensar que no era la primera vez en que hacía eso, y que de algún modo se estaba convirtiendo en algo a lo que podía acostumbrarme. Como al novio que llega a casa borracho, y que dices "sólo estaba con sus amigos, no pasa siempre..." Le perdonaba todo, le disculpaba todo, como si fuera sólo una chiquillada. El tramo hasta el cementerio terminó por ayudarme a asimilar lo ocurrido, a retomar el tono profesional y serio que Tomás requería de mi cuando no estábamos a solas, y a veces cuando estábamos a solas. No podía hacer nada ya por la rubia, terminé aceptándolo con resignación. -¿Cual era su nombre?- Llegué a preguntar, pero sin esperanzas de que mi domitor me lo dijera. Quizás era mejor no saberlo.

Bajé del coche junto a él, y lo seguí de camino a la construcción, intentando no temblar. No de frío, aún cuando hacía un poco, sino de la sensación que me producía estar en un lugar como aquel en medio de la noche. Era más fácil creer en los monstruos cuando sabías que existían, pero resultaba estúpido pensar en temer a estos monstruos cuando estabas a merced de uno más terrible aún.

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16/10/2020, 04:19
Tomás Arévalo

-¿Importa ya? -inquirió con una sonrisa de lado y dejó la pregunta retóricamente flotando en el aire denso de neblina. Emprendió la marcha hacia lo que parecía ser el mausoleo llevando el cuerpo entre sus brazos como si se tratara de una novia que cruza el umbral...Así se veía con la sábana encima. Lo vio desaparecer por la puerta como si una gran boca se lo tragara, una Moby Dick de concreto y huesos rotos.

Lo que esperaba a Vanesa allí fue peor todavía: una mesa grande con una superficie de granito deslizable que tenía una especie de tapa con vidrio en su extremo opuesto y el horno de incineración prendido en su total esplendor. Alrededor los ataúdes hachados daban cuenta de aquello que había desaparecido: los cuerpos. No había allí nadie más que ellos tres, Tomás se volteó con la media sonrisa más amplia y ladeada y le entregó el cuerpo a la ghoul.

-Prepárala para su morada final -ordenó con una mezcla de ironía y dramatismo. Cuando Vanesa hubo terminado la abrazó y accionó un botón, el cuerpo en la placa de granito comenzó a moverse hacia las llamas blancas hasta que la tapa quedó calzada y solo pudo verse el interior crepitando en un resplandor blanco, seguido por el negro cuando las llamas alcanzaron el impoluto algodón de las sábanas.

Tomás le acariciaba la nuca y el cuello sosteniéndola por la cintura atento a si deseaba desviar la mirada o no, comenzó a besarle el cuello subiendo por la curva hasta que llegó a su boca, sus labios llegaron apasionadamente a los de Vanesa que sintió la lengua tibia invadiendo su boca mientras la otra mano buscó su pecho y se lo comenzó a masajear suavemente.

Notas de juego

What a twisted creepy fucker XD

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18/10/2020, 02:05
Vanesa Córdoba

No importaba, claro. Realmente no importaba ahora que no era más que un cadáver. Pero sabía que debía importarme. Debería importarme, porque segundos antes de que yo golpeara la puerta ella seguía viva. Ella. Quisiera al menos poder tener un nombre para llamarla, uno que no fuera simplemente la rubia de ojos azules y vacíos. Como una autómata, seguí los pasos de domitor para descubrir el secreto de aquella edificación en mitad de un cementerio. Al igual que tantas cosas que iba descubriendo con Tomás, la sopresa no era realmente algo agradable.

No había estado en un crematorio antes. El olor se impregnaba en mi olfato al igual que la ceniza se adhería a mi piel, o así lo sentía. Hubiera dado la vuelta y regresado al coche de no ser porque sabía que Tomás me quería allí, quería que lo presenciara todo, que lo absorbiera, que aprendiera de ello. Me hundía más y más entre muertos, de algún modo sintiendo que también yo me uniría a ellos en cualquier momento. Parte de mi se aferraba aún a la idea que a veces parecía tan lejana y otras tan próxima. Ser una de ellos. Ser su compañera eterna, darle en la muerte todo lo que ya le doy en vida. Ser suya y no temer al final, pues no habría ya final para los dos.

