Partida Rol por web

Al ver la foto de mi familia y mis hermanos me entran ganas de saltar sobre ella y arrancarle la cabeza con mis propias manos pero me contengo, no por temor a su perro, sino a las posibles represalias contra mi familia. A pesar de que aprieto la mandíbula y los puños con tanta fuerza que los nudillos pierden el color, consigo mantenerme relativamente tranquilo, pues de reaccionar violentamente les confirmaría que me importan y cómo ocurre con Courtney, no puedo dejar que nadie esta cárcel piense que soy algo más que un psicópata desalmado que solo piensa en sí mismo.

A mi padre lo encontrará en South Central Cemetery, dónde lo enterramos hace diez años. -Le digo con indiferencia. Si pretendía impresionarme y amenazarme con toda esa información sobre mi familia, ha demostrado más bien estar bastante desinformada y estar muy lejos de tener un control total sobre nuestras vidas. -Mi madre es una alcohólica que vive empapada en ginebra y a la que todo le importa una mierda desde que mi padre murió.  Y lo último que supe de mis hermanos es que estaban con las bandas…  – Finalizo empujando la fotografía en su dirección.

Ahórrese las amenazas, conmigo no funcionan y además, ya le he dicho que correré para usted -Le digo seriamente para calmarla, pues parece que las venas empiezan a marcarse en cuello.

 No pretendía hacerme el gracioso. Quizás para alguien que vive en estas condiciones…- Abro los brazos para abarcar la ostentosa habitación -… que alguien desee tomarse una cerveza fría y una hamburguesa le suene a chiste, pero le aseguro que hablo completamente en serio.

 También necesito algo que ofrecerle a mi copiloto, o nadie querrá jugarse la vida a cambio de que solo el piloto sea libre. -Courtney sí que lo haría por mí, pero quiero arrancarle a Hennessey el compromiso de que mi copiloto también será libre. - Incluso a un perro se le premia con una galleta cuando hace bien su trabajo. ¿porqué no al copiloto?  No se lo tome cómo exigencias por mi parte, sino cómo peticiones. A fin y al cabo, satisfacer mis insignificantes caprichos a usted no le supone nada y cómo ya ha comprobado, conmigo funciona mejor la zanahoria que el palo.   

-Pues me sobran nueve, rubia -declaró Alonzo, con su habitual prepotencia.

Aunque todos queríamos salir a la superficie, tomar el control y ser quienes llevásemos la voz cantante, decidimos casi por unanimidad que nuestro barriobajero y hosco macarra favorito, Alonzo, fuera quien nos liderara en esos momentos. Al fin y al cabo, él era el conductor, por lo que si había uno de nosotros que podía hacernos vencer en la Carrera de la Muerte, sin duda ese era Alonzo.

Cuando Ulrich nos coloca una mano encima, Alonzo no se queda quieto. Él no es T-Bone, no es ningún negrito del Bronx aparentando ser alguien que no es. Alonzo nunca permite que un hombre le ponga un dedo encima.

-Tchs, tchs, tchs, las manos quietas -le espetó al jefe de seguridad, de mala gana mientras ya se disponía a abandonar el despacho-. Estos putos maricas y yo ya nos vamos.

Haciendo crujir los huesos de su cuello mientras se dispone a salir del despacho, Alonzo deja que MacTiernnan le lleve a la zona de preparación de los vehículos.

-Tenemos un trato

... no tengo mucho más quie añadr; la verdad, eso, o un concurso de bofetones a mano abierta, lo mismo me daba; el caso era romper la rutina, porque lo de los bofetones también se estaba poniendo repetitivo.

-Si no me necesita para nada más, si me disculpa, debería retirarme; en nada es la hora del papeo, y no me gusta llegar tarde a los eventos sociales y tal, que si no, luego se te rebelan los mierdecillas y hay que mantener un status... Y gracias por lo de mini-yo; no es que le venga mal estar en la trena, porque le está cundiendo, pero es que se está metiendo en íos contínuamente, ¿sabe usted?, no sabe parar cuando empieza algo, y así también le tengo entretenido

Soy consciente de que pasaré a ser un mero entretenimiento, carnaza de la que le gusta a la gente por la tele, como el gran hermano ese, pero me da igual; una posibilidad para salir de aquí, no soy quien para desaprovecharla si el destino me la pone delante.

