Partida Rol por web

Tomais la puerta donde se encontraba la trampa, y sin lugar a dudas descubristeis la razón de semejante ataque. Aquella puerta escondía unas nuevas escaleras que os hacían avanzar hacia la parte superior de la torre. Podíais subir por ellas y alcanzar el tercer nivel o por el contrario, girar a la derecha por el nuevo pasillo que también se os acababa de abrir ante vosotros.

-Continuemos con el plan original, cuánto más arriba, mejor.

Una severa mirada de Aramil calla el graznido de su cuervo, que ya se disponía a protestar por la opinión de su dueño de seguir subiendo en la torre. El cuervo continúa protestando, y soltando todo tipo de insultos a su amo, pero ahora en voz baja y mientras revolotea en torno a Arther.

Cuervo:-Bah, el único divertido de todo el grupo ya está muerto-dice refiriéndose a Dimple- Esta torre es un muermo.

Arther vio la mirada que Aramil le echo al cuervo y se imagino como el mago le convertía en un pedazo de tarta con un simple gesto de la mano. Horrorizado trago saliva y dijo: Si, lo mejor es seguir subiendo.

Bien, pues otro nuevo piso, no hay problema, cuando querais parar a comer me avisais

- Estoy de acuerdo.

La torre estaba a punto de desplomarse y las grietas rodeaban cada planta. Las paredes se habían derrumbado y todo parecía muy diáfano. A cada paso que dabais, cascotes y pedruscos caían. Con el siguiente, el suelo que había bajo vuestros pies se derrumbaba. Aún así, uno a uno, ibais sorteando todos los problemas que esa torre os estaba dando.

Era el último esfuerzo, en nada regresaríais junto a vuestros seres queridos. Pronto esa torre maldita quedaría reducida a cenizas.

Incluso para alguein tan agil como Falcon era imposible salir ileso tantas veces, incluso el mejor de los atletas tenia un fallo de cada veinte veces que intentaba esquivar proyectiles, por lentos que fuesen.

Arther corrió aún más rápido al saber que estaban mucho más cerca del suelo. Dejo que su instinto tomase las riendas de su cuerpo y esquivó sin dejar de moverse hasta la última mota de polvo. 

Pese a que la agilidad de Aramil es mayor que la habitual en un mago, no está habituado a correr entre techos que se desmoronan, lo que resulta en que otro pedazo le golpea.

Stanley se movió deprisa, pero no lo suficiente. Después de esquivar un cascote, no vio el siguiente que le venía encima.