Obedecí, como siempre hacía. Como siempre hago. Intenté no mirar de más aquel cuerpo, que no siquiera podía aparentar estar dormida. Su expresión era de terror y de placer, y así se iría. Así desaparecía para siempre de este mundo, sin que nadie conozca cual fue su destino. Me retiré unos pasos, y sentí los brazos de Tomás alrededor de mi cuerpo cuando el proceso empezó. No quería ver, pero sentí fascinación por las llamas, por ser testigo de aquel ritual que en otros sitios tenía un significado tan puro, y que en este caso más se parecía a la destrucción de lo inútil, de la basura.

Sentí cómo una lágrima abandonaba mis ojos, consciente de lo que ocurría, sabiendo mi papel en lo ocurrido. Los besos de Tomás llegaron para agregar nuevas emociones dentro de mi. Dios mío, estamos en un cementerio rodeado de cadaveres. Estamos presenciando una cremación. ¿Cómo podía alguien en su sano juicio excitarse ante tal solemnidad, ante un acto tan perverso e inmoral? Aún así jadeé, y cerré mis ojos al sentir su boca en la mía, posesiva. Tomás, detente. Por favor... Por favor, detente... Pensamientos que no llegaron a escapar de mi boca, no sólo porque ésta no me pertenecía desde el instante que mi domitor la había reclamado para si mismo, sino porque no tenía la fuerza para impedirlo. Impedir que cometiera tal sacrilegio en tierra santa. Gemí en su boca, suavemente, sintiendo repulsión y deseo, angustia y lujuria. Quería que parara, quería que siguiera.

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22/10/2020, 03:02
Tomás Arévalo

El gemido extrajo una risa del vampiro que resonó en la boca de Vanesa mientras se separaba y le mordía el labio inferior. La miró a los ojos con infinita seriedad, en contrapartida con su risa: nunca se sabía quién decía la verdad, si su boca o sus ojos. Sus labios volvieron a estirarse en un rictus de insatisfacción y se apartó solo un paso de Vanesa para observarla mejor -¿Qué pasa? ¿Hay algo que quieras decirme? -inquirió intuyendo algo en su ghoul -¿Alguna moralina que te asalte de repente? -quiso saber.

La soltó pasando la mano por su espalda -Me temo que ya es demasiado tarde para todo eso -sonrió maléficamente y señaló el cuerpo que estaba siendo consumido por las llamas. De pronto un rayo crujió sobre sus cabezas e hizo retemblar las paredes del lugar, el ventrue alzó la vista extrañado y la muchacha pudo ver asomar en ellos una sensación singular, una que no llegó a identificar y que desapareció tan rápido como había aparecido.

Volvió a abrazarla, esta vez con demasiada fuerza para que fuera cómodo, podía sentir su cuerpo como una lápida de granito sobre su pecho y sus brazos como dos barras de metal retorcido a su alrededor -A veces pienso de qué me sirves si eres una inútil, tartamudeas, eres insegura... no tienes ambición -soltó de pronto con una mueca amarga -Facundo me dice que me deshaga de ti, que si te hago como nosotros serás un lastre para el clan -una mano subió al rostro de Vanesa, se ubicó sobre un lado y la sostuvo en donde se unían su maxilar y su cuello -¿De qué sirve tener entre nosotros a alguien que siente tanto, que es tan terriblemente humana? -apoyó su frente contra la de ella -A veces fantaseo con romperte el cuello y hacerte cenizas como lo estoy haciendo con esta prostituta -giró su cabeza y la obligó a girarla ella también una vez más -Cada vez que las mato pienso en ti, mariposita -le dio una mirada de lado turbadora.

Un rayo crujió en el cielo, iluminó su rostro de azul eléctrico a través de los vidrios de la ventana, solo entonces su mirada se desvió y Vanesa vio en ella la sombra de una sensación que nunca antes había visto en Tomás: miedo.