No sabía si terminaba de gustarle esta situación. Recapitulando, había intentado entrevistarse con Hennessey numerosas veces en el tiempo que llevaba en aquel agujero, quería comprobar si sus influencias podían hacer más cómoda su estancia. Ella nunca se había dignado siquiera a contestar a sus mensajes e insistentes tentativas. Y ahora por el contrario, era ella la que solicitaba su presencia y además le ofrecía algo tan jugoso como la posibilidad de libertad. Esto olía a chamusquina y quería saber de dónde venía ese hedor. 

- ¿Así, tan fácil? ¿Dónde está la letra pequeña? ¿Me va a decir usted que en una competición limpia nos va a dejar libres a la primera de cambio solo por ser el que mejor conduce? 

Se levantó de repente del sofá e hizo la tentativa de avanzar hacia la puerta. 

- Tengo que pensarlo.

Ni siquiera levanto la cabeza para contestarla. Este estúpido juego ya me está aburriendo.

- Puede retirarse doctora. El señor Ulrich la acompañará a su módulo de la prisión. –

Mi jefe de seguridad se mueve como impulsado por un resorte, avanza unos pasos y sacude a la mujer para forzarla a levantarse. Veo como de varios empujones saca a aquella poquita cosa de mi despacho y me dejan a solas. Cuando el silencio reina en mi despacho, saco una lista con varios nombres y tacho el de la doctora.

- Una menos –

No me gusta la ineficacia y mucho menos cuando me afecta a mi trabajo con la escoria. Me habían dado mala información y eso le había dado un arma a la piltrafa con la que estaba hablando. Ya me encargaría en su momento de esto. Al menos aquel pobre desgraciado seguía estando de acuerdo en correr. Se lo que debo hacer para arreglar este desaguisado.

- No se preocupe por su copiloto señor Vinyard, si ambos llegan con vida a las 5 victorias en Death Race, tendrán la misma recompensa. Libertad y borrado de antecedentes. Ahora puede marcharse. Tengo asuntos que atender –

Veo como Ulrich se aproxima al preso y de un tirón lo saca de mi despacho. Mi jefe de seguridad se despide y me deja a solas. Entonces saco una lista con diez nombres y tacho el nombre de Derek Vinyard de él.

“Esto casi está”.

Sonrío al ver como todo va saliendo según lo planeado.

Ante las palabras de la mujer, mantiene esa sonrisa dibujada en su rostro mientras alza una ceja, visiblemente sorprendida. - Tranquila, no comience con las amenazas que es muy simple hacerse la mala cuando se tiene su poder. Peroooo, es más que obvio esto de que estaré en la carrerita... Además, permítame dejarle un detallito muy en claro. -indica sin molestarse en las amenazas, ya que esa vida que ha llevado la condujo hacia este lugar y nada puede ser peor que convertirse en la puta de los guardias. 

- Ellos se divierten conmigo, no yo con ellos. Ya sabe... tienen penecito. - argumenta mientras deja escapar un suspiro cuando hace la comparación con el león, incluso sugiere el ir a la caja si no acepta participar de su diversión que le trae bastante dinero a costa de sus animalitos compitiendo para ella. - Uis, no me traiga el zoo a mis recuerdos que me encantan los monitos ahí saltando, haciendo uuu aaaa uuuu mientras quieren romperte una pierna por vivir encerraditos hace ya bastante. Así que no se fíe de los leones Señora, ya sabe... quizás le mostramos los dientitos y salga acojonadita buscando cariño de los guardias. - termina por decir mientras señala los papeles que no tienen contrato de nada. 

