Ahora fue un joven guerrero el que se adelantó para continuar con su discurso, parecía que también gozaba de cierto liderazgo – Ha estado convirtiéndonos en… unos engendros, trataba de convencernos diciendo que nos volvería más poderosos y podríamos cobrarnos venganza. – Negó enérgicamente. – Aunque nuestras relaciones nunca fueran demasiado buenas con los aldeanos de Vintiver no les deseamos nada malo, mucho menos la muerte.
- No tenemos tiempo que perder, Mythallen partió para arrasar Vintiver, puede que os haya evitado apropósito para tomar el pueblo con menor defensa. – Continuó hablando y se señaló el pecho. – Yo conozco un atajo, es peligroso pero es nuestra única oportunidad para llegar a tiempo.
Se giró hacia el resto de elfos y trató de alentarlos. – ¡Tenemos que ayudarles! ¡Nos necesitan! – Pero el resto retrocedió negando lentamente con la cabeza y se comenzaron a escuchar protestas.
- Bastante tenemos con tratar de sobrevivir…
- Sé por donde quieres ir y es un suicidio…
- No podemos llevar allí a los niños..
Ea, turnito de relacionaros con los elfos rescatados, preguntadles, sonsacarles cosas... :D no necesito tiradas, todo será interpretativo.
Al entrar en la sala, es eslabón de plata que le quitaste a Hannan emitió un leve temblor, que notaste en la cadera. No pareció que nadie lo hubiera notado aparte de ti.
- Es el altar, el eslabón pertenece al altar... aquí estuvo encerrado el demonio. Interesante, estoy deseando conocerle.
El encuentro entre los familiares de Lanaya y ella fue enternecedor hasta el punto que sonrió con ternura, anhelando vivir también esos momentos con su propia familia, un sueño que cada vez parecía más lejano. Ojalá pudiera contaros todas mis aventuras.- Sumida en sus recuerdos más dolorosos, pestañeó varias veces para volver a la realidad que la rodeaba, el ahora.
Escuchó a los elfos mirándolos por encima para comprobar su estado, báculo en mano, tendiendo pequeñas dosis de curación a quien más lo necesitara.- Nos encargaremos de que la abominación no suponga un problema. Nadie más tiene que sufrir por ello.- Pero la noticia de que los había esquivado para dirigirse al pueblo le hizo palidecer.- ¿Cómo? – Miró a sus compañeros, asustada por haber tenido que elegir entre salvar un bando u otro.- Debemos regresar, esa pobre gente está en peligro.
Saber que parte de las protestas se negaban a ir encendió una mecha en su interior. Estaba ante la misma situación, la única diferencia es que ellos no llevaban palos y querían matarlos por intentar salvar al contrario.- Vuestra compañera, amiga y hermana Hannan, está allí ahora mismo. Si no fuera por ella ni siquiera nosotros estaríamos aquí, ¿vais a abandonarla tras salvaros la vida? – Negó varias veces con la cabeza, sorprendida, antes de girarse a quien propuso el atajo peligroso.- No tenemos tiempo que perder, en marcha.
Permanezco callada unos momentos, dejando que mis compañeros hablen. Entonces, ¿si coloco ese objeto en el altar, debilitaría a la criatura, o como? Necesitamos tener una carta en la manga, hay demonios que son estúpidos, y no quiero colaborar con el que luego me mate.
Lanaya devolvió el abrazo a su madre, conteniendo a duras penas las lagrimas. En elfico hizo lo posible para calmar a sus compañeros de clan, y una vez parecieron escucharla, hablo en lengua común para que la entendiesen sus compañeros.
Vintiver necesita ayuda y yo no me quedaré aquí dejándola arder, ni lo haría aunque no estuviese mi hermana con ellos, pese a como nos hayan tratado... - Miró a los restos de su clan, a los muchachos jóvenes, a los cazadores y guerreros, y volvió a hablar en elfico. - Mythallen era uno de los nuestros, y es nuestra responsabilidad ponerle freno a su locura. No os pediré vuestro sacrificio para salvar esa aldea. Quien no quiera arriesgarse por esos humanos, que se quede protegiendo a los niños y los ancianos, pero... El clan ya ha sufrido demasiadas perdidas, seguramente demasiadas como para que solo podamos sobrevivir hasta encontrarse con más de los nuestros que quieran y puedan acogernos. No le deis la espalda a esta gente por odio, pues es lo que ha llevado a los nuestros a la corrupción.
