Desde que toda esta locura de la Death Race se había convertido en una realidad, la locura había estallado en la prisión. Tal vez por la emoción de la carrera, la anticipación de la violencia o quizás solo era el simple hecho de que algo rompiera la monotonía, todos se veían emocionados esperando ver como avanzaba todo y tratando a los “afortunados” corredores como estrellas del Rock.
Te diriges hacia la enorme ala Norte, una nave industrial antiguamente clausurada de la que ahora llegan todo tipo de ruidos mecánicos. Una puerta custodiada por dos guardias armadas franquea el paso, pero vosotros tenéis el pase VIP. No hace falta decir nada, los guardias simplemente se hacen a un lado y te dejan pasar.
Una vez dentro, el ruido de máquinas trabajando y un fuerte olor a gasolina y aceite impregna tus fosas nasales. La enorme nave está totalmente diáfana, sin paredes más allá de las que componen el armazón exterior. Del techo, enormes tragaluces blanquecinos, marcados por signos de antigua roña limpiada rápido y corriendo dejan que leves rayos de luz se filtren iluminando el interior. Enormes grúas y andamios pueblan el lugar y solo unas estanterías y unas cortinas de plástico blanco separan la zona destinada a cada vehículo.
Hablando con varias personas, te sorprende ver a Coach, el preso más longevo de la prisión. No sabes si por antigüedad o por derecho propio, pero es la única ley que realmente ves que se respeta en la prisión, Todo el mundo trata bien a ese hombre. Se encuentra sobre una mesa con varios papeles y tras él, la zona de vehículos.
A la mayoría de nosotros nos desagradaba el olor a gasolina o aceite, pero Alonzo... Alonzo era la excepción. Más de una vez nos había dicho que su olor favorito era el de la gasolina y que incluso le ponía cachondo, lo cual a nosotros no nos extrañaba nada.
Nos dirigimos a hablar con Coach y, como la gran mayoría de nosotros tenía un fuerte respeto por el veterano recluso, dejamos que fuera Alonzo quien siguiera tomando la iniciativa. Al fin y al cabo, él era el piloto, el corredor, el tipo experimentado en pisar el acelerador y no darse una buena ostia, por lo que era mejor dejar que actuara el más profesional.
-Hola, míster -fue el saludo de Alonzo, con una amplia sonrisa, aproximándose a Coach-.He hablado con la rubia. Dice que es hora de ir preparando el buga para la Death Race. Ya verás, míster, me voy a cargar a siete u ocho de esos mamones en la primera carrera para quitarme de en medio a la competencia. Un plaka plaka en to'los piños les voy a dar.
Me despido de los mecánicos cuando veo llegar a nuestro primer corredor. Esto de la carrera de la muerte es una locura, pero si algo he aprendido aquí dentro es que Hennessey siempre consigue lo que quiere. Al menos, este parece estar encantado con la situación.
- Siempre es un placer ver que la gente esta dispuesta a disfrutar de las locuras que surgen en la prisión. Sígueme –
Comienzo a andar, guiándole hasta su vehículo. Tomo la lista que he recibido con los nombres de los corredores.
- Veamos… Brian Benson. Si un buen vehículo. –
A nuestro alrededor, varios mecánicos continúan trabajando. Al fin y al cabo, están trabajando a contrarreloj para tenerlo todo listo. Finalmente llegamos. Un vehículo… excesivo, pero es lo que ha pedido el corredor.
- Aquí lo tienes, dispone de todo lo que te será necesario. Armamento, defensa, etc. Disfrútalo –
Espero a ver si necesita algo.
Te diriges hacia la enorme ala Norte, una nave industrial antiguamente clausurada de la que ahora llegan todo tipo de ruidos mecánicos. Una puerta custodiada por dos guardias armadas franquea el paso, pero vosotros tenéis el pase VIP. No hace falta decir nada, los guardias simplemente se hacen a un lado y te dejan pasar.
Una vez dentro, el ruido de máquinas trabajando y un fuerte olor a gasolina y aceite impregna tus fosas nasales. La enorme nave está totalmente diáfana, sin paredes más allá de las que componen el armazón exterior. Del techo, enormes tragaluces blanquecinos, marcados por signos de antigua roña limpiada rápido y corriendo dejan que leves rayos de luz se filtren iluminando el interior. Enormes grúas y andamios pueblan el lugar y solo unas estanterías y unas cortinas de plástico blanco separan la zona destinada a cada vehículo.