-Mejor nos vamos -ordenó.

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29/10/2020, 09:08
Vanesa Córdoba

Cuando Tomás volvió a poner distancia entre nosotros, a hacerme aquellas preguntas, me apresuré a negar mientras me limpiaba el rostro con las manos, queriendo apartar las lágrimas que habían escapado, sintiendo como mi piel había empezado a sudar no sólo por el calor del horno, sino por la mezcla entre ansiedad y terror que aquella mirada prometía. Mi domitor no necesitaba golpearme, ultrajarme físicamente, para provocarme dolor. Sólo con sentir el desprecio y la decepción en su voz, en su mirada, sentía que una parte de mi moría. Nunca iba a ser merecedora de su amor. Este pensamiento me asaltó con fuerza, hundiéndome aún más en el fangoso pantano de mi mente.

Me distraje con la reacción en su mirada al escuchar el retumbar de una tormenta que se acercaba. Fue sólo un momento, un instante en que su influencia sobre mi mermó; pero esta distracción me hizo aún más vulnerable en el momento que comencé a sentir como me apretaba y amenazaba con romperme. No importaba si esta amenaza la repitiera todas las semanas, todas las noches, nunca estaba segura si ese día sería capaz de llevarla a cabo. ¿Sería hoy el día? ¿Acabaría conmigo y me agregaría a la pila del horno, junto a la chica rubia? ¿Acaso podría esperar un final distinto al de ella? Mi respiración se aceleró ante aquella confesión. ¿De cuantas maneras habría imaginado matarme? ¿Acaso la razón de que siguiera viva es que aún él no hubiera decidido cual le causaría más placer?

Mejor ellas que yo. Sentí un nudo en la garganta por ese pensamiento egoísta. Pero una vez empezó, mi mente empezó a tomar otro rumbo. Él pensaba en mi incluso estando con otras. Era su manera de mantenerme viva, de seguir disfrutándome, amándome, mientras que aquellas sufrían las consecuencias. De un modo turbio, perverso, tóxico, me estaba probando lo importante que era para él. Yo estaba en su mete constantemente. ¿No era esa la muestra de que me amaba?

Y de pronto, percibí por primera vez desde que mi vida se hubiera cruzado con Tomás cómo los monstruos también podían sentir temor. ¿A una tormenta eléctrica? Sin entender, sólo asentí a su orden, y me dejé guiar fuera del crematorio, sin llegar realmente a sentir alivio de que no hubiera cumplido con su amenaza.

 

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04/11/2020, 03:10
David Burton Miller

 La líder del clan Giovanni había sido destruida dentro del Principado y por si fuese poco, usando una de las balas azules. Tomé el asunto con demasiada calma.. Realicé algunas pruebas, pero no con la premura o profundidad que debí. No es que me sintiese responsable o nada similar, solo temía no estar adecuadamente preparado para enfrentar la amenaza al Principado.

 Asentí con solemnidad a la petición de ayuda por parte del Sire de Franco. Haré cuanto esté a mi alcance, por su bien y el mío.. Luego de eso guardé un respetuoso silencio mientras ellos intercambiaban palabras, limitándome a responder sólo cuando el recién llegado se expresó sobre mi gusto. -Las tinieblas rigen mi existencia, Don, gracias.

 Poco después me manifesté nuevamente, en esa ocasión para corregirles. -No desestimen con tanta facilidad al Sabbat, puede que como un todo sean salvajes y desorganizados, pero existen manadas competentes y especializadas en labores como esa. Los legionarios negros, los ángeles de la muerte, los lobos silenciosos, las últimas sombras y varias más.. -Aún así, no he tenido noticias de incursiones en el Principado y por lo tanto lo considero casi improbable. En cuanto a Madame Guil, no puedo pronunciarme.

 La repentina llamada recibida por Roberto marcó el siguiente paso de la noche. -Debemos darnos prisa, los tremere tienden a investigar de forma sesgada y miope, y arruinan el escenario. Era consciente de que Franco estimaba a una tremere, pero eso no excusaba al resto del clan. -He colaborado en repetidas ocasiones con el equipo forense por lo que no tendremos problemas con Micaela o el juramento.

