Partida Rol por web

La verdad es que todo aquello estaba muy lejos de a lo que Circe estaba acostumbrada. Se había dejado de lado la sutileza y los juegos de sombras. Y aquello era lo que habían conseguido: sangre, fuego y muerte. Pero esas cosas precisamente eran al final el nucleo de la naturaleza del vampiro. No podrían haber conseguido nada más apropiado ni orquestado perfectamente.

Y pese a los peligros que comportaba todo aquello aún tenía algo que hacer.

Corriendo entre el caos, buscando a su objetivo. Hasta que lo encontró. Ahí estaba William. Solo hacía falta que sus dotes de artista salieran a la luz. Con la voz más desgarrada que pudo poner señaló a William mientras se cercionaba que alguien de la Segunda Inquisición la oyera. -¡Creo que es su lider! ¡Si acabamos con él quizás acabemos con los otros!

Dicho esto aprovechó el caos para salir por uno de los lugar seguros que les había indicado Morfeo. Sin embargo algo la había golpeado. Sentía un dolor palpitante en uno de sus brazos y en una de sus caderas. Si ese era el precio que debía pagar por joder William sin duda pagaba. No se sentía tan viva desde que usaba el nombre de su amiga.

Y así, pese al dolor, se permitió esbozar la primera sonrisa autentica que realizaba en mucho tiempo.

Tras horas de deambular con un gran dolor, escondiéndose en las sombras como una vulgar rata, por fin llegó a su guardia. Y se permitió descansar de verdad. Mañana sería otro día. Un posiblemente muy mierdoso, pero otro día. Y por una vez se presentavan oportunidades únicas en el mundo vampírico.

Aquello apestaba. El jodido Nosferatu se traía algo que no sabía que era. El joputa de Cucaracha me había dado planton la noche anterior y tuve que quedar con Circe para que me explicara que coño quería decir con su palabrería de mierda.
Aquello de por donde salir y no usar la azotea olía fatal, pero llegados a este punto a la mierda con todo. Saldría de esta a mordiscos, garrazos y ostia limpia, como había que hacer las cosas.
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En cuanto se desató el caos no lo dude, salí disparado contra Lawrence. Aquí no habìa lápidas, pero sí había mesas que lanzarle a ese hijo de puta. En honor hay que decir que la esquivó, pero me dio el tiempo necesario para llegar hasta él y clavarle primero mis garras en el pecho y la barriga para sacarlas rajando hacia los lados, terminando el movimiento en atraerlo hasta mí y clavar mis colmillos en su yugular. Lo veía todo a través de una neblina roja, signo inequívoco de que era un espectador de mi Bestia en acción, pero, oh boy, ¡cómo me gustaba verla en acción! ¡Esa jodida sangre era lo mejor qie había probado en mucho tiempo!
Con el último aliento inmortal de su alma entrando en mí Bestia se sintió satisfecha y pude retomar el control.
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La cosa seguía siendo más caos todavía. Devin se había encargado de los guardaespaldas, lo que había impedido que me arrancaran la cabeza mientras me bebía a Lawrence.
Circe estaba entretenida en gritar sobre no se quien mierdas. Creo que se llamaba William. Era hora de echarles un cable.
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Primero salté sobre dos hijo putas que iban derechos a por Circe. Me dio tiempo a arrancarle la cabeza al primero, pero no al segundo antes de que la hiriera. Me levanté y la ayude a ponerse en pie.
-Lo siento. Largate. Te cubro. - le dije antes de lanzar el cadaver de uno de los humanos que había matado contra otro que venía derecho.
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Mientras la cubría llegué hasta Devin. Ahora que Lawrencw estaba muerto parecía desorientado por haberse librado por la mierda del control mental, ¿pero que mierda iba a saber yo que era por eso?
-Ostia, peludo, espabila. Hay que largarse. ¡Por aquí! ¡Sigueme mientras le cubrimos el culo a Circe! - le indique para retirarnos todos juntos. Por mí le podían dar mucho por culo al mamón de Dumas. Si se quería unir a nuestro grupito de huida sería bienvenido, pero no iba a ir a salvarle el culo expresamente.

En cuanto el caos se adueñó de la situación, los ghouls del príncipe tenían otras cosas en las que pensar que la Sire del traidor, así que con cuatro movimientos todos cayeron con el pescuerzo rebanado. No fue la única que comenzó aquel acto de rebeldía aprovechando la polvareda que estaban levantando todos por la inesperada visita, pues alguno de sus viejos compañeros habían hecho movimientos similares más estaban todos en refriega.

El hijo de puta de Morfeo la había liado y la cucaracha parecía estar en el ajo pues no había ni rastro de aquella cosa con nombre de insectoide. Por un momento Circe pensó en ir contra él pero el edificio estaba totalmente en llamas, ceder a sus instintos más primarios podría hacer que acabase con ella calcinada, así que debía sobrevivir para ver otro día, y entonces, sólo entonces rendir cuentas contra los supervivientes con los que aún tuviera cuentas pendientes. Si vivía, el Nosferatu debía ser el primero en caer.

Otra explosión varias plantas más abajo que hizo tambalear el edificio. Esa era la señal para la huida. Uno de los inquisidores osó apuntarla con un arma para acabar volando cornisa abajo, fue entonces cuando advirtió que en la fachada había una sucesión de salientes que la permitirían sortear la planta en llamas. Varias locuras después optó por evacuar como lo haría cualquier mortal, diablos es posible que alguna cámara la hubiera visto... Pero seguramente la Inquisición se había asegurado de que no hubiese registros en la zona.

