El Copacabana tiene página web. Se ofrece como un paraíso para los sentidos, lleno de mujeres hermosas,licores y diversión. Los que habéis frecuentado esta clase de sitios (por trabajo, claro), podéis decir que hay sitios mucho peores donde pasar la noche.
Karin fue la chica que salvasteis en Barcelona.
La trajeron a Europa central prometiéndole trabajo y luego la prostituyeron. Trabajó en el Copacabana y luego la ascendieron a escort de lujo. Le enseñaron a robar a sus clientes VIP (incluso abriendo cajas fuertes). Pero se fugó llevándose un objeto valioso (que resultó ser un libro antiguo, el Zohar).
Karin también os contó que sus jefes mafiosos estaban obsesionados con analizar la sangre de las chicas y conocer sus antecedentes familiares.
Si alguien gasta 1 punto de contactos en Karin (para representar que sigue en contacto con ella) ello os da 3 puntos de reserva que se pueden usar en Sigilo/infiltración (entradas y salidas, detalles de cerraduras), Disfraz (parecer clientes) o habilidades sociales con chulos y chicas (por ejemplo Reconfortar para que confíen en vosotros, Intimidar para chantejear macarras, etc).
Antes de acudir al Copacabana, Brodie quiere echar un vistazo rápido a su página web. Nada muy concienzudo pues sabe de sobra que no va a encontrar nada útil ahí, pero para hacerse una idea visual de cómo es el local, o puede que incluso salga alguna foto de alguna de las chicas y la reconozca de algo. Lo duda bastante, pero es mejor que ir directos a pecho descubierto a la boca del lobo.
Salvo que alguien tenga alguna objeción, yo gasto el punto en contactos para tener a Karin. Después de todo Brodie puede ser muy protector, y creo que quizá le dio pena la pobre muchacha y quiere o quiso tratar de mantener contacto por si podía ayudarla con cualquier conocido suyo relacionado con la policía.
Entráis mezclados con un grupo grande de seguidores del FCSB que quieren celebrar que su equipo va a la Champions tras una rotunda victoria. En cierto momento pagáis un par de rondas y una propina al DJ para que ponga el himno de su club, con lo cual se ponen adecuadamente eufóricos, y con los camareros y gorilas están adecuadamente ocupados.
El calor del ambiente es desconcertante después del frío exterior. Os sentáis en una mesa y pedís unas copas. La camarera apenas os oye por el coro de silbidos y aullidos que despierta una hermosa rubia pálida que se desliza por la pasarela central mientras empieza su baile, a un ritmo palpitante que resuena en vuestras piernas y columna. Otras figuras se mueven en la penumbra del club, pero solo esa mujer parece real mientras gira y se contonea.
La clientela está formada por la habitual mezcla de solitarios borrachos, marineros de permiso de la Armada rumana, hombres de negocios que vienen de un congreso, celebrantes de una despedida de soltero, universitarios, etc.
Los aullidos no son casualidad: varios de los clientes, algunos gorilas e incluso una chica morena en otra pasarela llevan tatuajes de la Jauría*.
El dueño del local (es fácil identificarlo: es el único al que le sirven Chivas 25 años sin pedirlo cuando se acerca a la barra) carece de tatuajes y parece agobiado. Está con los codos apoyados en la mesa, el ceño fruncido, sin probar su excelente whisky, ni siquiera una de las chicas consigue animarlo. Sale de su ensimismamiento cuando llega un cliente VIP (los gorilas le dejan pasar la cola y lo acompañan dentro). El dueño suspira y se va con él a un reservado.
Si preguntáis por Paradise, la camarera os señala la rubia de la pasarela central. Hace también bailes privados en reservados.
* Banda