Al fondo puedes ve al preso más antiguo de la prisión Coach, hablando con un calvo, le reconoces como uno de los futuros corredores y por tanto, futuro rival. A Coach intestaste reclutarle pues claramente es un 1, pero de momento, te ha rechazado.
Pon como objetivo a Ti y a Brian Benson
Mientras hablas con Coach, ves llegar al santurrón ese que se cree alguien “especial” y como no, lo hace haciéndose notar.
Pon como objetivo a ti y a David Smith
Observamos el vehículo que nos muestra Coach, maravillados. Si usando ese auténtico monstruo, no ganamos es porque la carrera está gafada. En silencio, aguardamos a que sea Alonzo el que dé el veredicto. Al fin y al cabo, él es el piloto, el que se pondrá a los mandos del coche y el auténtico experto de la conducción, como tiende a recordarnos muy a menudo.
-¡Uauh, qué pepino!, ¿no? -comenta Alonzo, asombrado. Luego, se vuelve hacia Coach, hablándole con un profundo respeto o, al menos, con lo que Alonzo ha entendido siempre por respeto-. Bien, míster, bien. Si hay algo en lo que pueda ayudarte en la prisión, sólo tienes que decírmelo...
Nos percatamos en ese instante de que David Smith había entrado en el garaje. Para algunos de nosotros, aquel hombre era poco menos que un predicador carcelario. Para otros, un líder carismático al estilo de Charles Manson. Varios lo habían apodado como "el Tío del Código Binario". Y en el caso de Betty, directamente bebía los vientos por él. A nuestra dulce y joven compañera siempre le habían gustado los chicos malos de ojos azules.
Alonzo decidió aproximarse entonces a David, y todos fuimos con él, secundándolo. Todos queríamos salir, tomar el control, pero Alonzo era fuerte y siguió siendo el dominante. Podíamos percibir cómo Alonzo observaba a Smith, como si estuviera analizándolo, evaluándolo.
-Hola, Smith -dijo Alonzo, cruzando los brazos sobre el pecho-. He oído que tú también vas a correr en la Death Race. ¿Sabes algo de los otros conductores?
En la zona norte de la prisión han preparado una enorme nave donde se encuentran los vehículos que se utilizan en la carrera. El coche se supone que se ha hecho a medida según los deseos de sus conductores y conociendo a tu chico, sabes que estará bien elegido. Dos guardias guardan la puerta de acceso, pero al verte e identificarte como participante de Death Race aunque sea como copiloto, te dejan pasar sin problemas.
Una vez dentro, ves que el lugar es un hervidero de movimiento, con mecánicos moviéndose de aquí para allá, grúas elevando enormes piezas de metal y hormigón. El lugar está diáfano, sin ninguna pared salvo las que conforman el armazón exterior del edificio. Los vehículos se encuentran separados por unos plásticos que cuelgan de unas barras metálicas enganchadas a unas ruedas.
Un poco por delante de ti se encuentra ese santurrón de David que avanza con paso parsimonioso y un poco más allá, ese tal Brian junto con Coach, el hombre de más antigüedad en la prisión y también el más respetado.
Pon como objetivos a Brian Benson y a David Smith
Antes de que podáis iniciar una conversación, vuestros ojos se giran para ver llegar a una tercera persona. No sabéis quien es exactamente, pero si la habéis visto más de una vez con el Neo-nazi de Derek.
La mujer avanza con paso decidido hacia vosotros.
Poned como objetivo también a Courtney Fitzroll
Te sorprende ver cómo han tuneado la nave del ala Norte de la prisión para adecuarla para la preparación de la carrera. El edificio está custodiado por dos guardias, pero estos se apartan al verte al haberte identificado como uno de los corredores.
Una vez dentro, ves que el lugar es un hervidero de movimiento, con mecánicos moviéndose de aquí para allá, grúas elevando enormes piezas de metal y hormigón. El lugar está diáfano, sin ninguna pared salvo las que conforman el armazón exterior del edificio. Los vehículos se encuentran separados por unos plásticos que cuelgan de unas barras metálicas enganchadas a unas ruedas.
En el lugar ves a tres personas que, si bien no conoces personalmente, si les has visto por ahí y sabes que dos de ellos son corredores de Death race y la otra suele ir siempre con el nazi que también participará en la carrera. Hay una cuarta persona, Coach, el prisionero más longevo del lugar y persona más respetada (Al menos de verdad, no como Hennessey)
Añade como destinatarios de tus post a Brian Benson, David Smith y Courtney Fitzroll
El sitio está empezando a abarrotarse. Mientras la chica se acerca, por la puerta aparece un mexicano que si bien no le conocéis mucho, si sabéis que es otro de los corredores que participarán en la carrera.