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Dumas estaba abajo cuando todo sucedió, una gran explosión le separó de todo lo que sucedía, permaneció unos segundos mirando arriba sin saber qué hacer, los que le acompañaban desaparecieron más el se quedó atrás. Él había sido uno de los que había orquestado todo, joder cómo era que no estaba en aquel momento arriba, en su momento de gloria. Se sentía como el niño cuyos padres le silenciaban con un lacónico "ya lo entenderás cuando seas mayor" más el fuego era intenso en su posición. 

Sonaron disparos arriba, las cosas se habían puesto feas... Y dependiendo de cómo acabara aquello debía estar poniendo tierra por medio o ese podría ser su mayor error, así que miró arriba esperando encontrar alguna respuesta o una pista que le insinuase el posible resultado de la contienda.

Una segunda explosión arrojó multitud de cosas en todas las direcciones, algo golpeó su cara dejándolo aturdido durante unos segundos. Extrañamente vio un cuerpo caer atraído por la ley de la gravedad, para al cabo de unos segundos mareantes, acabar enfocando el rostro de su sire.

—Vámonos. —Le dijo—. Hay que vivir para ver otro día y entonces ajustar cuentas con los supervivientes, empezando por los Nosferatu.

¿Dónde mierdas estaba? No tenía ni la más remota idea de que cojones estaba pasando allí, pero lo que sí que tenía claro era que el hijo de perra del Príncipe debía morir.

Y allí estaba frente a él. Desafiante. Con cara de pocos amigos. Aquel bastardo sabía una cosa y es que había llegado la hora de pagar la cuenta y su cuenta era muy, muy larga. Eran muchos los que me querían frito, pero de todos quizás y aunque no sabía muy bien el porqué era Devin Morrow.

El gangrel se lanzó como un caballo de batalla hacia Lawrence. Arrasaba con todo a su paso sin diferenciar amigos de enemigos. Cualquier cosa que se interpusiera en su camino era arrojada por el aire para chocar violentamente contra el suelo, las paredes u otros vampiros instantes después.

Así fue como, son casi darse cuenta rajó con sus garras de lobo a uno de los guardaespaldas del príncipe y le arrancó el cuello de un mordisco a otro. Tenía a Lawrence a tiro de piedra, pero entonces se interpusieron frente a él dos ghouls. Fue entonces cuando vio por el rabillo del ojo como Jack pasaba la defensa de Lawrence y saltaba sobre él.

La lluvia de sangre que mandó del Príncipe lleno de ira asesina a Devin. Esa era su caza y se lo habían arrebatado. Quién quiera que fuera ese cainitas, se la iba a pagar por acabar con el trabajo que debía haber hecho él.

- ¡Ese cacho de mierda es mío! - Gritó notablemente enfurecido mientras atravesaba con sus garras el vientre de uno de los ghouls. - ¡Mierda puta! ¡Ese hijo de una cerda y un payaso es mío! - Y entonces le arrancó la tapa de los sesos al otro ghoul.

Para ese entonces todo Devin estaba recubierto de líquido color carmesí. No recordaba una jodida mierda de nada. Tan solo sabía quién era y que quería. Ni siquiera recordaba su puta montaña de mierda. Pero ahora que el Príncipe Lawrence había muerto solo me quedaba en mente la idea de destruir a quien le había arrebatado su derecho a ser compensado de forma sanguinaria.

Así que fue hacia Jack con la intención de reventarle por dentro de un zarpazo. Entonces ese cabronazo le habló. Le llamó peludo y eso me hizo recordar algo, no supo muy bien que pero tuvo claro que ese mierdas estaba de su lado y parecía que una jodida china también lo estaba.

Devin agarró por debajo del hombro a Jack y corrió para agarrar entonces a Circe bajo el otro brazo y entonces, con ambos apresados corrió hacia una de aquellas ventanas blindadas y estalló en mil cristales.

O bien el fuego, las balas y el ímpetu del gangrel habían sido demasiado para el blindaje o puede que el que instaló aquello hubiera estafado con lascivia a su cliente. Pero fuera como fuera, ya estaban fuera y el salto del gangrel fue poderoso y acabaro rodando sobre otra azotea algunos metros por debajo y aunque el golpe fue duro, lo superarían. Al fin y La cabo era jodidos cainitas.

- ¿Y ahora qué? - Preguntó aquella bestia peluda.

Circe: 

William te miró entre sorprendido y despreciativo. Nunca renunció a que fueses su obra de arte, su escultura de carne, aquella imagen de mujer rota que tu has luchado por dejar atrás. Aunque había aparentado echarse a un lado ante tu rabia y tus ganas de salir adelante, nunca estaba lejos del todo, nunca iba a dejarte escapar de aquella idea de fragilidad y derrota. Nunca pensó que reunirías el valor de acabar con su tiranía del único modo posible, acabar con él. Pero ahí estabas, desafiándolo, plantandote frente a la Segunda Inquisición y señalando a William como objetivo vital.

¿Por qué iba un francotirador de la Segunda Inquisición a obedecer a una vampiresa? Fue un duelo de personalidad, tu disciplina de presencia frente a la de William Jayden, la Cachorro frente al Sire, tu voluntad frente a la suya. El francotirador tenía poco que decir, seguía siendo humano, era un juguete que os disputabais tú y William sin él saberlo. Os mirasteis fíjamente y derrepente la cabeza de William estalló, como una sandía, al ser impactado por la bala explosiva. Su sangre centenaria se esparció copiosa formando una alfombra que al llegar a las llamas se inflamó como una mecha conduciendo el fuego de vuelta hasta su cuerpo inerte. Estaba muerto. Definitivamente.