- Voy a participar, no tengo opciones jijiji. - ríe divertida, un tanto aniñada. - Pero no es por la caja, es para ver su carita de rubia frígida cuando gane la competencia y deba responder ante mi... Yo no olvido, Hermanita. -termina por decir y tras girar para encaminarse hacia la puerta, desvía su mirada hacia Hennessey. - Por cierto, dígale al Guardia que vendrá ahora que al menos se bañe un poquito, el sudor no me pone con aroma a rancio. - 

Simplemente asiento con la cabeza y vuelvo a mis papeles. Creo haber dedicado más tiempo del merecido para aquel ser. Con solo una mirada, Ulrich da un ligero golpe en la nuca a la mole para que se levante y lo guía fuera de mi despacho. Cuando la puerta se cierra, saco un pequeño ambientador de la mesa y rocío el ambiente. ¿Cómo pueden seres como ese existir realmente? Y sobre todo ¿Cómo pueden levantar tantas pasiones? El mundo está muy jodido…

… Y yo voy a sacar mucho dinero gracias a ello. Saco entonces una lista con diez nombres y borro a Gordo Cabrón de la lista..

- Ya casi está -

Asiento silenciosamente a las palabras de Hennessey. Mi orgullo me presiona insistentemente para que no de mi brazo a torcer sin las cervezas, pero tampoco es cuestión de tentar la suerte. He conseguido lo que quería y con la alcaidesa de por medio ya es mucho decir.

-Mi libertad y la de mi copiloto -Recalco insistentemente mientras me levanto dispuesto a marcharme aunque antes le tiendo la mano, esperando cerrar el trato con un apretón de manos, pero pronto comprendo que no tiene ninguna intención de corresponder a mi gesto. Quizás yo no entienda de papeles y contratos, pero entiendo de honor y orgullo, cuando prometo algo lo cumplo porque mi palabra es más fuerte que un roble, por esa mísma razón se que el "contrato" que acabo de apalabrar con esta zorra manipuladora vale menos que el papel mojado.

Ni siquiera ha sido capaz de sostenerme la mirada mientras hablábamos...   me joderá a la primera de cambio. - Voy rumiando mis sospechas mientras abandonamos el despacho de Hennessey  convencido de que solo los cobardes y los mentirosos evitan mirar a los ojos a la otra persona cuando hablan. Sumido en mis pensamientos ni me entero de los empujones que me da el perro. Antes de llegar al módulo prisión saco mis propias conclusiones;

Conclusión nº 1 -  Estoy jodido.

Conclusión nº 2 -  Por joderme os mataré a todos, hijos de puta. 

Sonrío satisfecho tras sacar mis conclusiones. Teniendo las ideas claras y bien ordenaditas solo me falta averiguar quienes son los otros corredores y luego...  nada se interpondrá en mi camino a la libertad.

-pues nada directora, allí estaré para correr- esperaba un trato más de favor debido a mi posición, pero si no lo conseguía por parte de la directora seguro que alguno de mis seguidores me ayudarían.

Acto seguido me dirigí al concesionario para poner apunto mi nuevo coche.

No mudo mi expresión de indiferencia, pero sonrió por dentro. Es tan fácil manipularlos y conseguir que hagan lo que uno quiera y es tan divertido ver como intentan aparentar que tienen algún tipo de control. Pero lo importante es que ya he obtenido de este infra ser todo lo que quería.

- Me alegra ver sensatez en su decisión señorita Alice. Puede irse – Le hago un gesto a Ulrich para que la saque de aquí – Acompañe a esta mujer a su celda y por favor, que sea tratada con más delicadeza a partir de ahora –

Veo como mi jefe de seguridad sonríe mientras asiente. Se que se controlará… un poco. Tampoco es que me escandalice. A los perros como él es mejor llevarlos bien atados y contentos para conseguir todo de ellos.