Añadid a Juan "Navajo" Martinez
El garaje comenzaba a llenarse y nosotros empezábamos a mostrarnos inquietos. Nos habíamos dirigido a saludar a David Smith, pero antes incluso de que este nos respondiera, habían aparecido un par de reclusos más: Navajo, un preso de origen latinoamericano, y Courtney Fitzroll, la novia de un neonazi peligroso llamado Derek que intimidaba especialmente a T-Bone.
La mayoría de nosotros sabía que no había que joder a la novia de Vinyard, pero Alonzo... Cada vez que Alonzo veía a una reclusa como esa, su líbido se encendía como la de un adolescente de dieciséis años. Nuestro peculiar conductor, el hombre que nos sacaría a todos de esa prisión, se pasó una mano por la entrepierna, tocándose el pene mientras percibíamos que probablemente pronto tendría una erección de imaginarse las cochinadas que le haría a Fitzroll.
-¡Eh, preciosa! -exclamó, en tono grave, un tanto hosco, acercándose a Courtney. Alonzo recorría a la rubia con la mirada como si fuera a comérsela y si no le metió mano allí mismo fue porque sabía que los demás haríamos todo lo posible por tomar el control para impedírselo. No se jodía a la novia de Vinyard-. ¿Qué haces tú solita por aquí? No me digas que tú también te pones cachonda con el olor a gasolina y aceite, ¿eh?
Alonzo era un tipo peculiar. Controlable si se sabía como pararle los pies. Entre sus numerosos defectos había uno muy claro: el concepto de caballerosidad se le escapaba. Más de una vez ya había indicado que el tatuaje de la esvástica de Courtney Fitzroll se la ponía dura y que, de ser por él, hubiera hundido la cabeza en ese escote y hubiera hecho "BRRRRR", pero la mayoría de nosotros se lo impediríamos si se diera el caso.
Y conforme avanzo, sonrio levemente. Pues antes incluso de llegar a mi destino, me asaltan los olores a aceite, carburante y el retumbar de la maquinaria. Aunque cuando por fin cruzo el umbral de la nave norte, no puedo evitar sorprenderme ante el despliegue de actividad que hay ante.
De un rápido vistazo, controlo la zona. Y me percato de que en medio de todos los reclusos que trabajan como mecánicos, algunos destacan.
Por supuesto, una de ellas es la neonazi. Y mi sonrisa aumenta mientras la contemplo. Ya veremos lo que dura cuando nos pongamos serios en la carrera.
Hago un leve gesto cuando me cruzo con el otro par de pilotos mientras digo a media voz
Suerte muchachos. Todos la vamos a necesitar.
Pero no me detengo. Pues en medio de la nave, un individuo me llama la atención por su edad.
Asi que avanzo entre los distintos vehículos en diferentes estados de preparación y me planto ante el viejo.
Lo miro de arriba a abajo y digo.
Soy Navajo Martinez viejo. La putita mal follada de arriba, me ha aceptado como corredor. Y supongo que estas al tanto de como funciona el cotarro aquí aunque solo sea por los años que debes haber cumplido pudriéndote. Asi que, ¿Cual de estos montones de chatarra es mi coche?
Al entrar en el garaje no me fijo mucho en los presentes y sí en los vehículos, voy buscando nuestro Buick Riviera, aunque no pierdo la ocasión de observar los otros coches e ir fijándome en algunas de sus especificaciones y armas. Quiero echarle un vistazo al coche antes de la carrera, Derek es bueno al volante, pero la mecánica no es su punto fuerte.
Contoneándome provocativamente entre mecánicos, grúas y chispas de soldadura no era de extrañar de saliera algún baboso, de normal la presencia de Derek es suficiente para mantenerlos alejados pero en cuanto me alejo un poco…
Que me griten cosas no es algo extraordinario, ni poco frecuente, de modo que cuando intenta llamar mi atención le hago una peineta, mostrándole el dedo corazón sin detenerme a mirarle siquiera. De normal esa respuesta suele ser suficiente para que el baboso medio quede satisfecho y suelte algunas risotadas con sus amigos, pero este debe ser especialmente cortito para acercarse hasta mi sujetándose sus partes.
Quieto nene -Le digo aprovechando que se ha acercado más de la cuenta para sacar el pincho (un hueso de pollo de la cena, afilado) y presionar el lado puntiagudo contra su entrepierna. - Mantén esa cosita tan insignificante lejos de mi a menos que quieras mear sentado de por vida -Le advierto, relajando la presión cuando creo que lo ha entendido y disponiéndome a seguir mi camino. No quiero atraer sobre mi la atención de los guardias después de lo que ha ocurrido en el patio.