 Antes de partir abandoné brevemente el salón, concediéndoles un breve instante de privacidad. -Cuando gusten, caballeros. ¿Su auto o el mío? Los de la CBM resultarían más seguros, pero les permitiría elegir.

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10/11/2020, 18:43
Láquesis

Al llegar a la escena del crimen en el edificio el equipo tremere ya había accedido y se encontraba en plena faena, don Roberto Noble se enfrascó en una discusión bastante acalorada sobre las costumbres, los atropellos y la autoridad con la Sheriff, que estaba custodiando la puerta. "Preservación de la escena del crimen" le llamaban, pero para él más bien sonaba a "culparemos a quienes nos plazca o nos convenga".

Entonces, se le ocurrió una idea y les hizo un gesto a David, a Franco y a Gerónimo, le indicó al ghoul que buscara todos los edificios cercanos desde los que se podía efectuar el disparo y que pidieran acceder a las azoteas usando sus argucias. Estaba seguro de que los tremere todavía no habían mandado a nadie a tales menesteres, con suerte, podrían hacerse con alguna evidencia o pista; él se quedaría allí negociando con los usurpadores y generando distracción.

*******

Tres terrazas quedaron descartadas por ser parte de casas particulares, otras cuatro por ser oficinas ocupadas por call centers. Finalmente, llegaron a una en la que había un gran cartel de propaganda, una pantalla LED de grandes dimensiones que echaba una luz cegadora todo el tiempo y dificultaba la visión alrededor al cambiar de colores todo el tiempo. Tras buscar afanosamente por los alrededores del cartel dieron con un lugar que estaba cerca del límite permitido por un rifle con mira de largo alcance.

Fue decepcionante no hallar nada allí tampoco, parecía que al francotirador se lo había tragado la tierra y si había tirado desde esa distancia -un kilómetro- era sin lugar a dudas un experto. Cuando estaban retirándose Franco notó algo inusual en el suelo, una figura de un unicornio de porcelana con la pata delantera rota. Parecía muy antigua y el hecho de que se encontrara en una terraza llena de cables y caños lo hacía más sospechoso todavía... Pero por ahora se tendrían que conformar con ello.

Notas de juego

Siento que la escena se haya alargado tanto, pero tengo que cerrarla para darle cauce a la última escena de la partida :-) Por ahora este es uno más de los misterios que se traga la ciudad de Buenos Aires con sus fauces oscuras.

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10/11/2020, 19:16
Tomás Arévalo

La tormenta fue cobrando fuerza e impulso a medida que llegaban al edificio en el que Tomás tenía su apartamento, las calles se anegaron y los árboles se movían agitados por violentos vientos que ululaban amenazantemente. Subieron por el ascensor, aunque Tomás se mostraba serio y reticente a hacerlo. Vanesa nunca lo había visto así, perdiendo lentamente los estribos mientras la tormenta alcanzaba más y más cotas alarmantes.

Lo primero que hicieron al entrar fue poner en la caja fuerte algunos documentos, le pidió a Vanesa que se los fuera alcanzando de distintos biblioratos de la biblioteca y de su escritorio. Les llevó reunir aquello unos cuantos minutos, tiempo que luego sería vital en más de un sentido, pero Tomás tenía muy en claro sus prioridades en aquel momento: asegurar sus bienes.

Cuando iba a cerrar la caja fuerte dudó unos instantes, el viento golpeaba las ventanas y los vidrios retemblaban con cada embestida de aire violento y envolvente, como si en vez de estar en una terraza estuvieran bajo el mar y lo que sacudía el edificio fuera un oleaje intempestuoso. Tomás decidió darle a Vanesa una parte de los documentos y escrituras -Vamos a la habitación del pánico -dijo con parquedad haciéndole entrega de aquello como si fueran las sagradas escrituras.

