Tal y como había dicho Ralflinder, los orcos no se habían llevado las mercancías, como si lo que les interesase fuera dañar los negocios de Chakta Ren, o convertir la empresa en un sumidero financiero de tal calibre que nadie se atreviese a volver a emprender tras el fracaso del draconiano.
Siguió las instrucciones del enano con paciencia, observándole en silencio, con los brazos cruzados. Balaudrin era sistemático y cuidadoso, pero Augusta dudaba que nadie pudiese averiguar nada de lo que quedaba de esas huellas, pasadas varias jornadas desde que los asaltantes hollaron el claro.
Balaudrin no pudo obtener nueva información.
Por otro lado, Mosco consiguió que el hechizo de ocultación funcionase correctamente.