Alonzo no quería líos con Derek, pero por otra parte no podía consentir que una mujer le dijese lo que tenía que hacer. Para él, era como si T-Bone o Leslie le dieran lecciones. Éramos muchos los que, como Brian, considerábamos que toda persona merecía un respeto, independientemente de su género, pero la mente de Alonzo se había quedado en el siglo pasado. Y por desgracia, era demasiado fuerte, por lo que cuando él tomaba el control, era difícil quitarle de en medio.
-¡Uy, qué subidita está la nena! ¿Crees que me vas a hacer algo con esa pata de canario? -comentó, con una risotada, observando que la chica neonazi ya se disponía a seguir su camino, sin querer meterse en líos-. ¿Pero a ti no te gustaban los calvos? ¿O sólo te gustan los que tienen micropene? -Alonzo rió a carcajadas, mientras nosotros tratábamos de dominarlo y Edmund hacía lo propio por salir a flote. Esperábamos que eso no sucediera, pues sería saltar de la sartén al cazo-. ¿Sabes por qué estoy aquí? ¿Lo sabes? ¡Estoy aquí por matar a zorras repelentes como tú!
Será mejor que meta baza antes de que la cosa se desmadre.
- Venga chicos, este no es el lugar. Lo que tengáis que arreglar, ya lo haréis en el asfalto. Al fin y al cabo ¿No estáis aquí para eso? –
Cojo nuevamente mi lista de corredores y me dijo primero al hispano.
- Juan Martinez ¿Verdad? Tu vehículo es ese de allí –
Señala con el boli que tiene en la mano una lona situada al otro lado de donde os encontráis.
- En cuanto a ti – Ahora me dirijo a la mujer recién llegada – Es el primero de la derecha –
Y señala el primer vehículo de la fila, también cubierto por unas lonas.
- Les recomiendo echar un ojo a sus carros, nunca se está lo suficientemente seguro de que todo está bien –
Me han dicho que no diga nada, pero ¿Qué van a hacerme? Además, técnicamente no he dicho “nada”. Ahora es cosa suya.
-Tienes razón, míster -dijo Alonzo, serenándose. Le habían escogido como corredor en la Death Race, no podíamos permitirnos que echase todo a perder por una discusión con una reclusa-. Este no es lugar para enfrentarse los unos a otros.
Nos dirigimos entonces hacia nuestro vehículo, para echarle un vistazo con detenimiento y comprobar que funcionaba perfectamente. Nos despedimos de Martínez con un gesto de mano, dado que el latinoamericano había sido cordial al desear suerte a todos, aunque no dijimos nada más a la novia de Derek y al silencioso calvo.
Me he mantenido al margen del roce que han tenido un par de "compañeros".
Pero mirando de arriba a bajo a la nazi, no puedo evitar ni sonreír levemente ni un breve arqueo de cejas.
Pero el viejo interviene, de momento, evitando que la sangre llegue al río. Y por mi parte, pues me he girado para contemplar la situación, solo puedo decir.
Flaco favor me haces viejo. Desde mi punto de vista, si este par quieren destrozarse aquí y ahora, menos competencia para mi cuando corramos
Pero al separarse, Brian alza su mano a modo de despedida y yo, imito el gesto con la zurda.
Hecho esto, apuro el paso hasta llegar al cubículo señalado por el viejo en donde descansa mi cacharro
Es un monoplaza compacto, curiosamente con una pinta parecida a la mía oxido incluido.
Un par de mecánicos pululan a su alrededor pues tiene el capo levantado.
Con ojo critico, observo el grosor de la chapa que forma el capo y los refuerzos estructurales de la carrocería.
También, al aproximarme, resalta el blindaje que cubre casi todos los huecos de las ventanillas y la rejilla reforzada de acero sobre el para brisas frontal.
¿Demasiado peso?
Es lo que pienso levemente inquieto.
Pero cuando termino de acercarme uno de los mecanicos sonrie, mirandome como si intuyera mi inquietud, y se hace a un lado haciendo un gesto que señala el corazón de mi maquina.
Allí, en su cubículo blindado en el morro, arropado por los anclajes reforzados, descansa un v8 HEMI Hellcat de bloque agrandado 6.2.
Y no solo eso. Sobre las culatas gemelas que cubren los pistones, puedo observar las tomas de aire de sendos turbo compresores.
