Ethan baja de la limusina y observa el edificio con la boca abierta, alzando poco a poco la cabeza según su mirada recorría uno tras otro los pisos del rascacielos. En ese momento estaba sorprendentemente tranquilo. O al menos eso parecía al verle tan quieto. Pero en realidad, bajo su piel, la energía eléctrica que generaba en su sistema nervioso recorría su cuerpo con violencia a causa de la gran tensión a la que estaba siendo sometido. Sus ojos brillaban con fuerza, dorados y tenía los nudillos blancos por lo muy apretadas que llevaba las manos.
Aún así, sonreía bobalicón. Estaba a punto de conocer al rey en persona.
Diokles bajó de la lisumina con el rostro serió... no dijo nada, no hizi nada, estaba ceñudo y concentrado
Bajé del coche llenándome el pecho de oxígeno, observando el imponente edificio en el que se decidirían nuestros destinos. Es cierto que me encontraba más tranquilo gracias a las tranquilizadoras palabras de Fenris, pero no por ello había desaparecido por completo el nerviosismo.
-Ánimo, chicos... Ya no queda nada... Hemos pasado lo peor -no sabía si lo decía para ellos o para mí mismo.