- Aguardo impaciente ese momento de victoria suya, señorita Carroll. No me decepcione –

Se me escapa una ligera sonrisa. Cuando los veo salir del despacho, espero hasta que los pasos se pierden en la lejanía y de la mesa saco una lista con diez nombres en él. Busco el de Alice Caroll y lo tacho sonriendo satisfecha.

- Maravilloso -

Es tan divertido cuando ese antiguo orgullo que tenían fuera intenta aflorar cuando están en presencia de quien son más que ellos que me cuesta reprimir una sonrisa al ver como se levanta. Podría seguir con este juego, pero tengo demasiadas cosas que hacer por lo que no quiero perder demasiado el tiempo con tan poquita cosa. Con la mirada, hago un gesto a Ulrich que, tras dos zancadas, estira el brazo con la porra en ella y golpea fuertemente en las piernas de la presa que, tras recibir el impacto, cae de rodillas al suelo. El jefe de seguridad alza de nuevo el brazo, pero solo necesito hacer un gesto con la mano para que se detenga.

- Siento el malentendido señorita Waldorf, pero mucho me temo que no puedo esperar a que “lo piense”. Debe darme una respuesta ahora. Estoy muy ocupada y con demasiadas tareas que requieren mi atención. –

Me pongo en pie y me planto frente a ella, para obligarla a alzar la mirada para verme.

- No quisiera que se sintiera engañada, por lo que no voy a esconderla información. La competición es sin reglas una vez se suban a sus vehículos, por lo que no creo que pudiera considerarse limpia. El riesgo de muerte es elevado y debe usted ganar cinco torneos de Death Race. Y esto si se lo puedo asegurar. Si lo consigue, es usted libre. ¿Cree que es fácil? – Me agacho hasta poner mi rostro a la par que el suyo – Demuéstremelo. –

Y sin aparatar la mirada de la mujer espero su respuesta.

Elvira se reclina en el sillon y mira al techo como si no la estuviera escuchando. La comadreja no ve mas alla de sus propias narices. Si simplemente espera deshacerse de unos cuantos indeseables dandoles un vehiculo. Pero no, el diablo no es tan idiota, por mucho que se esfuerce en parecerlo. -Hare la pregunta mas directa si es lo que quieres. - La mira a los ojos sonriendo como si le agradaran los halagos que le ha soltado por la boca de arpia. -¿Quién quieres que muera en la carrera y cuanto me das para que eso ocurra? Se pone en pie moviendo las manos como si fuera inocente. -Entiendo que el objetivo puede cambiar. -Hace una pausa en la que se pone a su lado y practicamente la susurra al oido- por lo que necesitare alguna manera de mantener nuestras deliciosas conversaciones, - Se aleja separandose un par de metros y mirando la habitacion y sus cámaras, sabiendo la cara de asco que estara poniendo el buitre ejecutor-y por supuesto, yo tambien quiero apostar.

El dolor era terriblemente intenso. Al menos había tenido buenos reflejos y había puesto las manos, de lo contrario se habría golpeado la cabeza contra el suelo. Pensándolo bien casi habría sido mejor aquella situación, así al menos no habría tenido que sentir la humillación con la que Hennessey estaba disfrutando. 

Estaba en un callejón sin salida, estaba claro que no había opción. Tenía que correr sí o sí, daba igual las consecuencias. 

Mientras comenzaba a incorporarse tomó la decisión. Correría e iba a ganar, no sabía a donde la iba a llevar eso pero iba a sacar de ello todo el partido que pudiese. 

Se colocó el pelo con altivez y se estiró todo lo que pudo. Comenzó a caminar hacia la puerta a la vez que le decía a aquella bruja:

- Correré. Hágame saber cuando es la primera carrera. 

Andaba intentando disimular la cojera todo lo que podía, no les iba a dar esa satisfacción. Tenía que empezar a pensar como iba a diseñar su estrategia, sus armas. Y lo que más claro tenía, iba a encontrar el modo de matar a Ulrich.

Esta chica es peleona, pero al menos parece entender rápidamente los mensajes. No por nada ha ido a un colegio de pago.