Lo han convertido en un biturbo.
Examinando en profundidad el corazón de mi bestia, descubro un conducto de presión reforzado que se bifurca entrando por las traseras de sendas culatas y por el otro lado, desparece mas allá de de la placa de blindaje que separa el salpicadero.
Miro de reojo al mecánico con un discreto alzamiento de cejas y este asiente enseñando los dientes. No es dificil suponer que clase de bombona esta conectada a la tuberia.
Antes incluso de preguntar, el mecanico suelta.
Su potencia absoluta va mas allá de los 800 hp. Su par de torsión supera los 1000 nm... con todo activado
Y es curioso. Pues sin ser consciente de ello, yo también empiezo a mostrar los dientes en una mueca parecida a la de mi mecánico.
Me esta empezando a caer bien el gringo este si.
Ahora, mis ojos se centran en dos tubos de 12,7 mm de diámetro que sobresalen a través de los orificios cubiertos de blindaje que cubren los huecos de los faros.
veo el montaje de las armas y el cableado que llega hasta la batería que parece de uso militar.
Es mi turno de decir algo y tras asentir satisfecho, suelto.
Brownings calibre 50. eléctricas . ¿Mas de mil disparos por minuto?
Y mi mecánico vuelve a asentir.
Le ayudo a cerrar el capo con un golpe seco. Damos una vuelta alrededor del coche percatandome de todos sus detalles.
Y una vez que hemos acabado, el segundo mecánico se nos une ante el morro del coche y se saca un paquete de chester ofreciéndonos unos pitillos.
Allí quedamos en silencio. Mientras fumamos contemplando a la Bestia con la que voy a jugarme el culo.
Tenemos que pensar un nombre para nuestro colega de hierro.
Ambos mecánicos asienten.
Pero ya lo pensaremos mas adelante.
Y es curioso. Pareciera que las ametralladoras de la bestia, como si de ojos se tratara, se fijan en mi.
Y yo, sin disimulo, tras exhalar el humo de una calada, Rio.
Rio en voz alta sin disimulo alguno si.
Hombres. Debería haber previsto que ridiculizar el tamaño de su cosita le sacaría de sus casillas, pero no tengo tiempo ni ganas para ser amable con cada machito baboso con el que me cruzo.
Esfúmate, pringao – Le respondo con suficiencia, sin mirarle ni detenerme en ningún momento pero contoneando las caderas con cada paso, provocando al saberme observada. Este lugar está lleno de tipos salidos, tal vez no debería exhibirme tan alegremente, pero sacar de sus casillas a estos babosos y hacerlos enfermar de deseo es superior a mis fuerzas.
Afortunadamente he aprendido muchas cosas de Derek, y una de ellas es que se puede matar incluso con un cepillo de dientes, un lápiz o una cuchara de plástico, solo hay que sacarles punta y saber dónde golpear.
A la yugular, muerte. Entre las costillas, al corazón o al pulmón, muerte. Por la axila, a la arteria braquial, muerte. Por la ingle, a la arteria femoral, muerte... -Repaso mentalmente.
De estar aquí Derek y presenciar la trifulca le arrancaría la cabeza al idiota ese directamente, pero se cuidarme sola y de ser necesario, estoy segura de poder defenderme, lo que me da la seguridad necesaria para darle la espalda e ignorar olímpicamente sus ladridos.
¿De verdad está presumiendo de matar mujeres?.... -Pienso con sorna. Si pretendía intimidarme más bien produce el efecto contrarío, al confirmarme que solo es un cobarde. -Tal vez se lleve un buen susto si algún día se topa con alguna mujer que sepa defenderse.
Cuando finalmente interviene el tal Coach para “poner paz” entre acosador y acosada, cómo si ambos tuviéramos idéntica responsabilidad en la trifulca pongo los ojos en blanco, pero no digo nada ante la injusticia y sigo caminando hacia nuestro coche.
Aquí estás- Digo emocionada al reconocer el Buick. Tras retirar la lona, levanto el capó para examinar el motor, antes de arrancar y comprobar el nivel de aceite y anticongelante son correctos, y que desde los frenos hasta el limpia-parabrisas funcionan correctamente.
De pronto varios guardias aparecen en la zona y se aproximan a cada uno de los corredores.
- Ha llegado el momento, si pueden acompañarnos… -
Y sin poder hacer o decir nada, os llevan hacia la localización de la primera carrera.
Ya no se puede postear en ningún lado. Las intrigas deberán esperar a la siguiente estancia en prisión… si habéis sobrevivido. En breve abro la carrera