Tras el discurso de ambas algunos elfos comenzaron a cuchichear, dubitativos y un par de guerreros dieron un paso adelante. - Nosotros iremos con vosotros. - Lo que Lirresh celebró alzando los brazos y felicitándoles por su valentía.
El anciano Orellis ya algo recompuesto, asintió a vuestro plan. - Que la verdadera Mythal os proteja y podáis derrotar a ese demonio farsante. El resto nos atrincheraremos en este lugar para poder sobrevivir hasta que se calmen las aguas. - Os hizo una solemne reverencia, inclinándose tanto como le permitían sus viejos huesos. - Ponemos en vuestras manos nuestro futuro.
- Vamos. - Apremió Lirresh dirigiéndose a la entrada seguido por los otros 2 guerreros. - No hay tiempo que perder.
- ¿Ya? – Protestó Ashalle, la madre de Lanaya, y tras un sonoro suspiro miró a todos vosotros, que hasta ese momento no parecía que le hubiera prestado atención a nadie más aparte de su hija. – Si Orellis confía en vosotros… - Dijo con un tono de inseguridad. – Sed fuertes. – Se volvió de nuevo hacia su hija y le dijo en un susurro. – Os esperaré aquí, a las dos, sé que volverás con Hannan. – Sus palabras eran firmes, pero por sus ojos se podía ver el miedo de una madre por perder a sus hijas.
Dejadme respuestas a este post, iré preparando el final de esta escena y el comienzo de la siguiente.
- No, el demonio estuvo aquí encerrado. - repitió tu compañera, debía estar muy interesada en aquel demonio si estaba dispuesta a responder tus preguntas. - Ese elfo idiota debió liberarlo, creo que el eslabón puede debilitarlo si lo llevamos encima.
- Pero no pienses que vamos a ayudar a esta panda de muertos de hambre... no seas estúpida tú también, no sacaríamos nada de ellos y ahora larguémonos no me gusta un pelo ese viejo. - Lo dijo como una sugerencia pero cada vez tenía más poder de tu cuerpo y sin notarlo ya estabas girando hacia la entrada.
Justo antes de darles la espalda vistes la mirada de Orellis clavada en tí, sus ojos tenían unas tremendas cataratas, si no estaba ciego poco le faltaba pero te siguió sin esfuerzo. Su expresión era serena, ni siquiera torció el gesto pero te resultó terriblemente incómodo, te sentías atacada, espiada, parecía que mirara en tu interior. ¿Te incomodaba a tí o era la influencia de Xyliha?
Aunque por dentro se alegraba que tanto las palabras de Lanaya como las suyas hubieran hecho recapacitar a los elfos, no lo exteriorizó, preocupada por el tiempo que tenían y cuánto tardarían en llegar. Andraste, guía nuestros pasos por el buen camino y danos fuerza para avanzar.- Rezó mentalmente, cerrando los ojos unos segundos antes de alzar la vista a las paredes, aunque ella visualizara un despejado cielo tras el ladrillo y piedra.
- Gracias.- Sonrió al anciano Orellis antes de caminar junto a Lirresh a la entrada, dejando también un poco de espacio a que su compañera elfa pudiera despedirse de los suyos.
- Si ese cabronazo planea atacar la aldea ¡ya estamos tardando! - digo con tono urgente, como queriendo que las despedidas se demoren lo menos posible - Tomemos el atajo y acabemos con esto de una maldita vez.
Acompañé al dalishano de nombre Lirresh y a los otros dos voluntarios a la salida, con Vivial a mi lado.
Lanaya abrazó a su madre, despidiéndose.
La traeré de vuelta. - Le dijo en elfico, antes de ponerse en marcha con el resto del grupo.
Todos salisteis de la fortaleza tras Lirresh y los otros cazadores, mientras os alejábais podíais escuchar los gritos de ánimos del resto de elfos en el interior. Os recordó a la despedida de los aldeanos de Vintiver, estaban tan empeñados en ser diferentes que no se daban cuenta de la gran cantidad de similitudes entre ambos pueblos.
- Viajaremos durante toda la noche. - Aclaró Lirresh con tono lúgubre. - si descansamos no llegaríamos a Vintiver a tiempo de salvar a los aldeanos.
- CAMBIO DE ESCENA -