Las manos del ventrue se posaron sobre las de ella por un breve momento y sus ojos se encontraron, los de él transmitían dolor y furia, parecía estar librando una batalla en su interior de la que él solo tenía noticia. Apretó los dedos de la muchacha con sus manos cerrándolos aún más sobre los papeles -Protege lo que más quiero -dijo mirándola a los ojos, dubitativo de si agregar algo más... O más bien, queriendo agregar algo más pero reprimiéndose.

Un estallido de vidrios y un grito escalofriante que venía montado en el reverberante rugido de la tormenta llenó el lugar, Vanesa estuvo cubierta de vidrios en un instante al igual que su domitor, pero estos no le hicieron nada por la capa que tenían que impedía que se volvieran filosos al romperse. Solo en ese momento lo supo con la seguridad que da la adrenalina del instinto de supervivencia: esa tormenta no era normal ni natural.

-¡Corre! ¡Ya está aquí!

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23/11/2020, 03:27
Vanesa Córdoba

Algo estaba pasando. Lo sentía no sólo en la piel, sino que lo veía en la manera en que Tomás actuaba esa noche. Jamás lo había visto de esta manera, haciendo que comenzara a sentir ansiedad. Si él perdía el control, ¿cómo no lo perdería yo, que era menos que él? ¿Qué podía hacer cuando mi voluntad estaba mermada por el mismo ser que ahora se movia errático, nervioso?

La tormenta arreciaba y con ella el temperamento de mi domitor. Yo sólo obedecía, siguiéndolo a través de su piso, sin atreverme a hacer ninguna pregunta. Él me lo explicará cuando sea el momento. ¿Verdad? Tomé los documentos que me entregaba sin entender, pero de nuevo no tuve palabra para negarme. ¿Por qué debíamos ir a la habitación del pánico? ¿Qué era lo que estaba pasando? ¿No deberíamos bajar a un sótano, puesto que el viento parecía dispuesto a reventar el edificio? ¿De qué serviría la habitación del pánico cuando los cimientos cedieran y aquel cuarto se derrumbara varios pies?

El toque de sus manos, la mirada que me dedicó, era fácil de leer y al mismo tiempo estaba llena de palabras no dichas. Apreté aún más los papeles contra mi. Protegería aquello que él quería con mi vida, aunque no sabía lo que había en esos escritos. Porque era de los papeles que él hablaba... Porque no podía estar refiriéndose a mi. ¿Acaso no había deseado matarme hacía menos de una hora? ¿Qué está pasando, Tomás? Pero la pregunta no llegó a salir de mi boca, sólo asentí.

Fue cuando comenzó el caos. Cuando comenzó la pesadilla. Algo había entrado. No necesité que Tomás me repitiera las palabras. Me giré en la dirección en que estaba la habitación del pánico. Corrí, corrí sin mirar hacia atrás, activando el panel con dedos temblorosos, y cruzando la puerta reforzada cuando ésta se abrió. Y allí, me giré con la mano sobre el botón del cierre automático, esperando el instante en que Tomás cruzara hacia aquí, pero entonces...

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03/12/2020, 12:38
Tomás Arévalo

La retahíla de gritos de Tomás podía escucharse por el pasillo, acercándose vertiginosamente hacia Vanesa. También detrás de él podían oírse unos chillidos sobrenaturales abriéndose paso como un llamado de un gran ave del Averno de graznidos amenazadores y lacerantes, de gritos desgarradores formulados por una garganta que no estaba hecha para las palabras.

Todo sucedió en segundos pero con la lentitud de los hechos determinantes: Tomás apareció por la puerta con el rostro desencajado, bañado en lo que no podía ser otra cosa que su propia sangre. Caminaba cojeando y solo al dar unos pasos titubeantes Vanesa pudo notar que una de sus piernas había sido arrancada de cuajo y que la botamanga del pantalón bailaba fantasmalmente del lado izquierdo. Al entrar en la habitación pareció hacer un salto hacia adelante que no le alcanzó para avanzar antes de ser agarrado por una garra larga y huesuda, una última mirada se clavó en la muchacha antes de que aquellos ojos azules no la miraran nunca más. Una última mirada que decía todo y no decía nada, como siempre había sido con aquel bastardo, aquel que parecía que por una vez en su no-vida iba a hacer lo correcto.

