Elyas recogió la insignia de la Inquisidora. Había muerto en el cumplimiento de su deber, tal vez de una forma un poco absurda al adentrarse en la guarida de la bestia sin compañía, pero si el Imperio se mantenía pese a todos los enemigos que lo rodeaban, era gracias a sacrificios como ese. Se encargaría de devolver la insiginia a quien correspondiera.
- Lo más probable es que ya estuviera muerta antes de la explosión, hermano Sepheran. Seis genestealers, y uno de ellos el líder, son demasiados incluso para un Inquisidor. En cuanto al artefacto, tal vez deberíamos llevárnoslo también. No parece de fabricación humana; seguro que los tecnosacerdotes del Adeptus Mechanicus quieren echarle un vistazo, y si la Inquisidora estaba jugando con él, quizás alguien sepa decir que es.
Apuesto a que no es humano - Es un artefacto xenos seguramente y técnicamente deberían destruirlo. Pero sólo un loco destruiría algo de tan pulcra manufactura - Y coincido en que deberíamos llevárnoslo para su estudio.
Supongo que la inquisidora llegó hasta aquí a través de la señal psíquica igual que nosotros, aunque no sabemos si esto estaba en este lugar antes o después - Se agacha para inspeccionar los cables y el remache dorado - Imagino que si lo trajo aquí tuvo que venir acompañada, en ese caso podría ser un arma contra-psíquica, un inhibidor o algo así - Y seguramente debería responder acerca de su posesión ante un tribunal.
Y en caso de que estuviese aquí podría ser todo lo contrario, un amplificador o algo similar. De todos modos no me imagino a esos bichos utilizando algo así, algo tan inorgánico... ya sabéis... las visiones y tal... - Skold guarda su bólter y se dispone a coger tanto la esfera como el soporte - Yo lo llevaré, al fin y al cabo no tengo la intención de meterme en más escaramuzas.
Sería bueno comprobar la existencia de más restos humanos, eso nos dará pistas de si estaba o lo trajeron.
Tirada oculta
Motivo: Buscar restos
Tirada: 1d100
Dificultad: 42-
Resultado: 100 (Fracaso)
Tirada oculta
Motivo: Inspeccionar elemento
Tirada: 1d100
Dificultad: 42-
Resultado: 75 (Fracaso)
Buscar restos humanos, e inspeccionar el elemento en cuestión
¿Qué puede apreciarse en los cables? Si están cortados ¿Lo están toscamente o limpiamente?
Edit: En buscar restos, añadir contar restos^^ Para saber cuantos muertos fritos hay. Como cuando cuentas los huesos de las alitas de pollo para saber cuántas llevas.
Director dice: Solo hay un cadáver.
En cuanto a los cables, parecen desgarrados por el mismo impulso que desmontó el aparato
Vaya, pues parece que sólo hay un cadáver... Creo que deberíamos considerar la hipótesis de que el instrumento ya estaba aquí antes de la llegada de la inquisidora chamuscada, quizá llegamos tarde... tarde para ella, no para los bichos - Skold, especialista en humor negro
Es más, los cables aparecen en mal estado, y al igual que la esfera todo parece obra del mismo golpe, o impulso. Quizá... quizá el impulso que sentimos tras achicharrar a estos seres provocó la ruptura del artefacto.
¿Tiene sentido que este aparato haya sido utilizado por estos seres? ¿Amplificador? ¿Quizá es lo que bloquea las trasmisiones astropáticas?
Demasiadas preguntas, creo que deberíamos volver a ver a la niña.
El Apotecario examinó el cuerpo y luego a sus compañeros:
— La Inquisidora cumplió su papel en la salvación de este mundo aunque eso le costó la vida, no podemos si no estarle agradecidos y asegurarnos de que ocupe su lugar en los registros de la Inquisición, pero eso no debe retrasarnos más aquí, ya no podemos salvarla. Pero sabed que no fuimos nosotros quienes la matamos, si no los Xenos a los que perseguíamos. Fue imprudente al venir sola aquí: tiene marcas de dientes y garras que llegaron hasta el hueso.