- Me alegra saber que podemos entendernos señorita Waldorf. Ahora si me disculpa, debo atender unos asuntos. –

Con un gesto le pido a Ulrich que se la lleve a su celda. sonrío divertida al ver como intenta disimular la cojera cuando sale de mi despacho. Como si le sirviera de algo. Cuando oigo como los pasos se alejan, saco de mi mesa una lista con 10 nombres.

- Otra más. –

Mi sueño se está haciendo realidad y sabe a… mucho dinero.

- Vaya... Creo que es lo más bonito y encantador que me han dicho desde que estoy aquí. Aunque no se ofenda, yo soy más de hombres. Aunque no le negaré que ha habido mujeres. - emití una leve risa burlesca y me acerqué al borde opuesto de la mesa, justo delante de la intendente. Empecé a acariciar levemente la mesa para después mirar la ventana. 

- ¿Tiene un cigarrillo? Hace meses que no fumo. - Volví a girar mi rostro y miré a la intendente - Por supuesto que he oído acerca de esa carrera. Algunos la llaman la carrera de la libertad, supuestamente es una competición en la que todo vale y uno puede perder la vida. 

Tomé unos largos instantes de pausa y volví a mirar a la ventana, no podía negar que la libertad era algo tentador y siempre me apasionó la idea de correr en una competición así. 

- Adoro los vehículos, así que sí. He escuchado centenares de historias sobre ella, aunque muchos dicen que es sólo una leyenda y no existe. 

Sonrío satisfecha, así es menos lo que tengo que explicar.

- Veo que está bastante enterad. Le confirmo que, en efecto, se trata de una competición en la que luchareis diez corredores por la victoria. – Asiento ante su cara de sorpresa por mi descaro en considerarla ya una corredora. – Así es, va a correr para mi. Los corredores se han elegido por sus “cualidades” y usted ha sido una de las afortunadas –

No la dejo hablar y niego con la cabeza.

- Ahórreme por favor esa tontería de que no puedo obligarla a correr, porque puedo y lo haré. Pero no quiero que piense que quiero que lo haga gratis. Se que una buena motivación puede hacer que se lo tomen lo suficientemente en serio. –

Abro un cajón de mi escritorio y saco unos papeles.

- Estos papeles son su recompensa si gana 5 campeonatos. La libertad y un borrado completo de antecedentes. Puede verificar que está firmado por el gobernador y son vinculantes. – sonrío malignamente – No hay trampa más allá de que debe conseguir sobrevivir el tiempo suficiente para que pueda aprovecharse de ello. –

Entonces hago una señal a Ulrich que se adelanta y pone su mano en el hombre de la presidiaria.

- Ahora tengo que pedirle que se retire. Tengo varios asuntos que tratar. Espero que de un buen espectáculo. –

Ulrich tira de ella y la levanta, tras varios empujones la saca de mi despacho. Cuando por fin me quedo sola, saco una lista con 10 nombres y tacho satisfecha el nombre de Chloe Jones.

Me rio ante el comentario de esta pobre desgraciada.

- Oh querida, ¿Qué voy a darte dices? –

Revuelvo entre mis papeles y le pongo unos documentos frente a ella.

- Estos papeles están ya firmados por el gobernador, son tus papeles que dicen que has cumplido tu deuda con la sociedad. ¿Entiendes? Vas a correr porque yo lo digo, o tendrás la libertad que tanto temes. Todas tus ventajas, todo lo que eres aquí, desaparecido de un plumazo para ser nadie en el mundo exterior. –

Sonrio burlonamente y veo como Ulrich se rie.

- Así que, correrá para mi porque así lo demando y dará un buen espectáculo si no quiere ser una persona libre. Lo que hagas para sacar tajada de las carreras no podría importarme menos. Ahora, si me disculpa, tengo cosas que hacer. –

Ulrich avanza y de un tirón levanta a la mujer y la saca de mi despacho. Una vez me quedo sola, saco una lista con diez nombres y tacho el de “La Gladiadora”.