-¡Cierra la maldita puerta!* -ordenó. Unos ojos rojos, inyectados en sangre y encendidos con los mismas brasas del infierno se abrieron desde la oscuridad del pasillo, pesados pasos dieron lugar a una sombra de inhumanas proporciones que se cerró sobre Tomás en el momento en que la ghoul obedeció accionada por el último comando de su domitor.

La luz comenzó a parpadear mientras el ser se abalanzaba sobre Tomás y se trababan en pelea, una pelea que el ventrue sabía que no podía ganar. La cámara de la habitación del pánico mostraba un remolino de sombras en la que la los papeles que solían inundar la casa revoloteaban como aves asustadas y se fundían con el viento y la lluvia que se filtraba desde fuera mientras el cuerpo de Tomás era despedazado y consumido, gota a gota, miembro a miembro por ese… ser de alas membranosas siempre plegadas hasta el momento en el que se abrieron y se cerraron sobre el suelo y Vanesa comprendió que su domitor ya no existía más.

Una punzada en su pecho, dolorosa e insoportable, la aleccionó al mismo tiempo sobre el horror de la muerte definitiva de aquel ser que la había mantenido sometida bajo su yugo tanto tiempo y una nostalgia con aroma a relación tóxica, de necesidad y deseo, de poder y sumisión, de obsesión e insatisfacción la colmó junto con el irremediable dolor de haber amado, aunque fuera bajo esos velos tan dolorosos.

El ser dio una última mirada con esos ojos luminiscentes a la cámara como si mirara a Vanesa directamente y luego se dio media vuelta y se fue por el ventanal de la habitación sumergiéndose en el mismo vendaval y en la misma negrura de la que parecía proceder.

En el suelo el epitafio de su domitor fue una mancha de sangre sin restos que ser llorados. Afuera, la tormenta seguía su curso y parecía que iba a barrer la ciudad entera del mapa.

Un grito resonó a lo lejos: era el gran aullido de Gorgo perdiéndose en una noche de pesadilla, quizás para siempre.

Notas de juego

*Uso de Dominación.

Puedes poner las impresiones de Vanesa si deseas, y cerramos la escena.

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13/12/2020, 02:07
Vanesa Córdoba

Segundos.

Todo había ocurrido en tan solo segundos. Segundos entre el tiempo en que Tomás estaba "vivo" y luego... Luego ya no estaba. Mi mano seguía presionada sobre el botón de cierre. Había un sonido estridente llenando la habitación del pánico, que me taladraba los oídos pero no podía hacer que parara. Hasta que me di cuenta que era yo quien gritaba.

-Dios mío...- Caí de rodillas, apretando fuertemente los papeles contra mi pecho. -Dios... Dios... Tomás. TOMÁS. ¡TOMÁS!-

Como si con pronunciar su nombre pudiera hacerlo volver.

Como si realmente aquello pudiera servir.

Como si pudiera cambiarlo...

Ya no estaba. El hombre a quien odiaba, el ser a quien amaba, ya no estaba. En ese momento no entendía el peso de lo que significaba. Sólo que estaba sola. Que estaba absolutamente sola. Que no había podido evitarlo. ¿Había sido él quien me ordenó cerrar? ¿Lo había hecho yo a consciencia, para salvarme a mi misma, llevada por el terror?

¿Lo había matado?

El tiempo dejó de tener importancia. Hasta que todo pareció pasar. Hasta que el sentido de la supervivencia me recordó que no había una razón para que yo permaneciera allí. Como una autómata dejé la habitación. Crucé el lugar, sin mirar a ningún lado, por miedo a que si lo hacía la criatura estaría esperandome para hacerme lo que le había hecho a él. Crucé la puerta. Dejé el edificio.

Me fui. Esa noche había muerto yo también, no quedaba más que una carcasa vacía. O al menos, eso creía...

Notas de juego

Creo que ya está. Gracias por esta escena <3 Ha sido intensa.

Cargando editor
08/03/2021, 20:44
Cloto
Sólo para el director

 

Fin de escena