Miro al artefacto:
— Esto desde luego no lo han construído los Tiránidos, no se parece a nada que hayan hecho. Ignoro que es, pero debe de tener alguna clase de importancia. Esto da la vuelta a las cosas, me temo. Quién haya traído esto aquí y para qué es algo que desconozco, pero debemos tenerlo en cuenta. Es de esperar que las fuerzas que acudan a reforzar este planeta puedan aportarnos información sobre él. Mientras tanto no podemos descuidarnos. Deberíamos confirmar si la llamada de socorro ha sido enviada. De no serlo, me temo que nuestra posición es mala.
Y tras decir esto, se dió la vuelta y se puso en camino de nuevo hacia la fábrica.
PNJ
Lordsholm. Exterior de la Refinería Sollar e Hijos. Distrito Fabrica. 07:16 a.m. hora local
Amanecía...
Amanecía, por la gloria del Emperador. Habíais traído un nuevo día para este mundo condenado. Habíais traido la primera victoria a Avalos, proclama de un nuevo futuro. Habíais sobrevivido a los rigores de la noche más larga con la ciudad sumida en el caos. Habíais superado sueños de muerte que habían atormentado el descanso del oráculo. Habíais derrotado al Amo de Sangre y Sombras, la punta de lanza del ejército tiránido. Oíais ecos de gloria y, sobre todo, de esperanza. El día representaba todas esas cosas, la luz del día era el heraldo de vuestro triunfo.
"Vuestra llegada es como el paso de una estrella sangrienta sobre las cabezas de los hombres, pues anuncia destrucción y muerte absolutas"
Tan pronto como vuestras botas acorazadas tocaron el exterior, tan pronto como los primeros rayos de sol atravesaron el horizonte os dísteis cuenta de que el aire hedía a muerte y malos presagios. El amanecer estaba teñido del rojo de la sangre de las víctimas y el cielo, ¡oh el cielo! estaba oscurecido por la larga y terrible silueta de las descomunales bionaves tiránidas. La verdadera invasión había comenzado.
La mañana jamás llego, pues nunca se hizo de día. Solo una luz mortecina permitía intuir que había amanecido ya, pues los titanes estelares Xenos, esas inmensas criaturas orgánicas de tamaños inconcebibles que harían empequeñecer a un crucero imperial ocupaban cuanto el ojo alcanzaba a ver en el cielo. Y mientras contemplábais impotentes el impío esplendor de la Mente Enjambre, aquellos leviatanes empezaron a escupir su letal contenido. Cientos, miles, millones de esporas que hacían las veces de naves de desembarco plagaron los cielos como una densa lluvia de flechas. Al golpear el suelo las esporas se abrían, eclosionaban liberando su letal contenido: gantes, millones de ellos. Pero también cosas peores, más grandes, más crueles, más evolucionadas que aún carecían de nombre.
Y continuó sin pausa. El día se tornó más oscuro que la noche, o eso os parecía. Minuto tras minuto, hora tras hora, aquella horda descomunal, aquel invasor alienígena inclemente desplegaba más y más tropas hasta que dejó de tener sentido hacerse una idea de cuántos eran. No había defensores para todos. No había municiones para todos... No había mundo para todos. No tenía sentido pararse a reflexionar si habíais llegado tarde: Avalos estaba condenada. Solo quedaba un objetivo, una razón, una misión única. Salir de allí como fuera, pero vivos, cargando únicamente lo necesario. ¿La psíquica? ¿el gobernador? ¿el artefacto? Morir sin que la Humanidad conociese el fruto de vuestros logros sería una muerte sin propósito. Alguien tenía que saber qué había ocurrido en aquel mundo y por qué. Si no, todo habría sido en vano.